jueves, 31 de mayo de 2018

Extraterrestres con moqueta y sueldo fijo


José Joaquín Rodríguez Lara


La orden de la Junta de Extremadura que establece la época de peligro alto de incendios forestales está llena de curiosidades.

La primera de todas ellas, y no es la menor, es que la época de peligro alto empiece el 1 de junio, como en 2017 y en 2016 y en 2015…

Da la impresión de que para la Junta de Extremadura, y para doña Begoña García Bernal, consejera de Medio Ambiente y Rural y de todo lo demás menos campo, el año 2018 es un año normal. Y no lo es. Bien sabe la gente del campo que 2018 no es un año cualquiera. Es un año desastroso en casi todo, salvo en la abundancia de forrajes y el consiguiente ahorro en la alimentación de ovejas, vacas, caballos, etcétera.

Pero como nada es completamente bueno ni malo, hasta la abundancia de hierba puede causar problemas.

Hay zonas en las que no se puede labrar para enterrar la hierba y este jueves, día 31, acaba el plazo para realizar tareas preventivas de quema, de pastos por ejemplo, con el fin de evitar graves incendios posteriores. Y no es que la hierba siga verde, es que está chorreando, porque, aunque estamos despidiendo mayo, no ha dejado de llover.

Se podría haber retrasado la entrada en vigor de la orden una semana o quince días, pero eso indicaría que la normativa se hace para la gente y no, lo que ocurre casi siempre, que se quiere hacer a la gente para la normativa, ya se trate de fuego o de tradicionales apuestas hípicas en Cáceres.

La mencionada orden prevé la posibilidad de ampliar el periodo de riesgo alto de incendio, "si las condiciones meteorológicas así lo aconsejan", pero no recoge la opción de acortarlo. Así que, aunque junio o septiembre se metan en agua, habrá que seguir pidiendo permiso a la Junta para utilizar en el campo arados y otras máquinas de las que puedan saltar chispas.

Uno de los mayores problemas que tiene el campo extremeño, con su agricultura, su ganadería, su recogida de espárragos y su canesú es que está encorsetado en un laberinto de normas inflexibles dictadas desde despachos -Mérida-Madrid-Bruselas- en los que no llueve ni crece la avena loca ni tampoco hay que utilizar una carretera, que durante siglos fue un camino, para trasladar el ganado de un minifundio a otro ni, por supuesto, ocurre nada de lo que la gente del campo vive cada día y a lo que, sin más remedio, tiene que hacerle frente.

El campo, la tierra que nos alimenta, es un mundo colonizado por los extraterrestres desde sus despachos con moqueta y sus sueldos fijos.



(Cuadragésimo noveno artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 31 de mayo del año 2018.)

Periodistas que pasan de lo que pasa


José Joaquín Rodríguez Lara


La herramienta básica del periodismo no es el medio, ni el estilo, ni siquiera las fuentes. Es la credibilidad. Cuando la gente del periodismo pisotea su credibilidad, pierde su condición de periodista.

Han cambiado de profesión, en ocasiones, para siempre. Podrán ser humoristas, propagandistas, dedicarse a la interpretación o vivir estupendamente a costa de las infidelidades propias o ajenas, pero no hacen periodismo.

El periodismo es otra cosa, aunque actualmente se llame periodista a cualquier persona que aparece con regularidad en uno o varios medios de información.

En mi opinión hay tres tipos de personas que viven del periodismo:

Están los periodistas que se esfuerzan en contar lo que pasa. Suelen trabajar en medios de provincia y difícilmente se enriquecen.

Están los propagandistas, que se empeñan en que pase lo que cuentan. La gran mayoría trabaja en Madrid y muchos se dedican a la información deportiva.

Y están, por último, quienes se consideran periodistas, pero pasan de lo que pasa y hasta pasan de lo que cuentan. De esta especie hay en todas partes. Y cada día más.

En este último grupo enmarco a aquellas y aquellos profesionales del periodismo que han ‘retuiteado’ o han bendecido con sus ‘me gusta’ la broma de un cacereño que ha pasado de la práctica inexistencia social o ser un ‘celebridad viral’ en Twitter.

Y todo por hacer famosa a una chica inexistente, falsa ganadora de las Olimpiadas de Física y Química 2018, de la que los medios informativos no hablan, pero no porque no exista, sino sencillamente porque no es futbolista.

Al autor de la broma no se le ha ocurrido mejor cosa que acompañar su tuit con una foto de la simpática, divertida y ocurrente actriz de origen libanés, y residente en los Estados Unidos desde los nueve años, Mia Khalifa. Una estrella del porno.

En una demostración palpable de que pasan de lo que pasa y hasta de lo que bendicen con sus ‘me gusta’ y sus ‘retuit’, esas y esos periodistas de renombre han contribuido a darle una pátina de veracidad a una mentira tan inocente como paticorta.

Como personas, han quedado en ridículo y se han hecho un flaco favor; como profesionales, han contribuido a desprestigiar un poco más el noble y difícil oficio del periodismo y, eso sí, como gente que vive de que el mundo les conozca han demostrado lo poco que conocen el mundo, pues Mia Khalifa es toda una celebridad mundial desde que ajustó sus hechuras a las exigencias del porno.

(Cuadragésimo octavo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 30 de mayo del año 2018.)


viernes, 25 de mayo de 2018


Paquito, el cantor del alba


José Joaquín Rodríguez Lara


Le llaman Paquito y es de Badajoz. Nacido y criado en la capital pacense, en ella sigue residiendo.

