lunes, 9 de diciembre de 2019


'El irlandés', Scorsese y las armas que mataron a Kennedy

José Joaquín Rodríguez Lara


No me parece que el cine sea un arte. Ni el séptimo ni el decimonoveno ni ninguno. De hecho, mucha de la gente que vive del cine no se refiere a él como 'el séptimo arte', sino como 'la industria del cine'.


En mi opinión, el cine es efectivamente una industria, una gran industria, un poderoso negocio. Pero en la cinematografía hay mucho arte. El cine es deudor de la literatura, un arte; de la fotografía, un arte; de la música, un arte; del teatro, un arte; de la caracterización, de la decoración, de la iluminación, de la..., todas ellas expresiones artísticas capaces de crear obras maestras por sí mismas, algo que el cine jamás podrá conseguir sin sus 'muletas'.


Si hay un arte pura y exclusivamente cinematográfica esa es el saber combinar todas las artes mencionadas y otras habilidades más o menos respetables para cocinar la mayor ilusión -primera acepción de la RAE- que jamás se haya fabricado: el cine.


Que el cine sea, en mi opinión, una industria que fabrica películas y no un desasosiego que produce obras de arte, no significa que yo le reste valor a la cinematografía. De hecho, creo que hay películas dignas de ocupar un sitial de honor en los museos, en los palacios de la ópera, en los grandes escenarios y en cualquier lugar en los que se exhiba arte.


Acabo de ver una de ellas; 'El irlandés', de Martin Scorsese. La película retrata la vida -poca-, muerte -rápida-, y desaparición -misteriosa-, del sindicalista y promafioso Jimmy Hoffa. Aunque su nombre no le diga mucho a la inmensa mayoría de los potenciales consumidores de 'El irlandés', Hoffa (nacido en Indiana, en 1913, y visto por última vez en Michigan, en 1975) fue considerado en su momento tan popular como Elvis Presley y el segundo hombre más poderoso de USA, tras el presidente John Fitzgerald Kennedy, así que su sorprendente desaparición, a los 62 años, sigue intrigando a mucha gente.


En su película, Scorsese explica de forma realista y muy verosímil la vida y muerte del gran jefe de los camioneros norteamericanos, y ahonda en su relación con la Mafia. 'El irlandés' se basa en el libro 'Jimmy Hoffa. Caso cerrado. El poder de la Mafia norteamericana', escrito por Charles Brandt y prácticamente dictado, a través de numerosas entrevistas, y supervisado, capítulo a capítulo, por el irlandés -de ahí el título de la película- Frank Sheeran, autor material confeso de la muerte del jefe de los camioneros, con el que mantenía una relación de afectuosa amistad.


Sheeran se ganó la confianza de los jefes mafiosos por numerosos motivos. No fue el menor de ellos su habilidad para 'pintar casas', su destreza haciendo 'trabajos de carpintería', su permanente disposición a 'hacer lo que hay que hacer' sin abrir la boca ni antes ni, por supuesto, después de haber mandado a Australia a quien le marcasen, por muy amigo que fuera. Además, durante la Segunda Guerra Mundial, el irlandés estuvo en Sicilia y aprendió italiano. Tenía Frank Sheeran demasiadas ganzúas en la mano como para no poder abrir el postigo de la Mafia norteamericana a nada que le interesase hacerlo.


El libro -446 páginas-, es mucho más que la confesión del 'ejecutor' de Jimmy Hoffa; es el retrato de unos años cruciales en la historia de los Estados Unidos. Más que en la época, la película -tres horas y media, 210 minutos- se centra en los tres personajes principales: Frank Sheeran, el irlandés (Robert De Niro); Jimmy Hoffa (Al Pacino); y Russell Bufalino (Joe Pesci). Pesci, que nació para hacer cine y encarnar a cualquier personaje mafioso, hace un trabajo excepcional en 'El irlandés'. ¿Cómo se puede decir tanto con tan pocas palabras, mister Pesci?


'El irlandés' no es una adaptación del libro; parece más un resumen del texto firmado por Charles Brandt. Pero es un resumen muy bien hecho, incluyendo trazos, pinceladas, 'pequeños' crímenes que, aun a riesgo de dificultar el seguimiento del hilo principal del argumento, contribuyen a completar el contexto en el que se desarrolla la trama. Puede decirse que Frank Sheeran, el irlandés, que increíblemente murió de puro viejo, dictó sus memorias haciendo referencia expresa, y exigiendo que se respetasen sus deseos, a personas y hechos más importantes para él que para la comprensión de la historia. Todos están en el libro y muchos de ellos, también en la película.


Incomprensiblemente, salvo que yo me haya despistado en algún momento de las tres horas y media que dura la obra, Scorsese pasa por alto la participación directa de la Mafia, y del irlandés, que transportó las armas, en el asesinato de John F. Kennedy. Tal vez porque,  sin duda, esa parte del libro da para otro extenso largometraje.


La película se comprende mucho mejor si, previamente, se conocen las peripecias de Hoffa o se ha leído el libro en el que se basa. Supongo que lo mismo le ocurrirá a los norteamericanos con las películas sobre el 23-F, en el caso de que alguno las vea. Pero el hecho de que el desconocimiento impida disfrutar en toda su profundidad de algunas escenas, no menoscaba la fuerza expresiva de 'El irlandés' ni le quita méritos al guionista, Steven Zaillian, que ha logrado meter en cintura a 'Jimmy Hoffa. Caso cerrado. El poder de la Mafia norteamericana', dictado de viva voz por Frank Sheeran, el irlandés, y redactado por Charles Brandt.


Martin Scorsese ha hecho una gran película, pero antes de bañarme en las aguas de un río tan caudaloso, yo prefiero acudir a la fuente de la que manan y me sigo quedando con el libro de Brandt. Una de las ventajas que tiene esta manía mía de dar preferencia a lo primigenio es que, si te interesa la película, no hay que esperar a que salga el libro, porque generalmente ya está publicado. Bueno, el libro y la música y el maquillaje y... todas las artes que hay antes de llegar a la séptima. O a la decimonovena con Hollywood.




lunes, 2 de diciembre de 2019


La Venus del catamarán


José Joaquín Rodríguez Lara


Como si se tratase de una escena mitológica, Greta Thunberg (Suecia, 3 de enero del año 2003) llega a Iberia a bordo de un barco. Es la Venus del catamarán, la diosa del momento.


Si tuviésemos a mano un Sandro Botticelli (Florencia, 1445​ - 1510), Greta, enmarcada en un mar de hermosos cabellos rubios, llegaría a tierra no a bordo de un velero policasco, sino sobre una gran concha marina, impulsada por el hálito del mismísimo Céfiro. Pero no hay pinceles como los de Botticelli en el horizonte de nuestros días. Sólo cámaras, muchas cámaras. Así que a pesar de protagonizar 'El Nacimiento de Greta', el gran éxito del momento, nuestra Venus del catamarán seguramente nunca tendrá un hueco rectangular en la Galería Uffizi, en Florencia. Eso sí, disfrutará de sus minutos de gloria en mil y un informativos.


Es lo que, en justicia, le corresponde a un icono fabricado ex profeso para conmover, para que el mundo cambie y todo lo que ya da dinero siga en las manos de quienes ocupan el poder.


Greta, la Venus del catamarán, no es la líder de la juventud actual, la generación más consumista y derrochadora -en ropa, calzado, nuevas tecnologías, alcohol, juguetes...- que ha conocido el mundo; Greta no dirige la lucha contra la basura; no guía al mundo hacia el paraíso terrenal... Pero sí es un icono, un símbolo, de usar y tirar, como casi todo en nuestros días, un personaje de consumo rápido.


El mundo está necesitado de heroínas como Greta, una chica tocada por la leve sombra del desvarío que enmarca cualquier atisbo de santidad o de capacidad profética. Y los medios de información, cada vez más hábiles en la fabricación de verdades, no es que necesiten heroínas es que tienen autentico mono de ellas; sufren el síndrome de abstinencia. 


Así que miel sobre hojuelas. Se necesitan venus del catamarán, muchas venus del catamarán. ¡Bienvenidas al plató de la actualidad!







miércoles, 20 de noviembre de 2019

Vara, de bochorno en bochorno


José Joaquín Rodríguez Lara



El Tribunal Constitucional acaba de declarar inconstitucional la reforma legislativa, promovida por el mal gobierno de Guillermo Fernández Vara y aprobada por la Asamblea de Extremadura, para legalizar el delito medioambiental y urbanístico cometido en el paraje de Valdecañas (Unión Europea) en la provincia de Cáceres.


Ocurrió en el año 2011 de la era socialista. Tal vez, 63 de las 65 señorías que, entonces, disfrutaban de escaño en el Parlamento extremeño no lo supiesen, pero es ilegal exculpar los delitos anulando las leyes que prohíben la comisión de esos actos ilícitos. A quienes, como yo, hemos leído algo sobre derecho desde los años del Bachillerato, no sólo nos pareció una burrada, de burros muy burros, la reforma legislativa promovida por el PSOE y amparada por el PP, sino que nos producía y nos produce arcadas, por ser una grosería política e intelectual profundamente vomitiva.


