que desnuda mi ser y de mí se apodera arrojándome sin compasión a la hoguera
donde arde la sangre y la carne tirita,
llega hasta mí con su sentencia escrita condenándome a dejar de ser el que era y a vivir desde ahora en la quimera de creer que tengo corazón ya que palpita.
¿Acaso la leña no crepita lastimera en brazos del fuego que de amor la marchita y con tenaz fulgor la sume en la ceguera?
Cenizas de lo que fui, nada me pertenece. Ni vivo en mí ni es la lumbre compañera, aunque vela mi sueño y conmigo amanece.
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