lunes, 5 de julio de 2004


El color del tránsfuga


José Joaquín Rodríguez Lara


LOS tránsfugas no acostumbran a cambiar de partido. A lo sumo suelen mudarse de siglas. El tránsfuga es persona seria y consecuente que se mantiene fiel a unos principios -los suyos- defendiéndolos con uñas y dientes frente a cualquier interés que le resulte ajeno.

No es mala gente; más bien parece gente de mal asiento. Esta especie migradora es incapaz de resistir el hormigueo que le sube por las corvas de su desazón política y a la primera oportunidad que se le presenta salta y se echa a los medios con una moción de censura entre los dientes.

No hay desertores políticos porque en este mundo tenga que haber de todo. Existen para satisfacer la natural propensión evolutiva de la especie. El tránsfuga no es un traidor, es un traedor que aporta cambios y beneficios a corto plazo.

El tránsfuga es un político mutante encriptado en las cadenas de políticos inmutables que pueblan los anaqueles de las corporaciones patrias.

Muchas personas consideran el transfuguismo como la degeneración de la política, pero se trata de una práctica tan extendida y de tanto calado que bien pudiera ser la política de toda una generación. Precisamente de la que manda.

Si en vez de partidos y ristras de siglas en las urnas se votase a personas con nombres y apellidos, si los ciudadanos pudieran elegir directamente a sus alcaldes en lugar de confiar la elección a una amalgama de concejales bienintencionados, si los ayuntamientos fuesen más gobierno y menos cámara de representantes, el tránsfuga sería una especie en regresión. Pero no es así y ejercer de prófugo institucional va camino de convertirse en un trabajo; temporal y mal visto, pero empleo al fin y, en ocasiones, no mal remunerado.

Aunque a veces pueda parecer lo contrario, el tránsfuga no vulnera la legalidad con sus arreos y vaivenes. Es más, cada vez que zarandea el andamiaje de las instituciones incluso perfecciona los engranajes del sistema democrático pues hace uso de un procedimiento, perfectamente lícito, que el legislador puso a su disposición con la intención de que lo utilizase para devolver el carro de la farsa a las rodadas de la cordura.

El tránsfuga no solo es un tipo legal, sino que además fortifica la legalidad con su rebeldía. Contra esa fortaleza poco pueden lo acuerdos antitraidores que pactan los partidos.

No le faltan virtudes al desertor, por más que en ocasiones se le considere casi un delincuente. No es para tanto. En todo caso sería como aquel Diego Corrientes, ladrón en Andalucía -y buena parte de Extremadura- que robaba a los ricos y a los pobres socorría. A fin de cuentas, lo que hacen los tránsfugas es despojar del mando a los poderosos para entregárselo a quienes no lo tienen y suspiran por el poder.

Al tránsfuga se le podría esquivar con facilidad si los políticos no fuesen como los garbanzos, de los que no se sabe cuantos saldrán negros hasta que echan a cocer y se juntan con el chorizo.

(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)

viernes, 25 de junio de 2004


La impaciencia es mortal 


José Joaquín Rodríguez Lara


LA sanidad avanzó tanto durante los últimos decenios -pero tanto, tanto, tanto-, que actualmente es imposible encontrar a alguien que esté completamente sano. Todos tenemos algo. Aún no has nacido y ya te están detectando padecimientos. Incluso se opera a los fetos, convirtiendo el útero materno en un quirófano asediado por enmascarados en bata.

Tanta eficiencia sanitaria resulta en ocasiones desesperante. Hay quien va al médico acompañando a su pareja, que acaba de sufrir un 'dolío', y sale de la consulta con su propio diagnóstico de triglicéridos para toda la vida. La sanidad pública es así; no repara en gastos. Pero usted no se engañe: se vive lo mismo sabiendo que se tiene alto el colesterol que sin saberlo, aunque la ignorancia tiene mucho mejor sabor.

Para comprobar el avance imparable de la medicina basta con darse una vuelta por los hospitales del Servicio Extremeño de Salud. Cada día hay más espacio libre en las habitaciones del SES. Y no es por escasez de clientes ni por falta de vocación doliente, más bien parece achacable a una generosa diligencia ambulatoria. 

Los centros hospitalarios extremeños han ganado mucho terreno desde que los gobierna Guillermo Fernández Vara, que como médico forense sabe bien de qué acostumbra a morirse el personal. Los hospitales del consejero crecen a lo ancho y a lo largo, pero aún arrastran muebles desvencijados, desconchones transferidos por el Insalud y televisores de pago, algo que -a pesar de la comida a la carta y de las residencias para familiares- da apariencia de pensión del peine a lo que deberían ser hoteles de lujo. 

