miércoles, 31 de octubre de 2018


Extremadura sí que es una película de ciencia ficción, no Matrix


José Joaquín Rodríguez Lara


Cada vez estoy más convencido de que estoy equivocado.


No puede ser, es imposible, no debe estar en lo cierto el Partido Popular cuando Cristina Teniente afirma que GPEX (Sociedad de Gestión Pública de Extremadura, Sociedad Anónima Unipersonal) pasó de realizar 18 contrataciones en 2007 a sumar 1.056 contratos cuatro años después. Es decir, 1.038 más. GPEX multiplicó por 58,6 su volumen de contratación en sólo cuatro ejercicios y lo hizo durante los peores años de la crisis económica y siendo una entidad pública dependiente de una Junta de Extremadura que, aunque contrata como contrata y a quien contrata, es incapaz de acabar con el paro.


¿Cómo va a ser posible que GPEX, siendo una empresa dependiente de la Junta, pase de 18 a 1.056 contrataciones en cuatro años y a la Junta, dependiente de Guillermo Fernández Vara se le sigan yendo los jóvenes extremeños camino de la emigración debido a que no encuentran empleo en Extremadura?


Con la eficacia contratadora que el PP, citando datos del Tribunal de Cuentas, atribuye a la empresa de la Junta GPEX, Vara habría terminado con el paro en un santiamén. Bastaría con que el presidente de la Junta colocase el servicio de colocación de GPEX en la puerta del SEXPE (Servicio Extremeño Público de Empleo) y todo estaríamos ya contratados. Viviríamos en una Extremadura sin paro, sin emigración, sin pobreza, sin miseria, sin tragedias...


Pero contemplo el sudario de esta tierra que se nos muere a cachos y no me creo que existan las fabulosas 1.056 contrataciones de GPEX; ni me creo tampoco que haya una Sociedad de Gestión Pública de Extremadura GPEX; ni que nos gobierne un Guillermo Fernández Vara presidente de la Junta de Extremadura ni, por supuesto, que ese buen hombre se pase las legislaturas apostando por el futuro y dándole la espalda al presente.


Por no creer ni siquiera creo que Irene de Miguel, diputada y viverista de Podemos, afirme que la gente se sigue marchando de Extremadura y acuse a ese supuesto presidente Vara de perpetuar la pobreza de los extremeños.


Está clarísimo que Extremadura no existe. Vivimos esclavizados por la geopolítica del siglo XIX. No tenemos futuro. Somos una simulación. Extremadura sí que es una película de ciencia ficción, no Matrix.


(Septuagésimo primer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 31 de octubre del año 2018.)




miércoles, 24 de octubre de 2018


La cuerda floja de los días


José Joaquín Rodríguez Lara



Tal vez los recuerdos sólo sean un daño colateral de la memoria, una excrecencia ineludible por el mero hecho de haber vivido, simples huellas en el barro del camino.

Es posible que no sean los sillares, los mampuestos y ladrillos con los que se levanta el muro de contención del olvido, sino elementos extraños adheridos a él, a sus recovecos de cemento neuronal, del mismo modo que la arena se adhiere a la piel en la playa.

No se puede vivir sin memoria, sin saber dónde está la fuente que nos apagará la sed, dónde el alimento, dónde el refugio, dónde el lecho... No hay vida fuera de la memoria. Sin memoria, apenas si se puede ser, pero existir despojado de la memoria no es vivir. No puede serlo.

Aunque sin memoria no se pueda vivir, no sé si se puede existir sin recuerdos. Los recuerdos son otra cosa. No recurrimos a ellos continuamente, de forma automática, como si formasen parte del sistema nervioso central que nos conserva calientes, que nos refrigera, nos mantiene en vela, nos sumerge en el sueño y, en definitiva, gestiona nuestra existencia en todo momento.

Los recuerdos están almacenados en algún pasillo de nuestro ser y recurrimos a ellos, voluntaria o involuntariamente, no ya para vivir, sino para revivir, para releernos.

La vida tiene mucho de relectura, de recuperación del pasado. Nos reafirmamos y nos reivindicamos en lo que fuimos. Y muchísimas más veces para seguir siendo lo que éramos, que para enmendar nuestros pasos y no volver a tropezar.