Se despierta antes del alba y se echa a la calle, por el centro de la ciudad, pero no es fácil verlo. Es muy rápido y escurridizo. Para hacerle una fotografía hay que sorprenderlo y no concede autógrafos. Huye de la popularidad.

A Paquito le encanta cantar. Cuando todavía faltan horas para que el sol desactive a las farolas, Paquito se enfrasca en sus melodiosos cantos, como si pretendiera ayudar a los primeros rayos de la alborada, guiándolos en su torpe caminar desde el horizonte hasta el fondo de las calles pacenses. Lo hace durante un buen rato, apostado en lo más alto de su balconada.

Así permanece, enfrascado en sus gorjeos, esperando al amanecer, hasta que los pardales (vulgo, gorriones) contaminan la paz matutina con sus tertulias vocingleras.

Poco antes de que amanezca, Paquito recorre la hierba y el mantillo de los parques y las baldosas de las aceras, se acerca a los descansaderos públicos, sin importarle que sean de piedra, de metal o de mampostería, y escudriña entre las sillas y los veladores que empiezan a ser ordenados, como si fuesen piezas de ajedrez, en torno a los bares y los quioscos pacenses.

Semejante estado de ajetreo se mantiene hasta que se hace el día y las palomas se apropian del suelo. Entonces, Paquito se marcha o se esconde. Desaparece. Seguramente no le gustan las zuritas.

Paquito, de apellidos Turdus Merula, es un fenómeno. Un fenómeno natural, pero un auténtico fenómeno. No hay muchos como él; ni en Badajoz ni en parte alguna.

Es algo extraordinario. Es un mirlo blanco. No completamente blanco, no es un mirlo merengón; ni siquiera es un mirlo blanquillo, que jugase al fútbol en el Real Zaragoza. Más que blanco, blanco, blanco, Paquito es un mirlo blanquinegro. Como si anhelase defender los colores del C. D. Badajoz, Paquito ha cambiado su elegante librea negra, que diría el añorado doctor Félix Rodríguez de la Fuente, por una casaca en la que se combinan los trazos negros con otros de color blanco. Cuando corretea parece que llevase a la espalda un código QR, ese sello informático que no necesita guía ni cartero para llevarte al destino. Paquito es un blanquinegro convencido. Verlo correr sobre el pavimento del paseo de San Francisco, de ahí le viene el nombre, es una suerte que no todo el mundo consigue disfrutar.

Ciertamente, Paquito es un mirlo singular. Si encima metiese goles, además de un prodigio, este mirlo blanco sería una bendición.



No hacen partido, hacen bulto


José Joaquín Rodríguez Lara


Bienvenidos sean quienes me imiten, porque de ellos serán mis defectos. En la política también. En la política se cae con harta frecuencia en los mismos defectos que se critican, o de los que se abomina.


Ahí están Irene Montero y Pablo Iglesias, de Podemos todavía, reencarnados en los Jarramplas -¿quién tiene la careta más dura de los tres?- de la política patria y recibiendo golpes de nabos dialécticos por la simpleza de haberse comprado un chalecito con piscina y parcela; una residencia más grande e igual de cara que el ático que se compró el ministro Luis de Guindos, al que su vivienda en el cielo de Madrid le incapacitaba para gobernar, según Pablo el del chalé.


Pablo Iglesias y su compañera Irene Montero, tan naturales ellos, han imitado a Luis de Guindos, tan artista él. Ya lo dijo Oscar Wilde: “La naturaleza imita al arte”.


Pero no son los únicos tótems de la política tribal hispana que copian. Ciudadanos, por ejemplo, que tanta leña da al Partido Popular, imita al partido de Rajoy. Pretende diferenciarse, pero lo imita. Lo imita tanto que, en ocasiones, da la impresión de que Albert Rivera, el líder de la formación naranja, se esfuerza en poner en marcha un partido político, con unas estructuras suficientes para gobernar España, sin darse cuenta de que está refundando Alianza Popular, el partido de Manuel Fraga.


De Fraga y de Francisco Piñero Lemus, exaliancista y expopulista, que casi no ha calentado el cargo de coordinador provincial de Ciudadanos en Cáceres. Parece que el señor Piñero Lemus, empresario de Villafranca de los Barros, llegó con ilusión a Ciudadanos y se ha ido, por donde llegó, pero desilusionado. No hay que apurarse. Soldado que huye vale para otra batalla, que dijo Napoleón.


Seguramente Albert Rivera no lo suponía, pero es muy difícil construir un partido nuevo, e inmaculado, acumulando militantes de segunda o tercera mano. En más de un caso, tarde o temprano, a los fichajes les sale la vena del resabio y deciden que entre el partido y ellos, ellos tienen preferencia.


Lamentablemente hay personas que llegan a la política como quien va a una fiesta: para lucirse, no para servir ni a su nuevo partido ni a la ciudadanía. En algunos casos, carecen de ideología, de disciplina, de compañerismo, de solidaridad, de humildad y de valor intrínseco.


Y muchos de esos militantes de amplio historial político no hacen partido, hacen bulto.



(Cuadragésimo séptimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 23 de mayo del año 2018.)




martes, 22 de mayo de 2018


Y menos mal que era un partido de fútbol masculino


José Joaquín Rodríguez Lara


Es una expresión que no recuerdo haber utilizado en mi vida. Me sorprendería mucho haberla empleado en público. Y me horrorizaría haberla usado en los medios de información, ya sea en prensa, radio, televisión, medios digitales, redes sociales, etcétera.