Quienes se propusieron castrar una ley regional y violar otra estatal para favorecer los intereses de los promotores urbanísticos y, tal vez, sus propios intereses, no sólo atentaron contra el medio ambiente al saltarse la protección legal que dejaba fuera del hormigón al paraje de Valdecañas sino, lo que es muchísimo más grave, escupieron sobre una ley estatal que estaba y sigue estando muy por encima de sus competencias legisladoras.


A pesar de que ya existía una sentencia en contra del engendro urbanístico, de las 65 señorías, 38 del PSOE y 27 del PP, que tenían escaño en el Parlamento regional, 63 votaron a favor de legalizar el lujoso complejo urbanístico de Valdecañas. Votó en contra Tomás Martín Tamayo, con quien más de una vez comenté la bochornosa infamia que pretendía perpetrar la Asamblea. Tamayo, secretario segundo de la Mesa del Parlamento regional, había concurrido a las elecciones como independiente en la lista popular. Seguramente debido a que sabía más por viejo que por diablo, el diputado del PP Miguel Celdrán tampoco apoyó la vergonzosa reforma legislativa; se ausentó de la votación, con lo cual no tuvo necesidad de apoyar el engendro urbanístico ni de romper la disciplina parlamentaria votando en sentido contrario al de su partido.


Todavía hay quien se pregunta el porqué apoyaron sus señorías esa burrada legislativa. Especialmente, el porqué lo hizo el PP, que estaba en la oposición. Personalmente prefiero creer que todo fue un error originado por la ignorancia más supina. El que se hiciese con 'la mejor de las intenciones', si es que algo hubo de ello, no elimina la responsabilidad. Pero soy tan ingenuo que me resisto a creer que sus señorías lo hiciesen todo por la pasta.

 

'Cherchez la femme', buscad a la mujer, aconsejan los franceses cuando se trata de esclarecer un delito o cualquier otro misterio humano. Es un consejo machista, pero tiene fundamento. Sin embargo, no sirve para la política española. En España sólo se le busca la 'femme' a personas como el rey Juan Carlos o el popular José Antonio Monago. El socialista Alfonso Guerra tuvo 'femme' de altos vuelos y casi nadie se la buscó, porque en España, los misterios políticos se aclaran buscando la pasta. A la sentencia de los ERE andaluces me remito.


Tras el nuevo varapalo judicial a costa de Valdecañas, Guillermo Fernández Vara, presidente vitalicio de la Junta de Extremadura, ha dejado otra de sus frases para el mármol. Asegura Vara que hay que respetar "lo que digan los jueces", como él ha "hecho a lo largo de todo este proceso" y lo pretende "seguir haciendo".


Como declaración de principios queda bien, don Guillermo, pero usted sabe que no es verdad. Si usted respetase siempre "lo que digan los jueces" hubiese respetado la sentencia de Tribunal Superior de Justicia de Extremadura en contra de la urbanización del área protegida de Valdecañas y no hubiese promovido una aberrante reforma legislativa para, solamente tres semanas después, saltarse a la torera lo que había dicho el TSJE, el principal tribunal de justicia de Extremadura.

 

Las decisiones judiciales se acatan y se recurren, si no se está conforme con ellas. En eso consiste el respeto 'a lo que dicen los jueces'. Cambiar la ley, como hizo usted, para tratar de eludir las consecuencias jurídicas de los actos delictivos, sean propios o ajenos, no es una muestra de respeto es una reacción bochornosa, señor Vara. Mucho más bochornosa que cambiar el reglamento futbolístico cuando te han pitado penalti en contra. Infinitamente más vergonzosa. 


Desde la libertad de prensa se lo digo, don Guillermo.


sábado, 2 de noviembre de 2019


Es el fuego del otoño


José Joaquín Rodríguez Lara


El otoño empieza a recobrar la memoria y, de nuevo, intenta aprender a llover. Lo hace a regañadientes, a empujones, dando traspiés, lloviendo y haciendo sol, el tiempo del caracol, en sorpresivos arreones de timidez.


Las nubes no pasan, huyen. La lluvia no empapa el suelo, se esconde bajo tierra. En la charca no hay agua; sólo un tablero de barro seco cuarteado.


No parece que estemos en otoño, pero estamos. Es otoño para los calendarios, aunque no lo sea para el cielo. Es un otoño sin otoñada y mis ojos, como una bandada de pájaros sedientos, han levantado el vuelo para posarse en la lluvia, en el frío y en los charcos de aquellos otros otoños tan lejanos ya. Otoños de paraguas y de botas katiuskas, de manos húmedas y de volutas de fuego trepando por la chimenea; de recuerdos perfumados con humo de escobas y de taramas, con aroma a leña mojada, a musiquilla de llanto en el extremo de los troncos y a regazo en confortable compañía.


El fuego es el guardián del hogar. El fuego calienta, alumbra, defiende, despierta la imaginación, aviva el relato, genera encuentros... El fuego nos hizo creadores de historias sociales, soñadores y copartícipes de sueños colectivos. El fuego fue el primer paraíso de la humanidad, la patria primigenia.


No resulta extraño que la palabra más entrañable para referirse a la casa, a la vivienda, al domicilio, a la residencia familiar sea 'hogar'; es decir, el lugar en el que está la hoguera, donde habita el fuego, la candela; el sitio en el que encontramos cobijo, alimento y aceptación.


La lumbre fue siempre, durante todas las estaciones y a lo largo de todos los días del año, el punto de referencia en la vivienda. Desde el primer sorbo de café hasta el primer abrazo del sueño. Encender la lumbre no es algo que todavía sepa hacer todo el mundo. La colocación de la leña, el cuidado del primer resplandor, la interpretación del lenguaje del humo, que nos dice si la candela tirará o no, si la madera está bien colocada o mal, si habrá que hacerle la respiración artificial al fuego o no necesitará que le ayudemos con el soplillo... Todo ello requiere cierta práctica.


La mayoría de las candelas domésticas actuales son falsas o de juguete. Chimeneas de gas con leños simulados, sin vida, incombustibles; o montoncitos piramidales levantados con leña menuda que tardan en comenzar a arder más que en consumirse.


Son fuegos de usar y apagar y están muy lejos de aquellas hogueras domésticas que no se apagaban nunca, ni de día ni de noche. Todo lo más, las brasas se retiraban a dormitar bajo las cálidas sábanas de la ceniza. Aquellas eran lumbres levantadas sobre la reciedumbre de dos grandes troncos, las trancas de encina o de roble que se enfrentaban, cara a cara, sobre el suelo del hogar y entre los que se depositaba paja o papel, a veces piñas resinosas, para iniciar la combustión, y leña menuda para encandelar a la pareja, a los amantes, a los grandes troncos que eran el soporte del fuego y un trasunto de la vida familiar.


Tanto en la lumbre como en el hogar se encelan dos troncos que sostienen a la chiquillería de la leña menuda, siempre chispeante y alborotadora. La convivencia, el fuego, va convirtiendo en brasas y consumiendo las vigas maestras de la candela,  las que sostienen la lumbre, que cada día están más alejadas entre sí, hasta el punto de que hay que volver a arrimarlas para que no se apaguen o se consuman cada una por su lado, ajenas a las necesidades y a las alegrías tanto de la parte contraria como de la leña menuda.


En ocasiones, los troncos ya ni humean pero, aunque parezcan apagados, mientras quede una pizca de calor en sus cuerpos bastará con que se acerquen sus rostros, ya negros y encanecidos por la vida, para que vuelvan a brotar las llamas y, de nuevo, el fuego se enseñoree del hogar.


El otoño que huele a candela es la mejor estación del año; cuando los montes braman pregonando la plenitud de su fuerza y la naturaleza ofrece sus frutos más nutricios y perdurables. Con la otoñada, se visten de oro los naranjos y los membrilleros mientras una multitud de árboles se cubre de llamaradas ocres y anaranjadas y amarillas, como si el paisaje nos ardiese en la mirada. Es el otoño, es el fuego del otoño.


jueves, 24 de octubre de 2019

- A pesar de que nunca se menciona en las recetas,
jamás podrá salir de los fogones
un manjar que carezca, aunque sólo sea de uno,
de estos tres ingredientes naturales:
una pizca de afición, una ristra de atención y un chorrino de imaginación.


miércoles, 23 de octubre de 2019

- Como una regadera está la felicidad.
O se ríe a chorros o lagrimea con cuentagotas.


lunes, 14 de octubre de 2019

jueves, 10 de octubre de 2019

Muchas gracias, mister Snowden


José Joaquín Rodríguez Lara


Puse en marcha este blog, elpostigodelara.blogspot.com, el día 23 de marzo del año 2012, exactamente a las 14:29 horas, y hasta el momento en el que comienzo a redactar estas líneas ha recibido 100.700 visitas. Seguramente son pocas para un blog, aunque a mí me parecen muchas para un rincón periodístico y literario en el que predomina la reflexión y hay poco espacio para la diversión.


Casi la mitad de las visitas, 44.723, tienen su origen en España. Pero la gran mayoría me llegan desde fuera de sus fronteras. Nunca imaginé que mis escritos iban a ser vistos -no me atrevo a utilizar el término 'leídos'- en otros países. Y mucho menos en lugares en los que el castellano no es una lengua de uso común.