En ocasiones, los recuerdos nos atormentan; se clavan como anzuelos en nuestro ánimo y nos arrastran hacia lo más negro y profundo de la angustia, sin que nos los podamos arrancar de las entrañas. Como si en el genoma humano todavía hubiese memoria del agua que nos acunó, en esos momentos damos vueltas y vueltas y mas vueltas lo mismo que hacen los peces para librarse del sedal.

En cambio, otras veces, nos tumbamos sobre la mullida hierba de los recuerdos para disfrutar de su contacto y hasta nos bañamos en su perfume para curarnos viejas o nuevas heridas que se resisten a ser cicatriz.

Somos funambulistas caminando sobre la cuerda floja de los días; tanteamos el abismo con las plantas de nuestros pies y, cuando nos inclinamos hacia el vacío, buscamos recuerdos en los extremos de la pértiga que, embargada por la duda, titila en nuestras manos, para reequilibrar el ánimo y dar un paso más hacia el final de la cuerda.



jueves, 18 de octubre de 2018

La tormenta como GPS


José Joaquín Rodríguez Lara


Cae la tormenta sobre Badajoz. Cae como las marras de los herreros caían sobre los yunques en las viejas fraguas sin energía eléctrica: con truenos terribles y con relámpagos de hierro fundido escribiendo el día en la noche del aire, y con agua, mucha agua, burbujeante en el pilón de las calles pacenses.


Cae la tormenta sobre Badajoz y mientras la disfruto, atrincherado tras los cristales de mi ventana -ya me empapé esta mañana, caminando a cuerpo gentil, antes de que amaneciese, por haber olvidado el paraguas-, me acuerdo de los versos que Luis Chamizo (Guareña, 1894 - Madrid, 1945) colocó en su 'Miajón de los castúos':


"algo asín como la lumbre d'un relámpago
qu'en la noche las negruras esgarrara
luminando las majás a los perdíos
en metá de la montaña".


El poema, titulado 'La juerza d'un queré', se desarrolla en un escenario ardiente, en 'la joya la Torbisca', lo que ya por sí mismo evoca un paisaje puesto a hervir en la lumbre, a la hora en la que el sol fríe los sesos y se perpetran los peores crímenes, cuando las chicharras cantan para espantar el insoportable agobio de la calor -por cierto, que cada año que pasa aumenta el calor y disminuyen las chicharras; y también los tábanos- y con un cuarteto formado por una loba, ardiendo de rabia, que corre detrás de Rosarillo, una zagala indefensa, ahogada en miedos de muerte, e integrado también por Blas, un pastorcete fundido en amores y por una flauta, impaciente por disparar su canto sobre el fruto amarillo de las retamas.

 

En este teatro del inclemente estío extremeño, Chamizo sitúa al rayo que ilumina las majadas como la última tabla de salvación, como postrera esperanza de 'los perdíos / en metá de la montaña'.


Y el poeta habla de 'majás', de pequeñas construcciones ganaderas, levantadas muchas veces con piedra seca y con techumbre de pasto y tierra, no de grandes cortijos encalados, con capilla y veleta, en cuyas paredes blancas brilla la lluvia y se reflejan los rayos con tanto o más ardor que el hierro encendido de las fraguas refulge en el espejo de los pilones.

 

El rayo visto como lazarillo, como guía, como GPS en mitad del secarral extremeño... Es otra forma de ver la tormenta 'esgarrando las negruras' del desamparo.



miércoles, 17 de octubre de 2018


Pasión desenfrenada en la política extremeña


José Joaquín Rodríguez Lara


La política es como el fuego, decía el filósofo Antístenes (Atenas, 444 a. C. - 365 a. C.), creador de la escuela cínica: si te acercas demasiado a ella te abrasarás y si te alejas en exceso corres el riesgo de helarte.


Lo he recordado al leer, en la portada de 7Días, una información de Silvia Garrido sobre Podemos y la negociación de los próximos Presupuestos de Extremadura.


Cuenta Silvia que Álvaro Jaén, líder regional de Podemos, condiciona el amparo de su grupo político al proyecto de ley presupuestaria socialista al grado de ejecución de los presupuestos en vigor, cuya aprobación también facilitó el grupo parlamentario morado.


Nada que no se haya visto ya, por lo tanto. Podemos es como una mariposa de la luz, también llamada polilla podemita. Gira y gira y no deja de girar en torno a la tambaleante llama del PSOE, sabiendo que si se arrima demasiado a la izquierda institucional se le quemarán las alas electorales, pero consciente de que si se aleja en exceso de la hoguera del poder, se helará y no levantará el vuelo.


