El Anfiteatro y el deporte
José Joaquín Rodríguez Lara
En el Anfiteatro Romano de Mérida combatieron los gladiadores, lucharon a muerte las fieras, se han representado obras de teatro y no sólo lleva más de 2.000 años en uso, abierto al público, sino que todo ese tiempo ha estado expuesto a los elementos: al sol, a la lluvia, al viento, al calor, al frío, al granizo, al hielo y, en ocasiones memorables, hasta a la nieve.
Sobre su óvalo crece al inicio del otoño el Crocus lusitánicus, una especie de azafrán silvestre, muy bonito por cierto, y en su entorno, entre la primavera y el verano, dispara sus semillas el Pepinillo del diablo, Ecballium elaterium, al que se debe tratar con mucho respeto, por muy divertido que resulte hacer eyacular a sus calabacillas -yo lo hice-, pues toda la planta es tóxica y causa problemas intestinales, hemorragias, abortos y hasta la muerte.
El foso del Anfiteatro Romano de Mérida ocupado por una instalación artística, en agosto del año 2007. (Imagen publicada por www.forocoches.com) |
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