El efecto colega
José Joaquín Rodríguez Lara
En una visita turística a la Plaza Mayor de Madrid entré en una sombrerería, por curiosidad, y me compré el sombrero de paja más barato que había. Una 'pasta', a pesar de todo. Como era verano, lo puse en la bandeja trasera del coche, y ahí sigue. Ahora me estoy dando cuenta de que cada día veo más coches que llevan un sombrero de paja en la bandeja. No sé si será una moda, si siempre ha sido así o si se trata de lo que yo llamo 'el efecto colega', pues desconozco si ya tiene nombre. Consiste tal 'efecto' en que, cuando hacemos algo desacostumbrado, aumenta la facilidad con la que percibimos que alguien hace lo mismo que nosotros. Por ejemplo, no nos damos cuenta de la cantidad de personas que andan con muletas por la calle hasta que tenemos que usarlas nosotros. Y lo mismo pasa con los sombreros, las gafas de espejo, las bufandas de raya o los perros de la misma raza que la de nuestra nueva mascota. Como nunca he estado embarazado, ignoro si 'el efecto colega' también vale para los embarazos. En cualquier caso, no es algo mimético ni contagioso. A lo sumo es una tontería. Lo asumo. Pero hay gente que se asoma continuamente a las redes sociales para contar donde está y qué hace o piensa hacer, y yo no se lo tomo a mal. Gran parte del contenido de las redes sociales consiste básicamente en un cotilleo banal urbi et orbi.
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