Así que Jaén y los suyos llevan toda la legislatura haciendo lo que en el argot ciclista se llama ‘la goma’: ahora promuevo la investidura de Guillermo Fernández Vara, ahora digo que Vara es un inútil que no hace nada salvo protestar a través de Twiiter; hoy apoyo los presupuestos, mañana Pablo Iglesias dirá...


Por decir hasta dicen que los amores reñidos son los más queridos. Si es así, la pasión entre Podemos y el PSOE deja en un antojo de chiquillos lo de Romeo y Julieta, lo de Anna Karenina y el conde Vronsky y hasta lo de Edward y Bella en ‘Crepúsculo’.


Esa devota pasión del grupo todavía morado por los del rojo obrero ya muy desvaído explica la confianza de Guillermo Fernández Vara al anunciar que en 22 días, naturales, presentará el proyecto de ley de los presupuestos en el parlamento regional y que, a pesar de sólo tener mayoría simple, espera verlos aprobados antes de que termine el año.


El presidente no sólo confía en sacar adelante, un ejercicio más, la ley presupuestaria, una de las más importantes por ser la última de la legislatura, sino que ni siquiera se muestra dispuesto a buscar complicidades en todos y cada uno de los rincones del hemiciclo -que los hay- y en una clara muestra de humildad, anuncia que sólo hablará “con aquellos que quieran hablar”.


Esta es la izquierda que nos gobierna y a quien no le guste, que en mayo vote a Podemos. Si es que a la mariposa aún le quedan alas.


(Septuagésimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el  17 de octubre del año 2018.)




martes, 16 de octubre de 2018


Irene de Miguel, mujer entre todos los políticos


José Joaquín Rodríguez Lara



Que Irene de Miguel Pérez (Madrid, 1981) aspire a ser presidenta de la Junta de Extremadura es una buena noticia.


Lo es para su partido Podemos, que se renueva; para el sector político extremeño que recibirá una sacudida -¿eléctrica?- revitalizante; y para el electorado que podrá elegir entre todos los hombres y, al menos, una mujer, para presidir el Gobierno regional.


La presencia y la participación de las mujeres en la actividad política es cada día más necesaria, pero el mero hecho de ser mujer no debería ser un aval suficiente para acceder a los cargos públicos. Irene de Miguel no sólo es una mujer y, por serlo, el presidente Guillermo Fernández Vara le reconoce su derecho a cuota. Es una mujer preparada. Lo demuestra cada día en sus intervenciones como diputada de Podemos en la Asamblea de Extremadura.


Mujeres preparadas y, por supuesto, hombres preparados hay en todos los partidos políticos. Lo que no abundan son las mujeres que reúnan todas las condiciones necesarias para dar un paso al frente y disputarle el poder no ya a los hombres, sino al conjunto del estamento político –mujeres y hombres- y ganarse el derecho a gobernar.


Las mujeres no deberían seguir siendo, en aplicación de las cuotas y de otros paternalismos, las ‘amas de casa de la política’ extremeña; actores secundarios en el gran reparto de cargos; floreros reconocidos, bien colocados y bien pagados, pero con escaso poder decisorio, generalmente.


Irene de Miguel reúne muchas de las condiciones necesarias para salir de ‘la cocina política’ y ocupar un cargo de primerísimo nivel al frente de la sociedad extremeña. El que consiga sus propósitos, lógicamente, va a depender de la militancia de Podemos y del electorado de la región. Pero será interesante comprobar si esta madrileña de 37 años, ingeniera agrónoma, experta en agricultura ecológica, dos veces madre y con casa y vivero en Las Villuercas (Cáceres) tiene ganas suficientes para defender sus ideas sin que la aplasten las presiones que tirios y troyanos ejercerán sobre ella, desde Madrid hasta Santa María de Nava la Zapatera u Hoya de Santa María.


(Sexagésimo noveno artículo publicado en extremadura7dias.com,
el  16 de octubre del año 2018.)


El tren del miedo pasó el domingo en Badajoz, averiado

José Joaquín Rodríguez Lara


¿Qué es un tren del miedo?, preguntaba el domingo por la noche Mario Vaquerizo en el programa de TVE ‘MasterChef Celebrity’.

“Yo conozco el AVE, conozco el Alvia, conozco el Talgo…, pero no conozco el tren del miedo”, exclamaba el marido de Alaska. “¿Qué es el tren del miedo?”