Estaba convencido de que ya no se usaba. Por eso mismo me asombró oírla el domingo por la tarde, en Canal Extremadura Radio, durante el programa dedicado a contar lo que ocurre por los campos de fútbol de la región.


“A fulanito (el nombre se me borró instantáneamente) le está tocando bailar con la más fea”, dijo el compañero informante.


No podía dar crédito a lo que acababa de escuchar. Y aún menos a través de Canal Extremadura. Y mucho más en boca de una persona a la que, por el tono de voz, supongo joven, y por esa misma juventud, nada propensa a resucitar los viejos latiguillos machistas.


Porque esa frase, que cosifica y menosprecia a la mujer, me parece machista. Aunque no sea esa la intención y se diga sin caer en la cuenta de lo que se está diciendo, que poco o nada tiene que ver con lo que se quería decir. Es más, creo que es una frase misógina y, por supuesto, viejuna.


Ya sé que lo ‘políticamente correcto’ constituye a veces una carga muy pesada, ya que después de tantos siglos de anteponer lo masculino a lo femenino es muy difícil, cuando no imposible, encontrar expresiones neutrales, que no neutras, para referirse a todo el mundo sin dejar de lado a una parte.


Pero hay que seguir intentándolo. Y sobre todo hay que huir como de la peste de esas expresiones absolutamente superadas por la realidad y fácilmente sustituibles por otras que no menosprecien ni a las mujeres ni a los hombres ni a nadie.


Y especialmente hay que hacerlo en los medios de información y mucho más en los medios de información públicos. Porque, ¿de qué sirven las listas paritarias y los institutos de la mujer y toda la palabrería oficial si luego, al hablar de que un futbolista tiene dificultades para controlar a un contrario, se abre el cajón del olvido para airear, a través de la ventana radiofónica pública, una frase tan apolillada como esa?


Y menos mal que el partido era de fútbol masculino.


(Cuadragésimo sexto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 21 de mayo del año 2018.)




lunes, 21 de mayo de 2018


Arte, plagios y gilipolleces


José Joaquín Rodríguez Lara


Vivimos en un mundo en el que hay muchísimas más formas de definir el arte que de hacerlo.


Cada persona tiene su propia versión de lo que es o no es arte. Y no hay un artista en cada persona. Ni siquiera admitiendo como arte todo lo que se etiqueta como obra artística.


El asunto viene de lejos. Ya en el arte rupestre se observan diferencias notables entre los pintores, naturalistas, los esquemáticos... Por no mencionar el arte mueble –venus de rotundas caderas, bastones de mando, adornos corporales…- y seguramente también en el arte inmaterial, del que sólo nos ha quedado alguna flauta hecha con hueso de buitre y poco más.


A partir del siglo XX –como ya dijo Discépolo en su tango ‘Cambalache’- puede presentarse y hacerse pasar por arte cualquier cosa. Hay quién dice que el arte moderno es un cachondeo, pero no es cierto. El cachondeo es considerar arte lo que ni siquiera es moderno. El arte, o es eterno o es una falsificación. Otra cosa muy distinta es reinterpretar, con ojos nuevos, el arte hecho en el pasado.


Para mí, el arte interpreta la realidad y la transforma, ofreciendo una visión de ella que la trasciende y nos conmueve. El arte no imita a la naturaleza, le da un nuevo sentido. El arte no es didáctico, pero explica el mundo, las misteriosas relaciones entre sus pedazos. El arte te hace ver lo que tus ojos no habrían visto por sí mismos, sin la mirada del artista.


Hay quien le exige al arte dificultad; que sea difícil hacerlo. No es necesario. Lo que parece difícil para el espectador o para el oyente puede resultar facilísimo para el artista y no por eso deja de ser arte.


O todo lo contrario. Lo que aparenta ser fácil, en realidad es muy difícil. Creo que fue Pablo Ruiz Picasso quien dijo que le había costado toda una vida aprender a pintar como un niño. Con la facilidad, la ingenuidad, la desnudez y la autenticidad de un niño.

Cabeza de toro de Pablo Picasso.


Mientras caminaba por París, Picasso encontró una bicicleta rota tirada en la calle. Se la llevó a su estudio y, coronando el sillín con el manillar, hizo una escultura, una cabeza de toro. A mí me parece más una cabeza de vaca, por lo estilizada y corniveleta, pero si Picasso pensó que hacía un toro, un toro será lo que hizo.














Para muchas personas, esa cabeza de toro no es arte, porque en su opinión la puede hacer cualquiera. Nada más lejos de la realidad. No la puede hacer cualquiera porque ya está hecha, la hizo Picasso, y nadie la ha hecho después con el arte que él la creó. En Internet hay varias imitaciones del toro de Picasso y ninguna de ellas tiene la impronta artística del genio malagueño. Picasso no sólo hizo una obra arte; además, les difuminó el camino a quienes pretendiesen copiarle.


Aquí se puede aplicar lo que dijo alguien refiriéndose a los tópicos futbolísticos: la primera persona que afirmó que el balón salió del terreno de juego lamiendo la cepa del poste, era poeta; la segunda criatura que realizó la misma afirmación, hizo un plagio descarado; y la tercera que repitió lo mismo, era gilipollas.


Cualquier cosa menos artista. Es artista quien crea, no quien repite.




Me avergüenza el silencio, aunque sólo dure un minuto

José Joaquín Rodríguez Lara


Este miércoles se ha representado otro minuto de silencio ante la fachada del ayuntamiento de Badajoz. Uno más.

