A Ildefonso Ferrera Moreno
Amigo mío,
perdido en tu pueblo y mi pueblo,
triste y enamorado,
no sabes bien de qué, ni desde
cuando.
Amigo mío,
amigo primero, quizás único,
sembrador de sueños, jinete
desbocado, que persigues
el triunfo con brazo moreno y mirada
ancha, con sudor y risa
mojada en vino.
Amigo mío,
sé fiel a tu corazón,
a tus sueños de hombre bravo,
y siéntete brotar en cada esquina
de rayo, de olivo o de trigo,
siéntete guerrero y esposo
y ama la tierra,
asédiala,
y que tu pecho no pare hasta la muerte.
(De mi libro 'La tierra al fondo',
publicado en Badajoz por la Institución Cultural Pedro de Valencia, en 1980.)
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