Pero, según me cuenta mi propio blog, elpostigodelara.blogspot.com ha recibido visitas desde los Estados Unidos (16.042), Italia (15.341), Rusia (4.590), Alemania (2.249), Francia, Canadá, México, Eslovaquia...


Me asombra tener audiencia en Estados Unidos y en Rusia. Pero no es lo que más me sorprende. La atención que me presta Italia me tiene estupefacto. Hace unos meses, de manera inesperada, apareció entre los diez territorios desde los que más se entraba en elpostigodelara.blogspot.com y a partir de ese momento no ha dejado de crecer, pasando por encima de Francia, de Alemania y hasta de Rusia que se encontraban entre 'mis mejores clientes'. Actualmente, Italia amenaza con arrebatar la segunda plaza a Estado Unidos, de los que la separaban bastantes miles de visitas cuando me di cuenta de la enorme fuerza con la que la población italiana irrumpía en el top 10 de mis visitantes.


¿Por qué aumentan tanto y tan rápidamente las visitas italianas a mi blog? Siempre pensé que Estados Unidos se asoma a mi postigo por deformación profesional. Cuando se tiene vocación de ser el gendarme del universo, hasta al más mísero de los rincones se le puede echar una mirada inquisitorial de vez en cuando. 


Pero Italia... ¿Qué le he hecho yo a Italia? Por no hablar de ese misterioso país que, según la tecnología de mi blog, se llama 'Región desconocida' y desde el que hasta ahora el blog ha recibido 1.139 visitas. De gentes desconocida, desde luego. ¿Y qué pasa con Eslovaquia? Hace unos años, durante una crisis migratoria, empezó a llegarme un chorro de visitas procedentes de Eslovaquia. Se apaciguó la crisis y, muy a mi pesar, mi blog ha dejado de existir para la población eslovaca. ¿En qué he ofendido a mis amistades eslovacas? ¿Por qué han dejado de visitarme?


En fin, quiero creer que hay personas que entran en elpostigodelara.blogspot.com, leen lo que les interesa y vuelven a sus afanes; algunas de esas personas, hasta se toman la molestia de escribir un comentario, lo que les agradezco de corazón.


También quiero darle las gracias a mister Edward J. Snowden, natural de Elizabeth City, Carolina del Norte, EE UU, mago de la informática sin formación académica formal, espía sin vocación y patriota sin patria. Snowden tuvo que salir volando de EE UU para anunciar, urbi et orbi, que las agencias de espionaje de su país lo saben todo - pero todo, todo, todo, hasta lo de la callejina- de todo el mundo, pero de todo, todo y todo. Y que no sólo lo saben, sino que lo tienen archivado -incluido lo de la callejina- por si les interesara utilizarlo contra usted en algún momento.


Todo ello lo explica muy bien Edward J. Snowden en su libro 'Vigilancia permanente', que acabo de terminar. La placentera lectura de este libro, el descubrimiento de organismos como la NSA, de programas informático como  el XKEYSCORE, de superinquisidores como 'Los cinco ojos' (Five Eyes) -EE UU, Canadá, Australia, Reino Unido y Nueva Zelanda-  me han dado una nueva perspectiva sobre el porqué mi escritos son visitados desde países diminutos y lejanos a los que no sólo nunca he viajado, sino que ni siquiera los he mencionado en mis textos.


Alguien puede sospechar que me pavoneo sintiéndome sujeto de interés para el espionaje internacional. No es así, se lo aseguro. En realidad, creo que las supuestas visitas y los comentarios que refleja elpostigodelara.blogspot.com son una invención de mi propio blog para mantenerme engañado y que no deje de escribirle y evitar que, incluso, llegue a abandonarle.


Todo lo más me considero una pizca de barro removida en una gigantesca máquina para buscar oro. Cierto es que el minero del espionaje me mece en su batea informática, pero igualmente es verdad que no me busca a mí, que me diluyo en el agua y desaparezco: busca pepitas de oro. Yo no le sirvo para nada, pero él me archiva, según asegura Snowden, porque, en primer lugar, le cuesta menos guardarlo todo que separar las pepitas del fango y, en segundo término, porque sospecha -la sospecha permanente es la enfermedad profesional de cualquier espía que se precie de serlo- que tal vez algún día esos datos que hoy son despreciables valdrán su peso en oro.


Muchas gracias a quienes visitan mi blog aunque sólo sea para espiarme, espero que con honradas intenciones; y muchas gracias a mister Snowden que, si lo ha visitado alguna vez, habrá sido por obligación profesional. Gracias señor Snowden, muchas gracias. Sin su libro hubiese tardado años en comprender el porqué hay quien entra en elpostigodelara.blogspot.com, desde Emiratos Árabes Unidos.



jueves, 3 de octubre de 2019

- Como una tapia.
Lo he oído decir muchas veces,
pero no llegué a comprender su verdadero significado
hasta que no vi que a los muros le crecían
orejas parabólicas, perennes escrudiñadoras del aire,
como trompetillas para combatir la sordera de la sociedad.


domingo, 29 de septiembre de 2019

- Las noticias anuncian, en ocasiones, la muerte accidental de un matrimonio. Sin embargo, nada dicen sobre la muerte, por accidente, de algún noviazgo.


sábado, 28 de septiembre de 2019

viernes, 27 de septiembre de 2019

- Las cigüeñas son peluqueras muy eficaces.
Tan pronto como ven una cima calva
se apresuran a insertarle un peluquín de palitroques.


viernes, 20 de septiembre de 2019

Menos mal que aún tenemos a Unidas Podemos


José Joaquín Rodríguez Lara


Es inconcebible que se demonice la repetición de las elecciones. Votar no es vergonzoso ni perjudicial ni peligroso; votar es el mayor gesto democrático que se puede realizar.

El electorado no tiene la culpa de que de las urnas no salga un gobierno fuerte. La culpa es de los políticos que hicieron leyes, manifiestamente mejorables, que lo impiden y de quienes se atrincheran en ellas para garantizarse privilegios a los que no tiene acceso el resto de la ciudadanía.

Tenemos los políticos que nos merecemos. Pero no porque los elijamos, pues se eligen entre ellos, en sus sanedrines y comités de poder, sino porque consentimos sus tropelías.

Pero hay que votar, aunque las urnas vomiten desanimo. Hay que votar porque el voto es el único derecho electoral que los partidos políticos aún no nos han robado. Aunque ganas no le faltan. Por eso consideran un horror que se repitan las elecciones y lo pregonan desde sus púlpitos y a través de sus voceros asociados.

Votar no es perverso. La perversión está en mandar desde el engaño. Se repite una y otra vez que Pedro Sánchez tiene derecho a formar gobierno y eso es mentira. Lo que da derecho a gobernar no es ser el líder del partido más votado, sino ser el político que aglutina en torno a su programa de gobierno más apoyos que rechazos. Y ese no es el caso de Sánchez. Su empecinamiento en ser investido sin reunir los apoyos necesarios para ello es  más propio de un niño malcriado, de un dictadorzuelo, que de un político con sentido el Estado.

Es muchísimo más razonable la postura de Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos. Iglesias se ha mostrado dispuesto a facilitar la formación de un gobierno presidido por Pedro Sánchez siempre y cuando Unidas Podemos forme parte de ese gabinete. Y eso es lo normal. Hay que estar a las duras y a las maduras. Si quieres gobernar a mi costa tienes que darme a cambio una cota proporcional de poder. ¿Quién pone la tercera parte del capital de una empresa sin exigir sentarse en su consejo de administración?

Los independentistas, nacionalistas, regionalistas y representantes de anchoas saben muy bien que la cesión de poder tiene su precio y lo cobran, en dinero contante y sonante o en competencias. ¿Por qué Pedro Sánchez está dispuesto a comprar el poder y no acepta compartirlo? La respuesta es sencilla: el poder es 'suyo' y el dinero es de los españoles. No le importa como lo gasta. Pero eso sí, que no le toquen ni una tuerca al avión oficial que el avión es su juguete.

Pablo Iglesias ha sido el único político que no ha sucumbido a los cantos de sirena de Sánchez. Cierto es que Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (Ciudadanos) le han dicho rotundamente no a Pedro Sánchez, pero hay una gran diferencia: a cambio de sus abstención, el líder del PSOE no les ha ofrecido nada a Casado y a Rivera. Y a Iglesias, sí. A Iglesias le ha ofrecido baratijas, según el líder de Podemos, pero menos es nada y nada sacarían Casado y Rivera si hubiesen aceptado abstenerse para que gobernara Sánchez.

Así que volvamos a las urnas. Votemos, que es muy sano. Demos nuestro apoyo y mostremos nuestra repulsa a quienes consideremos oportuno. Es nuestro deber, es nuestro derecho y es el temor de todos los partidos. Votemos sin congoja ni vergüenza. A fin de cuentas, lo peor que puede pasar es que nos quedemos como estamos. Y de estar como estamos ya sabemos más que los ratones coloraos.