Con lo que el Seguro le cobra a los sanos para cuando necesiten un recauchutado, los enfermos podrían ser atendidos en los Meliá del Caribe, bajo los cocoteros, en lugar de pasearlos por las carreteras extremeñas para que reciban radioterapia u otros tratamientos especializados a 150 kilómetros de su pueblo. Por lo demás, el sistema público extremeño contra los dolores goza de tan buena salud que los usuarios no solo han dejado de morirse de enfermedades incurables, sino que hasta fallecen de males impropios. 

Por ejemplo, uno puede morirse de desesperación esperando que llegue una ambulancia que se encuentra lejos o atendiendo a otro tumbao a punto de quedarse en el sitio. Esto no ocurría antes. Se trata de un síndrome que, a pesar de ser muy grave, no fue advertido hasta que hubo numerosas pero insuficientes ambulancias con sirena y licencia para saltarse los semáforos. Hace años la gente se moría sin remedio por falta de médico y ahora lo hace debido a que el remedio está en otro pueblo o viene de camino. El avance es notorio. 

Ha ocurrido más de una vez y seguirá ocurriendo mientras haya gente que se eche a morir sin haber avisado antes al ambulanciero de guardia. Le sucedió a Paquirri hace años, y a un vecino de Valdepasillas, en Badajoz, hace meses y a otro de San Vicente de Alcántara en La Codosera, hace unos días. En cuanto el personal languidece le entran unas prisas que a más de un paciente le pierde la impaciencia. 

La ausencia de médico es una garantía de que la muerte será natural, pero ¿cómo olvidar la angustia de ver morir a alguien sin poder evitarlo? 


(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)


sábado, 12 de junio de 2004

Sex ball 

José Joaquín Rodríguez Lara 


LO ha dicho el rumano Ilie Nastase en la presentación de su autobiografía y es posible que hasta sea verdad: «Me he acostado con más de 2.500 mujeres». 

Aunque huela a machismo, suene a fanfarronada y parezca el memorial cinegético de un abuelete, es una marca notable que está fuera del alcance de muchos buenos aficionados al sexo.

Ignoro si en el historial tenístico de Nastase hay más de 2.500 victorias, pero Ilie fue un campeón que durante años dominó las pistas -sobre todo las de tierra mullida-, casi con tanto aprovechamiento como las sábanas. También puede ocurrir que solo sea un buen jugador de parchís, de esos que se comen una y se cuentan veinte, aunque ojo al dato: más de 2.500 mujeres. Pura matemática: 2.500 noches y 19 días. O más.

Y eso que, según las memorias de un hombre de 58 años que acaba de casarse -el propio Nastase- ya no era un adolescente cuando debutó, pues tenía 20 añitos. Claro que fue en París y con una profesional, circunstancias que crean afición a nada que uno se empeñe. Sobre todo si encuentra un banco que le respalde.

Lo de Nastase no debe extrañar. Entre los números de los grandes deportistas aparecen cada vez con más frecuencia marcas eróticas. Pelé consiguió un millar de goles y ahora anuncia remedios contra la pitopausia. Beckham no puede librarse del marcaje al hombre desde que, siendo un niño, las hinchas descubrieron que había carne, además de calzoncillos, bajo el uniforme del Manchester. Ronaldo tiene muchas amigas y hace bien, pero está sobrevalorado; es imposible que sea tan juerguista como dicen, pues hay días que entrena y noches en las que hasta juega. Anna Kournikova, que aún no ha ganado torneo alguno, continúa siendo la mejor tenista del mundo en los concursos de miss raquetas. Y el mismísimo Flavio Briatore, jefe de Fernando Alonso, aunque salió de quintas hace décadas, vive al ritmo de la Fórmula 1 y cambia de compañera con inusitada frecuencia. Briatore es un gran amante de la biodiversidad. Hasta el padre Iñaki Sáez, abad de la Selección de todas las Españas, adoctrina a la muchachada combinando las charlas tácticas con la visita de esposas, novias y otras compañías reparadoras. Y eso que la Selección está alojada en el antiguo convento de Falperra. O precisamente por eso.

No es que el erotismo y el deporte caminen de la mano, es que comparten el vestuario tanto dentro como fuera de Salsa Rosa. Como sigan así, pronto no se sabrá si el deporte es una pasión federada, con sus mitos, sus masajes, sus reglas y sus calentamientos, o el sexo un deporte sin federación, pero con campeones, trofeos, cromos, 69 y demás estadísticas.