Cuando escribo este comentario, no sé el nombre de la persona cuya memoria se pretende honrar con este minuto de silencio. Tampoco me preocupa demasiado no saberlo porque, desgraciadamente, los nombres, casos y locura de esta abominable espiral de violencia doméstica, de violencia en la pareja, de violencia machista, de violencia conyugal, de violencia sexista, de violencia de género -llámela usted como quiera- es la sirena que ya no se escucha, aunque se oiga, de tanto desgañitarse.

Me avergüenzan estos minutos de silencio. Si se pusieran en escena debido a una muerte natural, los aplaudiría y hasta es posible que me sumara a alguno de ellos. Pero los minutos de silencio por la insufrible ‘violencia de género’ me avergüenzan. Casi me dan asco.

Me avergüenza y me asquean porque no caricaturizan, sino que retratan fielmente, tanto a la sociedad demente en la que vivimos como a las personas que la rigen reloj en mano.

¿En qué mejora la situación de las víctimas cuando se les tributa un minuto de silencio? ¿Cuánto mejora el estado de ánimo de sus familiares? Y sobre todo y por encima de todo, ¿qué efectos positivos tienen los minutos de silencio sobre la violencia sexista? ¿La controla, la desactiva, la reduce, la amortigua?

No hay datos científicos que apoyen la eficacia, ni siquiera la eficiencia, de los minutos de silencio.

Pero lo cierto es que, mientras guardan un minuto de silencio, siempre o casi siempre dentro de su jornada laboral, el alcalde, las concejalas y los concejales, las funcionarias y los funcionarios y personas sin empleo municipal no sólo no hacen algo útil contra este tipo de violencia, sino que contribuyen a afianzar la idea de que lo mejor, casi lo único, que se puede hacer por una persona asesinada es callar. Callar durante un minuto; callar o fingir, con escasa sensibilidad y no poco envaramiento, que se calla, aunque se esté de cháchara con la persona de al lado.

Creo que las sociedades eligen a sus gobernantes para hablar, no para callar; estoy por creer que los eligen para actuar, no para dejar de hacerlo plantándose ante la puerta de la institución aunque sólo sea durante un minuto; quiero creer que los eligen para dar soluciones a los problemas, no para representar con impotencia que los lamentan.

Me avergüenzo de unas personas a las que elegí para que solucionasen los problemas de mi comunidad y en las que observo más declaraciones y gestos beatíficos que acciones contundentes.

Tienen ustedes el poder, les hemos entregado a ustedes el poder para que actúen, ¿qué están haciendo con él? ¿Callar?

Este miércoles, en Badajoz y en todas partes, las mujeres no callarán. Todo lo contrario, se darán a sí mismas la voz y se manifestarán sin partidismos, aunque haya manifestaciones particulares de algún partido, exhibiendo pancartas y pidiendo a gritos que se aplique el pacto de Estado contra la violencia de género que no aparece bien reflejado, con su correspondiente partida, en el proyecto de Presupuestos del Estado.

Las mujeres no tienen el poder institucional todavía, pero se lo están ganando a pulso. Y no precisamente con silencios de minuto en minuto.


(Cuadragésimo quinto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 16 de mayo del año 2018.)


Lo malo de volver a perder en Eurovisión


José Joaquín Rodríguez Lara



El Festival de Eurovisión es un gran espectáculo y una ocasión magnífica para que la ciudadanía de los diferentes países que forman parte de Europa, y de sus aledaños, como Israel, Australia…, se escuchen. Aunque no se entiendan.


Eurovisión también es, y cada año más, un desengaño, una frustración, un fracaso, por no decir, parafraseando a Alfred y a Amaia, la pareja que ha representado a Televisión Española en Lisboa, una porquería, dicho sea sin ánimos de herir su pituitaria.


Lo malo no es que, un año tras otro, Televisión fracase en sus intentos de hacer un buen papel en el Festival de Eurovisión. Lo terrible es que, para el común de los mortales, quien fracasa no es Televisión Española con sus inventos, sino toda España, en conjunto. Usted también, desde luego.
Es más, Televisión Española tal vez sea la única parte de España que obtiene provecho de esos continuos fracasos, pues a veces se saca de la manga un programa, irónicamente llamado ‘Operación Triunfo’, que suele tener bastante audiencia. ¿Operación? Vale, operación sin anestesia, pero ¿triunfo?, ¿qué triunfo?


Ha habido ya tantos fracasos de TVE que lo lógico sería que ‘España’ no pasase directamente a la final de Eurovisión, por muy país fundador que sea, sino que se ganase el pase a la final en las semifinales.


En España hay buenos intérpretes de la canción. Lo que no parecen abundar son los buenos compositores. Televisión se empeña cada año en ‘inventarse’, sacándolos del instituto o de donde sea, uno o dos intérpretes, y se olvida de que Eurovisión nunca ha sido un festival de cantantes sin sentido del espectáculo, sino un festival de canciones festivaleras sin sentido del ridículo.


Televisión Española, a la que financiamos entre todos, debería empezar buscando una canción apropiada para Eurovisión, que como se ve come de todo siempre que esté convenientemente guisado, y cuando ya la tuviese, si lo considera beneficioso para sus intereses, hacer un concurso para comprobar quien la canta mejor.


Más o menos es lo que se hizo cuando ganó María de los Ángeles Félix Santamaría Espinosa, alias Massiel. El ‘La, la, la’, la canción más festivalera que ha dado este país, la compusieron Manolo de la Calva y Ramón Arcusa, integrantes del Dúo Dinámico y autores de numerosísimos éxitos musicales. La iba a cantar Joan Manuel Serrat, pero se empeñó en traducirla al catalán y, al final, la cantó Massiel. Se la aprendió, la cantó y ganó en Londres, dejando con un palmo de narices nada más y nada menos que al ídolo británico Cliff Richard.


