jueves, 30 de enero de 2014

Muere el perro de Llerena


José Joaquín Rodríguez Lara. REDACCIÓN. BADAJOZ


Se llamaba Obdulio Bembibre Zahínos y parece que ha fallecido por segunda vez en su vida. En esta ocasión, atropellado en la cuneta de una carretera cacereña, a mitad de camino entre Pozuelo de Zarzón y Villanueva de la Sierra, en el umbral de Las Hurdes. Allí se lo encontró hace tres semanas un tractorista que, a las siete de la mañana, salía de su olivar.

"Al principio creí que era un pastor alemán, de esos que traen en verano los emigrantes que vienen de Madrid y de por ahí. Usted dispense la confusión, pero con la poca luz que había y con un pelo tan largo, tal que se me pareció un mastinaco. De seguro que del pueblo no era. Ni jurdano tampoco, que yo me conozco muy bien a la gente del Pino y de las alquerías estas. Al principio yo no le di importancia, ¿sabe usted?; ve uno tantos perros muertos por esas cunetas de Dios... Pero luego, cuando ya me bajé del tractor a cerrar la cancilla, le vi una mano y me llamó la atención", afirma Nicasio Rubio, agricultor de Villanueva de la Sierra, que se llevó un susto de muerte cuando logró verle la cara al presunto perro y comprobó que se trataba de una persona. "¡Qué podía esperarme yo, chico! Menúo respingo que di. Figúrese el cuadro".

SIN EXPLICACIÓN

Obdulio Bembibre ha muerto como vivió, en el más absoluto de los misterios. Su caso no tiene explicación lógica posible. Se conoce su nombre porque quienes le conocieron dicen que él insistía, incluso sin que se le preguntase, en que se llamaba así: Obdulio Bembibre Zahínos. Al parecer, este era su único recuerdo personal. No sabía dónde había nacido, o al menos eso aseguraba, ni si tenía familia o amigos, ni contó nunca a qué actividad había dedicado su vida. Tampoco fue posible hallar documentos que acreditasen su identidad. No portaba ni el DNI ni fotografías ni una carta ni cualquiera otra documentación que pudiera contribuir a indagar en sus orígenes.

Carretera de acceso a Villanueva de la Sierra (Cáceres)
(Foto de archivo)
Con un nombre y dos apellidos como único patrimonio, parece que Obdulio sobrevivió en la calle durante algunos años, como un auténtico mendigo. Sin embargo, no pedía ni aceptaba limosnas ni comida o abrigo. Hubo un tiempo en el que fue muy popular en los pueblos del sur de Extremadura, debido a que pregonaba la reencarnación de los muertos. Y no en cualquier cosa: la reencarnación en perro. Aseguraba Obdulio que las personas que mueren pasan inmediatamente a una especie de sala de espera, que nunca supo decir dónde está. Allí aguardan a que, en algún lugar del mundo, vaya a nacer un perro y se cree una nueva plaza de can. Entonces, por riguroso orden de entrada en la sala, las personas fallecidas se reencarnan en perro. Y no se puede elegir ni protestar; es decir, que a un bebé que haya nacido muerto puede tocarle reencarnarse en la mascota de una familia pudiente y vivir cómodamente como perro el resto de sus días. Y, del mismo modo, un viejo millonario que jamás padeció problemas de salud ni de nada puede tener que reencarnarse en uno de esos cachorritos a los que se sacrifica con un golpe en la cabeza incluso antes de que abran los ojos.

"No sabemos si nos tocará ser perro callejero o mascota de marquesa; si tendremos que escarbar en la basura para poder vivir o nos darán de comer croquetas con tenedor de plata; si nos atarán con una cadena herrumbrosa o nadie nos pondrá jamás un collar. Sólo sabemos que seremos perro y que, al menos una vez, viviremos y moriremos como un perro, porque ese es nuestro destino y no podemos evitarlo. Así, que no maltratéis a los perros; no les peguéis, no les cortéis las orejas ni el rabo ni los recolgones, no los alimentéis con huesos descarnados ni pan seco, porque, si así lo hacéis, quizás, sin saberlo, estéis maltratando a vuestro padre, o a vuestra abuela, o incluso a vuestros hijos. Nunca sabréis a quién hacéis daño cuando maltratéis a un perro. Pero los perros sí lo saben. Cada uno de ellos sabe que le maltrata su hijo, que le corta el rabo su padre, que lo castra su hija, que lo ahorca su hermano o que lo viste de forma ridícula su viuda. Ellos lo saben y yo también lo sé, porque yo iba para perro y lo he visto muy de cerca."

Este increíble alegato en contra del maltrato canino figura en el historial psiquiátrico de Obdulio Bembibre Zahínos, también conocido como El Perro de Llerena, quien afirmaba que había muerto y estuvo en la sala de espera de las reencarnaciones en chucho pero, "por un problema de papeleos", no terminó de reencarnarse en can y volvió a su estado inicial de persona, sin que jamás llegara a decir ni cómo ocurrió ni cuándo ni tampoco dónde.

FIN DE LA GRACIA

Al principio, el discurso de las reencarnaciones  hacía gracia y los vecinos de los pueblos por los que pasaba Obdulio le escuchaban embobados. Incluso le regalaban bolsas de comida para perro, falsos huesos de cuero, para que se limpiase la dentadura como un perro, y otras chucherías caninas. Pero con el tiempo, el público empezó a aburrirse, primero; a cansarse, después; a preocuparse, más tarde; y a indignarse, finalmente.

Varías ONG y hasta una sociedad protectora de animales se interesaron por la vida de El Perro de Llerena. Le ofrecieron comida apta para el consumo humano, pusieron a su disposición un techo para que se cobijara, le procuraron atención sanitaria y hasta tratamiento psicológico. "Nunca aceptó nada de lo que le ofrecimos", afirma Fermín Maqueda, director del albergue 'Un lugar a la lumbre', de Almendralejo, que lleva décadas atendiendo a las personas necesitadas que pasan por la capital de Tierra de Barros. "No es que se escapase del albergue, no fue así. Aquí ofrecemos 'un lugar a la lumbre', pero no retenemos a nadie en contra de su voluntad. Sólo damos manutención, un techo y compañía. Pero sí es cierto que esa persona se marchó sin avisar y sin despedirse. Desapareció durante la madrugada siguiente a su llegada. También tengo que decir que no se llevó nada. Ni siquiera comida. Creo que el pobre hombre estaba afectado por algo", concluye el director del albergue almendralejense en unas declaraciones exclusivas para este periódico.

