'Edipo Rey', teatro para espectadores ciegos
José Joaquín Rodríguez Lara
Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón acaban de poner sobre la escena del Teatro Romano de Mérida un texto limpio, contundente y claro. Sobre todo muy claro. Tan claro que no es necesario mirar hacia el escenario para disfrutarlo, pues se entiende perfectamente simplememte oyéndolo.
El 'Edipo Rey' ofrecido por el 61 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida parece teatro leído. El texto lo es todo en este montaje: no hay acción.
El rey Edipo, sin duda el personaje más desgraciado del teatro grecolatino, se arranca los ojos para no verse como asesino de su padre, como esposo de su madre y como hermano de sus propios hijos e hijas. Los espectadores asistentes a la representación podrían haber hecho lo mismo que Edipo: sacarse los ojos o cerrarlos o volver la cara, con la seguridad absoluta de que no se perderían nada de la obra.
En este 'Edipo Rey' hay mucho que escuchar, pero nada que ver. Es un espectáculo muy adecuado para espectadores ciegos. Más que una representación teatral parece teatro radiofónico. Y teatro radiofónico de calidad. Salvo algún pequeño fallo, la dicción es muy buena durante toda la representación, que dura aproximadamente una hora. El sonido, también.
En esta obra no hay decorados, excepto la columnas y estatuas del imponente frente escénico del Romano. El vestuario tampoco es llamativo. Carece de cualquier relación con el mundo clásico. El reparto viste 'a la europea', que dicen los norteamericanos. El atuendo de Edipo recuerda un poco a la falda-pantalón que durante un tiempo lució Miguel Bosé en sus conciertos. Y Yocasta, su madre y esposa, luce un vestido que parece sacado de la serie 'Cuéntame' y, más concretamente, de baúl de aquella doña Carmen Polo de Franco que salía en el NODO, en la televisión y en las páginas de huecograbado del diario Abc. Todo ello en blanco y negro.

Edipo; integrante del coro e hija de Edipo; Yocasta; Creonte; Tiresias, pastor e hija de Edipo. (Fotografía de Jero Morales.)
Los cinco integrantes del reparto se sientan a una mesa de comedor cubierta con un mantel blanco, sobre la que hay unos platos, unas copas y una vasija con agua. En torno a la mesa se desarrolla toda la obra, desde el principio hasta el final. Hay personajes a los que se espera, porque tardan, pero no pueden llegar porque están sentados a la mesa desde el primer momento. En este 'Edipo' la falta de movimiento es atroz. Hay tan poca acción en esa mesa que los comensales ni siquiera comen.

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