Barcarrota le debe una calle a Fernando Serrano y la Junta, una medalla


José Joaquín Rodríguez Lara


Desde el alto que coronan los mataderos, la carretera juega a ser un martín pescador y se lanza en picado hacia el arroyo de los Linos que, camino del río Guadiana, une su menguado caudal al del Valbellido para darle agua al arroyo de la Pata de la Mora, cuyo cauce desemboca directamente en el embalse de la rivera de Nogales (Unión Europea).


Me gusta este tramo de la EX-320 y cada vez que pasó por él, en dirección a Barcarrota (UE), aprovecho para hablar un poco con mi amigo, con mi hermano, Fernando. Yo siempre le doy novedades, en voz alta, y él me escucha en silencio.


Ya sé que no se puede hablar de viva voz con los muertos. No estoy tan loco. No se les puede hablar ni de viva voz, ni con el baile brujeril de la ouija, ni recurriendo a los médiums, ni a otras sandeces infranaturales.


A quienes ya se fueron para siempre de nuestro lado sólo se les puede hablar con el corazón. Por eso pongo el corazón, todo mi corazón, en cada una de las frases, de las palabras, de las sílabas, de las letras y de los silencios que dedico a Fernando Serrando Mangas, mientras desciendo hacia el hilillo verdinegro que dibuja el arroyo de los Linos y me aproximo a la última morada del hijo más insigne que Salvaleón (EU), ha dado al mundo.


Hace ya más de cuatro años y medio que la maldita enfermedad nos robó a Fernando. En tierra quedó su impresionante obra, páginas y más páginas de pulida prosa, fichas con datos valiosos, ideas apenas esbozadas, pero lo mejor de él, su viva inteligencia, su incansable capacidad de trabajo, su curiosidad nunca satisfecha, su generoso afecto, su mente abierta al mundo, su universal socarronería de pueblerino sabio… todo esto y mucho más se lo llevó el mismo viento que preñaba las velas de las naos para abrir veredas en el Océano y empedrar con sueños, con vida, con pensamientos, con oro y con plata del Nuevo Mundo, el hondo camino de la Carrera de Indias que Fernando hizo y deshizo durante años navegando sobre miles de legajos en el Archivo General de Indias, en Sevilla (UE) y en otras catedrales de la memoria.


Algunas de las muchas personas que conocieron a Fernando por sus libros, por sus artículos, por sus conferencias y su actividad docente saben lo que perdimos con su muerte. Y otras, que sólo le trataron como vecino, colega, transeúnte o conciudadano, tal vez nunca lleguen a imaginar lo que fue el profesor, historiador, investigador y escritor don Fernando Serrano Mangas, porrinero, extremeño y doctor en Historia por la Universidad Hispalense.


Tal vez algún día, alguien casi tan capaz como él, tan enamorado de la investigación como él, tan despierto y generoso como él tenga el honor de desempolvar sus fichas y reanudar el trabajo que el gran investigador dejó sin concluir.


En los trazos de esas minuciosas anotaciones, Fernando ordenó datos reveladores. La enfermedad lo derribó cuando, entre otras cosas, estaba trabajando en los misteriosos orígenes de Hernando de Soto; y nunca concluyó su investigación sobre Milano, el naviero judío que contaba con una flota de barcos en Sevilla, para comerciar, y tenía propiedades en Barcarrota, Salvaleón y en otras localidades extremeñas.


Son piezas del mosaico que componen el pasado, el presente y sin duda el futuro de la historia extremeña. Todas ellas y otras teselas históricas deben de estar guardadas bajo siete llaves, en el cofre de sus fichas, tan inmunes a la perdida, como expuestas al olvido.


Ya perdimos a Fernando una vez, el 19 de enero del año 2015, y no deberíamos cometer el error de echar cada día un esportón de tierra sobre su memoria. Todo lo contrario. Es imprescindible mantener en pie su obra, como fuente de conocimiento e inspiración, y su trayectoria vital, como ejemplo de que, con ambición y tesón –Fernando fue una autoridad mundial en la Carrera de Indias-, se pueden alcanzar las más altas cimas profesionales aunque se nazca en el seno de una familia humilde y se crezca en un pueblo de la Extremadura preterida.


En un pueblo como Salvaleón, que honra al profesor Serrano Mangas vinculando a su nombre un colegio, un archivo y su casa de cultura.


La Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste (que es más de la UE que Bruselas) le recuerda convocando el premio de investigación a través de tesis doctorales ‘Fernando Serrano Mangas’, “con el propósito de fomentar y apoyar las creaciones científicas relacionadas con el ámbito europeo e iberoamericano”.


La Junta de Extremadura, sin embargo, se olvida de él cuando concede las medallas de la región. En este apartado es como si Fernando nunca hubiese existido. No le publicó su imponente libro ‘El secreto de los Peñaranda’, en el que Fernando Serrano Mangas dejó claro como el agua quién, cuándo y el porqué emparedó en el doblao (vulgo desván) de una casa del llano de la Virgen los once textos, hallados en 1992, que integran ‘La Biblioteca de Barcarrota’, entre los que brilla con la luz de un gran diamante una edición, hasta entonces desconocida, de ‘La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades’.


Fernando tuvo en sus manos esas joyas, esos once textos, cuando ni la Junta de Extremadura sabía que existían y antes de que las mentes más preclaras de las de Madrid buscasen sin éxito una explicación a la procedencia de los libros.


Descubrir su origen, ponerle nombre y apellido a su propietario, establecer la época en la que fueron emparedados y dejarlo todo por escrito, negro sobre blanco, no fue suficiente para que la Junta publicase ‘El secreto de los Peñaranda’. Fernando se vio obligado a salir fuera de la región, cosa muy rara, pues ya se sabe que los extremeños nunca necesitan emigrar para vivir o triunfar, para que se publicase, en el año 2003, su extraordinaria obra.


Por entonces, la Junta, liderada por el presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra recurría a expertos ajenos a Extremadura, como el profesor y académico Francisco Rico, para aclarar el misterio de los libros emparedados durante 400 años en un doblao de Barcarrota. Rico atribuyó el emparedamiento a “un librero irresoluto e ignorante”. Fernando Serrano rebatió esta peregrina afirmación, de dudoso gusto intelectual, demostrando que no había sido “un librero irresoluto e ignorante” quien escondió los libros, sino un médico judío, natural de Llerena (EU), población que le ha dedicado una calle, y vecino de Barcarrota llamado Francisco de Peñaranda.


Unos años después, en el 2010, haciendo gala de su nobleza y generosidad, Fernando, a través de la Biblioteca de Extremadura, que entonces dirigía el novelista Justo Vila, le regaló a la Junta, a la sazón ya presidida por Guillermo Fernández Vara, un libro, una joya bibliográfica, un tesoro, un ejemplar de la edición príncipe de 'El Romancero del Cid', editado en Lisboa en 1605. Es uno de los tres ejemplares que se conocen de esa fecha, anterior a la edición más difundida, de 1611. Uno de esos tres libros pertenece a la Universidad de Harvard; otro desapareció en Portugal; el tercero está en la Biblioteca de Extremadura gracias a Fernando Serrano Mangas.


‘El Lazarillo’ y los demás textos de ‘La Biblioteca de Barcarrota’ y esa edición príncipe de 'El Romancero del Cid' forman parte del tesoro de la Biblioteca Regional de la Junta de Extremadura. Un tesoro estrechamente vinculado a Fernando Serrano Mangas, al que el Gobierno regional extremeño, tan pródigo en el reparto de condecoraciones a quienes le cantan o le bailan el agua, nunca ha concedido la medalla de Extremadura. Creo que es de justicia saldar esa deuda. No hay excusa posible. Vara le concedió en el 2018 esa misma condecoración al pintor Jaime de Jaraíz, fallecido once años antes.


También estamos en deuda con Fernando, con Carmen, su viuda, y con sus hijas y demás familiares, quienes hemos nacido o vivimos en Barcarrota. El pueblo le debe al menos una calle al profesor Fernando Serrano Mangas, que nació y vivió en Salvaleón y se desvivió por Barcarrota, donde estudió el Bachillerato, donde investigó y donde sacó a la luz la extraordinaria peripecia histórica de ‘El Lazarillo’ y de sus diez compañeros de cautiverio. Afortunadamente son más de uno los porrineros muy relacionados con Barcarrota, pero pocos, si es que hay alguno más, se han vinculado a este municipio con tanta intensidad y con tan gran repercusión como Fernando Serrano Mangas, cuyo nombre debe, más pronto que tarde, darle nombre a un tramo urbano de la carretera EX-320, el cordón umbilical que comparten Barcarrota y Salvaleón. Además de una carretera, la EX-320, que tantas veces recorrió el descubridor del secreto de los Peñaranda, debe ser la avenida de Fernando Serrano Mangas.


