Periodistas
José Joaquín Rodríguez Lara
JUSTO al cumplirse 500 años desde que la imprenta alumbró la primera edición de 'Amadís de Gaula', ese monumento al que el mismísimo Cervantes indultó salvándolo de las llamas en el expolio de la biblioteca de Don Quijote; el día que se festejaba el 70 aniversario de 'La guerra de los mundos', la maravilla radiofónica con la que Orson Wells aterrorizó a la audiencia, asombró a la Humanidad y se ganó para siempre su peana y su hornacina en la galería universal de los genios; precisamente ese jueves arrancaba en Cáceres el III Congreso de Nuevo Periodismo, presidido por los Príncipes de Asturias.
Había en la sala periodistas de fuste y blogueros con carácter y muchos otros sobrados de energía, augurando que habrá periodismo mientras haya personas que se sientan periodistas, independientemente del medio que utilicen para comunicar.
En la inauguración, el presidente Vara estuvo taxonómico y habló de periodismo nuevo y de viejo periodismo; el ex presidente Ibarra pregonó la necesidad de que los medios convencionales se reinventen y el Príncipe invitó a conservar la esencia del periodismo, con virtudes como la libertad y la veracidad; unos valores de los que son principales depositarios y custodios los periodistas.
Más allá de la tecnología y de las empresas hubo siempre, y siempre habrá, muchos periodistas que se esfuercen en contar bien lo que pasa.
Pero, desgraciadamente, tampoco faltarán nunca algunos periodistas cerrilmente empeñados en que pase lo que ellos cuentan.
Y aunque a nadie le guste, mientras la precariedad laboral secunde al desánimo, cada vez habrá más periodistas que no sólo pasen de lo que pasa, sino que pasen hasta de lo que cuentan.
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