viernes, 20 de agosto de 2021

 La decisión de Pedrerol


José Joaquín Rodríguez Lara


El periodista de deportes Josep Pedrerol se queda. Se queda con su empleo y con el público que se había propuesto echarle. Ha dejado al respetable que ya le veía en la calle con un par de narices.


Pedrerol, alma vida y corazón de El Chiringuito de Jugones y de Jugones de El Chiringuito, anunció, allá por noviembre del año 20, que si Sergio Ramos, capitán del Real Madrid, y Lionel Messi, capitán del Barcelona, dejaban el fútbol español él dimitiría. Ignoro si usted lo sabe pero los dos se han ido, a París. Hasta la audiencia le ha exigido a Pedrerol que cumpla su palabra y dimita -como refleja una encuesta del propio Chiringuito-, mas el periodista se queda.


Se queda, pero retratado. Pedrerol es un buen profesional del periodismo y un fenómeno de la televisión. La televisión, o es espectáculo o no es televisión. Y en su Chiringuito, que más parece una barraca de feria -dicho sea con todo el respeto para los fenómenos que la habitan-, Pedrerol cocina platos espectaculares combinando la información, la opinión, la especulación, la actuación, la religión, la conmoción, la divulgación, la irrisión... Hay quien a esta receta la llamaría Pedrerol con cosas. Para mí es mucho más; es televisión, es diversión, es pura evasión. Y, por supuesto, no carece de periodismo.


Hay que trabajar mucho y tener gran olfato profesional para ofrecer un producto que congregue a centenares de miles de personas en todo el mundo a unas horas tan intempestivas.


Pedrerol es un buen profesional, pero, claro, también se equivoca. Lo hizo al supeditar su carrera profesional a factores -la marcha de Ramos y de Messi- que no puede controlar. Un cosa es apostar para intentar ganar y otra muy distinta hacerlo para perder, pues no hay ganancia posible. Pedrerol no ganaba nada, nada, con la continuidad de ambos jugadores y lo perdía casi todo si terminaban marchándose y él cumplía su palabra. Y lo peor, perjudicaba muy seriamente al personal de su equipo.


Varios meses después, al anunciar que se queda con el argumento de que su afirmación fue una hipérbole, no un compromiso, ha vuelto  a equivocarse. A buenas horas mangas verdes, colega. Fíate de la hipérbole y no corras, Pedrerol.


El periodista se equivocó al apostar su porvenir al futuro de dos ases, y estoy convencido de que lo ha vuelto a hacer al tirar lo naipes sobre el tapete verde y salirse del juego. Desde luego, dimitir hubiese sido una locura y una descomunal metedura de pata. Tampoco está obligado a pedir perdón o disculpas. No ha hecho algo ilegal, inmoral o que engorde. Pero debería de reconocer su error. 


Le perdió la soberbia. Se endiosó. Se convirtió a sí mismo en noticia. En vez de informar con la asepsia y el distanciamiento que exige la buena praxis periodística se abrió sitio, a codazos, en el corazón del discurso informativo. Se puso al nivel inferior de otros grandes -José María García, José Ramón de la Morena...- que, en demasiadas ocasiones, actuaron convencidos de que la información eran ellos.


Sigo a Josep Pedrerol desde que le conocí en su estudio de Punto Radio, en Madrid. Me divierte y voy a continuar siguiéndole aunque él no reconozca lo que para mí es un grave error; cosa que sí hizo por algo muchísimo menos importante después de haber criticado a Zidane por no contar con Bale. "Me he equivocado. He hecho el panoli", dijo entonces. Dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, pero ya van dos sonados coscorrones, Pedrerol. Guárdate del tercero. Tus enemigos merecen un descanso.



viernes, 13 de agosto de 2021

Plaza de Rafa Nadal

José Joaquín Rodríguez Lara

En la gran mayoría de la localidades españolas hay un Plaza de España, como expreso reconocimiento urbano al nexo que une a todos esos municipios. Si yo tuviese capacidad política para ello, intentaría que en mi municipio, además de la Plaza de España, hubiese también una plaza de Rafa Nadal.

No por ser uno de los mejores deportistas de todos los tiempos; no por sus medallas ni por sus trofeos; no por su amabilidad y por su simpatía; no por mostrarse humano en la gloria y humilde en el triunfo. No. Le pondrá su nombre a una plaza por sentirse y hacernos sentir ciudadanos de España sin dejar por ello de ser hijos de nuestro pueblo, de nuestra ciudad o de nuestra región. Por habernos demostrado como se puede presumir de la bandera de España, sin renunciar a la bandera de su comunidad autónoma, como se puede ayudar a la gente más próxima sin despreciar ni preterir ni mucho menos excluir a quienes tienen otra lengua, otras costumbres y otras formas de vivir.

Crearía una plaza de Rafa Nadal en cada municipio porque Nadal es un nexo que nos une a todas las personas que nos sentimos españolas además de hijas de nuestro barrio. Cierto es que otros deportistas y otros profesionales mantienen una actitud idéntica o muy próxima a la de Nadal, pero nadie ha mostrado hasta ahora tanta capacidad para congregar a personas de todas las edades, de todos los sexos, de todas las regiones y de todos los niveles sociales en torno al esfuerzo de don Rafael Nadal, un corazón español que juega al tenis.


viernes, 6 de agosto de 2021

 El bombón y la bombona


Cuando mis hijos eran pequeños les contaba cuentos y les cantaba canciones. No eran cuentos conocidos ni canciones ya cantadas. Me inventaba los textos sobre la marcha; o, al menos, hacía versiones. Un verdadero problema, pues muchas veces me pedían cuentos y canciones concretas y, si se me había olvidado algún detalle o improvisaba, se enfadaban y me exigían la versión original, la que ellos recordaban perfectamente y yo ya a duras penas lograba poner en pie. Este sábado de verano mi hijo, que ya podría estar contándole cuentos a los suyos, me ha preguntado cómo era aquella pequeña canción sobre el bombón y la bombona. Sorprendentemente la he recordado y para que no vuelva a olvidárseme, la dejo escrita aquí.


José Joaquín Rodríguez Lara

El bombón y la bombona
se quieren casar.
El bombón es de chocolate
y la bombona es de gas.
El bombón es chiquinino
y la bombona es muy grande,
Al bombón lo quieren todos
y a la bombona no la quiere nadie.


miércoles, 4 de agosto de 2021

Las ruedas de los hámsteres

José Joaquín Rodríguez Lara


En la televisión española, no sólo en TVE, en todas, predomina la endogamia. Los nombres, los amoríos, las caras... se repiten hasta la saciedad. No es que tu cara me suene, es que me harta verla un día sí y otro también, una temporada tras otra y hasta una eternidad -han vuelto a desenterrar a Chanquete- antes de la siguiente.


Las televisiones no son cadenas, son jaulas. Dentro de cada una hay ruedas y hámsteres haciéndolas girar continuamente. Entrar en televisión -en cualquiera de ellas- es muy difícil, mucho. Hay que tener un nombre o un apellido o un escándalo en la calle; y amistades, amistades poderosas, dentro. Pero si entrar en la televisión es muy dificultoso, salir..., salir es imposible.


Salir de la tele, no salir por la tele. Eso, lo difícil que es salir de la tele una vez que has entrado en su rueda y te has convertido en hámster explica el hecho de que en la televisión se repitan continuamente las mismas caras: ¡no hay otras! Dentro. Las de la calle no interesan.