Espero que algún día lo sea y que yo pueda contárselo a mi amigo Fernando mientras bajo la cuesta de la EX-320, seguramente por el otro lado, desde el alto de Paniagua, en dirección al arroyo de los Linos. Lo más probable es que lo celebremos después en el café bar Centro, de Salvaleón, con sendas copas de mosto y aceitunas machás (vulgo, machadas, machacadas y hasta maltratadas) como siempre le gustó hacer a Fernando, para quien si no había aceitunas machás, no había mosto (vulgo Salobreña) ni necesidad alguna de celebración.



sábado, 13 de julio de 2019

Sexo en el deporte y en el Ejército


José Joaquín Rodríguez Lara


El deporte femenino está de moda. Cada día se habla más de él, pero no creo que exista. No considero que el deporte tenga sexo. Lo tienen quienes lo practican.


Supongo que en cualquier competición deportiva hay tantas relaciones sexuales como fuera de ella; pero todo indica que los Juegos Olímpicos arrasan en este apartado.


En los Juegos se distribuyen muchísimos más preservativos que medallas. Tanto y tanto látex se pone a disposición de quienes compiten que, además de una representación de los cinco continentes clásicos, los aros de la bandera olímpica también parecen un surtido de condones de colores.


Es normal que se hable poco del sexo entre deportistas, pues aunque tengan lugar en instalaciones públicas, como las villas olímpicas, y durante el desarrollo de competiciones oficiales, las prácticas sexuales, 
salvo que exista delito, pertenecen a la esfera privada de las personas y no hay obligación de hacerlas públicas ni derecho a fiscalizarlas.


Lo que no me parece normal es que se hable de fútbol femenino, de tenis femenino, de baloncesto femenino, de ciclismo femenino... El deporte no tiene sexo. No es ni femenino ni masculino; su género es epiceno.


El fútbol es el mismo deporte lo practiquen mujeres u hombres. Y lo mismo ocurre con el baloncesto, el balonmano, el tenis, el golf... El sexo no está en el deporte, sino en la competición, en las ligas, en los campeonatos, en los torneos...  Y sobre todo y por encima de todo: ¡en las clasificaciones!


Es decir, no existe el Mundial de Fútbol Femenino, sino el Mundial Femenino de Fútbol. En este y en otros muchos casos, el orden de los factores sí altera el producto. No es lo mismo dormir en la calle de en medio que en el medio de la calle. Ni ser un viejo chocho que un... viejo.


Cambian las competiciones, que se reservan para hombres o para mujeres, pero no las reglas del deporte que, en esencia, son idénticas tanto para un sexo como para el otro.


Y si esto es así en deportes en los que hombres y mujeres compiten por separado, ¿qué puede decirse en aquellos como la equitación, el motociclismo o las carreras populares en los que se enfrentan entre sí personas de uno u otro sexo?


Cuando hay una mujer sobre una moto compitiendo con hombres en un gran premio, ese motociclismo ¿qué es, masculino o femenino? La primera mujer que llega a la meta en una San Silvestre, ¿sólo le ha ganado a todas las demás mujeres o también ha vencido a los hombres que llegan detrás de ella? ¿Y acaso hay diferencias drásticas entre el deporte que practican unas y otros o esas diferencias no existe y, en todo caso, se limitan a la clasificación, cuando se hace por sexos y no simplemente por tiempos?


Si de verdad se pretende luchar contra las barreras sociales interpuestas artificialmente entre mujeres y hombres, ¿no sería más eficaz derrumbar las alambradas segregadoras en todas aquellas actividades en las que los hombres y las mujeres puedan participar sin que exista ventaja o desventaja por razón de sexo? ¿No es la igualdad de derechos la mejor fórmula para luchar contra la desigualdad?


Especialmente en el deporte que, al fin de cuentas, es un juego.

 

Mucho más serias, por sus riesgos y consecuencias, son las fuerzas y cuerpos de seguridad y las instituciones militares y miles de mujeres, no sólo empuñan las armas sino que algunas alcanzan el más alto tramo de su escala profesional, como acaba de ocurrir con  Patricia Ortega García, que nació en Madrid hace 56 años y es la primera mujer que asciende a general del Ejército de España. 


¿Se ha creado ya un apartado especial en el escalafón militar para 'clasificar' a la general Ortega o quedará encuadrada con los demás generales con su correspondiente antigüedad y méritos de instrucción? ¿Se esperará a que ascienda a teniente general para crearlo? ¿Vamos a tener un Ejército femenino, integrado por soldadas, sargentas, alferezas, tenientas, capitanas, comandantas, coronelas y generalas? Espero que no; deseo que todo el Ejército español juegue en la misma liga, con personas relevantes por su capacidad y no por su sexo.


En fin, la felicito, señora Ortega, y me cuadro ante su estrella de cuatro puntas, mi general.


domingo, 30 de junio de 2019

- Las palabras son radiografías del pensamiento.
No lo muestran todo,
pero alumbran lo esencial.


martes, 18 de junio de 2019

Náufragos


José Joaquín Rodríguez Lara


Tan iguales, tan distintos,
somos luz y somos viento,
dos latidos que se buscan
en la sombra de los sueños,
que, sin dedos, se acarician,
que se hablan con silencios.
Tan distintos, tan iguales,
náufragos de un mismo anhelo.


(De mi poemario 'Poemas sin libreto')


martes, 11 de junio de 2019

lunes, 20 de mayo de 2019

Cartas entre Juancho y la duquesa


José Joaquín Rodríguez Lara


Cáceres, 20 de mayo y nublado.


Admirada duquesa de Aveiro:


Señora, disculpe la osadía de pretender enjugar en su pecho el pesar que me causa la pérdida de nuestro común amigo don Juan José Viola Cardoso.


Tan pronto como hemos dejado a Juancho en el cacereño camposanto de Sierra de Fuentes, al cuidado de su madre, que le esperaba desde hacía años, mis ojos se han elevado al cielo. La buscaban precisamente a usted. Pero un toldo de nubes deshilachadas arropaba los llanos de Cáceres durante esta mañana de estufa fría y no la he encontrado.


Al no haberla visto ni en la iglesia de San Mateo ni tampoco en el cementerio sierrafuenteño, he buscado su sereno rostro en mi memoria. Y no sólo como remedio para el desconsuelo. También como humilde homenaje al amigo y al caballero que se nos va.


Bien sé, señora duquesa, que a usted le duele tanto o más que a mí la marcha de Juancho. Y tiene usted fundadas razones para ello. A fin de cuentas, es usted, señora duquesa de Aveiro, letra de la letra y carne de la carne de nuestro común amigo.


En el funeral de Juancho he visto, y hasta he saludado, a más de un personaje. Usted no estaba entre ellos porque usted, admirada duquesa, no es un personaje, usted es una persona.


Lo descubrí mientras editaba las cartas que, una semana tras otra, le enviaba Juancho. Aquella tarea laboral fue muy enriquecedora para mí. A través de las 'Cartas a la Duquesa de Aveiro' la encontré a usted y logré conocer profundamente a nuestro amigo Juancho.


Con qué facilidad enlazaba el refinamiento y la elegancia de los salones con la autenticidad y la rústica galanura de la gente del campo. Juancho hizo de la amistad un templo y de la conversación una religión. Frecuentó a nobles y a plebeyos, a vaqueros y a banqueros, y con todos supo tener el trato adecuado en cada situación. Fue un hombre tan risueño en la amistad como serio en los compromisos.


Y le gustaban los teckels, como a mí. Cuando Sali (en realidad se llamaba Salima), mi segunda téckel, salió en celo, la llevamos a Cáceres para cruzarla con el téckel del consul de Portugal, cargo y sobrenombre que ha acompañado a Juacho hasta el nicho de Sierra de Fuentes. Así conocí a nuestro amigo: emparejando teckels.


Después, todo fue muy sencillo: hablábamos, nos reuníamos para comer, nos pasábamos textos literarios... Me pidió un téckel y se lo di; él me regaló un burro entero que lleva años oteando el Norte desde el alto mirador de Los Cañuelos, a los pies del castillo de Salvatierra de los Barros. Se llama Roberto, pero le llamamos Bertín porque Roberto nos parece inapropiado para un ser tan noble y cariñoso.


Muchas veces conversé con Juancho sobre usted, admirable señora. Tenía él un cierto pudor al hablar de la Duquesa de Aveiro, de como se le había aparecido en el campo, en la espesura del ramaje, allí donde la intimidad de la naturaleza se hace pasión y misterio. Él la apreciaba mucho, señora, y yo me impregné de ese afecto sin haberla visto más que a través de los visillos de 'Cartas a la Duquesa de Aveiro'.


Me gustaría haberla conocido personalmente, palpar la dulzura de su voz, aspirar el perfume de sus cabellos, oírla cabalgar por las cañadas... Cualquier cosa que me convenciese de que es usted un sueño, encantador, pero sólo un sueño, imaginación de la imaginación de Juan José Viola Cardoso, conversador, cazador, escritor, cónsul de Portugal en Cáceres, brote de la tierra trasplantado a los salones, amigo, creador de mitos, experto en lobos, en veredas y en pastores, enamorado del pinar de Jola, la joya de la corona, hombre cabal, siempre fronterizo, haciendo camino entre España y Portugal, un hidalgo de ley entre la nobleza y el surco.


Creo que así era Juancho e imagino que, al otro lado de los celajes, así será usted, admirada señora.


