Y con mánager
José Joaquín Rodríguez Lara
SERÁ Numida Meleagris, pero el pueblo la llamó siempre gallina de Guinea. Durante la gran depresión -entre 1930 y 1960, mes arriba o mes abajo- espulgaba los campos en muchas fincas de categoría 3C -cortijo, capilla y chozos-, con las pollitas jabás, las gallinas del pescuezo pelao que llaman gayonúas, por su valentía, y los pavos. No había en los aseladeros un bicho como las gallinas de Guinea. Ni siquiera las pavas, que defendían a sus polladas con uñas y picos.
Los huevos eran entonces un manjar reservado no ya para los padres, sino para los recoveros que recorrían las fincas con su trapicheo ambulante. Se guardaban en sal, para mantenerlos frescos a la espera de cambiarlos por una pieza de tela, un carburador minero, y hasta por una pelliza pagada a la dita. Que el milano bajara a la resolana y se llevase un pollito era una desgracia, pero allí estaban ellas, capaces de sacarle los ojos a los cuervos. Para enfrentarse a una guineana no bastaba con ser milano y tener huevos; era preciso que hubiese pollos en lo alto del alcornoque y que, además, estuvieran hambrientos.
Con los años todo cambió. Llegó la emigración, se fueron los recoveros y las gallinas de Guinea pasaron de los chozos a las casas de campo. A veces se veía alguna en los chalés de Badajoz.
Poca cosa hasta ahora, que Numida Meleagris reaparece con honores de estrella. No ha perdido su aspecto de dinosaurio emplumado pero ha pasado de comer alacranes a ser cuidada como una reina. Gasta nombre artístico -la Pintada la llaman- y hasta tiene representante, como si fuese la Pantoja. Si le interesa contratar a esta estrella en ciernes póngase al habla con José del Moral, el mánager que dirige su carrera hacia la gloria.
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