Tras pasar por varias experiencias de este tipo en diversas localidades de la provincia de Badajoz, Obdulio siguió dando tumbos y pregones sobre la reencarnación canina, hasta que las autoridades locales, alertadas por algunos ciudadanos molestos con lo que ocurría, decidieron intervenir. Obdulio Bembibre fue internado en el hospital psiquiátrico de Mérida, ya desaparecido, y alojado con los enfermos crónicos, en el llamado 'pabellón Llerena'. De ahí le viene el sobrenombre. Como, en su demencia, Obdulio seguía predicando con obsesiva insistencia sobre la reencarnación canina y contra el maltrato a los perros, los trabajadores del psiquiátrico emeritense comenzaron a referirse a él con el apelativo El Perro del Llerena, es decir, del pabellón Llerena, lo que con el boca a boca, por efecto de la deformación, quedó reducido a El Perro de Llerena. Pero Obdulio Bembibre Zahínos ni era de Llerena ni nadie sabe en Llerena de dónde podía ser.

DESAPARECIDO

Tras cerrarse el hospital psiquiátrico provincial, Obdulio pasó a un piso de acogida, en la ciudad de Badajoz, para tratar de reinsertarlo en la sociedad, pero escapó y se le perdió la pista. No se había vuelto a saber nada de él hasta que, hace tres semanas, lo encontraron muerto. Esta vez tampoco llevaba documentos encima, pero pudo ser identificado al hallarse un tatuaje bajo el sedoso y largo pelaje que le cubría casi todo el cuerpo. Llevaba escrito su nombre completo en la cara interna del antebrazo derecho. El tatuaje era tan bueno que sólo puede ser obra de un profesional experimentado, según fuentes generalmente bien informadas a las que ha tenido acceso este periódico.

No se sabe en qué circunstancias fue atropellado Obdulio Bembibre ni tampoco quién conducía el vehículo que le causó la muerte. El conductor, o creyó que se le había cruzado un animal, posiblemente uno de los jabalíes que tanto abundan en la zona, cercana a la Sierra de Dios Padre, y no se dio cuenta de que había atropellado a una persona, o huyó del lugar de los hechos al percatarse precisamente de que había matado a un hombre. En cualquier caso, Obdulio quedó muerto en la cuneta, como un perro, y allí lo encontró el tractorista Nicasio Rubio, vecino de Villanueva de la Sierra, cuando salía de su olivar.

En el lugar del atropello quedaron unas leves huellas de neumático que, según Tráfico, podrían pertenecer tanto a un turismo de tipo utilitario como a una pequeña furgoneta de uso agrícola o comercial, como muchas de las que circulan por la zona. La Guardia Civil sigue investigando las circunstancias del siniestro pero, tres semanas después del suceso, nadie parece haber visto nada. Por ahora no hay testigos. Por esta razón, las autoridades han solicitado la ayuda ciudadana para aclarar lo sucedido. Y, al hacerlo, han desempolvado una noticia que, en su momento, llegó a este periódico, y a todos los medios informativos de Extremadura, como una simple nota de sucesos:

"El más grave de los hechos registrados en las carreteras extremeñas durante las últimas horas es la muerte, por atropello, de un varón adulto, O.B.Z., de edad indeterminada, en el punto kilométrico 25,200 de la carretera EX-204. Por otra parte, un joven de 19 años, R.H.J., sufre diversas contusiones y erosiones de carácter menos grave al salirse de la calzada el ciclomotor que conducía cuando circulaba por el badén de Talavera", decía la nota distribuida hace tres semanas por el gabinete de prensa de la Delegación del Gobierno.

HOMBRE LOBO

Que el fallecido tuviese la mayor parte del cuerpo cubierta por un pelaje denso, largo y sedoso, de color grisáceo, no es algo usual, pero tampoco resulta imposible. Existe una anomalía genética denominada hipertricosis, también conocida como síndrome del 'hombre lobo', caracterizada por la existencia de cabellos en casi todo el cuerpo. Las personas que sufren hipertricosis tienen la piel cubierta por un pelaje lanudo y largo, que puede medir hasta 25 centímetros. Sólo las palmas de las manos y las de los pies están libres de pelo en estas personas. Únicamente se tienen constancia de la existencia de 50 casos de hipertricosis en todo el mundo y el de Obdulio Bembibre podría ser el número 51. Se trataría de una auténtica rareza de enorme interés para los científicos. Por este motivo, de forma paralela a la investigación sobre el atropello, se le están realizando análisis genéticos a los restos mortales de la víctima.

Persona afectada por hipertricosis. (Foto de archivo)
Fuentes que prefieren mantener el anonimato y a las que ha tenido acceso este periódico no recuerdan que el difunto mostrase alguna anomalía capilar mientras estuvo vivo. Otras fuentes cercanas a la investigación señalan que los cabellos no presentaban desgaste ni aplastamiento, a pesar de estar cubiertos por la ropa y el calzado. Tampoco hay erosiones que indiquen la práctica de un rasurado frecuente para ocultar la presencia de tan inusual pelaje. Todo ello hace sospechar que la pelambrera de Obdulio creció en pocos días, incluso en pocas horas, aunque la forense no se atreve a diagnosticar que estemos ante un fenómeno post mortem.

En el caso de que no se logre localizar a algún familiar del fallecido o que alguien con derecho a ello reclame el cuerpo de la víctima, los restos mortales de Obdulio Bembibre podrían ser entregados a la Facultad de Medicina de la Universidad de Extremadura que, al parecer, ha mostrado un vivo interés por hacerse con ellos. Por otra parte, el delegado del Gobierno en Extremadura ha desmentido de forma tajante, tildándola de especulación morbosa, la posibilidad de que un millonario estadounidense, que al parecer mantendría fuertes vínculos de mecenazgo con el Smithsonian National Museum of Natural History, de Washington (EE. UU.), se acabe de dirigir al Gobierno de España para comprar a cualquier precio el cadáver de Obdulio Bembibre Zahínos, cuya desgraciada doble vida, como presunta persona afectada de hipertricosis, como presunta víctima de una fallida reencarnación en perro y como presunto 'hombre lobo', lleva más de 24 horas dando la vuelta al mundo a través de las redes sociales y de las ediciones digitales de los medios convencionales de información.