Cualquier tren que circule, si circula, por Extremadura, Mario. Cualquier tren que traquetee por las escasas e infernales vías férreas que hay en Extremadura. Y ni siquiera es necesario que transite por la región extremeña; basta con que huya de ella o a ella se dirija.

Ese es el tren del miedo, Mario, ese. Y no da miedo porque circule demasiado rápido, ni porque haya caído sobre él una maldición del Gobierno, ni porque esté embrujado o lo habiten espíritus malignos. El tren de Extremadura da miedo porque está lleno, atiborrado, de incertidumbre.

Y nada atemoriza más a quien debe viajar que no saber si llegará a su destino, ni cómo ni cuándo llegará. Asusta subir al tren temiendo que salga ardiendo o que se pare en mitad del campo y haya que echar pie a tierra y caminar sobre el balasto con las maletas a cuesta, como náufragos en el secarral, o que se pare en Fuenlabrada al haberse quedado sin gasóleo o que no llegue a Mérida por no sé qué leches. Ese es el tren del miedo, Mario, el tren que circula, cuando circula, en una Extremadura atacada por sus cuatro costados por trenes zombis.

Ya sabemos que cada vez que los viajeros del tren del miedo sufren uno de estos imprevistos previsibles, casi podría decirse que programados, Renfe se pone manos a la obra y traslada por carretera, hasta su destino, a los pasajeros afectados. Pero no es lo mismo, Mario.

No es lo mismo irse de vacaciones a la playa y terminar en un alojamiento de montaña. No es lo mismo prepararse para ir a la playa, con bañadores, toallas y demás, y terminar echando de menos los guantes y la ropa de abrigo. Además de pagar por un servicio y que te endosen otro muy distinto. Y eso es lo que, un mes y un año tras otro ocurre en Extremadura desde que se inventó la máquina de vapor, allá por los umbrales de la eternidad.

Uno de esos trenes del miedo, un Talgo, se ha pasado el domingo 14 de octubre en la estación de Badajoz. Tenía que haber salido a las 7:17 horas camino de Madrid, pero no salió. Se quedó en la estación, averiado. Esta vez, Renfe no recurrió al traslado de los viajeros por carretera. Puso otro tren. En el viaje de vuelta, tampoco hubo tren Talgo, pues el Talgo estaba en Badajoz. En vía muerta o casi. Renfe puso un convoy media distancia que llegó a Badajoz a su hora, 21:26.

Las diferencias entre uno y otro modelo de tren no son excesivas. El Talgo es algo más cómodo, pero igual de lento o más, porque el problema de la lentitud de los trenes del miedo no está en la locomotora, sino en las vías extremeñas que no dan más de sí. La mayor dificultad con la que se encontraron los viajeros fue la de localizar su asiento, ya que el billete que habían comprado no se correspondía con la disposición de localidades en el convoy.

Es decir, que subes al tren sin saber si vas a llegar, ni cómo, ni tampoco cuándo, ni dónde está tu asiento: incertidumbre y más incertidumbre. Este es el tren del miedo Mario. No lo dudes, el tren extremeño. En Extremadura no es necesario practicar deportes de riesgo –alpinismo, puenting, barranquismo…-; en Extremadura subes al tren y recibes un chute de adrenalina que para sí lo quisieran los paracaidistas que se juegan el tipo con la caída libre.


(Sexagésimo octavo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el  15 de octubre del año 2018.)


miércoles, 10 de octubre de 2018

Tu nombre duerme en mis sueños


José Joaquín Rodríguez Lara


Que no te tengo conmigo,
pero conmigo te llevo,
suspiro de puro aire,
gotina de puro cielo.


Que no te llevo conmigo,
pero conmigo te tengo
que viene tu nombre a verme
y se acurruca en mis sueños
y aquí se queda dormido
miguina de mi embeleso.


Que no te tengo conmigo,
pero conmigo te llevo
que viene tu nombre a verme
y se acurruca en mis sueños.


Que no te tengo conmigo,
pero conmigo te sueño
.


(De mi poemario 'Poemas sin libreto')






'Extremadura'. 'Paraíso perdido'


José Joaquín Rodríguez Lara


Entra uno en El Corte Inglés de Badajoz, en la plaza de Conquistadores, como quien entra a presidir el jurado de un premio literario, sabiendo que sólo leerá los títulos de las obras y consciente de que será denunciado, no ya por robo, sino por auténtico expolio de la librería, si se presenta en casa con un libro más –otro libro- bajo el brazo.


