El profesor asesino
José Joaquín Rodríguez Lara
"Nunca se ha vivido como se muere ahora" dejó por escrito el poeta Manuel Pacheco (Olivenza, 1920 - Badajoz, 1998). Pacheco fue un importante autor de poemas sociales. Sus versos rezuman dolor humano. Él, tan maltratado por la vida desde muy niño, escribía estrofas atormentadas en una Extremadura, en una España y en un mundo que apenas si lograban sacar la cara del fango para tomar aliento.
Manuel Pacheco se nos fue Guadiana abajo, camino del infinito, convertido ya para siempre en un puñado de ceniza azul. Pero su poesía sigue vigente pues, como estamos viendo, nunca se ha vivido como se muere ahora. Ahora, este domingo 5 de abril del año 20, en el que debemos alegrarnos por la muerte de 674 personas -674 seres humanos- por el mero hecho de que son 135 menos que las víctimas del día anterior.
El maldito coronavirus, el asesino que nació en China, nos está enseñando mucho sobre el amargo sabor de la alegría. A lomos de su caballo desbocado desnuda a los poderosos parapetados detrás de la verborrea; corona de laurel a los profesionales, desde quienes limpian los hospitales a quienes cambian el fusil por la manguera de fumigar; nos enseña a malvivir sin besos, sin abrazos, sin libertad...
Pero, sobre todo, el coronavirus nos está enseñando matemáticas: 130.759 personas infectadas, 58.744 hospitalizadas, 6.861 jugándose la vida en las UCI, 12.418 borradas de la faz de la tierra, 674 de ellas en las últimas 24 horas, para alegría de quienes cuentan cadáveres, y 38.080 supervivientes. Ni siquiera los virus letales son infalibles, pero, eso sí, ya lo dijo Pacheco, "nunca se ha vivido como se muere ahora".
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