Descanse en paz El Perro de Llerena.


miércoles, 29 de enero de 2014

- España es un país de funerales.
 Jamás nadie fue mejor en vida que cuando ya era cadáver.
 Pero, eso sí, un cadáver todavía fresco,
 recién vencido.


martes, 28 de enero de 2014

- Creemos que sujetamos a nuestros perros,
 pero son ellos los que nos amarran a nosotros.


lunes, 27 de enero de 2014


Conejo de cazador


Este es un plato sencillo, apetitoso, sano y nada caro si ya se practica la caza, que es una actividad relativamente cara. Se empieza cazando, desollando, limpiando y troceando un conejo de campo. Se aparta el hígado y, con mucha precaución para no romperla, se le quita la bolsa biliar.

Se cubre el fondo de una olla o cacerola suficientemente grande con tres o cuatro cucharadas de un buen aceite de oliva y se fríe en ella una hoja de laurel y dos o tres dientes de ajo, enteros y sin pelar, ligeramente aplastados.

Cuando los ajos empiecen a dorarse se sacan del aceite, se pelan y se reservan en un mortero. En el mismo aceite se fríe un puñadito de almendras crudas, unas doce, a las que se habrá escaldado en agua hirviendo para quitarle la piel. Cuando empiecen a estar doraditas se retiran y se reservan en el mismo mortero que los ajos. Se fríe entonces el hígado. Cuando esté suficientemente frito el interior se retira y se reserva en el mortero. También en el mismo aceite se fríe una rebanada de pan seco. Una vez frita, se retira y se reserva en el mortero.

Se sala el conejo y se rehoga en el aceite sobrante. Cuando las presas estén doradas se le añade un vasito de vino blanco y, una vez que se haya evaporado el alcohol, otro de agua.

Carne de conejo, ajo, sal, agua, aceite, vino blanco,
un mortero... (Imagen bajada de Internet)
Los ajos, las almendras, el hígado y el pan frito se machacan en el mortero con un poquito de sal gruesa. La pasta resultante se le añade a la carne. Los restos que queden en el mortero se deslíen con otro vasito de agua que también se le añade al conejo.

Antes de que el agua comience a hervir se prueba y se rectifica de sal, si es necesario. A partir de este paso se tapa la vasija y se deja que cueza el conejo a fuego moderado hasta que esté tierno. Es importante controlar el nivel del caldo para que ni se queme la carne ni la salsa quede demasiado líquida. Al contrario, es preferible que espese.

El plato se sirve caliente, colocando en cada uno varias presas, una cucharada de salsa y, como adorno, un poco de pan frito o tostado y unas ramitas de plantas aromáticas, como tomillo, romero, etcétera.

Las migas del plato


Primero.- La carne de conejo de campo tiene un sabor montaraz al que difícilmente llegará un conejo casero, salvo que haya vivido y se haya alimentado en las mismas condiciones. Si el plato se prepara con carne de conejo casero es conveniente cocerlo con un manojillo de plantas aromáticas de monte; el aderezo no convertirá a la carne de conejo enjaulado en conejo silvestre, pero le dará un aire.

Segundo.- En lugar del mortero se puede utilizar una batidora, pero no conviene moler en exceso la mezcla.

Tercero.- A este planto le viene bien acompañarlo con un tinto de la cepa tempranillo, mucho más agreste que la mayoría de los caldos en boga.

Cuarto.- Esta es una receta de primer curso de cazador manitas. Aunque se sea muy buen cazador, en los tiempos que corren será difícil lograr el aprobado de la familia, pero saber cazar y cocinar bien lo que se caza predispone al sobresaliente. Sin discusión.

Buen provecho.

José Joaquín Rodríguez Lara


sábado, 25 de enero de 2014

La partida


José Joaquín Rodríguez Lara


Hay galgos en la linde azul del cielo. Los he visto corretear y hacer cabriolas, nerviosos e impacientes, como si acabasen de dejar atrás las traíllas. El Mantés, la Coralia, la Campera, la Singa, la Ligera, Cástor, Póllux, Camuñas... Estaban todos los que recuerdo y otros que no he logrado reconocer. Dispuesto el timón, firmes las patas, fibroso el cuello, los ojos vivísimos, afiladas las intenciones, atentas las orejas y el lomo fuerte y curvado, sosteniendo la alta bóveda que ampara a las nubes en barbecho.


Un poco más allá, en el escalón de una loma canosa, esperaba el galguero. Enteco, cargado con la buzarca de lona y un garrote atravesado a la espalda, sostenido por las articulaciones de ambos codos. Los galgos le ponían las uñas en el pecho, le lamían las manos y la cara, pero él no se inmutó. Estaba clavado en el paisaje. Parecía un tronco seco que esperase sin esperanza. O quizás no; tal vez tenía la certeza de que no le harían esperar y por eso no mostraba signos de impaciencia.


En estas divagaciones me andaba yo, sin darme cuenta de que la comitiva fúnebre había cruzado la carretera de La Albuera y desfilábamos ya por la avenida del cementerio de Valverde de Leganés. El sendero estaba alfombrado de lágrimas, de cuchicheos y de silencios que avanzaban lentamente hacia el inhóspito corazón del camposanto.


Con el féretro dispuesto ante la boca negra del nicho, volví a mirar al cielo, a su linde incendiada por las caricias del último sol de la tarde. La Singa, la Ligera, Camuñas, la Coralia..., todos los galgos comenzaban a deshilacharse, barridos por el viento, camino del horizonte y, allá al fondo, recortado contra el sol que se escondía tras las nubes, volví a divisar al galguero, flaco, cargado con una buzarca de lona y con un garrote atravesado a la espalda. Por un instante me pareció que conversaba con algún viejo compañero de correrías cinegéticas, comentando quizás el comienzo de la inminente partida de caza, pero entonces saltó de la cama una liebre y vi que los dos corrían tras la beata, mezclados con los galgos, hasta que todos desaparecieron más allá de la memoria.


martes, 21 de enero de 2014


Mamoneo


José Joaquín Rodríguez Lara

Me resulta imposible creer que la doctora María Jesús Mejuto, como consejera en funciones de Sanidad en el Gobierno de Guillermo Fernández Vara, convocase unas oposiciones para un puesto de funcionario de su especialidad; no puedo concebir que ella misma, a pesar de ser solamente consejera en funciones de un gobierno extremeño que acababa de perder las elecciones, designase entre sus subordinados al tribunal de esas oposiciones; no me entra en la cabeza que se presentara a la prueba, como aspirante a una plaza de funcionario; pero sobre todo no puedo creer que todo esto sea perfectamente legal, que no haya una brizna, al menos una, de ilegalidad. No puede ser cierto, no me lo creo.