La librería de El Corte Inglés es una de las más importantes de Extremadura y siempre es un placer recorrerla; pasear entre sus mesas de exposición, sus estanterías y anaqueles es como deshilar un bosque en otoño. Caben todos los colores, todos los aromas, todos los sentimientos. ‘Narrativa Infantil’, ‘Novela Histórica’, ‘Diccionarios’, ‘Libros más Vendidos’, ‘Libros Recomendados’ (“Por quién” –pregunto; “Por Madrid” –me responden; “¡Ah!, si es por Madrid… Roma locuta, causa finita” –replico.)


En un primer recorrido por el bosque de los libros me pasa desapercibido, pero en el segundo me doy de bruces con él: hay un expositor dedicado a libros extremeños: ‘Extremadura, Arte, Historia y Tradiciones’. Lógicamente, me detengo ante él y lo observo con verdadero embeleso.


Está cerca de la puerta, muy accesible, pero mal iluminado. Además, tiene en el centro, ocupando buena parte del conjunto, una especie de portezuela metálica, más resplandeciente que el espejo de una corista, que debe ser una toma de agua para los bomberos pues un letrero advierte: ‘Dejar libre puerta manguera’. Sorprende la existencia de un punto contra incendios en mitad de una estantería con libros extremeños, como si los libros sobre Extremadura, además de ser tan combustibles –‘Fahrenheit 451’- como los de cualquier otra autonomía, fuesen artefactos incendiarios y quienes los escriben, auténticos pirómanos. Por si la manguera no bastase, sobre el suelo, junto a la estantería de los libros extremeños, hay un extintor de incendios.


Curioseo entre los volúmenes, más revueltos que tres arrobas de medias en rebajas, y me topo con ‘El miajón de los castúos’, de Luis Chamizo, y con ‘El enigma de Poncio Pilatos’, de Tomás Martín Tamayo, y con ‘Badajoz a través del tiempo’, de Francisco Javier García Ramos, y, en otra esquina del estante, con ‘El secreto del agua’, también de Tamayo y ‘En nombre de la rosa IV’, del expresidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra. ¿Tamayo e Ibarra juntos y revueltos en la misma estantería? Esto justifica, sin duda, la presencia de la manguera y del extintor de incendios, así como la del pulsador de alarma que hay junto a la portezuela del armario de la manguera. Todo tiene su porqué. Hasta la presencia de un camión autobomba, de los bomberos, estaría justificada.


En el revoltijo de tomos encuentro también el volumen III de ‘En nombre de la rosa’, de Ibarra,  y algo después, el I -no veo el II-, y ‘Ceborrincho. Relatos extremeños’, de Miguel y Elisa Herrero Uceda, y ‘El hombre olvidado’, premio Cáceres de Novela, de Salvador Vaquero.


Al alejarme un poco del estante, cuando ya estoy por irme, descubro varios ejemplares con el título ‘Extremadura’ impreso en su estrecho lomo. Están recostados contra dos ejemplares, chatos y gruesos, que tienen como título ‘Jardín perdido’. ¡Extremadura. Jardín perdido! ¿Qué nos estarán queriendo decir estos libros? El desasosiego lógico de la incertidumbre se magnifica al hurgar en la amalgama de títulos y descubrir otro no menos impactante: ‘A los extremeños… qué nos pasa para estar donde estamos’. Se trata de un manojo colectivo de ensayos y es el título que no debería dejarnos dormir. Al lado de semejante interrogante, el existencial de ¿dónde venimos y a dónde vamos? me parece un acertijo para bebés.


Mientras camino hacia casa llego a la conclusión de que el estante de los libros extremeños de El Corte Inglés es una instalación artística, una ‘performance’, que dicen los que saben. En unos grandes almacenes generalistas en los que se le da tanta importancia al libro, en todos y cada uno de sus centros, y en un centro como el de Badajoz en el que se mima la cultura, con una sala, ‘Ambito Cultural’, en la que Miguel Luna lo mismo presenta a una escritora debutante que te da una sesión de zumba, la enmarañada distribución de los libros extremeños entre artilugios contra el fuego no puede ser fruto del azar, ni mucho menos del descuido, ni tampoco de la pasión desordenada del público por el arte, la historia y las tradiciones extremeñas. Ni por supuesto, un caos debido a la debilidad del mercado del libro extremeño, que pervive gracias al esfuerzo de los particulares, que escriben, editan y leen, a pesar de las ínfulas de quienes rigen las instituciones públicas, que publican con discutible criterio y distribuyen sin criterio alguno; es decir, poco, tarde, mal y nunca.


