Se habla muchísimo en los telediarios, y con razón, de los títulos universitarios regalados -o casi- a los políticos por la Universidad rey Juan Carlos. Pero muy poco, por no decir nada, de los másteres en cataplasmas que esos mismos informativos televisivos y, en general, todos los medios de información de ámbito estatal, se empeñan en regalarnos al conjunto de la población.
No faltan críticas en las redes sociales: “Yo ya tengo un máster en lazos amarillos. Un telediario más y me doctoro en catalán”. Pero no se ve autocrítica en los medios estatales. O no son conscientes o no quieren serlo de que su obsesiva e intensiva atención al revuelto ovillo catalán está consiguiendo que buena parte de su audiencia cambie de canal, de sintonía y hasta de hoja tan pronto como se le aparece Puigdemont y su cofradía amarillo limón.
Hay quien apaga la televisión y hasta quien ha dejado de ver los telediarios porque ya no aguanta más. La cata-plasma se ha convertido en una tortura insufrible. No es que el monotema catalán aburra, es que origina en la audiencia no independentista reacciones viscerales impensables hace tan solo unos meses.
Se comprende que el periodismo de Madrid y, también, el de Cataluña y un poco el de Valencia y hasta el de Baleares sigan a rueda, un día sí y otro también, del asunto catalán. No se explica, sin embargo, que se le dedique tanto y tanto y tanto tiempo y espacio a ese asunto y tan poco a lo que ocurre en el resto de España.
Una España que aún interesa a los españoles porque todavía existe. Está viva. España aún respira a pesar del periodismo de Madrid y del catalán y demás fuerzas periféricas centrífugas.
Sabíamos, desde que nacieron Tesla y Marconi, que cuando llueve en la Gran Vía de Madrid, que parece ser el ombligo del periodismo español, se mojan todas las avenidas, calles y callejones de España. Lo sabemos, lo sufrimos y ya lo tenemos asumido, pero los lazos amarillos han dejado a la Gran Vía madrileña en una vereda sin margaritas, sin azucenas y sin verde. Por el camino verde, camino verde que va al EGM...
Unos informativos tan centrados en el asunto catalán, aunque sea para intentar desmontarlo, están castigando a la mayor parte de su clientela y favoreciendo, por todos los canales, a los independentistas que, por un lado se reconocen protagonistas absolutos, por no decir exclusivos, de la pechuga de la información, y por otro, están comprobando que cada telediario son más los españoles a los que no les importaría que Cataluña se independizase. Y si hay que cavar un foso para que se independice, pues se cava con las uñas, con los dientes y con lo que sea.
Al final, con España no va a terminar Cataluña. Va a ser el periodismo de Madrid, mucho más localista y provinciano que el de provincias, el que termine con ella.
(Sexagésimo tercer artículo publicado en extremadura7dias.com,
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