martes, 27 de enero de 2015

El escorpión y la rana


José Joaquín Rodríguez Lara



En el divorcio andaluz, la presidenta Susana Díaz le ha puesto las maletas en la calle al vicepresidente, Diego Valderas, pretextando que él iba a serle infiel con Podemos.

Ni siquiera le ha dado tiempo a que cometiese la supuesta infidelidad. A la presidenta le ha bastado con intuir que su pareja de baile la cometería para tomar represalias.


Susana ha dejado sin despachos a Diego y a los otros dos consejeros de IU y se ha quedado con la casa, con la Junta de Andalucía, en la que lleva viviendo tantos años que la administra como si fuese exclusivamente suya, y no la casa de todos los andaluces, los de derechas también, o, por lo menos, ‘la casa común de la izquierda’, por la que suspiraba Enrique Curiel, comunista de los que eran capaces de renunciar al carnet del partido para mantener sus ideas.


Es lo que tienen los matrimonios de conveniencia -y en las relaciones PSOE/IU siempre ha habido y habrá mucho de conveniencia-, que, como no hay pasión, ni siquiera es necesario desenamorarse para romper el yugo conyugal.

Y, ¿cómo es posible que dos partidos –uno mucho mejor partido que el otro, desde luego- que se necesitan para gobernar se separen de mala manera para correr el riesgo de que las urnas vuelvan a uncirlos en la misma yugada autonómica?


La explicación no está en las encuestas, sino en la naturaleza de las cosas. Y de los contrayentes. En Andalucía ha vuelto a repetirse la fábula del escorpión y la rana.


Doña Susana Díaz, que es el escorpión de esta historia, le pidió a Izquierda Unida, que siempre hace de rana, que se la echase a cuestas y le ayudase a cruzar el río de la legislatura, burlándose así, en estéreo, de la victoria que el PP había conseguido en las últimas elecciones autonómicas andaluzas.


La rana aceptó y, cuando la feliz pareja estaba a mitad de la travesía y sorteaba, aparentemente sin grandes zozobras, las traicioneras corrientes de los ERE y las machaconas investigaciones de la juez Alaya, el escorpión saca las uñas y le clava el aguijón a la rana echándola a pique.

- ¿Por qué me haces esto?, pregunta sorprendida la rana roja y verde.

- Porque soy Susana, responde el escorpión.

Bueno, y luego está también eso de que si Andalucía y de que si los andaluces, que dice la presidenta.


Cayo Lara ha hecho un gran negocio no respetando los resultados de las urnas y embarcando a Izquierda Unida en un Gobierno acosado por el paro y por los ERE y que ha durado lo que ha querido doña Susana Díaz. Con amigos como la presidenta andaluza, IU no necesita enemigos.


Pero esto no ha terminado aún. Como nadie escarmienta en cabeza ajena, y algunas personas ni siquiera escarmientan en la propia, no le extrañe que, después de marzo, veamos ‘El escorpión y la rana’ 2.


Fin. Pero ¿a que fue bonito mientras duró?



viernes, 9 de enero de 2015

Tengo que releer El Principito


José Joaquín Rodríguez Lara


Hace tiempo que no hago un comentario de texto y, en honor a mi maestro don Hilario Álvarez Fernández, que me enseñó a hacerlos y sin que sirva de precedente, comentaré un texto propio, como entretenimiento y entrenamiento a la vez.


El texto es el siguiente:


Sabiduría
es saber
lo que ignora la mayoría.
La ignorancia es suponer
que el saber
da sabiduría.

Aparentemente se trata de un pequeño poema, de corte filosófico, en el que se contraponen dos reflexiones, la primera sobre la sabiduría y la segunda sobre la ignorancia.

La reflexión está formulada en una sexta, una estrofa de seis versos, que no puede ser identificada con alguna de las estrofas de métrica clásica, pues no es un sexteto, ni una sextilla, ni tampoco una copla manriqueña. No obstante, sus versos tampoco son de rima libre. Todo lo contrario, riman en consonante ajustándose a la combinación A B A - B B A. Y, por si esto no fuera suficiente, la consonancia llega hasta el extremo de que dos versos terminan con la misma palabra que otros dos (sabiduría y saber), y los dos restantes prácticamente empiezan con dos palabras que tienen la misma raíz: ignora e ignorancia.