Es probable que Ilie Nastase tenga ya un hueco en el Recolguines de las proezas sexuales, pero acostarse con más de 2.500 mujeres se ha puesto al alcance de cualquier alevín de ídolo deportivo. Ahora el mérito reside en acostarse al menos 2.500 veces con la misma mujer, aunque no te la merezcas. Y la verdadera hazaña, la auténtica gesta camera es que, además de dormir contigo, siga hablándote a la mañana siguiente. Entró, entró. Esto sí que es un sex ball, match ball.

(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)

viernes, 21 de mayo de 2004


La iguana

José Joaquín Rodríguez Lara


LA Junta rechaza la conveniencia de construir una autovía desde Badajoz hasta Cáceres y lo hace enarbolando una razón técnica contundente: no urge.

Si la considerase imprescindible, la Junta haría esa autovía, lo mismo que está haciendo otras. Es más, cuando llegue al convencimiento de que se necesita, la hará. Tiempo al tiempo. El burocardio de la Administración tiene razones que se le escapan a la razón de los administrados.

Frente al supremo fundamento ibarriano de que la Junta administra y la oposición desgobierna, los argumentos que el grupo parlamentario socialista maneja en contra de la autovía interprovinciana son simples maniobras de distracción.

Dice el PSOE en la Asamblea que la intensidad del tráfico no justifica su construcción. Y es verdad. Es más, si la carretera actual pudiera ser enrollada en el carrete del debate parlamentario como si fuera hilo de pescar, ni siquiera habría tráfico suficiente que justificase la existencia de una vereda de cabras.

Añade el PSOE que la construcción de una autovía entre Badajoz y Cáceres tendría un fuerte impacto ambiental. Desde luego que sí. La carretera actual también conlleva impactos y ahí están las 'curvas de la chatarra' para comprobarlo. Resulta inquietante que la salud del medio ambiente solo empiece a preocupar cuando ya no queda ni la cuarta parte. Si la carretera Madrid-Badajoz pudo ser convertida en Autovía de Extremadura a pesar de que pellizca el área del parque natural de Monfragüe, muy mal deben de estar la Sierra de San Pedro, la rivera del Ayuela y los llanos cacereños para desaconsejar la mejora de la carretera actual.

Afirma el PSOE que hacer una autovía resulta caro. Es cierto. Una autovía y un AVE y una línea aérea cuestan un ojo del presupuesto. Los medios de comunicación son costosos. Incluso los que no precisan estudios de impacto ambiental, sino estudios a secas, como la televisión, cuestan lo suyo. Como el dinero no es de chicle corresponde al gobernante, en este caso a la Junta, decidir a qué lo dedica.

Todos los argumentos del PSOE en contra de la construcción de la carretera intercapitalina se cierran en uno: con un poco de suerte Zapatero nos hace esa autovía.

Esta sí es una razón de verdadero peso. Madrid sí puede gastarse dinero en lo que, por exceso de curvas y falta de tráfico, a Extremadura no le urge. Se intuye, además, que el Gobierno lo haría sin que sufra el ecosistema. Presupuesto que viene de lejos, alcaraván que no siente.

Frente a estos argumentos, los del PP viven en un sinvivir presentado aquí y allá mociones que reclaman la construcción de la autovía. Lo que la derecha no cosió cuando tuvo poder quiere que lo zurza ahora la izquierda. Al PP le duele esta Extremadura todavía mal articulada, hija de una casta dominante que se empeñó en abrirla en canal tirando de Cáceres hacia Salamanca y de Badajoz hacia Sevilla. A buenas horas mangas verdes, pero algún avance hay.

Por ejemplo, el PSOE municipal cacereño se ha sumado a una proposición del PP a favor de la autovía. Lo hace seguramente con la sana intención de averiar el popular motocarro, pero al menos se sube al carromato. Algo es algo. Como los socialistas se empeñen el empuje social a favor de la autovía Badajoz-Cáceres resultará imparable. Ya hasta hay conflictos de orden público. La Policía detuvo hace unos días a una iguana que se manifestaba en plena Gran Vía de Cáceres.

Nadie se explica cómo es posible que una iguana salte desde los documentales de La 2 a las calles cacereñas. Un misterio. National Geographic ha desplazado un equipo de filmación a Cáceres. No es por el bicho, pues iguanas tiene de sobra. Lo que le atrae a National Geographic es el rechazo visceral del cacereño Víctor Casco, coordinador regional de IU, y de su gente a «despilfarrar» dinero en una autovía de Cáceres a Badajoz. Desde que Breznev llegó al Kremlim no se veía semejante alergia al alquitrán.