Y en este aterrador panorama, la estantería de los libros extremeños de El Corte Inglés de Badajoz es un auténtico y genial monumento artístico a la realidad de esta autonomía, que es una gigantesca carga pública en sí misma.



(Sexagésimo séptimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el  10 de octubre del año 2018.)




viernes, 5 de octubre de 2018


¿Están metiendo en campaña electoral al Gabinete de Prensa de la Junta?


José Joaquín Rodríguez Lara


Si hay que admitir pulpo como animal de compañía, admitamos que todos y cada uno -menos uno- de los órganos de la administración extremeña están al servicio exclusivo de la ciudadanía. El Servicio Extremeño de Salud, la Dirección General de Economía Social, el Instituto de la Juventud…

Todos menos el Gabinete de Prensa, o de comunicación o de comunicados o como se le quiera llamar, de la Junta. Hay quien cree que el Gabinete está al servicio de los periodistas. Craso error. En todo caso, estaría al servicio de las empresas periodísticas, que con él ahorran costes. Pero, ni siquiera eso: está al servicio exclusivo de la alta jefatura de la administración.

Casi siempre ha sido así. Los gabinetes de prensa procuran, en primer y último lugar, tener contento al mando. Unos lo hacen mal, intentando agradarle directamente, y otros lo hacen bien, distrayendo a muchos profesionales de la información, a todos es más difícil, aunque para ello haya que hacer juegos malabares, como una vez me explico el periodista Luis Ángel Ruiz de Gopegui y Santoyo, que algo sabe del asunto.

Incluso en estos casos suele brillar la profesionalidad de los periodistas de los gabinetes y se hace con elegancia. Pero no siempre ocurre así.

En el Gabinete de Prensa de la Junta de Extremadura prima el oficialismo, entendiendo que la presencia y el discurso del presidente y de cualquier alto cargo de la Junta, desde una consejera hasta un director general, están por encima de lo que ocurra y de lo que digan los demás asistentes al acto, se trate de la presentación de un libro o de la visita del Rey.

Pues parece que ahí no queda el oficialismo radical del Gabinete. En los últimos días, los escritos que emite el Gabinete de Prensa de la Junta están sufriendo una vuelta de tuerca y no sólo ensalzan al alto cargo propio, sino que empiezan a denigrar al ajeno. En algunos de esos comunicados oficiales hay bastante de mitin electoral. No por lo que se anuncia que se va a hacer, aunque luego no se haga, sino por las muchas palabras que se dedican a criticar lo que se hizo y lo que no se hizo durante el mandato no socialista; es decir, del PP.

No debería ser así, pero así empieza a ser. Y no debería ser porque está en juego el prestigio de unos excelentes profesionales, y porque su sueldo, el de esos excelentes profesionales, los paga el conjunto de la ciudadanía, incluidos quienes están en la oposición.

Es increíble que el PP, Podemos o Ciudadanos, los grupos representados en la Asamblea de Extremadura, junto al PSOE, no se hayan interesado jamás de los jamases, que uno sepa, por el funcionamiento de un Gabinete, que todavía es de Prensa pero podría, a no mucho, terminar siendo de propaganda. El PSOE sí se interesó en su día, y de qué forma, por el funcionamiento de Iván Redondo, entonces asesor del presidente José Antonio Monago (PP) y ahora, asesor del presidente Pedro Sánchez (PSOE, Podemos, PNV y demás).

No creo que las tres fuerzas políticas extremeñas callen porque piensan hacer lo mismo si gobiernan. No me explico el porqué no advierten lo que está ocurriendo y me sorprende muchísimo que sus periodistas de cámara no se lo adviertan.

Una cosa es que Canal Extremadura, con ser un canal público, se desplace al Vaticano a cubrir una inédita audiencia papal privada a Guillermo Fernández Vara y a su esposa, por si acaso la hubiera o la hubiese, y otra mucho más grave es que el Gabinete de Prensa de todo un Gobierno regional, sea utilizado como repartidor de octavillas mitineras.

De difundir el contenido de los mítines electorales, incluidos los de las comparecencias oficiales, deben encargarse los partidos, no los órganos de la Junta de Extremadura.


(Sexagésimo sexto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el  3 de octubre del año 2018.)