A pesar de estas repeticiones, el poema no resulta cacofónico. Todo lo contrario. Es fácil de leer, agradable de escuchar y bastante equilibrado. A ello contribuyen las dos palabras que están en el centro, en el fiel de la balanza: 'mayoría', que pone fin al tercer verso, y 'suponer', que cierra el cuarto.


Los versos tampoco tienen la misma longitud. El más corto es el segundo, con cuatro sílabas, tres sonoras y una que, según las normas de la métrica, debe añadirse por terminar el verso en palabra aguda. Los versos más largos son los dos centrales, tercero y cuarto, que tienen diez sílabas si al medirlos no se aplica la licencia poética de la sinalefa.


El poema tiene dos partes, dos mitades, dos hemisferios que están en perfecta interconexión, pues de lo contrario el mensaje que expresa la reflexión sería distinto. Pero, a la vez, cada una de las partes funciona y tiene sentido por sí misma. El equilibrio entre las dos partes del poema es tal que prácticamente tienen el mismo número de palabras: ocho la primera parte y nueve la segunda.


El primer hemipoema esta dedicado a la sabiduría. 'Sabiduría / es saber / lo que ignora la mayoría'. Parece obvio, la 'sabiduría es saber', pero no es una obviedad. En el tercer verso está la clave. 'Sabiduría / es saber', es decir, tener conocimientos, 'que ignora la mayoría', que los demás no saben. La sabiduría no está tanto en saber, como en que los demás no sepan o sepan mucho menos. Pero no todos, sólo la mayoría, pues de lo contrario no sería sabiduría, sería un secreto. La sabiduría implica, por lo tanto, conocimientos y cierto grado de exclusividad.


Mas, con lo afirmado en esta frase se puede confundir a la sabiduría con la erudición, y son dos conceptos muy diferentes. Ni todas las personas eruditas son sabias, ni tampoco todas las personas sabias son eruditas.


La solución al problema se encuentra en la segunda parte de la estrofa, que comienza hablando de la ignorancia y termina refiriéndose a la sabiduría. 'La ignorancia es suponer / que el saber / da sabiduría'. Se trata evidentemente de un retruécano, como muy oportunamente me ha indicado en Facebook la profesora Maribel Nuar Cabo, pero un retruécano no puramente estilístico. No se trata de un simple juego de palabras. 


La sabiduría sabe y la ignorancia no sabe, sólo supone. Pero, además, supone mal, erróneamente, pues supone 'que el saber da sabiduría'. O dicho de otro modo, la persona ignorante supone que si se sabe se es una persona sabia, que el saber otorga sabiduría, que quien sabe mucho es muy sabio, que la erudición y la sabiduría vienen a ser la misma cosa. Ese es el error de la persona indocta, no instruida, inculta, según este texto.


Sócrates imperecedero, como su pensamiento.

Porque se sabe, desde muy antiguo, que no es así. Que nadie es sabio por saber, sino que sabe lo que los demás ignoran porque es una persona sabia. Es más, la persona sabia sabe, sin la menor de las dudas, que ignora más de lo que sabe. Ya lo dijo Sócrates: "Sabio es quien reconoce su propia ignorancia". Y aún lo dejó más claro en esta otra afirmación: "Yo sólo sé que no sé nada".


Por lo tanto, la sabiduría no consiste en acumular conocimientos ajenos, sino en descubrir la verdad usando el conocimiento propio, el razonamiento personal. Según este postulado, la sabiduría estaría 
basada -y en mi opinión lo está-, mucho más en la inteligencia que en la memoria.


He tratado de explicarlo con este pequeño poema: 
                                                                                                                              Sabiduría
es saber

lo que ignora la mayoría.
La ignorancia es suponer
que el saber
da sabiduría.


Este comentario de texto, que termino ya, me confirma sin la menor duda que lo verdaderamente simple es muy complicado de explicar cuando no se es sabio, como Sócrates.


Tengo que releer El Principito.


jueves, 8 de enero de 2015

Sabiduría
es saber
lo que ignora la mayoría.
La ignorancia es suponer
que el saber
da sabiduría.


domingo, 4 de enero de 2015

jueves, 1 de enero de 2015

Monago tiene la culpa


José Joaquín Rodríguez Lara

Las doce uvas que ponen punto final al año se parecen al juego de las siete y media que, con tanto acierto, explicó don Pedro Muñoz Seca, en su deliciosa tragicomedia ‘La venganza de Don Mendo’.


“Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas, ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!”


La Nochevieja de 1989, Marisa Naranjo, locutora con amplia trayectoria en Televisión Española, se confundió. Los responsables de Televisión habían confiado en su experiencia y en su profesionalidad al encargarle que dirigiera las campanadas de fin de año, que son algo así como el concierto de año nuevo en Viena, pero más corto, en plan castizo y desde la Puerta del Sol, de Madrid: una tradición inexcusable y de amplísima difusión. Marisa Naranjo no tasó bien, confundió los cuartos con las horas y se metió, y metió a toda la orquesta ciudadana, en un berenjenal. La locutora se hizo tan famosa con aquel fallo que prácticamente desapareció de las pantallas.


“Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas”


Pero la de Marisa Naranjo no fue una mala baza si se la compara con la que acaba de protagonizar Canal Sur. La televisión andaluza también ha tasado mal. Con el fin de no ser "del otro deudor" y poder aprovechar al máximo el dinero de los anunciantes, dio paso a la publicidad en el último momento, con tan mal cálculo que, cuando terminaron los anuncios, las doce campanadas ya habían pasado.


“Mas, ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!”


Lo que le ha ocurrido a Canal Sur Televisión es un error morrocotudo que quedará por los siglos de los siglos en la historia de las doce campanadas con uvas. Pero no es una simple anécdota. Ni habrá causado mucha gracia en los más altos estamentos de la tierra del cachondeo y de María Santísima. Los andaluces se han quedado con la boca abierta y doce uvas en la mano; los anunciantes con un come come –vulgo, indigestión- de aquí te espero, y la persona responsable directa del desaguisado y los cargos televisivos responsables de esa persona y los responsables políticos de esos cargos televisivos y doña Susana Díaz, presidenta inelecta de la Junta de Andalucía, y los inspiradores del modelo andaluz de gestión político-televisiva y el secretario general del PSOE y don Pablo Iglesias, Iº de España…


¡Ah!, que no podemos buscar responsables de la metedura de pata más allá de quien editó el anuncio o lo metió en el sistema informático o dio paso a publicidad, que todo ha sido un lamentable error técnico o un comprensible error humano. Eso será en Andalucía y cuando se confunde alguien del PSOE, puesto por el PSOE o bajo el mando del PSOE. Aquí, en Extremadura, si alguna de las doce uvas tiene dos pepitas, dos, la culpa es de Monago. Fijo. Lo dice el PSOE y, como acostumbra a decirlo urbi et orbi, a través de las redes sociales, pues hasta quienes lo dicen llegan a creer que es verdad.


Dicho lo cual, errar es de humanos (herrar también, pero para herrar hay que saber), aunque uno sea andaluz y trabaje para el Gobierno socialista, que en este caso no sé si fue primero el huevo o la gallina. Andalucía no ha empezado mal el año 2015. Simplemente ha cerrado el 2014 con puntos suspensivos. Con un suspenso de doce puntos, para ser más exacto.


Ánimo y al tajo, vecinos, que nos queda a todos mucha tarea por delante. Por cierto, no tiren las uvas, que está la vida 'mu achuchá'.

Pedro Muñoz Seca.


Marisa Naranjo, años después de que nos diera las uvas.

Los presentadores de las doce uvas 2014 en Canal Sur Televisión,
 poco antes de ser embestidos por un anuncio de café, atropellados por uno
 de Cocacola y rematados por otro de Jerez de la Frontera.