(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)



martes, 20 de abril de 2004


Prohibido poner anuncios 

José Joaquín Rodríguez Lara


LAS tormentas de ideas tienen estas cosas: lo mismo se descubre la pólvora que se acuerda colocarle la mecha y el cebo para probarla en carnes propias.

Acaba de ocurrirle al PP extremeño, dispuesto a conseguir que sus afiliados no se anuncien en aquellos medios informativos que tratan de forma «denigrante» a los populares. Como ocurrencia no está mal en un partido de honda vocación liberal y somera predisposición a la disciplina interna, pero como declaración pública de intenciones hay que mejorarla, pues se queda corta. 

¿Qué tal si, además de no sembrar publicidad entre las espinas, los del PP se tapasen los oídos y los ojos cuando pasan cerca de una televisión hostil o de una radio enemiga, por no hablar de un diario desafecto? Es más, y si los militantes del PP se negaran a comprar en establecimientos que pongan publicidad a las huestes informativas del contrario. 

Llegado el momento, el PP podría solicitarle a sus militantes hasta que se resistan a leer las pintadas que la mala gente de IU abandona por esos muros de Dios, pues la abundancia de lectores propicia la llegada de publicidad a los medios, incluidos a los paredones medianeros. Sobre todo de aquellos lectores a los que se les supone capacidad adquisitiva, como suele ocurrir con los del PP. 

Estas medidas, y otras que por falta de espacio no se exponen aquí, harían mucho daño a los medios denigradores del PP, pero lo definitivo sería huir, abandonar inmediatamente aquellas localidades en las que florezcan informadores hostigantes. Ahí es nada, todos los militantes del PP con la maleta en la mano y los directores de los medios y los alcaldes y los encargados de los censos municipales llorando por las esquinas y suplicándole a los populares que no les abandonen. Usted ríase, pero el asunto no tiene la menor gracia. Un reventón en el padrón son palabras mayores. En Extremadura hay alcaldes capaces de dar un mitin y hasta dos con tal de que no se les vaya un vecino. Aunque sea un vecino del PP, que lo mismo puede ser reciclado y se le aprovecha para algo.

A los populares no les gusta el reparto que hace la Junta con la publicidad institucional y no les faltan motivos. Pero Ibarra no gobierna a su antojo por el reparto que hace de la publicidad, sino que distribuye los dineros como se le antoja debido a que gobierna. Parece que los populares extremeños harían lo mismo.
El PP tiene derecho a defenderse de quienes le denigren, pero debería elegir con muchísimo cuidado sus armas para no cargarse de un aletazo de gaviota la saludable iniciativa privada. Además, si las inmobiliarias y los vendedores de automóviles y los ultramarinos dirigidos por militantes populares dejaran de anunciarse en los empresas informativas que el PP considera hostiles, cualquier otra que tuviese la desgracia de recibir esa publicidad podría pasar a ser considerada un medio complaciente con el Partido Popular. Menudo favor.
¿No le bastará al PP con las llagas de San Urdaci mártir? 

(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)




jueves, 1 de abril de 2004


Ibarra se queda solo 

José Joaquín Rodríguez Lara 


LA inminente llegada de José Bono al primer gabinete de Zapatero hará que Juan Carlos Rodríguez Ibarra se quede solo al frente de los presidentes autonómicos más veteranos. Ibarra, que lleva años en el liderazgo, desde ahora será aún más líder.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra salió reelegido presidente para una sexta legislatura de las urnas que se abrieron en mayo del año 2003. En esa misma jornada electoral, Bono también se ganó la continuidad por sexto mandato consecutivo en Castilla-La Mancha. Las últimas elecciones generales y la renuncia de Ibarra a ser ministro de Rodríguez Zapatero ha roto la pareja de baile de los barones autonómicos y el extremeño se queda solo en la pista. Incluso Fraga, que viaja en coche oficial desde que gastaba chupete, lleva menos legislaturas regionales que el presidente de la Junta de Extremadura.

Si Rodríguez Ibarra es como le retrata su imagen pública, llegará hasta el final de su mandato actual y su longevidad presidencial superará a la de Pujol, que estuvo en el cargo durante 23 años. ¿Dejará paso a otra persona algún día? Dios no le ha llamado por el camino de la renuncia y de la mortificación, pero o se va al final de esta legislatura -con un compañero en Moncloa, una ministra en Vivienda y un Fernández Vara en casa- o no se irá nunca.

Alguien podría interpretar esta afirmación como un deseo expreso de que Ibarra se vaya de una vez. Craso error. Ibarra suele hacer casi siempre todo lo contrario a lo que se opina en los periódicos, así que si el presentido sucesor se impacienta, que le pida consejo a príncipe.

Al de Gales, naturalmente.

(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)