miércoles, 17 de mayo de 2017
martes, 9 de mayo de 2017
Una huerta de la señorita Pepis
José Joaquín Rodríguez Lara
El huerto no es de Renato, es de la señorita Pepis. Todo en él es de juguete. Todo es diminutivo. "Tubito", "plantita", "marquito", "navajita", "olorcito", "calorcito", "pedunculitos", "puñadito", "picaíto", "capitas", "cascaritas", "poquito", "bandejita", "manojito", "ramitas", "esquinita", "nudito", ...
Si al menos Renato y su padre, Fernando, además de Jordi, tercer pie del taburete hortícola televisivo, utilizasen la terminación en 'ino', tan característica de Extremadura, el uso intensivo de los diminutivos en este programa de Canal Extremadura sonaría menos artificial y, sobre todo, bastante menos empalagoso.
Extremadura tiene algunas de las huertas más extensas del mundo; están en las vegas de sus ríos, especialmente en las del Guadiana. Por su extensión, las huertas de las vegas extremeñas, con surcos grandes, muy grandes, kilométricos, sólo admiten comparación con cultivos hortícolas como los de California, en Estados Unidos.
Pero 'El Huerto de Renato' no está diseñado para la explotación del campo extremeño. Es pura distracción.
Aunque a veces la cámara enfoque a la tierra, 'El Huerto de Renato' es un huerto de tiesto y terraza. Todo en él es reducido, minimalista. Todo menos el diferencial entre el coste -no se escatiman medios- y el valor de la cosecha. Y este desfase, en una región rural, agraria y que malvive del campo, chirría mucho.
Si los extremeños fuésemos urbanícolas, en vez de campesinos, chocaría menos.
Esto de que la horticultura de ficción sea más rentable que la auténtica es difícil de asumir y de sobrellevar.
Me pregunto si 'El Huerto de Renato' produce algo que se pueda comer. Aunque sea algo 'pequeñito'.
domingo, 7 de mayo de 2017
La mujer que nos bajó del árbol
José Joaquín Rodríguez Lara
Hay tanta madre hoy, 7 de mayo del año 2017, en Facebook que pudiera parecer que sólo nos acordamos de la madre el día que truena la publicidad.
Pero no es así.
A la madre la invocamos continuamente.
'La madre que te parió', decimos para bien y para mal. Con un ¡ay mi madre! mostramos nuestro asombro y nuestro miedo. Y con un ¡madre mía, madre mía!, nuestro alivio.
La madre es el origen de todo. De todas las batallas y de todas las paces. La madre es el mejor invento de la naturaleza: engendra, cuida, enseña, consuela y lo da todo hasta el final pasando de ser madre a convertirse en abuela.
Sin madres no existiría el mundo. Y sin abuelas, los seres humanos estaríamos aún encaramados en los árboles.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)