No pongo en duda los méritos personales y profesionales de la doctora y exconsejera de Sanidad, la cirujana doña María Jesús Mejuto Carril. No dudo que su capacidad esté muy por encima de las demás personas que optaban al funcionariado, hasta el punto de que Mejuto obtuvo una nota de 9,33 sobre un máximo de 10, que la nota de la segunda persona clasificada fue de 6,4 y que solo cinco aspirantes más sacaron más de un 5 en una prueba en la que hubo 27 suspensos.

No dudo de la idoneidad de la exconsejera doña María Jesús Mejuto para ocupar su plaza, la suya, la que ella misma convocó, de cirugía general y aparato digestivo, pero me escandaliza la carencia total de idoneidad para gobernarnos y para administrarnos que tiene el sistema político y administrativo que se nos aplica.

La historieta protagonizada por doña María Jesús Mejuto, que nació en Múnich (Alemania) será legal, si es que lo es, pero resulta bochornosa, es una auténtica vergüenza. En la calle, a este tipo de cosas se le llama mamoneo, palabra que la Real Academia aún no ha incluido en su diccionario, a pesar de que, desde el año 2003, cuenta entre sus integrantes con don Arturo Pérez-Reverte Gutiérrez, uno de los periodistas y escritores españoles que más duramente ha escrito contra el proverbial mamoneo político español. ¡Ánimo, Arturo, que usted, que nació en Cartagena, sí puede!

La doctora María Jesús Mejuto Carril
durante una rueda de prensa cuando era consejera
de la Junta de Extremadura.
(Imagen publicada por regióndigital.com)
Me indigna muchísimo que quienes hacen las leyes y, además, nos las imponen a los ciudadanos, no las cumplan; pero me indigna muchísimo más, infinitamente más, que quienes dictan las normas lo hagan en su propio beneficio o que, a posteriori, se beneficien de ellas sin escrúpulos. Y tengo muy claro el porqué de esta indignada gradación: a quien incumple la ley para robar se le puede juzgar, condenar y hasta encarcelar, pero a quien hace la norma y la cumple es prácticamente imposible llevarle al juzgado aunque te robe a la luz del día, pues lo que hace es legal.

Aprovecharse del cargo político para acceder a un empleo público y fijo es un robo a toda la ciudadanía; no solo porque limita gravemente, si no es que la elimina en su totalidad, la igualdad de oportunidades, sino porque roba la fe en el sistema, porque debilita la democracia y porque incita al latrocinio generalizado como medio de supervivencia. Que asalte tu casa un ladrón es doloroso; que el ladrón sea el jefe de la policía es siempre mucho peor.

El desempleo es el peor problema que tiene actualmente este país. Lo sé muy bien; llevo más de dos años sin empleo. Carecer de trabajo y de ingresos regulares causa un dolor muy grande, pero la indignidad política es mucho peor; la indignidad política no es sólo un dolor, es una amputación de la democracia y como sabe muy bien la cirujana doña María Jesús Mejuto, las amputaciones no suelen ser reversibles. Así que poner de manifiesto la indignación originada por este caso no es una cortina de humo para difuminar el paro, como afirma doña Isabel Gil Rosiña, portavoz del PSOE en Extremadura, sino poner el dedo sobre la llaga de una actuación política que, como mínimo, causa descrédito, por muy legal que pueda ser. Hay que defender la democracia antes que al partido o a la ideología. Y eso sí, hay que defenderla con más diligencia de la mostrada en este caso por la actual administración autonómica extremeña.

Ojalá que el caso de la doctora Mejuto sea el último cumplimiento estricto de la legalidad que nos expolia la credibilidad, pero no es el único. Hace años, cuando la administración autonómica extremeña daba sus primeros pasos, durante el primer o segundo gobierno de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, un director general dejó de serlo para acceder a una plaza fija de funcionario y seguir trabajando en su consejería. No doy el nombre y sus dos apellidos porque hace tiempo que esa persona dejó la política y todo lo demás. Supongo que habrá más casos iguales o parecidos y, desde luego, los volverá a haber más pronto que tarde si el Gobierno presidido por José Antonio Monago no pone los medios necesarios para evitar que se reproduzcan en su propio seno.

Contra este tipo de cosas sólo cabe una medida: justicia. De nada sirven los gestos personales, aunque sean dignos de elogio y se hagan ante notario, de renuncia a algunos de los privilegios injustificados e innecesarios de los que disfrutan los políticos de este país. Tampoco tranquilizan las renuncias colegiadas al mamoneo, por muy solemnemente que se formalicen. Hay que ponerlo todo por escrito, hay que hacer leyes y aplicarlas. La política no es un oficio, es un servicio y no debiera seguir siendo un confortable salón de estar con dos puertas giratorias: una hacia los consejos de administración y otra hacia el funcionariado.

Hubo un tiempo en el que el honor, la integridad, la ética..., todo lo que suele incluirse en el término decencia, bastaban como garantía de la rectitud de las conductas. Ya no; eso se acabó. Y será muy difícil que vuelva. Hoy prima el mamoneo, hasta el punto de que quien no mamonea es un primo.

(Y mamonear, en el españolísimo y popular sentido del término, no es lo que, según la Real Academia, pasa en Honduras, señor Pérez-Reverte.)

domingo, 19 de enero de 2014

viernes, 17 de enero de 2014


Retrato robot del mejor jamón y de sus parientes


José Joaquín Rodríguez Lara


Factores que, según quienes tienen mucha práctica en estas cosas, hacen que un jamón sea un manjar propio de dioses mayores, deleite de deidades menores, lujo nutricio de simples mortales o comida.

Factor racial:
Reyes en su paraíso.
(Imagen publicada por Campos de Hispania)
Está comprobado que los derivados del cerdo ibérico tiene una calidad orgaléptica, una sapidez, un sabor que está muy por encima del resto de las razas porcinas. El sabor está en la grasa, porque es la grasa la que sabe bien, no la proteína. Y, aunque coman lo mismo, el cerdo ibérico tiene mayor tendencia a acumular grasa que los porcinos de otro tipo. Para comprobar su calidad superior basta con poner en la misma plancha o echar a la misma sartén un filete de cerdo blanco, fácil de encontrar en cualquier carnicería, y otro de porcino ibérico, más difícil de hallar y más caro. No habrá necesidad de catarlos; se distinguen hasta por el olor. De hecho, si con los perniles de cualquier tipo de cerdo se consiguiera elaborar el mejor jamón, la raza ibérica ya hubiese desaparecido, pues el cerdo blanco en todas sus variedades y el 'durollersi' (duroc-jersey) tienen más crías, son más precoces en su crecimiento y alcanzan un peso respetable con menos tiempo. Por eso se utilizan para las carnicerías.

