El escorpión y la rana
José Joaquín Rodríguez Lara
En el divorcio andaluz, la presidenta Susana Díaz le ha puesto las maletas en la calle al vicepresidente, Diego Valderas, pretextando que él iba a serle infiel con Podemos.
Ni siquiera le ha dado tiempo a que cometiese la supuesta infidelidad. A la presidenta le ha bastado con intuir que su pareja de baile la cometería para tomar represalias.
Susana ha dejado sin despachos a Diego y a los otros dos consejeros de IU y se ha quedado con la casa, con la Junta de Andalucía, en la que lleva viviendo tantos años que la administra como si fuese exclusivamente suya, y no la casa de todos los andaluces, los de derechas también, o, por lo menos, ‘la casa común de la izquierda’, por la que suspiraba Enrique Curiel, comunista de los que eran capaces de renunciar al carnet del partido para mantener sus ideas.
Es lo que tienen los matrimonios de conveniencia -y en las relaciones PSOE/IU siempre ha habido y habrá mucho de conveniencia-, que, como no hay pasión, ni siquiera es necesario desenamorarse para romper el yugo conyugal.
Y, ¿cómo es posible que dos partidos –uno mucho mejor partido que el otro, desde luego- que se necesitan para gobernar se separen de mala manera para correr el riesgo de que las urnas vuelvan a uncirlos en la misma yugada autonómica?
La explicación no está en las encuestas, sino en la naturaleza de las cosas. Y de los contrayentes. En Andalucía ha vuelto a repetirse la fábula del escorpión y la rana.
Doña Susana Díaz, que es el escorpión de esta historia, le pidió a Izquierda Unida, que siempre hace de rana, que se la echase a cuestas y le ayudase a cruzar el río de la legislatura, burlándose así, en estéreo, de la victoria que el PP había conseguido en las últimas elecciones autonómicas andaluzas.
- ¿Por qué me haces esto?, pregunta sorprendida la rana roja y verde.
- Porque soy Susana, responde el escorpión.
Bueno, y luego está también eso de que si Andalucía y de que si los andaluces, que dice la presidenta.
Cayo Lara ha hecho un gran negocio no respetando los resultados de las urnas y embarcando a Izquierda Unida en un Gobierno acosado por el paro y por los ERE y que ha durado lo que ha querido doña Susana Díaz. Con amigos como la presidenta andaluza, IU no necesita enemigos.
Pero esto no ha terminado aún. Como nadie escarmienta en cabeza ajena, y algunas personas ni siquiera escarmientan en la propia, no le extrañe que, después de marzo, veamos ‘El escorpión y la rana’ 2.
Fin. Pero ¿a que fue bonito mientras duró? |
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