miércoles, 27 de marzo de 2013

martes, 26 de marzo de 2013

- Lo mismo que la composición química y el grado de humedad que hay en el suelo se refleja en lo que crece sobre él,
los peinados anuncian las ideas

que bullen bajo los cabellos.


Nunca hubo tanta cabeza despeinada 

como ahora;
sobre todo si se las compara con los peinados imperantes
en España a mediados del siglo XX.  


Aquellos marciales cortes de cabello,
aquella gomina imperecedera y aquellos peinados
hacia atrás 
que convertían la frente

en paredones
confirman, sin la menor duda, que al peine
se le encarga la alta misión
de hacerle renglones a la cabeza
para que no podamos escribir fuera del sistema.


domingo, 24 de marzo de 2013

FASES.- 


Admiración:     Su seguidor


Devoción:          Súper seguidor


Adoración:        Su perseguidor


viernes, 22 de marzo de 2013

- España es un país -o al menos lo era- en el que el PIB
que genera la delincuencia
supera al PIB que es generado por la honradez.



- La gente honrada que se niega a entrar en política
le abre la puerta de la política a los delincuentes.


miércoles, 20 de marzo de 2013

- Todas las personas somos indígenas;
 es decir, originarias de un lugar o de otro.
Llamar indígenas solamente a las personas
que no son caucásicas y hacerlo sin mencionar su nacionalidad, su país,
porque han nacido en África, 

en Latinoamérica, en una reserva norteamericana o en Oceanía
es racismo.
Incluso cuando no es un racismo consciente y voluntario
 y, por lo tanto, no pasa de ser una xenofobia larvaria,
 siempre será racismo y, por ello, abominable.


lunes, 18 de marzo de 2013

- Se empieza comprando caro lo que no se necesita
y se termina pagando muy caro lo que no se logra vender. 
Le llaman crisis, pero es una locura circular.

viernes, 15 de marzo de 2013


Amarte después de amarte (6)


Hace un segundo yo te amaba
con la rabiosa furia del deseo,
y ahora tan sólo te deseo
con el amor que para ti guardaba.


Amarte fue lo que no esperaba,
mas después de ganarme tu jadeo
es tu deleite mi mayor trofeo
y la derrota que necesitaba.


Ahora le pondré al corazón
una aldaba, tan leal y firme
que al arrope de tu boca ceda


y de tal acero que ni yo pueda
hacer de carcelero ni sentirme
prisionero de tu desatención.

(De mi poemario ‘La ausencia que te nombra’)



martes, 12 de marzo de 2013

El código de rayas


José Joaquín Rodríguez Lara


En el crujir de dientes que está causando esta crisis, no pocas voces se lamentan de que España pierda toda una generación de jóvenes -la generación mejor preparada de la historia, dicen-, que tendrá sus primeras experiencias laborales, si es que llega a tenerlas, a una edad en la que ya debería estar transmitiéndoselas a la siguiente generación.

El mundo, la vida, es un sistema de ruedas dentadas y cuando, por la razón que fuere, una rueda pierde dientes, también pierde capacidad para transmitirle el movimiento y, por consiguiente, la evolución al resto del engranaje. Son los años negros, etapas en las que la sociedad no avanza y en las que, no pocas veces, hasta retrocede. En la historia hay bastantes periodos de este tipo.

Se habla de una generación de jóvenes sin empleo, sin experiencia laboral, sin cotización a la Seguridad Social, sin salidas, sin horizonte, sin protagonismo... El panorama resulta ciertamente desgarrador. Para todos.

