domingo, 5 de octubre de 2025

 - Siento escalofríos cada vez que leo o escucho
un elogio sobre Guillermo Fernández Vara.
Después de cinco años como presidente de la Junta
de Extremadura, con mayorías absolutas;
de trece años como consejero y de no sé cuanto tiempo como director general 
en gobiernos
con mayorías absolutas;
de ser vecino, amigo y sucesor ad hoc
del todopoderoso Juan Carlos Rodríguez Ibarra,
que sólo una vez gobernó sin mayoría absoluta;
de ocupar una vicepresidencia en el Senado,
después de formar parte de la cúpula dirigente
del PSOE 
un año tras otro,
el 99,99 por ciento de los elogios que se le están tributando tras su muerte coinciden en afirmar
que Vara ha sido una buena persona.
¡Una buena persona!
Lo dicho, se me eriza la piel.

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