Massiel triunfó en 1968, el año de aquel mayo de la ira, con un tal Paco escuchándola y contando votos desde el palacio del Pardo. Un triunfo, sin operación ni nada, pero un gran triunfo que todavía se tararea en las reuniones pachangueras. Mi entrañaría mucho que pasase lo mismo con ‘Tu canción’, o como se llame ese tema que Televisión Española ha llevado este año a Lisboa para volver a cantar la gallina. ¡A, no, que la gallina representaba a Israel!


(Cuadragésimo cuarto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 14 de mayo del año 2018.)




viernes, 11 de mayo de 2018


Un tirón de pelos moviliza a la Policía Local


José Joaquín Rodríguez Lara



Una incidencia menor movilizó este viernes, 11 de mayo, a los agentes de la Policía Local de Badajoz que estaban de patrulla en las calles de la ciudad.


Por el centro se escucharon las sirenas de vehículos que pasaban, a toda velocidad, hacia un destino desconocido en el que todo hacía suponer que sucedía algo importante.


Al final parece que fue mucho menos grave de lo que suponían los propios agentes, que habían recibido la solicitud de auxilio de una madre tras sentirse agredida por su propio hijo.


Los hechos ocurrieron, aproximadamente a las 13:30 horas, en el parque del ‘Padre Eugenio’, en la barriada del Gurugú. Fue poco más que un tirón de pelos de un hijo a su propia madre. La mujer consideró que su hijo, que al parecer tiene las facultades mentales disminuidas, la atacaba y pidió ayuda. Los agentes de la Policía Local llegaron rápidamente y tomaron buena nota de lo que ocurría, que afortunadamente no alcanzó la categoría de agresión punible. Ni se presentó denuncia alguna ni tampoco se causaron daños, más allá del susto y del revuelo correspondiente, por lo que los agentes regresaron a sus tareas de vigilancia ya sin sirenas y a bastante menos velocidad.


Todo quedó en una incidencia menor, casi en una anécdota, pero tranquiliza saberlo, pues confirma que la Policía Local, aunque muchas veces no trascienda, está en la calle para lo que necesite la ciudadanía pacense; tanto si es para socorrer a una madre, como para impedir que un adolescente tirotee a los autobuses con una escopeta de aire comprimido, cuando no se trata de algo mucho más grave, como retirar de la circulación a un conductor que circula en plena madrugada con las luces del vehículo apagadas y en una situación personal que pone en peligro a cualquiera que se encuentre de frente. Incluso si es un vehículo de la Policía.


La calidad de vida de una población se mide con muchas varas y dos de ellas son la eficacia y, por supuesto, la eficiencia policial.


Bueno es saber algo que, demasiadas veces, suele pasar desapercibido debido a que en el trabajo de los agentes, como en el de las madres, tiene mucha más resonancia la regañina -multas y demás sanciones-, que la colaboración.


¿Por qué será?, que se preguntaba la actriz Fedra Lorente, más conocida como ‘La Bombi’ por sus intervenciones en el concurso de televisión ‘Un, dos, tres’. ¿Por qué será?


(Cuadragésimo tercer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 11 de mayo del año 2018.)





La incoherencia de la Junta con los bebés


José Joaquín Rodríguez Lara


La Junta de Extremadura anunció hace unos días la eliminación del denominado ‘cheque bebé’, una ayuda directa a la natalidad que recibían las familias por nacimiento, adopción o acogimiento de una criatura.


Mucho ha tardado el Gobierno de Guillermo Fernández Vara en eliminar esta medida, que fue implantada en Extremadura por el Ejecutivo de José Antonio Monago.


El ‘cheque bebé’ consistía en el pago de 1.400 euros por tener un hijo en poblaciones menores de 3.000 habitantes, y de 500 euros por el segundo y 1.000 por el tercero y sucesivos en el resto de municipios.


Argumenta la Junta -la consejera Portavoz Isabel Gil Rosiña dixit-, que el ‘cheque bebé’ no fomenta la natalidad y, como es un gasto inútil, además de “economicista”, se suprime y eso que nos ahorramos todos. A la hora de ahorrar, las administraciones siempre empiezan por el chocolate del loro.


La eliminación del cheque ha sido recibida con indiferencia por la ciudadanía. Nadie, ni siquiera las mujeres de los Campamentos Dignidad, se ha encadenado al coche oficial de Vergeles, José María el Reprobado, consejero de Sanidad, Cheques Bebés y Demás Ayudas Sociales, exigiendo que se mantenga la indemnización por parto.


No han protestado ni los bebés. El PP se ha quejado algo; Monago ha dicho que la Junta no tiene un duro; Comisiones Obreras ha aplaudido la medida con cierto frenesí… Pero, nada que vaya a pasar a los anales de los movimientos sociales.


La supresión del ‘cheque bebé’ contrasta, sin embargo, con el hecho de que la Junta que nos gobierna mantenga una deducción de 300 euros por parto múltiple en el apartado autonómico de la declaración de la renta de las personas físicas.


¿Y que son 300 euros por un parto múltiple? Una mujer que ha tenido un parto múltiple realiza un esfuerzo, desde antes del alumbramiento hasta el final de sus días, que nunca podrá compensar una deducción de 300 euros en el IRPF. Un parto múltiple no se compensa con 300 euros, ni con 1.400, ni con una calle, con una estatua o un polideportivo. Para compensar a una mujer que tiene un parto múltiple habría que regalarle, como mínimo, una guardería. Para ella y para sus vástagos.


