El cajón de los malabaristas del trinque
José Joaquín Rodríguez Lara
Como reflejo en mi libro 'La burra con GPS y otros avíos de comer', mi abuela María era una artista. No sólo cantaba romances, sino que hasta hacía calceta, con cuatro agujas. Sin embargo, no tenía calcetín. Se ve que no lo necesitaba. A mi abuela María no le sobraban las perras; ni chicas, ni gordas, ni perras rubias, ni de diez reales... Vivía con lo justo, de susto en susto. Si mi abuela hubiese tenido uno de aquellos duros amadeos, de plata, seguramente lo hubiese escondido en el fondo de un calcetín, pero quia... Le bastaba con la faldriquera del mandil para guardar las cuatro perrinas. ¿Quién iba a tener un duro amadeo..? A mediados del siglo pasado, un duro amadeo era un tesoro. Y un duro de Franco, un puchero lleno. De garbanzos.
Mi abuela María estaba convencida de que los locutores del Telediario vivían dentro del televisor, como los pollos que se criaban en un cajón de tabaco para que no se los llevase el milano, así que, muy seria y hasta preocupada, me preguntaba cada día si ya le había echado de comer a aquellos hombres. Por aquel entonces, los locutores del Telediario eran todos hombres de pelo en pecho. Había muchos: uno por cada bloque informativo.
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El millonario José Ángel Fernández Villa, que fue un
destacado sindicalista, líder minero y
parlamentario del PSOE, con el expresidente
José Luis Rodríguez Zapatero,
en Rodiezmo (León), donde cada año
se ponía las pilas el socialismo español.
(Fotografía publicada por elmundo.es) |
Lo que no había era dinero. Al menos en casa de mi abuela María y de mi abuelo José. Nada nuevo. Lo mismo, más o menos, ocurre actualmente en la casa de otras personas mayores, como Jordi Pujol, padrastro de la patria catalana, como José Ángel Fernández Villa, que hasta hace muy poco era un destacado líder minero asturiano y ahora es padrastro de la gente honrada que confía en los sindicalistas de UGT y en los dirigentes del PSOE, como José Luis Bárcenas, padrastro, hijastro y hermanastro, según se tercie, de los militantes del PP, como los 86 consejeros y ejecutivos, 86, de Caja Madrid/Bankia que costearon sus caprichos con tarjetas invisibles para Hacienda, comportándose como verdaderos chorizastros con usted, conmigo y con todos los demás españoles.
Ni Pujol ni Fernández Villa ni Bárcenas ni los Blesa (916 euros en helados), Rato (3.547 euros en bebidas alcohólicas, en un día) y demás malabaristas del trinque (representantes del PP-PSOE-IU-CCOO-UGT-la patronal...) necesitan calcetín para mantener a buen recaudo los caudales que con tanto esmero apañan. Les basta con carros y carretas para sacar el dinero de España, incluso con la simple capa de invisibilidad de una tarjeta opaca al fisco, para vivir con mucho, con muchísimo desahogo.
No es que Rato bebiese mucho, seguramente es que bebía muy bien, pero con los helados de Blesa, es que nos hierve la sangre.
Como la Justicia termine metiendo a alguno de ellos en el cajón de los pollos no se preocupará de echarles de comer ni mi abuela María, que E.P.D., Mariló.
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