Factor nutricional:
La bellota y la hierba son los ingredientes con los que
engorda el cerdo en la montanera.
(Imagen bajada de Internet)
Somos lo que comemos y el cerdo, también. Los mejores jamones se obtienen de cerdos ibéricos que se han engordado con bellotas. Cuando se habla de jamón de bellota hay quien piensa que el cerdo solo ha comido bellotas desde el nacimiento hasta el sacrificio. Lógicamente no es así. Bellotas no hay todo el año, desgraciadamente. Las encinas y los alcornoques ofrecen su fruto durante el otoño. Salvo los años de producción excepcional, como el 2013, la montanera, que así se denomina a la producción de los montes, es decir, de la dehesa arbolada, del encinar, suele terminar antes que el invierno. La bellota produce una grasa que no sólo tiene mejor sabor que la obtenida con harinas y otros productos, sino que es mucho más fácil de digerir por el cuerpo humano, más parecida al aceite de oliva, pues tiene un gran contenido en ácido oleico. La grasa de bellota se licúa con muchísima facilidad, incluso a temperatura ambiente, como puede comprobarse cuando se cuelgan las mantecas en las matanzas caseras, para enfriarlas. Para saber si un cerdo se ha engordado con bellotas o no, se realiza una prueba que consiste en derretir un hilo de grasa. La de bellota se derrite a una temperatura característica, a menos grados que la de pienso. Para que el jamón sea considerado de bellota el cerdo debe haberse alimentado en la montanera al menos dos meses; los últimos meses de su vida. Una forma casera de comprobar si el jamón es de bellota o no lo es consiste en presionar el pulgar contra la grasa, como si se tratara de firmar con la huella dactilar. Mientras más tarde la grasa en volver a su estado inicial, mientras más tarde en desaparecer la marca, menos bellotas habrá comido el cerdo. Hay otros indicios como el color de la grasa y del moho, sin embargo, pueden quedar enmascarados por los cuidados, friegas de aceite, que se le proporcionan al jamón durante el proceso de secado.

Pero en la calidad de los productos del cerdo ibérico no influye solamente el consumo de bellotas. La hierba es muy importante, pues mejora la sapidez de la carne. Durante la montanera, los cerdos consumen mucha bellota, pero también comen bastante hierba, así como lombrices y otros animalillos. Si a alguien le da repelús este menú tan apetecido por el mejor porcino, que reflexione sobre lo que come el pescado que, además, se cría en un ambiente natural bastante contaminado, mientras que las dehesas son parajes paradisíacos. Todo lo que produce la dehesa contribuye a darle al jamón su buen sabor.

Factor habitacional:
La dehesa es un paraíso para el cerdo.
(Imagen publicada por elmundo.es)
Para que la grasa le aporte su sabor a la proteína, debe infiltrarse entre las fibras musculares durante la vida del cerdo, dándole al jamón ese veteado de aspecto marmóreo tan bonito y característico. Realizar la mezcla en el plato: carne por aquí y grasa por allá, no sirve de nada. Hay razas en las que, por tener más masa muscular que el porcino ibérico, ese proceso de infiltración es más difícil pues sus músculos son más compactos. La infiltración de grasa es más fácil y resulta más abundante cuando el cerdo hace ejercicio. Por eso es importante que el animal se críe libre en el campo, que coma cuando le apetezca, que duerma cuando quiera, que corra, que hoce y ejercite el lomo, que se bañe en las charcas y que sea feliz, pues la dehesa, y en particular las dehesas extremeñas, son el paraíso para un cerdo.

Porcino blanco estabulado.
(Imagen publicada por 3tres3.com)
Aunque se le alimente con bellotas, aunque se le proporcione hierba, aunque se le de a comer animalillos, si el cerdo está encerrado en un diminuto corral, en una jaula, su carne nunca alcanzará la calidad de otro engordado libremente en la montanera. El ámbito en el que se desenvuelve el porcino ibérico es tan importante como la alimentación que se le proporciona durante las diferentes etapas de su vida.


Factor morfológico:
La forma y el peso también tienen su importancia en la calidad del jamón. El jamón ibérico es alargado, como un violín. Se le llama de pata negra porque es de color oscuro, lo mismo que la pezuña, y eso se nota fácilmente. Pero hay otras características más determinantes para conocer su origen. El jamón de cerdo ibérico es muy delgado en la caña, justo por encima de las dos pequeñas pezuñas traseras. La caña puede rodearse fácilmente con los dedos índice y pulgar de una mano. La pezuña negra y la caña delgada son signos de calidad del jamón, así que nadie se las quitará a un pernil salvo que no sea ibérico.

Jamones de la denominación de origen
Dehesa de Extremadura,
con su característica forma alargada, de violín.
(Imagen publicada por www.spain.info)
El peso tiene mucha importancia en el tiempo de salado y de secado del jamón. A más peso se necesitará más tiempo para que esté listo. Por esta razón la paletas, que desde el punto de vista del sabor no le envidian nada al jamón, se curan en un año, la mitad de tiempo e incluso menos que el jamón.

El hecho de que, al desmembrar el cerdo, al jamón se le deje más o menos grasa influye también en la curación. La grasa de cobertura mantiene al pernil más fresco durante más tiempo, además de que un jamón con toda su grasa de cobertura pesa más que otro que no la tenga. En los secaderos de jamones se tiene muy en cuenta todos estos factores, y otros muchos que aquí no se recogen para no alargar más el texto, lo que permite sacar a la venta perniles de altísima calidad alimentaria, nutricia y de sabor.

Factor artístico:
Lourdes Corbacho, malagueña, primera mujer que ganó
el concurso de corte de jamón Dehesa de Extremadura,
celebrado en el Salón del Gourmet, en Madrid.
(Imagen publicada por hola.com)
Cortar bien un jamón es un arte. Incluso hay campeonatos para distinguir a quien lo hace mejor. Quien sabe cortar bien el jamón lo aprovecha mejor y extrae lonchas más finas, que se saborean con más placer que las gruesas. Los cortadores más avezados disponen de todo un arsenal de cuchillos y de jamoneros para manipular el pernil, pero quien no lo tenga también puede cortarlo. Es imprescindible que el jamón esté bien sujeto, preferiblemente en un jamonero, y tener un cuchillo de hoja larga, estrecha, flexible y sin dientes, que esté bien afilado.