¿Y es igual dar a luz mellizos que trillizos, cuatrillizos o quinquillizos, que casos se han dado? ¿Vale lo mismo un carrito biplaza que un carrito microbús? ¿Por qué la Junta mide todos los partos múltiples con el mismo rasero de los 300 euros de deducción en el IRPF? ¿Es eso justicia, es socialismo?


Y si la mujer no está obligada a hacer la declaración de la renta, por carecer de ingresos, por ejemplo, ¿dónde se deduce los 300 euros? ¿Una deducción de 300 euros por parto múltiple fomenta más la natalidad que un cheque de 1.400 por un parto sencillo, gemelar o interminable?


¿Tienen algo que ver la eliminación del cheque y el mantenimiento de la deducción de 300 con el hecho de que al frente de la Hacienda extremeña esté una mujer, Pilar Blanco Morales-Limones, y al frente de las Ayudas Sociales un hombre, José María Vergeles Blanca? Sin blanca, que diría Monago.


¿Cuánto hay de coherencia en el hecho de que un mismo Gobierno suprima una ayuda directa por parto y mantenga una deducción fiscal por parto múltiple? En una Extremadura que se nos escurre entre los dedos cual arena de emigración, ¿cuánto hay de improvisación en una política tan indispensable como es la del fomento de la natalidad?


(Cuadragésimo segundo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 11 de mayo del año 2018.)





El silencio de Leticia en el Teatro Romano de Mérida


José Joaquín Rodríguez Lara


¿Qué puede impulsar a un muchacho de 16 años a acusar a su padre, de 60, de un crimen que el propio adolescente había cometido?


Seguramente ni él mismo joven lo sabe. ¿Y por qué razón acusó a su progenitor con pelos y señales, dando tantos detalles –piedra grande, piedra pequeña, ropa interior…- sobre lo ocurrido, algo que sólo alguien que estuviese muy atento a lo que estaba sucediendo podía conocer?


La farsa era tan inconsistente que ha durado sólo unas horas. El padre, que fue detenido y llevado al cuartelillo, ha quedado en libertad sin cargos. El hijo ha sido ingresado en un centro de menores, tras confesarse autor de un crimen en el que la Fiscalía ve indicios de asesinato. Se dice que, en el caso de ser condenado –nadie es culpable, aunque confiese su culpa, mientras que no se demuestre lo contrario- cumplirá ocho años de reclusión. Es decir que saldría en libertad con 24 años, tiempo suficiente para rehacer su vida.


Si el crimen lo hubiese cometido el padre, la pena sería notablemente más larga, por ser mayor de edad, y cuando saliese de la cárcel, si le hubiese dado tiempo a cumplir la pena, ¿qué le quedaría por vivir a este pastor de Castrogonzalo, en la provincia de Zamora? ¿Cómo le recibiría su hijo?


Pero con todo, seguramente la pregunta más importante y cuya respuesta es, sin duda, la clave de bóveda del problema de la violencia machista, es ¿por qué nos está pasando lo que nos pasa; qué causa está locura de ataques sexuales en la sociedad española?


¿Cómo es posible que en una época que es, con mucha diferencia, la de mayor libertad sexual de la historia moderna, la agresión sexual, la violación, los abusos sexuales y demás prácticas aborrecibles incluso entre los animales sean consideradas una patente de corso para mantener relaciones sexuales?



Uno contempla la fotografía que Leticia Rosino, de 33 años, se hizo en Mérida, durante una visita a los monumentos de la ciudad, como una turista más, y no encuentra explicación a esta criminal guerra de los sexos.


Mientras Leticia Rosino admiraba las ruinas del Teatro Romano de Mérida, seguramente se sintió gratificada por la grandiosidad del pasado sin sospechar, ni por un instante, lo abominablemente ruin que iba a ser con ella el presente.


Casi con total seguridad, a Leticia Rosino se le tributará un minuto de silencio aquí o allá. En mi opinión esos minutos de silencio no sirven para nada, pero es la costumbre. Sin embargo, no deberíamos callar ni siquiera un minuto. Hay que buscar el origen del problema y hacer todo lo posible para solucionarlo, no dar la impresión de que nos conformamos con un minuto de silencio, porque el silencio ni localiza el origen de la violencia machista ni, por supuesto, la corrige.


¿Acaso no basta con el silencio definitivo, eterno, de Leticia Rosino mirándonos desde el Teatro Romano de Mérida?


(Cuadragésimo primer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 7 de mayo del año 2018.)





ETA no desaparece, sólo se difumina


José Joaquín Rodríguez Lara


La banda terrorista ETA ha escenificado su disolución, pero no desaparece. Sólo se difumina.


Ojalá no vuelva a matar ni a secuestrar ni tampoco a extorsionar, pero no desaparece. Sigue pretendiendo lo mismo que el primer día que apretó el gatillo -en 1968, para matar al policía Melitón Manzanas-, aunque diga que lo buscará por otros cauces.


Algún día, quiéralo el cielo, la banda terrorista ETA dejará de abrir los informativos de este país, pero eso no significará que haya desaparecido. Ni por entregas ni tampoco de una vez y para siempre. Seguirá aquí, entre nosotros.


Con casi un millar de víctimas, 84 de ellas extremeñas, ETA está en el callejero de España. Allí donde el nombre de una víctima de la banda terrorista ETA rotula una calle, una plaza o un monumento, allí está ETA. Con su hacha, su serpiente, sus capuchas, sus pistolas, su goma 2, sus bombas lapa, sus guisos de metralla en ollas a presión, sus tiros en la nuca, sus secuestros, su ‘impuesto revolucionario’, sus condenas y sus presos.