Si cuando cabalgue por los campos vuelve usted a encontrarse con Juancho, dígale, por favor, que sigo a su disposición para editar cuantas cartas le escriba. Siempre será un honor hacer de cartero entre el amigo Juancho Viola y la admirable Duquesa de Aveiro.




domingo, 19 de mayo de 2019

Vara, el hombre de estado y el estado de Extremadura


José Joaquín Rodríguez Lara


Muerto el burro, la cebá(da) al rabo, dicho que explica la acendrada actitud hispana de restringir los honores y reconocimientos hasta el fallecimiento de la persona destinataria de los mismos, para que no pueda disfrutarlos en vida.

Es lo que están haciendo Pedro Sánchez, Guillermo Fernandez Vara y el Partido Socialista en general con Alfredo Pérez Rubalcaba, que en los últimos años de su vida fue tratado por los dirigentes socialistas poco menos que como un apestado -tanto él como la mayoría de sus colaboradores fueron excluidos de los salones políticos de Pedro Sánchez- y tras su muerte está siendo glorificado como el gran hombre de estado de este país, una suerte de Winston Churchill de secano.

No niego que le prestase servicios al Estado, pero Rubalcaba ha sido el típico español que ha hecho de la política un oficio viviendo durante décadas y décadas de cargos y más cargos.

El hecho de que no llegase a ser presidente no le exime de responsabilidad, pues estuvo en el puente de mando cuando el PSOE cayó en desvaríos tan poco 'estatales' como alentar el independentismo catalán a través del presidente José Luis Rodríguez Zapatero; o tan poco 'obreros' como despojar a los trabajadores españoles de derechos que les había concedido el dictador Francisco Franco Bahamonde, bajando, por ejemplo, las indemnizaciones por despido de 45 días a 20. Y ¿para qué vamos a hablar de la lucha contra el terrorismo, en general, y el de ETA en particular?

¡A los muertos, tierra!, se dice. Póngale usted a esa tierra el color y la textura que mejor le cuadre. Pero cuando, en vez de darles sepultura, a los muertos se les usa para sentarse en sus rodillas utilizándolos como si fuesen cadáveres disfrazados de Papa Noel con el fin de dar mítines en las salas de las instituciones, es difícil que el espectáculo pase desapercibido.

Asegura Guillermo Fernández Vara que Rubalcaba fue un gran amigo suyo, que hablaban todas las semanas, que se veían a menudo y que tenían previsto cerrar juntos la campaña electoral en Olivenza, como acostumbra a hacer el mascarón de proa de los socialistas extremeños.

No me sorprende esa amistad ni me extrañan esas relaciones ni tampoco ese dueto en el final de campaña. Lo que me asombra es que, habiendo tenido el presidente Vara un amigo con la clarividencia política de un hombre de estado, como se dice que fue Rubalcaba, y con el enorme poder y la influencia sobre el propio Estado de un hombre que saltaba de cargo a cargo y seguía en el Gobierno porque para eso era Rubalcaba, Extremadura esté como está, a la cola de las estadísticas buenas y en cabeza de la malas.

¿Agarrarse al sillón para que ni el paro ni la emigración te echen del cargo es lo único que Rubalcaba, ese hombre de estado, le ha enseñado a Vara? ¿En qué gloriosa estadística extremeña han quedado reflejadas esas conversaciones, esas reuniones y esas visitas de Rubalcaba?

¿O es que Vara, pudiente por su casa, cree que no hay pobreza en Extremadura? La hay, ¡vaya si la hay! Hay muchísimas necesidades en la región que gobierna Vara. 

En el croquis de España, Extremadura es como el segmento de cola de un cohete espacial: proporciona el combustible, aporta empuje y aunque da la impresión de que despega y sube, en realidad muy pronto se separa del resto de la nave patria y, cumplida su misión de aportar votos, mano de obra y oxígeno limpio, se desengancha y en vez de subir cae, estando cada día más lejos del resto del cohete.

Y si me asombra que Extremadura esté cada vez más alejada del módulo de mando, a pesar de que Vara ha tenido un amigo como Rubalcaba, me aterra lo que puede ocurrirle a esta región ahora que, desgraciadamente, el fallecido ya no puede cerrar la campaña electoral en Olivenza.

Después de muerto, al Cid Campeador lo subieron a Babieca, su caballo, para que ganase una ultima batalla. Con Rubalcaba no ha ocurrido lo mismo. En este caso da la impresión de que es Babieca quien se ha encaramado sobre el difunto para blandir la Tizona en la batalla electoral.

Pobre Extremadura, tan lejos de la justicia y del socialismo y tan cerca de la caridad y de la ONG que preside don Guillermo Fernández Vara.


lunes, 6 de mayo de 2019

Susurro de los silencios


José Joaquín Rodríguez Lara


Cuchillos de felicidad,
cristales afilados por la urgencia,
abren surcos en mis ojos
para sembrarlos de ti,
semilla de los instantes,
susurro de los silencios. 


(De mi poemario 'Poemas sin libreto')


lunes, 15 de abril de 2019

Y de merendilla, golondrinas



José Joaquín Rodríguez Lara



La tercera cosa más rara que he comido a lo largo de mi vida, después de unos garbanzos con bacalao que nos hizo para cenar Diego Bardón, y de carne de vaca argentina envasada durante 25 años en latas, que nos daban durante las maniobras en la mili, ha sido la golondrina.


Tendría yo 7 u 8 años, las golondrinas se empeñaban en anidar en la cocheara de la cosechadora, en el cortijo de la finca La Cocosa, entre Badajoz y Valverde de Leganés.


Me entretenía entonces ayudando, en lo que podía, al carpintero de la finca, Enrique, por mal nombre Mentirola. Él me enseñó a cazar codornices con reclamo y golondrinas con soga. En las tardes de primavera íbamos a la cochera, cerrábamos bien todas las puertas y ventanas y empezábamos a girar en el aire, como si las golondrinas jugasen a la comba, las dos sogas que colgaban de techo para facilitar el montaje y desmontaje de las piezas de la cosechadora.


Pero a las golondrinas no les gustaba jugar a la comba. Todo lo contrario: se asustaban muchísimo y volaban con pavor hasta que una de las sogas las alcanzaban y caían al suelo muertas o heridas.


Cuando ya teníamos cuatro o cinco en los bolsillos, regresábamos a la carpintería y, valiéndonos del carbón y de unas virutas, prendíamos la fragua portátil en las que se ponían al rojo las hojas rotas de la sierra para soldarlas, y asábamos las golondrinas sobre las ascuas.


A mí me correspondía pelar los pájaros y avivar el fuego haciendo girar la manivela de aventador, que es el mejor soplillo que se ha inventado. El maestro, Enrique, abría los cuerpecillos de las golondrinas, les sacaba las entrañas y nos las comíamos a medias. 


Sin pan y con algún trago de vino, en el caso del maestro, pues a mí nunca me dejó probarlo. Al menos no recuerdo que lo hiciese, pero como todo ocurrió durante la década de los años 60 del siglo pasado, puede que se me escape algún detalle.


Sabía yo por entonces que las golondrinas son pájaros sagrados porque le quitaron la corona de espinas a Cristo, pero mi devoción hacia ellas aumentó cuando descubrí que, además, podían paliar la ausencia de chocolate y de otros manjares propios de las merendillas, así que jamas sentí escrúpulos ni cargos de conciencia por cazarlas, asarlas y comérmelas.


¿A qué saben las sagradas golondrinas cocinadas sobre carbones y virutas de carpintería?


A carne fresca recién asada. Están muy buenas.


viernes, 29 de marzo de 2019


A Vergeles le crecen los enanos


José Joaquín Rodríguez Lara


El doctor José María Vergeles Blanca, consejero de Sanidad y Políticas Sociales de la Junta de Extremadura, pone un circo y se le abrasa la ambulancia.


¡Qué mal fario tiene este hombre! Ni que al nombrarle consejero le hubiesen mirado de soslayo. Empezó con mal pie, heredando una consejería que había sido gestionada durante cuatro años por el PP, en vez de heredar su propia consejería, con su despacho, sus papeles y sus cosas en el armario, como hizo Guillermo Fernández Vara cuando era consejero.


Luego todo empezó a ir de bache en bache. Se descubrió, y fue noticia de repercusión nacional, que para Vergeles, retrasar la atención al paciente alargando la lista de espera, es una forma de ahorrar dinero. "Las listas son un instrumento que actúa sobre la oferta de recursos sanitarios, pero también pueden actuar sobre la demanda, al ser un mecanismo desincentivador en aquellos casos que el beneficio esperado es marginal y en los que el paciente dispone de recursos económicos suficientes para acceder al sector privado", dijo el consejero. Y se quedó tan pancho.


A Vergeles se le han echado los colegas, y hasta los no colegas, a la calle reclamándole no una cosa tan prosaica como es más dinero, sino algo que tiene mucho más valor que el oro: tiempo. Le piden tiempo. Quieren al menos diez minutos para atender a cada paciente.


También se ha caído el techo de Urgencias sobre las espaldas del consejero, mostrando su mala salud –la del techo- y reclamando, con urgencia, una pastilla o algo que repare su falta de calcio, de yeso o de atención.


Y por si fueran poca cosa la polémica y las acusaciones de actividades delictivas originadas por el servicio público de transporte sanitario, desde que Vergeles lo puso en manos de ‘Ambulancias Tenorio’, un furgón-ambulancia que llevaba a tres pacientes desde Badajoz a Madrid se ha calcinado en la autovía A-5 con cuatro personas dentro del vehículo, pues la conductora también tiene derecho a seguir viviendo.


Tan mala suerte tiene Vergeles que hasta se le cansa la Atención Primaria. El consejero de Sanidad y Políticas Sociales, José María Vergeles, considera que el servicio de Atención Primaria de Salud tiene “síntomas de fatiga” por haber estado “fuera del foco durante muchos años”. “No le hemos hecho mucho caso hasta que las medidas anticrisis han caído sobre sus hombros”, afirma Vergeles. “Una mala planificación nos ha dejado con falta de médicos de familia y la demanda nos come”, añade el infeliz.


Ignoro si es el diagnóstico del médico, el dictamen del consejero, el mitin del político o la observación del ciudadano Vergeles. Pero ya es mala suerte que la administración extremeña se ‘fatigue’ y que se caiga a cachos y que ardan las ambulancias como si fueran un vulgar vagón de ferrocarril.


¿No será señor Vergeles que la desventura le está saboteando sus buenas intenciones?


(Centésimo noveno artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 29 de marzo del año 2019.)

miércoles, 27 de marzo de 2019


Que pidan perdón los nietos de los conquistadores




José Joaquín Rodríguez Lara


Pedir perdón es una muestra de humildad, un reconocimiento de los errores cometidos y un gesto que evidencia grandeza de carácter.


Exigir que te pidan perdón es una demostración de soberbia, un exabrupto de arrogancia y un intento de humillar a quien se le exige que pida perdón.

Exigirle al jefe del Estado de un país que pida perdón por los presuntos abusos cometidos hace 500 años, como acaba de exigirle AMLO, también conocido como Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, a Felipe VI, rey de España, es un clara demostración de soberbia, de arrogancia y de total carencia de sentido común por parte del mandatario mexicano.

Porque ni el Rey ni los actuales gobernantes de España ni la ciudadanía española tienen culpa ni responsabilidad alguna por lo que ocurrió o dejó de ocurrir hace 500 años.

La España actual es muy diferente a la que conquistó América. El mundo entero es completamente distinto; la realidad mundial del siglo XXI es difícilmente equiparable a la que había en los siglos XV y XVI. Pretender medir y sancionar hechos del pasado con criterios actuales equivale a tergiversarlos haciéndolos pasar por el confesionario de la historia, como si el arrepentimiento fuese un jarabe que pudiera recetarse, en vez del resultado de un proceso interno en el que confluyen impulsos emotivos y sosegadas reflexiones.

Exigir que te pidan perdón y, por lo tanto, mostrar arrepentimiento, es tan ridículo como exigir amor. Se le pida al Rey de España o se les pida a los asesinos de ETA. Te pueden querer o no, pero exigir que te quieran es una estupidez sólo al alcance de personas devoradas por su egocentrismo.

Ni siquiera puede exigirse que un estado pida perdón a otro esgrimiendo principios éticos o morales. Las relaciones entre los estados no se basan ni en la moral ni en la ética. Se basan en acuerdos bilaterales o multilaterales, en la ley, en el derecho positivo. Y hace 500 años, el ordenamiento jurídico amparaba acciones, aunque sólo fuera por omisión, que actualmente no cuentan con ese beneplácito.

Pero, en cualquier caso, si alguien tuviese que pedir perdón por los abusos que se hubieran cometido durante la conquista de América tendrían que ser los descendientes de los conquistadores y de quienes les ayudaron a conquistarla. La Conquista fue una operación tan gigantesca que en modo alguno podría haberse llevado a cabo con una cifra ínfima de soldados desconocedores del terreno, mal pertrechados, a miles de kilómetros de su casa y en inferioridad de condiciones con respecto a los aborígenes del Nuevo Mundo.

Sin la ayuda de la ‘lengua’ Malinche, llamada también Doña Marina, como muestra de respeto e integración, nacida en lo que actualmente es el estado mexicano de Veracruz, y sin el apoyo de totonacas, de tlaxcaltecas y de otras tribus, ni Cortés, ni Pizarro, ni Valdivia, ni Alvarado, ni Hernando de Soto, ni Vasco Núñez de Balboa ni los demás descubridores, conquistadores y evangelizadores podrían haber llevado a cabo sus hazañas.

Si alguien debe cargar con la culpa de los abusos deben ser los descendientes directos de quienes los cometieron. Y tengo la impresión de que la mayoría de ellos están en América. Es más, para ser ecuánimes, es el presidente de México, como descendiente de españoles, quien debería pedirles perdón a las víctimas de tales abusos. ¿O es que el señor López Obrador, de origen cántabro, se considera la reencarnación de Moctezuma?


(Centésimo octavo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 27 de marzo del año 2019.)


miércoles, 20 de marzo de 2019


En Badajoz no madruga ni el Código de la Circulación


José Joaquín Rodríguez Lara



Tal vez por su pasado árabe, en Badajoz la noche dura más. A Ibn Marwan, el fundador de la ciudad, seguramente le gustaban las candelas y esa afición por las lamparillas continúa impresa en los genes pacenses.

Badajoz suele despertarse tarde. En realidad, Badajoz carece de motivos para madrugar. Casi no tiene industria y el campo le cae muy a trasmano, más allá de los pueblos. Así que la capital pacense, tan comercial y de servicios, abre los ojos cuando el comercio descorre las persianas.

Es entonces cuando termina la noche en la ciudad, como mínimo un par de horas después de que amanezca.

Que en Badajoz la noche dura más lo demuestran hasta las farolas de la avenida de José María Alcaraz y Alenda, que no es el callejón del gato, aunque lo parezca, sino una de las principales calles de la ciudad; tan principal que hasta tiene nombre de obispo. ¿Cuántas noches lleva a oscuras Alcaraz y Alenda? ¿Cinco, seis, ocho, diez? Ya he perdido la cuenta.

En las horas previas a que Badajoz despierte, los escasos peatones que caminan por esta avenida de Valdepasillas van de portal en portal, buscando la luz de un aplique que alumbre sus pasos como “los perdíos / en metá de la montaña”, que dice Luis Chamizo en sus versos, buscan “las majás” iluminadas por los relámpagos durante las noches de tormenta.

En Badajoz no madruga ni el Código de la Circulación, a pesar de que debe estar de guardia permanentemente. Antes de que abra el comercio, el taxista que sube por la calle Díaz Brito, asoma los morros, el suyo y el del taxi, y a pesar de que una señal lo prohíbe expresamente, gira a la izquierda, por la avenida de Villanueva, para llegar a la parada, cien metros más allá, en General Manuel Saavedra Palmeiro.

Y en esa misma avenida, entre El Corte Inglés y el restaurante Galaxia, hay quien profana la doble raya continua y realiza un espectacular giro de 180 grados con una perfección que para sí quisieran los ganadores del rali de la Vendimia. ¿Ha dejado en casa la cartera y vuelve a por ella? ¿Se le ha olvidado el dónut? Nada de eso. Se le ha olvidado el Código de la Circulación.

Lo mismo le pasa al repartidor de papel impreso que atraviesa los pasos de peatones a lomos de su moto, y sobre ella recorre las aceras para realizar sus deposiciones de tinta en portales y buzones. Va cargado de recomendaciones sobre el peligro que conlleva no respetar las normas de tráfico, pero no les hace caso.

Por no hablar de quien accede a la estación de autobuses, en la barriada de María Auxiliadora, por dirección prohibida, a través de la calle Isabel Gallardo Gómez, y de quien circula por una calle peatonal, Felipe Checa, en pleno centro de la ciudad tecleando su descaro sobre las baldosas del pavimento.

La normativa municipal pacense sobre la circulación en patinete y otros microvehículos de uso individual tambien está dormida. Pero lo suyo es algo especial: duerme el sueño de los justos. Está muerta.

¿Y por qué ocurre todo esto? Porque en Badajoz la noche dura más y la Policía Local no da abasto a denunciar tantos delitos contra la seguridad vial de personas que entran por una puerta del juzgado, si entran, y salen por otra. Y, por encima de cualquier otra causa, ocurre porque en Badajoz no hay una alcaldesa como Manuela Carmena, emperatriz de Madrid, que cual pavo real despliega el abanico de sus ocelos situando una cámara en cada punto estratégico del laberinto urbano capitalino.

Carmena no es policía, pero gracias a sus cámaras, sí es el terror de quienes conducen. Asusta hasta muy lejos de Madrid.


(Centésimo séptimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 20 de marzo del año 2019.)

martes, 19 de marzo de 2019

- No hay consuelo que al dolor asuste,
ni dolor que a la esperanza venza,
ni esperanza hay que de consuelo carezca.



La UME le gana la primera batalla al camalote


José Joaquín Rodríguez Lara


La UME (Unidad Militar de Emergencias) le ha prestado y le seguirá prestando a Extremadura un servicio impagable.


Gracias a esta unidad militar, un problema que parecía irresoluble y en el que, con el apoyo de la Unión Europea, se habían gastado muchos millones de euros, la erradicación del camalote que inundaba un tramo kilométrico del río Guadiana, parece estar resuelto. En todo mal pueden producirse recaídas, pero el Guadiana tiene ya otro semblante. No hay más que verlo.


Extremadura debe estar agradecida a la Unidad Militar de Emergencias que ha realizado un trabajo “espectacular”, según afirma la ministra de Defensa. Ese trabajo espectacular debería ser reconocido por la ciudadanía, que tanto se ha quejado por la invasión del camalote; reconocido también por las asociaciones ciudadanas, así como por las diferentes tribus políticas y, por supuesto, por las instituciones. Reconocido oficialmente. Porque de bien nacidos es ser agradecidos.


Se ha argumentado y se continuará argumentando, como ya ocurrió en el pleno del Ayuntamiento de Badajoz, que no hay que felicitar ni dedicar honores a quien cumple con su obligación haciendo bien su trabajo, pues entonces habría que erigirle monumentos a casi todo el mundo.


El argumento no puede ser más miserable, cegato e injusto. Por esa estúpida premisa no habría que celebrar los cumpleaños, ni aplaudir a toreros, actrices, deportistas y demás artistas, pues cuando hacen bien su trabajo se limitan a cumplir con su obligación.


Aplicando esa norma habría que borrar de las calles el nombre de médicos, escritores, dirigentes vecinales, vírgenes, santos, mártires y, por supuesto, de los políticos. Y no sólo de los políticos franquistas que, con tanto ahínco, persigue el presidente de la Diputación de Badajoz, sino también de los demócratas que –concedámosles el beneficio de la duda- se limitan a cumplir con su obligación haciendo bien su trabajo.


Hace 30 años, en 1989, cuando Juan Carlos Rodríguez Ibarra presidía la Junta, se le concedió la medalla de Extremadura, el máximo galardón regional, a Monserrat Caballé. La gran soprano española había cantado en el Teatro Romano de Mérida y, cumpliendo con su obligación, había hecho muy bien su trabajo, pero tuvo la mala pata de que tropezó y estuvo a punto de descalabrarse. Para calmarla no bastó con pagarle lo acordado; además se le concedió la medalla de Extremadura. Muy pocas personas que hayan actuado sobre la arena del principal escenario extremeño tienen esa distinción. Y ha habido actuaciones espectaculares. Tan espectaculares como el trabajo realizado por la UME en el drama, casi tragedia, del camalote.


Los méritos acumulados por la Unidad Militar de Emergencias no residen en que haya cumplido con su obligación, que lo ha hecho, sino en que ha realizado un trabajo extraordinario, en que ha puesto solución a un problema que se había enquistado y en que puede decirse que le ha devuelto el río a la población y, a partir de ahora, el Guadiana es un poco más de todos y, especialmente, un poco más de la UME.


Así que, por si de algo sirve, desde aquí muestro mi agradecimiento personal a la Unidad Militar de Emergencias, desde el militar de menor rango, cuyo nombre no menciono porque lo desconozco, hasta el teniente general Miguel Alcañiz Comas, su general jefe. A través de este artículo ofrezco mi apoyo para que Extremadura reconozca con un gesto lo suficientemente importante, sólido y duradero el trabajo realizado por la UME, que le ha ganado la batalla, aunque sólo sea la primera, al camalote.


La guerra sigue dentro y fuera del río y tiene que ganarla Extremadura entera. Especialmente la Confederación Hidrográfica del Guadiana, responsable de la gestión de la cuenca, aunque a su presidente, Samuel Moraleda, no parezca preocuparle que el camalote invada el cauce del río.



(Centésimo sexto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 19 de marzo del año 2019.)

miércoles, 13 de marzo de 2019


El Bicho se come a Simeone


José Joaquín Rodríguez Lara


Cristiano Ronaldo, El Bicho, ha salido de la madriguera y se ha comido al Atlético de Madrid. Él solito ha despedazado a un Atlético mansito, sin garra. CR7 ha pasado por encima de Oblak, considerado el mejor portero del mundo; por encima del definido como mejor entramado defensivo de Europa; muy por encima del ‘príncipe’ Griezmann que, dijeron, comía en la misma mesa que Messi y CR7 y CR7 se ha comido al presunto comensal, y también por encima de Morata, que tiene clase pero la usa según qué días.


El nuevo ‘truco de sombrero’, que eso parece significar en ingles la manoseada expresión hat-trick, un collar de goles, ratifica a Cristiano como el mayor goleador de la Liga de Campeones. Cuenta que él sólo lleva más goles que todo el Atlético de Madrid junto. Demuestra, además, que todavía le queda mucho carrete frente a la portería contraria. Porque a pesar de la edad y marque o no marque, continúa echándose el equipo a la espalda y asustando a los rivales. Desde luego, a bemoles no le gana ni Simeone, un técnico que suele gestionar muy bien la inferioridad de su equipo y muy mal la superioridad. Y llegar al partido de vuelta con un 2 a 0 es tener superioridad, aunque enfrente esté Ronaldo.


Después de esté nuevo batacazo atlético, sólo superado por el del Real Madrid bajo las botas del Ajax, quizás vuelva a decirse que el fútbol le debe una Liga de Campeones a los colchoneros, pero la realidad dista mucho de darle fondo de veracidad a ese engaño. Si el fútbol le debe algo a alguien es a Messi, a Cristiano, a Buffon, a Cruyff, a Beckenbauer, a Gento, a Di Stéfano, a Puskás, a Paolo Maldini, a Ronaldo Luís Nazário de Lima, a Pelé, a Yashin, La Araña Negra, a Garrincha…


El Atlético ha llegado en tres ocasiones a la final de la Copa de Europa-Liga de Campeones y, por errores propios y aciertos ajenos, ninguna de las tres veces ha salido con el trofeo en las manos. Casi lo tocó, pero entre casi tocarlo y no llevárselo a casa hay un mundo y un metro de vitrina o más.


El envite de este martes en Turín no era sencillo. Enfrente no estaba la Juventus, estaba Cristiano Ronaldo al frente de la Juventus y basta con ver el ímpetu del portugués para convencerse de que el fútbol es fútbol, que dijo Boškov. Todo lo demás son excusas de mal perdedor.


(Centésimo quinto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 13 de marzo del año 2019.)




martes, 12 de marzo de 2019


En Salvatierra de los Barros nunca hubiera pasado


José Joaquín Rodríguez Lara


Badajoz, 20:30 horas del martes, día 12 de marzo.


A las numerosas personas que en ese momento están en Valdepasillas, barrio de la capital pacense, las sacan a la calle o las paran sobre la aceras las insistentes sirenas y los destellos luminosos de las luces de emergencia.


Al menos cuatro vehículos de los bomberos -tres camiones, alguno de gran tamaño, y una furgoneta todo terreno-, así como dos vehículos de la Policía Local avanzan por la avenida Godofredo Ortega y Muñoz. Van buscando un incendio, pero no ven fuego ni humo y pasan de largo, dejando atrás el lugar en el que se requiere su presencia.

 

Una vez que retroceden y cuando ya se disponían a desplegar escalas y a tirar de mangueras descubren lo que pasa: en la cocina de un piso de la planta quinta, en el número 21 de la avenida que honra a uno de los más grandes pintores extremeños, han estado friendo pescado. Para eliminar el mal olor, han prendido una vela aromática y la han dejado arder en la cocina.

 

La familia ha salido de la vivienda y un vecino, alarmado por el resplandor de la vela, sin ver el diminuto tamaño de la llama, ha llamado al piso. Como estaba vacío en ese momento y nadie le ha respondido, su alarma ha subido de tono y ha avisado a los bomberos que rápidamente han llegado al lugar de los hechos, lo mismo que la Policía y muchas personas.


Todo el mundo se ha llevado un feliz chasco: ¡falsa alarma! ¡No hay incendio! Y así, poco a poco, la calle ha quedado despejada.


En Salvatierra de los Barros, provincia de Badajoz, nunca hubiese pasado una cosa así. En Salvatierra no causa alarma el resplandor de las velas. ¡Ni siquiera de las velas aromáticas!

 

Los habitantes de Salvatierra están requeteacostumbrados a la luz mortecina de las velas. El suministro de energía eléctrica se corta en Salvatierra de los Barros con una frecuencia inusitada sin que ni a Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta, ni a Miguel Ángel Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz, se les caiga la cara de vergüenza por gobernar una una región y una provincia en la que hay pueblos, como Salvatierra, con un suministro eléctrico tercermundista.

 

Y todo esto ocurre en una región que exporta energía eléctrica para que Madrid y otras grandes ciudades se alumbren divinamente.

 

Los habitantes de Salvatierra están tan acostumbraos a las velas como a votar una vez y otra sin que los políticos que se amamantan con el dinero público les solucionen su gravísimo problema.


En Salvatierra se confía muchísimo más en las velas que en los Vara y Gallardo. Así que el resplandor de una vela nunca causará alarma en Salvatierra.


Lo que alarmaría a sus habitantes es que las bombillas iluminasen correctamente durante un día entero. Aunque sólo fuese un día.