viernes, 20 de septiembre de 2019

Menos mal que aún tenemos a Unidas Podemos


José Joaquín Rodríguez Lara


Es inconcebible que se demonice la repetición de las elecciones. Votar no es vergonzoso ni perjudicial ni peligroso; votar es el mayor gesto democrático que se puede realizar.

El electorado no tiene la culpa de que de las urnas no salga un gobierno fuerte. La culpa es de los políticos que hicieron leyes, manifiestamente mejorables, que lo impiden y de quienes se atrincheran en ellas para garantizarse privilegios a los que no tiene acceso el resto de la ciudadanía.

Tenemos los políticos que nos merecemos. Pero no porque los elijamos, pues se eligen entre ellos, en sus sanedrines y comités de poder, sino porque consentimos sus tropelías.

Pero hay que votar, aunque las urnas vomiten desanimo. Hay que votar porque el voto es el único derecho electoral que los partidos políticos aún no nos han robado. Aunque ganas no le faltan. Por eso consideran un horror que se repitan las elecciones y lo pregonan desde sus púlpitos y a través de sus voceros asociados.

Votar no es perverso. La perversión está en mandar desde el engaño. Se repite una y otra vez que Pedro Sánchez tiene derecho a formar gobierno y eso es mentira. Lo que da derecho a gobernar no es ser el líder del partido más votado, sino ser el político que aglutina en torno a su programa de gobierno más apoyos que rechazos. Y ese no es el caso de Sánchez. Su empecinamiento en ser investido sin reunir los apoyos necesarios para ello es  más propio de un niño malcriado, de un dictadorzuelo, que de un político con sentido el Estado.

Es muchísimo más razonable la postura de Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos. Iglesias se ha mostrado dispuesto a facilitar la formación de un gobierno presidido por Pedro Sánchez siempre y cuando Unidas Podemos forme parte de ese gabinete. Y eso es lo normal. Hay que estar a las duras y a las maduras. Si quieres gobernar a mi costa tienes que darme a cambio una cota proporcional de poder. ¿Quién pone la tercera parte del capital de una empresa sin exigir sentarse en su consejo de administración?

Los independentistas, nacionalistas, regionalistas y representantes de anchoas saben muy bien que la cesión de poder tiene su precio y lo cobran, en dinero contante y sonante o en competencias. ¿Por qué Pedro Sánchez está dispuesto a comprar el poder y no acepta compartirlo? La respuesta es sencilla: el poder es 'suyo' y el dinero es de los españoles. No le importa como lo gasta. Pero eso sí, que no le toquen ni una tuerca al avión oficial que el avión es su juguete.

Pablo Iglesias ha sido el único político que no ha sucumbido a los cantos de sirena de Sánchez. Cierto es que Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (Ciudadanos) le han dicho rotundamente no a Pedro Sánchez, pero hay una gran diferencia: a cambio de sus abstención, el líder del PSOE no les ha ofrecido nada a Casado y a Rivera. Y a Iglesias, sí. A Iglesias le ha ofrecido baratijas, según el líder de Podemos, pero menos es nada y nada sacarían Casado y Rivera si hubiesen aceptado abstenerse para que gobernara Sánchez.

Así que volvamos a las urnas. Votemos, que es muy sano. Demos nuestro apoyo y mostremos nuestra repulsa a quienes consideremos oportuno. Es nuestro deber, es nuestro derecho y es el temor de todos los partidos. Votemos sin congoja ni vergüenza. A fin de cuentas, lo peor que puede pasar es que nos quedemos como estamos. Y de estar como estamos ya sabemos más que los ratones coloraos.

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