ETA se disuelve, pero no se va. No desaparece por el sumidero de la infamia. Tal vez haya personas a las que le reconfortase que la banda se arrepintiese, pero de muy poco serviría que los terroristas expresaran, de forma creíble, su arrepentimiento por todo el dolor causado a miles de personas que permanecían ajenas a su locura asesina hasta el día en que, directa o indirectamente, sufrieron un atentado.


Los terroristas podrían pedir perdón y hasta es posible que alguien les perdonase, pero eso no resucitaría a quienes perdieron la vida ni le devolvería las dos piernas a Irene Villa, que sufrió un atentado junto a su madre cuando tenía 12 años; ni el brazo derecho al cabo Antonio Guerra, un guardia civil de Badajoz que, mientras protegía un cuartel en Bilbao, fue atacado por un comando y una bomba le arrancó de cuajo el brazo diestro. Con la mano que aún le quedaba viva, ‘el cabo Guerra’ recogió la extremidad arrancada y siguió defendiéndose a tiros, antes de comunicar a sus superiores que había sufrido un atentado. Una vez que le cicatrizó la amputación, se mantuvo en el servicio activo muchos años, fue jefe del SEPRONA, en Badajoz, y recorrió los campos con sus compañeros en una moto que manejaba con su brazo izquierdo y una extremidad ortopédica.


Hay gente a la que se le puede arrancar la carne a cachos, pero es imposible despojarla del valor.


Se disuelve ETA, pero se queda marcada a fuego en las carnes y en la memoria de miles, de millones de personas. La banda no desaparece; sólo se difumina.


Porque medio siglo de terrorismo no se pueden borrar con un comunicado y una escenificación.

La sombra de ETA es tan enorme, tan densa, que hasta está en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, que incorporó a sus páginas la palabra zulo.


Antes de ETA zulo significaba agujero, orificio, bache, en euskera. Con ETA pegando tiros, el término zulo pasó a significar escondite –de armas, de explosivos, de propaganda...- y también mazmorra nauseabunda, como la que mantuvo preso a José Antonio Ortega Lara durante 532 días. Gracias a ETA, la palabra vasca zulo significa en castellano “lugar oculto y cerrado dispuesto para esconder ilegalmente cosas o personas secuestradas”, según recoge el diccionario, donde ETA también ha dejado su huella indeleble.


(Cuadragésimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 4 de mayo del año 2018.)


sábado, 5 de mayo de 2018


Extraterrestres con pimentón de La Vera



José Joaquín Rodríguez Lara


Hay quien todavía se pregunta si fue antes el huevo o la gallina. Para mí, la prelación está muy clara: la gallina salió de un huevo que había salido de un dinosaurio al que le salió una hija díscola, con plumas y cacareando.


La gallina, seguramente la más doméstica de las aves, tiene pies, uñas, andares y hábitos alimentarios sospechosamente parecidos a los que, analizando los fósiles, se les suponen a los dinosaurios bípedos.


Cada vez que como pollo no puedo evitar caer en la cuenta de que estoy comiendo dinosaurio, pero qué rico está el dinosaurio a la parrilla.


Lo que no había sospechado nunca es que, cuando comemos pulpo, con su sal, su aceite de oliva, sus cachelos, que así llaman en Galicia a las rodajas de patata, y su maravilloso pimentón de La Vera, todo ello tan cercano, tan de La Tierra, tan nuestro, en realidad nos estamos comiendo a un alienígena, a un extraterrestre.


Los extraterrestres, a los que tantas veces hemos supuesto cabezones, como el pulpo; con ojos raros, como el pulpo; inarticulados, como el pulpo; escurridizos, como el pulpo; listísimos, como el pulpo; y con ventosas, como el pulpo, resulta que son unos seres apacibles, que no necesitan escafandras, que carecen de naves espaciales y que hasta se dejan arponear, apalear, cocer y servir en un plato de madera cortados en rodajas y cubiertos de pimentón de La Vera.


La prestigiosa revista científica ‘Progress in Biophysics and Molecular Biology’ acaba de publicar un artículo firmado por 33 científicos, de no menos prestigiosas universidades de todo el mundo, defendiendo la teoría de que el pulpo llegó al planeta Tierra desde el espacio.


Y, según aseguran los investigadores, no vino solo. En realidad, a La Tierra han llegado y, lo más importante, siguen llegando numerosas formas de vida extraterrestre, tanto animales, como vegetales y microbianas. Pero no vienen en platillos voladores. Llegan en los cometas, en los asteroides y, en general, en los pedruscos, guijarros, arenillas y polvos de estrellas que continuamente caen sobre nuestro planeta.


Es lo que se denomina la panspermia, una suerte de siembra galáctica que reparte la vida por el Universo como quien esparce habas a voleo en un barbecho.


Si así fuere, y hay más probabilidades de que lo fuere que de que no lo sea, se confirmaría que la especie humana no sólo no está sola en el cosmos, sino que hasta comparte mesa y mantel, es un decir, con el pulpo y otros cefalópodos alienígenas.


Y lo mejor de todo es que el día que alguien se nos presente como extraterrestre, su aspecto no nos parecerá diabólicamente feroz. Al fin y al cabo es muy posible que nosotros también procedamos de su galaxia. ¿Por qué iba a querer hacernos daño entonces?