Y encima, se ríen.
Pocas veces se tiene en cuenta, sin embargo, que este país va a perder toda una generación de jóvenes sin futuro porque ya se había encontrado con varias generaciones de empresarios sin escrúpulos y de políticos sinvergüenzas. El fenómeno empezó a ocurrir dos décadas antes de que estallara la actual crisis económica, durante los años de las vacas gordas, cuando miles de patronos y de ejecutivos -grandes, medianos y pequeños- cambiaron las reglas del juego, perdieron estilo, se ciscaron en su honorabilidad y pasaron en un pispás de producir bienes y servicios a especular con ellos para alterar el precio de las cosas y enriquecerse sin necesidad de producir. Ocurrió y sigue ocurriendo en todos los sectores económicos, si bien algunos resultaron más rentables que otros. Se pasó de la gerencia patronal a la injerencia empresarial, de la producción a la especulación, de generar riqueza a absorberla, anteponiendo la subvención a cualquier inversión, de pagar impuestos y hasta de intentar eludirlos a cobrárselos, a hacérselos pagar con premeditación y alevosía, a la administración pública, inventando empresas fantasmas y facturas falsas para convertir el dinero público, el patrimonio de todos, en un lucrativo negocio privado. Nunca había sido tan fácil robarle a todos con la complicidad de tantos.

Fue la edad dorada del pelotazo, el paraíso de gentes con poder y sin conciencia que amasó fortunas de la noche a la mañana gracias a una confidencia, a una amistad, a un puesto clave o, directamente, a una estudiada política de sobornos. El mundo de las empresas entró en ebullición, surgían y desaparecían como por ensalmo,  ya habían dejado de lucir nombres de vírgenes, de santos y de familias con apellidos y generaciones de tradición empresarial para camuflarse detrás de siglas y de rótulos en inglés, más difíciles de memorizar, que tienen la misma finalidad que las rayas en un rebaño de cebras: causar confusión.

A veces, la Justicia desenvaina el Código Penal, entra en la manada del código de rayas y alguna cebra paga sus culpas. Pero son tan pocas las condenadas que ni cambia el paisaje ni tampoco la conducta del rebaño. 




sábado, 9 de marzo de 2013


¿Está Gila? ¡Qué se ponga!


José Joaquín Rodríguez Lara



El hombre es el único animal que no sólo es capaz de matar a un semejante sin motivo ni necesidad, sino que, además, levanta monolitos para recordarlo. Un monumental monolito o todo un sistema métrico decimal: el meteorito que estalló recientemente sobre Rusia medía 17 metros y liberó una energía equivalente a 30 bombas como la que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima. 

No lo digo yo, lo dice el sistema bélico decimal. 

Pues eso no es nada: el asteroide que cayó al norte de la península mexicana de Yukatán medía 15 kilómetros de diámetro y desparramó sobre el planeta Tierra una fuerza mil millones de veces más potente que la bomba atómica de Hiroshima. Imagínese como no sería la explosión, que ocurrió hace más de 65 millones de años y todavía retumba. Sobre todo en Hiroshima.

Gila: https://www.youtube.com/watch?v=TcP6cQy7YT
Así que ya lo ve usted, la maldita bomba de Hiroshima es la vara de medir las desgracias que caen del cielo. Cuando concluya, si queda alguien en pie tendrá que dedicarse a calcular a cuántas bombas de Hiroshima equivale la crisis que nos ahoga, a la que no vimos venir porque nos la lanzaron desde el cielo los angelitos de la banca, de la política, de la construcción, del pelotazo... No será fácil hacer la cuenta, pues en las pantallas de las calculadoras no caben demasiados números y los parados, los negocios cerrados, la gente que se nos va, al extranjero y al más allá, y los millones que nos están robando necesitan escribirse con muchos, pero muchos, dígitos.

La crisis va a terminar con todo salvo, quizá, con quienes la han causado y con el humor y con la mala leche, esa antimateria de la alegría, de quienes la sufrimos. "En Cádiz ya no se baja la basura al contenedor", le oí decir no hace mucho tiempo a un gaditano. "Ahora la basura se sube al frigorífico". La necesidad, el hambre, se puede definir de muchas formas y esta es una de ellas. Si Miguel Gila pudiese descolgar el teléfono se pondría las botas.

