La Manada chica, la Manada grande, la ley y la Justicia
José Joaquín Rodríguez Lara
A la leña tuerta hay que buscarle las vueltas; los profesionales de la abogacía lo saben. Por eso, no pocas veces eligen el momento más oportuno, al juez o a la juez que les parece más favorable a sus intereses, a la hora de llevar sus casos al juzgado.
¿Pero no habíamos quedado en que la ley es igual para todos? Sí, sí, y lo es. Pero una cosa es la ley y otra la Justicia, es decir, la aplicación de la ley.
Porque la ley no la aplican máquinas, la aplican personas. Y cada persona, incluidas sus señorías titulares de los tribunales de la Justicia, es un mundo. La verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero y los hechos son los hechos, pero la calificación de los hechos, su interpretación, la aplicación de la ley, el juicio… ¡Ay, el juicio! Acudir a la Justicia es tirar una moneda al aire. A veces hasta cae de canto. Ya lo dice la maldición: pleitos tengas y los ganes.
Es muy difícil que haya dos casos judiciales, sobre todo, penales, exactamente iguales. Y en el análisis de lo ocurrido hay que valorarlo todo, hasta desde donde soplaba el viento, si es que soplaba.
Por eso es legal, aunque extrañe, que dos casos tan parecidos como los ataques sexuales a sendas jóvenes protagonizados por ‘La Manada’ (la clásica, la de San Fermín) y por la ‘Manada de Collado Villalba’ (la de Madrid) reciban sentencias tan dispares.
Los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia de Navarra condenaron a los cinco integrantes de ‘La Manada’ a nueve años de prisión, cada uno, por un delito ¡continuado! de ¡¡¡abuso!!! sexual sobre ¡una joven de 18 años! durante los sanfermines (julio) del año ¡2016! Si las matemáticas no fallan, 9 por 5 son 45.
Los tres integrantes de ‘La Manada de Collado Villalba’ han sido condenados a 44 años de prisión (15 + 15 + 14) por intimidación y ¡¡¡agresión!!! sexual ¡continuada! a ¡otra joven de 18 años! en el mes de marzo del año ¡2015!
La condena de los tres de Collado Villalba es muy superior a la de los cinco de Pamplona. Seguramente hay más diferencia entre las condenas de ambos grupos que entre los daños morales y físicos y las secuelas sufridas por las dos jóvenes después de haber sido atacadas por sus respectivas manadas.
¿O es que, más allá del número, hay diferencias entre los fines y la estrategia de las dos manadas salvajes? ¿No se han comportado, a la luz de lo que ambas sentencias consideran probado, como los mismos perros de recova con distintos collares?
¿O es que los collares están en los tribunales que los han juzgado, en su manera de interpretar y aplicar las leyes? Como en sus salas, los magistrados y las magistradas tienen todo el poder y toda la autonomía e independencia que la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico les otorgan, los tres magistrados de Pamplona vieron abuso donde las tres magistradas de Madrid han visto agresión.
Y el justiciable, la gente, que en la mayoría de los casos carece de conocimientos jurídicos, ve que conductas parecidas, por no decir idénticas en sus consecuencias, reciben sentencias dispares y sospecha que la ley no es igual para todo. Pero no es la ley, es la aplicación de la ley, es la Justicia, con sus tribunales, su Fiscalía, su abogacía, sus agentes policiales, sus testigos, sus peritos, su tiempo, su dinero y sus diferencias de criterio.
Menos mal que por encima de ellos está el Supremo. ¿Está Dios por encima de los jueces? No, no, está el Supremo, el Tribunal Supremo, con sus magistrados, sus magistradas (alguna hay) su Fiscalía y sus propios criterios con los que van limando diferencias entre tribunales a golpes de lentísima jurisprudencia.
(Centésimo primer artículo publicado en extremadura7dias.com,
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