Ahora, eso sí, si el visitante le contempla con ojos golosinos y le espolvorea con pimentón, no pregunte y corra, corra lo más rápido que pueda.



 

 


miércoles, 2 de mayo de 2018


Un día cualquiera

José Joaquín Rodríguez Lara


Esta es la hora de las puestas de sol, de las estrellas huidizas, de los instantes eternos, de la eternidad fugaz, de los nombres, de las miradas, de los puntos suspensivos, verdes, palpitantes, misteriosos, de las ventanas encendidas detrás de rejas voraces, de las mirillas por la que pasa la vida en fotogramas cargados de impotencia, de soledad y de desolación. Esta es la hora en la que los trenes se cruzan y hasta chocan si llegar a tocarse.


martes, 1 de mayo de 2018

- Ignoro como lo hace,
pero hay gente que se mete en el agua y no se moja.



Estamos hartos de mentiras, hartos


José Joaquín Rodríguez Lara


Si aumenta el paro, la culpa es del Gobierno de Rajoy, que no invierte en Extremadura. Acaba de decirlo, este jueves 26 de abril, la consejera de Empleo de la Junta de Extremadura.


Pero si el paro disminuye, entonces es gracias a la Junta y a su exitosa política de colocaciones. Lo dijo, el martes día 3 de abril, hace menos de un mes, ¡menos de un mes!, el secretario general de Empleo de la misma consejera y de idéntica consejería.


Hay chupetes con mecanismos muchísimo más complejos que la mentalidad de algunos políticos extremeños. Valientes analistas oficiales tenemos en una región a la que alguien, en nuestras propias narices, le quitó un día el tapón del sumidero para que todos y cada uno de sus habitantes tengamos que irnos por el desagüe de la hedionda emigración.


Y a pesar de ello, a pesar de la emigración, el paro no deja de ser la principal lacra social de los extremeños. Es peor que la delincuencia, es muchísimo peor que la droga, pero nadie le pone freno. Nadie.


Sí durante la campaña electoral prometiste que lo solucionarías y no sabes como hacerlo o, sí lo sabes, pero no logras conseguirlo, vete a tu casa. Déjalo, que lo tuyo no es solucionar los problemas de la gente. Deja que alguien lo intente en tu lugar. Es lo que hace la gente normal, quienes no están enfermos de poderemia, que puede sonar a enfermedad de las liebres, pero es una peste que ataca a los políticos. Vete, permite que alguien que no sea tú intente ponerle remedio a la tragedia; no nos condenes una legislatura tras otra a tu inutilidad.


No nos hundas más y más en un agujero del que Extremadura no saldrá mientras que los políticos extremeños no dejéis de sacudiros la responsabilidad por nuestra hambre y de atribuiros el mérito de las migajas de empleo que, algún que otro mes, nos llegan a la boca.


Durante mucho tiempo creí que unos y otros, políticos extremeños, tan diferentes en sus diagnósticos y tan iguales en su inoperancia, hacían esas interpretaciones simplistas, absolutamente banales, ofensivas para quienes estamos o hemos pasado por el infierno del desempleo, porque consideran que la ciudadanía es tonta. Tonta de remate.


Pero con el tiempo he empezado a cambiar de opinión. Cuando una y otra vez intentan engañarte con la misma mentira es inevitable sospechar que el tonto no eres tú, sino quien se empeña en mentirte de forma tan burda.


Se puede engañar a alguien durante todo el tiempo, y se puede engañar a todo el mundo durante algún tiempo, pero es imposible engañar a toda la sociedad durante todo el tiempo.


(Trigésimo noveno artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 26 de abril del año 2018.)





Te cobran la sanidad pública y encima quieren que pagues la privada

José Joaquín Rodríguez Lara


Permitir que una empresa pública, llamada Estado, te cobre lo que se le antoje por asegurar tu seguridad con policías, por contratar a profesores para que eduquen a tus hijos, por abrir hospitales para que te curen o por gestionar las pensiones, esa caja de resistencia de quienes ya se han jubilado y no tienen otros ingresos, es el mayor lujo que puede permitirse una persona.


Cuando los gestores de esa empresa pública, llamada Estado, y de sus sucursales autonómicas, provinciales y municipales hacen ostentación ofensiva de preocuparse más por su propio bienestar -empleo, poder, coches, viviendas, sueldos, pensiones…- que por quienes les costean ese notable nivel de vida, es más que prudente desconfiar y auditar todos y cada uno de sus pasos. Y si, a pesar de la enorme cantidad de dinero que le sacan a la población, la dirección de la empresa y de las empresitas públicas no funciona bien, es justo tomar medidas para que lo haga correctamente, incluso sustituyendo a los dirigentes si la asamblea general de socios lo considera oportuno.


Todos formamos parte de la poderosa empresa pública llamada Estado. Es nuestra mayor cooperativa. Los gerentes la gestionan, pero no es de su exclusiva propiedad. Las fuerzas y cuerpos de seguridad, la educación oficial, el sistema público de pensiones y, por supuesto, el Sistema Extremeño de Salud, como un órgano más de la cooperativa estatal, pertenecen a quienes pagan su mantenimiento, no a quienes lo gestionan.


Cuando los gerentes de la empresa pública llamada Estado no sólo no dan el servicio que, en teoría, ofertan, sino que encima obligan a recurrir a la vigilancia privada, a la educación privada, a los planes de jubilación privados y a la sanidad privada, no es que la empresa pública llamada Estado, funcione mal, es que está timando al contribuyente. Le engañan cobrándole por un servicio que no le dan.



(Trigésimo octavo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 21 de abril del año 2018.)