Piedrahita: https://www.youtube.com/watch?v=uba-CEdi4_c
El genial humorista nos dejó buenos y muy disciplinados alumnos, pero ninguno llega a la altura del maestro, a pesar de que era más bien bajito. Entre todos los que conozco, me quedo con Luis Piedrahita, que como Gila es un español de pocas carnes que, sin embargo, derrocha ingenio, ternura y capacidad descriptiva.

Esto que digo quizá no venga mucho a cuento, pero me han entrado unas ganas enormes de decirlo porque el hombre es el único animal que no solo mata a sus semejantes sin motivo ni necesidad, sino que, además, hasta es capaz de hacer monologuitos con las tragedias propias y, sobre todo, con las ajenas. 

¿A cuántas bombas de Hiroshima equivaldrá la risa que generan en España las desgracias?


- España no es un país,
sino la discusión consiguiente a cualquier celebración familiar. 

Cataluña es la cuñada.


- El fracaso siempre arrastra un resplandor
de cadáver insepulto.


lunes, 4 de marzo de 2013


La política es cosa de todos


José Joaquín Rodríguez Lara


La imagen de los políticos españoles no está por los suelos, sino que se arrastra por debajo de él. Y la culpa no es del empedrado, sino de una legión de sinvergüenzas, embozados en la política, que han alcanzado ya la suficiente masa crítica para que la palabra político sea sinónimo de sinvergüenza, consiguiendo arrastrar al descrédito a los políticos decentes, que los hay, aunque sean menos de los necesarios.

Me considero una persona honrada y me indignan los sinvergüenzas, tengan coche oficial o sean chorizos de a pie, pero estoy convencido de que la política es un servicio noble, salvo cuando algunos navajeros la ejercen como un oficio vil.

Creo que las sociedades necesitan leyes y políticos, pero también tengo el convencimiento de que la ley tiene que estar al servicio de las personas, no de los cargos públicos ni de las instituciones, y de que la política debe ser un medio para mejorar la vida de los ciudadanos, no un fin para que mejore la vida de los políticos. Aspiro a que los políticos se interesen más por los problemas de la sociedad, y por los míos en particular, que por mi voto y por el de mis conpatriotas.

Creo que, en estos momentos, los ciudadanos necesitamos soluciones y no mítines. La política no consiste en convencer con declaraciones fuertes, sino en vencer con la fuerza de los hechos. No me sirven los discursos, exijo planes de actuación; no me mueven las descalificaciones del adversario, por ingeniosas que puedan parecer, exijo análisis y propuestas factibles y ajustadas a la situación; no me interesan las promesas, exijo realidades; no quiero un Gobierno que haga oposición ni una oposición empeñada continuamente en hacer de Gobierno, exijo que cada uno respete la decisión libremente expresada por el electorado en las urnas y la acepte en los términos que establece la práctica democrática. Cualquiera puede despotricar contra el adversario sin necesidad de ser político, pero, según y cuando, no todo el mundo tiene ni la capacidad ni la legitimidad jurídica para gestionar la administración pública de tal modo que sirva de la mejor forma posible al conjunto de los ciudadanos.

De una vez por todas, los políticos españoles deben dejar de jugar al baile de la silla y ocuparse de los problemas de la gente. El botón del poder les obliga a gestionar la realidad para solucionar los problemas de la ciudadanía, pero no les autoriza a diseñar el mundo a su antojo. Para eso, además del poder, se necesita la autorización, libremente expresada, de la mayoría de los ciudadanos.

La política es algo tan importante, es una cosa tan seria que no debe dejarse en manos de los políticos durante demasiado tiempo. Hay que limitar los mandatos de los cargos públicos, sean electivos o de libre designación; hay que ser más rigurosos a la hora de exigir responsabilidades tanto políticas como judiciales; y, sobre todo, hay que despertar el interés de la ciudadanía para que la política sea una actitud cívica general, no la vocación de algunos elegidos ni, por supuesto, el negocio de unos cuantos vivales.