No todas las partes del jamón saben exactamente igual, dicen los que saben de jamón, ni se conservan lo mismo, así que al ponerse a cortar un pernil hay que tener en cuenta el tiempo que presumiblemente va a durar la pieza, pues el jamón que se ha empezado a lonchear se conserva peor, pierde jugosidad, que el que está intacto. No es lo mismo abrir un jamón en casa, que en la barra de un bar o que en una boda. El pernil se asienta en el jamonero con la pezuña mirando hacia arriba, se realiza un corte circular en la caña, por debajo del corvejón, y comienza a lonchearse la maza, que es la parte más gruesa del pernil. Antes de empezar a sacar lonchas se retira la grasa que cubre al jamón. Si el jamón se va a consumir poco a poco solo se retira la grasa que cubre la parte que se va a lonchear. Además, con la grasa retirada se vuelve a tapar el jamón para que no se seque.

RETRATO ROBOT DE UN JAMÓN CON MAYÚSCULAS:
Se trata de un pernil de cinco a siete kilogramos, para que dure, pero no una eternidad, procedente de un cerdo ibérico, que se ha engordado con bellotas durante al menos dos meses, que ha pasado el último periodo de su vida suelto en una dehesa extremeña, una pieza que tiene forma de violín, cuya caña es delgada, con la pezuña negra, que se ha curado en unas instalaciones adecuadas durante dos años o más, que se degusta en lonchas finas y que hace honor a su etiqueta negra pues sabe a manjar de dioses.

Retrato robot de un buen jamón:
Se trata de un pernil de cinco a siete kilogramos, para que dure, pero no una eternidad, procedente de un cerdo de madre ibérica cruzada con un macho durollersi (la proporción suele ser de 50x50, aunque desde el punto de vista del sabor es preferible que la aportación de ibérico llegue al menos al 75%), por lo que tiene menos grasa que si fuese ibérico puro, de un animal que se ha engordado con bellotas durante al menos dos meses, que ha pasado el último periodo de su vida suelto en una dehesa extremeña, de una pieza en la que la forma recuerda al violín, cuya caña es moderadamente gruesa y la pezuña de color oscuro, que se ha curado en unas instalaciones adecuadas durante dos años o más, que se degusta en lonchas finas y que hace honor a su etiqueta roja, pues está francamente bueno.

Semental de la raza durollersi (duroc-jersey).
(Imagen publicada por www.sabor-artesano.com)
Retrato robot de un jamón apetecible:
Se trata de un pernil de cinco a siete kilogramos, para que dure, pero no una eternidad, procedente de un cerdo de madre ibérica cruzada con un macho durollersi, de un animal que se ha engordado con derivados de la dehesa (hierba, bellotas, etcétera) y bastante harina, que se ha criado en el campo, de una pieza en la que la forma recuerda al violín, cuya caña es moderadamente gruesa y la pezuña de color oscuro, que se ha curado en unas instalaciones adecuadas durante dos años o más, que se degusta en lonchas finas y que hace honor a su etiqueta verde, pues recuerda al paraíso del encinar y resulta apetitoso.

Retrato robot de un jamón interesante:
Se trata de un pernil de cinco a siete kilogramos, para que no dure una eternidad, procedente de un cerdo de madre ibérica cruzada con un macho durollersi, de un animal que se ha criado y se ha engordado a base de harina, que ha vivido toda su vida estabulado, en un corral o en una jaula con rejilla, de una pieza en la que la forma recuerda al violín, cuya caña es moderadamente gruesa y la pezuña de color oscuro, que se ha curado en unas instalaciones adecuadas durante dos años o más, que se degusta en lonchas finas y que hace honor a su etiqueta blanca y por ello resulta ser un jamón interesante.



miércoles, 15 de enero de 2014

El aborto como campo de batalla


José Joaquín Rodríguez Lara


Por razones que no vienen al caso no asistí al debate sobre el aborto, en el Parlamento de Extremadura, pero las declaraciones de unos y otros participantes me llevan a creer que IU verdaderamente plantea la retirada del proyecto de ley del aborto, que el PSOE pretendía hacer caer al presidente Monago en un renuncio de mal jugador de cartas y, además, supone que lo ha conseguido, y que el PP desea que el rechazo al proyecto de ley del ministro de Justicia sea la postura unánime de todo el Parlamento extremeño, y no solo una acertada o desacertada iniciativa navideña del presidente del Gobierno de Extremadura. En este guiso, la cuarta fuerza política con representación en la cámara legislativa extremeña, la coalición regionalista PREX-CREX es como el pimentón de la Vera: una pizca da sabor, dos pizcas dan color y tres pizcas conservan. Se cocina con lo que hay.

El PSOE no aceptó el consenso que le ofreció el PP y, por errores propios, su iniciativa no pasó el corte de las votaciones y decayó. Los socialistas, seguramente, hasta contaban con ello. Pero, dado que instar al Gobierno de Rajoy desde Extremadura es como instar a las nubes para que llueva, el PSOE alcanzó su objetivo principal: exponer a Monago a la contradicción, aunque solo fuese coyuntural, y tener un pretexto para llamarle mentiroso, que es una palabra que a los socialistas siempre les ha dado mucho juego en las urnas. 

Claro que, a esas horas, Monago ya era noticia nacional -y, lo que es mucho más difícil, hasta noticia regional-, por haber planteado en el Parlamento de Extremadura que la tramitación de la nueva ley del aborto se supedite al consenso entre el mayor número posible de fuerzas políticas. Así que, un día más, Monago ha sido el hombre del día y su nombre ha estado en la boca de sus adversarios y en el escaparate de los medios de comunicación.

Ignoro si era esto lo que pretendía el PSOE; desconozco si la creciente notoriedad informativa de Monago beneficia a los socialistas extremeños. Sí estoy convencido de que no perjudica ni al presidente del Gobierno de Extremadura ni a su partido.

Los intentos, si es que pueden considerarse intentos, del PSOE para contrarrestar el protagonismo informativo de Monago están teniendo poca carga, porque en su mayor parte los protagonizan militantes y simpatizantes, a quienes no hace falta convencer, pues ya están convencidos, a través de las redes sociales, así como cargos políticos de segundo nivel. Alguien dirá que un ejército de militantes y simpatizantes del PSOE machacando a Monago a través de las redes sociales tiene la victoria asegurada; la tendría si lo escuchasen y le hicieran caso los votantes fieles al PP, si las consignas no rebotasen de socialista a socialista y retuiteo porque me toca.

José Antonio Monago y Guillermo Fernández Vara,
dos hombres, dos estrategias y un destino.
(Fotografía publicada por avuelapluma.es)
Está muy bien y satisfará a quien haya diseñado la estrategia socialista, si es que es una estrategia y si es que alguien la diseñó, pero lo previsible es que quienes finalmente se disputen el apoyo del electorado extremeño, si, llegado el momento, hiciese falta que se lo disputasen, no serán Monago y los segundos de Vara, sino el presidente José Antonio Monago Terraza y el aspirante Guillermo Fernández Vara.

No se verá como un debate de programas; será un combate de nombres. Así ocurrió hasta ahora y no hay visos de que la cosa vaya a cambiar.

martes, 14 de enero de 2014

Palabras para un poeta


Los versos no se escriben. 

Se ríen o se lloran.

Abren la carne como un navajazo.

Y no te grita el dolor,

sino el silencio que huye.


(De mis poemas sin libreto)

domingo, 12 de enero de 2014

Arroz con manitas de cerdo


El arroz es uno de los alimentos que merece ser declarado patrimonio de la humanidad y, sin embargo, pocos son los municipios que, al menos, le han dedicado una calle, una plaza o un paseo, mientras que la violeta, el cinamomo, el laurel y hasta la cicuta tienen asiento en el callejero.

Sin trigo, sin patatas y sin arroz el mundo no sería lo que es y la gastronomía perdería muchas de sus joyas: el pan, la repostería, la tortilla de patatas, la paella, el arroz con bacalao, el arroz con...

Con cualquier cosa, pues la verdad es que el arroz cuenta con un amplísimo recetario y admite preparaciones muy diversas. Aquí voy a cocinar un arroz con manitas de cerdo. Es un plato fácil de preparar, no es caro, resulta muy apetitoso y es muy completo.

Se empieza poniendo al fuego una olla honda -puede ser una olla a presión- cuyo fondo se habrá cubierto con unas cucharadas de un buen aceite de oliva. En ese aceite se fríen un par de dientes de ajo, enteros y sin pelar, pero aplastados con el cuchillo, y una hoja de laurel. Cuando el ajo empiece a dorarse se retira del aceite y se hace lo mismo con el laurel.

Se depositan entonces en la olla las manitas de cerdo cortadas en cuartos. La cantidad depende lógicamente de su tamaño y del número de comensales. Se revuelven las manitas para que se doren en el aceite y cuando ya estén doradas se le añade un vaso de vino blanco.

Una vez que se haya evaporado el alcohol se cubren las manitas con agua, y al caldo resultante se le añaden media docena de granos de pimienta negra entera, unos cascos de cebolla, una ramita de apio y una zanahoria. Se aviva el fuego y se deja que las manitas se cuezan y ablanden.

Manitas listas para ser cocinadas. (Imagen publicada por www.frescoszaragoza.com)
En otra olla se hace un sofrito con dos dientes de ajo, una cebolla, un par de puerros, pimiento verde, pimiento rojo, un par de zanahorias, unas vainas de judías verdes y un tomate sin jugo ni pepitas. Todo ello picado muy finamente.

Las verduras se sazonan y se sofríen, a fuego suave, en la menor cantidad posible de aceite. Si a algún comensal no le agrada encontrase los trocitos de verdura mezclados con el arroz, cuando el sofrito este listo puede molerse con la batidora.

En cualquier caso, para cuatro comensales, al sofrito se le añade una taza de arroz de tipo bomba, que es el que absorbe mejor los sabores, y se mezcla todo muy bien, a fuego suave.

Si el sofrito se ha hecho en un perol o en una olla que tengan suficiente capacidad, sin retirarla del fuego, a la mezcla de sofrito y arroz se le empieza a añadir cucharones del caldo en el que se están cociendo las manitas. Es conveniente poner sobre el sofrito un colador y pasar el caldo por él, para asegurarse de que no le añadimos a la preparación huesecillos ni otras partículas desprendidas de las manitas.

La cantidad de caldo que se añada al arroz dependerá de si se prefiere que esté más caldoso o menos. Mientras se cuece el arroz se rectifica de sal y se pinchan las manitas con un tenedor para comprobar si están blandas. Una vez que las manitas alcancen la textura deseada se sacan del caldo, se escurren, se deshuesan y se le añaden al arroz.

Unos minutos antes de que el arroz esté listo se espolvorea por encima con perejil picado.

Las migas del plato


Primero.- El arroz con manitas de cerdo puede ser plato único, pero si se prefiere que tenga más consistencia proteínica, además de las manitas se le puede añadir un codillo de cerdo, que se cocerá con las manitas y se deshuesará antes de llevarlo a la mesa.

Segundo.- El vino que se emplee en la cocción de las manitas debería ser el mismo que se vaya a servir en la mesa para acompañar el plato, pues así nos aseguraremos de que en la cocina también utilizamos un vino bebible.

Tercero.- En el caso de que la carne del codillo vaya a tomarse como segundo plato, hay que tener muy en cuenta el número de comensales.

Cuarto.- Si no tiene usted alguna de las verduras mencionadas en la preparación de este plato o tiene otras no mencionadas y quiere utilizarlas para cocinar este arroz, hágalo. Esto no es un recetario de cocina, esto es una experiencia gastronómica; o religiosa, que diría aquel.

Buen provecho.

José Joaquín Rodríguez Lara

viernes, 10 de enero de 2014


Mi utópica universidad




José Joaquín Rodríguez Lara

Durante mis primeros años de Bachillerato oí hablar de un curso mítico, el Preu, pero no llegué a cursarlo. A mí me tocó el primero o uno de los primeros COU (Curso de Orientación Universitaria) que se impartió en España. Lo superé sin esfuerzo. Acostumbrado a estudiar por libre y a que profesores que no me habían dado clase ni me conocían de nada me examinaran en un mismo día de siete asignaturas completas, todas menos las 'marías', aquello de que te evaluaran por fascículos me pareció un paraíso. Saqué las mejores notas de mi vida, con varios sobresalientes, notables y hasta alguna matrícula. El COU era un curso con muy pocas asignaturas, pero variopintas: historia, filosofía, derecho, inglés, filología... Me vinieron fenomenal, pues yo quería ser periodista y el periodismo exige amplitud y variedad de conocimientos, aunque estos no sean muy profundos.

No existía entonces examen de selectividad, pero tuve que hacerlo y aprobarlo para poder iniciar los estudios de periodismo. Fue un examen sorpresivo y sorprendente que siempre me ha parecido abusivo, ilegal y nada pedagógico. En mi opinión, fue un examen indecente, a traición, y el más duro, por lo azaroso, que tuve que superar durante toda la carrera. Nos encerraron en las aulas de la facultad de Ciencias de la Información, de la Universidad Complutense, con un folio, un bolígrafo y una portada del periódico parisino L'Aurore.

En aquella encerrona cayeron muchos aspirantes a periodista. Entre ellos mi amigo José Manuel Silva que, en vez de comentar la portada y hablar de periodismo en general, empleó el tiempo del examen en traducir algunas de las noticias. Aquel examen de seudoselectividad no seleccionó objetivamente a los más capaces para ser periodistas, pero sí redujo significativamente y de un solo golpe la lista de aspirantes a iniciar los estudios de periodismo. El decano debió de respirar aliviado.

Entonces, en el inicio de la década de los 70 del siglo pasado, se podía estudiar periodismo en Madrid, Barcelona y Pamplona. De sus tres facultades salía cada año un número tan elevado de licenciados en periodismo que el sector de la información no podía ofrecerle empleo ni a la mitad de ellos. Y nadie se conformaba con trabajar en un gabinete de prensa; todos queríamos ser editorialistas, presentar el telediario o ser corresponsales de guerra, como mínimo.

Pero no había realidad para tantas ilusiones en la España del tardofranquismo. Mi amigo Paco Valenzuela se licenció en periodismo, como yo, pero siguió trabajando en la terminal de carga de Barajas. Y hubiese sido un buen periodista. José Luis Manzano, que escribía como los ángeles, metió la cabeza en el servicio exterior de Radio Nacional y aquel otro chaval cuyo nombre no recuerdo llegó a ser jefe de la policía municipal de Móstoles o de Alcorcón, no sé. Lo vi una vez en televisión, uniformado de pies a cabeza.

Lo de Ana Rosa fue distinto. A ella la llevaba a clase, en vespa, un tipo que, según decían, trabajaba en Diario 16. Creo que después entró en Radio Intercontinental, ocupó la mesa de internacional de algunos telediarios en la primera cadena de Televisión Española y aterrizó finalmente en los magacines televisivos de mayor éxito. Menos mal que no le dio por traducir la portada de L'Aurore, pues de haber sido así, Ana Rosa no sería hoy una referencia de éxito periodístico ni yo podría decir que fui a clase con Ana Rosa Quintana, que se sentaba siempre al lado de la tarima del profesor.

Ana Rosa y quienes fuimos sus compañeros de promoción hemos vivido la mejor etapa del periodismo español, aunque sólo una minoría hayamos podido vivir del periodismo, y casi ninguno tan bien como ella, porque tres facultades despachando periodistas son demasiadas facultades hasta para un país en el que, en aquellos tiempos, nacían revistas como si fuesen setas. Pues ahora que las empresas periodísticas aprovechan la crisis para descabezar y vaciar las redacciones, en una operación que tiene muy poco de actividad gerencial y mucho de genocidio profesional, cuando miles de periodistas nos hemos quedado sin empleo y otros miles nunca han tenido tal cosa, las facultades y escuelas de comunicación no son tres sino más de treinta y siguen poniendo en el mercado a profesionales con muy poco o ningún futuro profesional.

Me gustaría que esto no fuera así; deseo que de la universidad salgan profesionales que no tengan dificultades para encontrar trabajo ni para conservarlo. Creo que la universidad, además de una institución educativa, es un centro de adiestramiento para la vida laboral y, al hacer su oferta de titulaciones, debe tener muy en cuenta la realidad del empleo. La universidad tiene responsabilidades con sus alumnos, que son sus clientes. Los universitarios no son crías de tortuga que deban jugarse la vida entre el nido enterrado en el campus y el desamparo de un mar en el que cada día hay menos empresarios y más tiburones. Y no creo que, para afrontar esa responsabilidad, baste con decirles: ahí está el agua, nadad.

Lo ideal sería que de la universidad pública, financiada por el Estado a través de cualquiera de sus administraciones, se saliese con un título y un empleo. ¿Le parece imposible? Pues es lo que ocurre en las academias militares, en las de la policía y en las de guardias civiles, centros de estudio tan oficiales como las universidades públicas, financiados igualmente con fondos públicos y de los que se sale con una formación, una titulación y un empleo. Jamás he visto a un teniente del Ejército prepararse las oposiciones para dirigir una sección de infantería; si está titulado se considera que está capacitado, ¿entonces, por qué tienen que opositar un matemático, un físico, un historiador, un pedagogo o un enfermero para tener un empleo público? ¿Tiene menos derecho al empleo un filólogo que un guardia civil? ¿Ha recibido una formación de menor calidad? ¿Su adiestramiento es menos fiable?

Aspiro a conocer una universidad que no marche por detrás, ni tampoco al paso, de la sociedad que la alimenta, sino cinco años o más por delante de ella, para que pueda atender a sus necesidades tan pronto como se produzcan. ¿Parece utópico? Lo es, pero al contrario de lo que se suele creer, la utopía no es algo irrealizable, sino un plan, un proyecto, una doctrina o un sistema deseable que parece de muy difícil realización. Lo dice la Real Academia Española en el avance de la vigésima tercera edición de su diccionario.


(Artículo publicado en el número 47 de la revista Viceversa Uex & Empresa,
 diciembre del 2013)

miércoles, 8 de enero de 2014

Duelo.-

Su ojo izquierdo lloró a lágrima viva. El derecho, no; el derecho permaneció impasible. Su ojo derecho era el muerto.



Cuarteta para Sole


No supo bien lo que hacía
quien te puso Soledad,
no supo bien lo que hacía.


Quien te puso Soledad
no supo bien lo que hacía;
no duerme la soledad
en brazos de la alegría.


¿Quién te puso Soledad?
Quien te puso Soledad
no supo bien lo que hacía.

(Versos para una guitarra flamenca de mis poemas sin libreto)

lunes, 6 de enero de 2014

- El orgullo nos sostiene, pero la soberbia nos hunde.


DESPEGUES.-


Al despegar en avión nos ajustamos los cinturones
 y nos los desabrochamos cuando ya nos hemos olvidado del suelo.
 Sin embargo, iniciamos el vuelo de cada año con el cinturón suelto
 y, al acordarnos del suelo, nos lo abrochamos.