Hay que apurar hasta el fondo los abismos, buscarnos dentro y emerger en arañazos, reconstruirnos aunque sea sólo a retazos sin abrazar credos ni ninguno de sus ismos.
Para averiguar si somos nosotros mismos hay que desgarrar el azogue en mil pedazos, arriesgarse a cruzar el mar de los rechazos, y beber más de la fe que de los catecismos.
Antes de partir, con los últimos aletazos, el viento reunirá las esquirlas del espejo. Allí, los amores, las traiciones, los abrazos,
las pasiones, tus ojos…, todo será reflejo, memoria cruel del olvido, los últimos trazos de un retrato fiel que se quedó en bosquejo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario