domingo, 27 de marzo de 2016

- La felicidad es un paraguas que te olvidas en cualquier lugar
y sólo echas en falta cuando llueve.


lunes, 21 de marzo de 2016

La mierda del cuco


José Joaquín Rodríguez Lara


Dos días antes de la entrada de la Primavera oí cantar al cuco. Fue por la tarde, entre las encinas de Almamés.


Al cuco suele bajársele el tratamiento en los documentales y en las publicaciones sobre naturaleza. En vez de cuco se le acostumbra a llamar cuclillo. Pero bien claro está que se llama cuco, pues así lo proclama el propio cuco con su canto: ¡cu-co, cu-co!


Cuco común.


El cuco es un ave singular. El rasgo más destacado de su carácter es que le encarga a otros pájaros que le críen a los hijos. El cuco no hace nido, no incuba huevos ni, por supuesto, alimenta a sus pollos. En vez de tomarse tantas molestias, para perpetuarse, la hembra del cuco recorre los nidos ajenos y va depositando en ellos sus huevos; en cada nido, un huevo, que es incubado hasta su eclosión por los burlados dueños del lugar. Y no elige la 'cuca' cualquier sitio para poner sus huevos, sino aquellos en los que su puesta pase más desapercibida por diferir lo menos posible tanto en el color como en el tamaño de los huevos ajenos.


Pollo de cuco echando fuera del nido los huevos.


Nada más nacer, todavía sin plumas, el cuco adopta estrategias radicales propias de un okupa despiadado: echa del nido los huevos o polluelos que pudieran hacerle la competencia y se queda solo en la cuna, dispuesto a comerse todo lo que le traigan sus padres y más. Resulta ridículo ver a dos pajarillos diminutos esforzándose en alimentar a un monstruo en pijama.


El cuco es un verdadero sinvergüenza. Ignoro si a los sinvergüenzas se les llama cucos por ser  tan malvados como el cuco, o al cuco se le llama cuco por ser tan malvado como los sinvergüenzas. En cualquier caso, tanto el cuco como el sinvergüenza tienen el nombre bien ganado.


El cuco nace y se cría sin conocer a sus verdaderos padres y, sin embargo, no sólo se comporta como un canalla desde que sale del cascarón, sino que cuando le llega la hora de criar hace lo mismo que hicieron sus progenitores. ¿Quién le enseña el oficio de delincuente al cuco? ¿Cómo se transmite de una generación a otra un comportamiento tan abominable?

 

Pajarillo alimentando a la cría de cuco
que le cayó en desgracia.


Los pobres padres ficticios no pueden ser. Si fuesen ellos se lo enseñarían en primer lugar a su propia descendencia. Además, la cría de cuco come tanto que, a pesar de ser hijo único, la pareja que la ceba apenas si tiene tiempo para atender sus propias necesidades vitales. En modo alguno pueden dedicarse a perfeccionar las habilidades delictivas del okupa.


Como la mayoría de los sinvergüenzas, el cuco pasa desapercibido hasta que comete sus fechorías y se ríe de sus víctinas. El cuco tiene un plumaje vistoso, rayado, como si vistiese camiseta de presidiario. Pues a pesar de ello, prácticamente no se le ve. Sí se le oye (¡cu-co, cu-co!), cuando proclama con descaro su identidad. Pero vérsele... Yo suelo andar por el campo y sólo he visto al cuco en fotografías y vídeos.


Chotacabras clamuflado entre la hojarasca.

Es más fácil ver a un cárabo, a pesar de ser una rapaz nocturna, que al cuco. Es más, en tres ocasiones he visto al chotacabras, un ave maestra del camuflaje que se difumina entre la hojarasca, como si fuese una serpiente, y no levanta el vuelo hasta que estás a punto de pisarla. Tres veces he estado a punto de pisotear al chotacabras. En una ocasión, el ave me permitió observarla, a menos de un metro de distancia, durante varios minutos y sólo levantó el vuelo cuando me moví.


El cuco no te permite esas confianzas. Desaparece mucho antes de que llegues a él. Sabes que estás cerca y te avisa de su presencia cantando. Con un canto que suena a desafío: ¡cu-co!, ¡tras-tras!


La Primavera es la estación del cuco. No sólo porque desafía a la vida cantando su nombre; tampoco simplemente porque burla a centenares de pajarillos obligándolos a criar mostrencos ajenos, sino porque deja sus rastro en los remansos de los arroyos.


Berro 'cagado' por el cuco.

Cuando más canta el cuco, florecen los berros. Suele ocurrir por la festividad de San José, hacia el día el 19 de marzo. La flor del berro es pequeña y blanca y sale en la cúspide de la plantita. La gente del campo cree que el berro florido no se debe comer. No porque sea indigesto, porque tenga mal sabor o esté duro, sino porque ya 'lo ha cagado el cuco'. La supuesta inmundicia del cuco serían las florecillas blancas del berro, que sólo son flores y no deposiciones del mayor timador que habita la banda sonora del campo extremeño, pero se conoce que la buena gente no quiere saber nada del sinvergüenza del cuco. En eso están empatados, porque el cuco tampoco suele mostrar interés por la buena gente.



viernes, 18 de marzo de 2016

- Hay que conocer la historia y respetarla, en lo que tenga de justa.
 Pero no debemos añorarla. Nuestro trabajo consiste en hacerla.


- Todos los matrimonios mueren en la cama.


martes, 8 de marzo de 2016

No Día de la Mujer


José Joaquín Rodríguez Lara


Ya ha pasado el Día Internacional de la Mujer.


Ya pueden ser tratadas como personas, como seres humanos, como ciudadanas, como contribuyentes, como compañeras, como amigas, como jefas, como esposas, como amantes, como profesionales, como expertas, como artistas, como señoras, como adversarias, como competidoras, como madres, como hermanas, como abuelas, como hijas, como vecinas, como autoridades, como conductoras, como empresarias, como militares, como ejecutivas, como religiosas, como políticas, como camareras, como médicos, como periodistas, como seres dignos de todo respeto, con los mismos derechos que el hombre, con toda la devoción que merece un ser querido, con la naturalidad de saberse y sentirse partes complementarias del mismo mundo y sin la afectación ni la simulación con la que se rotula la esfera pública de la mujer en el Día Internacional de la Mujer.


Ya se puede guardar la cartelería; ya están vistos los carteles. Ahora hay que seguir mirando a las mujeres a la cara.


Tengo unas ganas enormes de que la celebración del Día Internacional de la Mujer caiga en el olvido, por innecesaria, y que la mujer no luche por alcanzar la igualdad con el hombre, sino por ser mejor que el mejor de los seres humanos, sin importar si el puesto lo ocupa un hombre o una mujer. Y si no lo consigue, pues que se dé un respiro y que vuelva a intentarlo. Con pasión, pero sin olvidarse nunca de que los mejores cocineros siempre serán hombres y las mejores cocineras serán siempre mujeres. Las palabras tienen género, pero ni la inteligencia ni la honradez ni tampoco la bondad tienen sexo. La justicia no debería tenerlo y la igualdad, menos aún.


Felices 364 No Días No Internacionales y No de la Mujer.


miércoles, 2 de marzo de 2016

El color de la intemperie política


José Joaquín Rodríguez Lara


España necesita una reforma, una mini transición política, un ajuste fino. Poca cosa. Sin embargo, albañiles veas por tu casa, que dice la maldición gitana.

Tras el naufragio de la dictadura franquista, entre todos nos construimos una vivienda y en ella llevamos casi 40 años, pero el inmueble empieza a necesitar una puesta a punto antes de que se nos caiga el tejado encima. Las grietas de siempre van a más; la salita del Senado, concebida como espacio para el encuentro de la familia, se utiliza para otros menesteres y sale muy cara; por los pasillos hay diputaciones y otras antigüedades absolutamente superadas por la realidad y, en general, el mundo ha cambiado tanto durante los últimos 40 años que nuestra casa empieza a tener aires de museo, de alojamiento incómodo, de obsoleta pensión abarrotada de pensionistas. La casa necesita una reforma con urgencia. Tenemos que obrar. No hay más remedio. 

- Pero ¿dónde están los albañiles para sacar adelante esta obra?

- En el Congreso.

- ¿Y qué hacen?

- Discuten.

- ¿Sobre la reforma?

- No. Sobre si son albañiles diestros o son albañiles zurdos.

- ¡Ah!, pues qué bien. Menos mal que, hace 40 años, cuando hubo que levantar desde los cimientos la casa que nos acoge, el rey Juan Carlos I, Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Josep Tarradellas, el cardenal Tarancón y el sufrido pueblo español se arremangaron los puños de las camisas y se pusieron manos a la obra, sin importarles si ponían los ladrillos con la derecha o lo hacían con la izquierda. 

Entonces hubo personas que se habían conocido en el campo de batalla, en la Guerra Civil, con presentaciones a tiro limpio, y que aparcaron sus odios para contribuir a sacar el país adelante. Fueron generosas. Antepusieron nuestro futuro a su pasado. Hay que darles las gracias. 

Si la Transición, si la Constitución, si la Democracia..., si hubiésemos tenido que construir aquella España con un capataz como Rajoy, con un oficial como Sánchez y con peones como Rivera, Iglesias y compañeros de cuadrilla, llevaríamos 40 años al raso.

Y lo que es peor, seguiríamos discutiendo sobre de qué color es la intemperie. 

¿El frío es de izquierdas o es la lluvia la que es de derechas?