- Eres una pervertida. - Por favor... Me ofendes. - Pues lo eres. Y te confundes conmigo: yo no me vendo. - Te equivocas. - ¿Ah, sí? - Completamente. - Entonces, ¿qué pretendes ignorándome? - Algo mucho peor. - Peor que tratarme como a un pañuelo de papel. - Infinitamente peor. Mi perversión no tiene límites. - Pues tú dirás. - Lo que pretendo es enamorarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario