lunes, 22 de diciembre de 2008


El catalán, en la intimidad

José Joaquín Rodríguez Lara


Los catalanes pueden ser más malos que los Malasombra. Y una de sus maldades más abominables es preferir su lengua a las de los demás. Con lo clarito que hablamos nosotros. Pero nada, son incorregibles. Aunque más de la mitad de los residentes en Cataluña usan el castellano como primera lengua, a pesar de que la voz del Imperio barre al catalán en los periódicos y aunque, si te das maña, hasta te escuchan cuando les hablas en castellano, no sólo exigen que los rótulos se escriban en catalán, sino que traducen de oficio los nombres propios.

En la prensa catalana llaman Elionor de Borbó a la infanta Leonor y Felip de Borbó a su padre, el heredero de la corona. No como aquí, que tenemos la deferencia de llamar José Luis a Josep Lluis Carod Rovira, aunque todos, incluidos muchos catalanes, preferiríamos llamarle Pepelui, que es término más afectuoso. En Cataluña, todo lo español que se pueda traducir al catalán es traducido, aunque sea al inglés, así que no hay que rasgarse las vestiduras si la Generalidad catalana exige que el jamón y demás derivados del porcino ibérico extremeño se anuncien en el idioma vernáculo que, en su casa, es el suyo.

¿Por qué no hacen lo mismo con la coca-cola? Pues porque está en 'inglés' y los catalanes oyen la marca sin atragantarse. Y, además, póngase usted a traducir coca-cola a los oídos de Pujol, verá como al tercer intento desiste y la llama pepsi. Y eso sí que no.

En China, los chinos del chino mandarín -que no es un flan, sino un idioma- se pusieron a buscar un nombre chino que supiese a 'la chispa de la vida' y le salían cosas rarísimas incluso sin beberla; nombres como 'muerde el renacuajo de cera' o 'yegua rellena de cera'. Esto tal vez no sea verdad, lo admito, pero está en Internet y viene al caso. Al final, la propia coca cola tuvo que buscarse un nombre chino que sonase a refresco con burbujas y eligió uno que en castellano y en catalán significa 'permitir a la boca poder regocijarse'. Es decir, que si usted mismo y su primo de San Baudilio entran en un bar chino mandarín y se les antoja tomarse una 'permitir a la boca...', ya sabe, ¿qué hacen?

- Pedir dos pepsis.

Como Zapatero. ¿Usted se imagina a ZP, que no sabe economía en catalán, negociando la financiación autonómica con Montilla, que de tanto catalán como sabe, en Cataluña le llaman José, delante de los demás presidentes autonómicos? Ni coca cola ni leches: pepsi para todos. Y eso sí que no. Ya lo dijo Aznar: el catalán, en la intimidad. Sobre todo para evitar malos tragos. ZP sí que sabe.

sábado, 20 de diciembre de 2008


Calle del Hoy en Mérida


José Joaquín Rodríguez Lara


EL entramado urbano de cualquier ciudad, pueblo o metrópolis constituye su huella digital, una marca propia y no repetida que la identifica incluso a simple vista. Aunque hayan surgido en la misma época y por los mismos motivos, incluso cuando tienen el mismo fundador o idéntico nombre, no hay dos iguales. En las crestas papilares de los edificios y en las depresiones del asfalto, en los recovecos y divertículos de las calles y de las plazas se acumula la historia como un sedimento foliado de la vida. También como libros enhebrados, con orden o con desconcierto, en los anaqueles de una biblioteca.

Las huellas urbanas incluso son más explícitas y proporcionan más datos que las marcas dactilares de las personas. De las primeras se puede extraer información histórica, sociológica, cultural y hasta psicológica y de las segundas, no es posible, como bien saben los expertos en identificación dactilar.

No le faltan a la marca digital de la ciudades ni siquiera los puntos característicos -la plaza, el ayuntamiento, la iglesia, el parque, la estación...- en los que se basan las tramas empleadas en la ciencia de la lofoscopia. Y además, los surcos no dejan de enriquecerse y de perfilar su individualidad día a día. Algunos datos tienen milenios de antigüedad y otros son de ayer, de hoy mismo. Todo este conjunto informativo es un resumen de lo que ha sido, de lo que es y de lo que desea llegar a ser una localidad.

Se aprecia muy bien en ciudades con una dilatada trayectoria histórica como es Mérida, que ayer sumó a su callejero el nombre de este periódico. La Calle de HOY, diario de Extremadura, la 'calle del HOY', como seguramente la llamarán, está en la barriada de Las Abadías, una zona en crecimiento en la que se construirá la estación del tren de alta velocidad. HOY lo contará. Mérida, que este año celebra el 75 aniversario de su Festival de Teatro, del instituto Santa Eulalia y del parado de Turismo 'Vía de la Plata' hace suyo el 75 aniversario de la aparición HOY y es la primera localidad que rotula una calle con el nombre de este diario. Es un gesto señor de un alcalde que, además se apellida Calle. Hay que agradecérselo. El acto resultó tan sencillo como entrañable. HOY, que tuvo a Mérida en sus páginas desde el primer arranque de su rotativa, está desde ayer en el callejero emeritense. Mil gracias a quienes lo han hecho posible.




martes, 16 de diciembre de 2008


Y con mánager


José Joaquín Rodríguez Lara


SERÁ Numida Meleagris, pero el pueblo la llamó siempre gallina de Guinea. Durante la gran depresión -entre 1930 y 1960, mes arriba o mes abajo- espulgaba los campos en muchas fincas de categoría 3C -cortijo, capilla y chozos-, con las pollitas jabás, las gallinas del pescuezo pelao que llaman gayonúas, por su valentía, y los pavos. No había en los aseladeros un bicho como las gallinas de Guinea. Ni siquiera las pavas, que defendían a sus polladas con uñas y picos.

Los huevos eran entonces un manjar reservado no ya para los padres, sino para los recoveros que recorrían las fincas con su trapicheo ambulante. Se guardaban en sal, para mantenerlos frescos a la espera de cambiarlos por una pieza de tela, un carburador minero, y hasta por una pelliza pagada a la dita. Que el milano bajara a la resolana y se llevase un pollito era una desgracia, pero allí estaban ellas, capaces de sacarle los ojos a los cuervos. Para enfrentarse a una guineana no bastaba con ser milano y tener huevos; era preciso que hubiese pollos en lo alto del alcornoque y que, además, estuvieran hambrientos.

Con los años todo cambió. Llegó la emigración, se fueron los recoveros y las gallinas de Guinea pasaron de los chozos a las casas de campo. A veces se veía alguna en los chalés de Badajoz.

Poca cosa hasta ahora, que Numida Meleagris reaparece con honores de estrella. No ha perdido su aspecto de dinosaurio emplumado pero ha pasado de comer alacranes a ser cuidada como una reina. Gasta nombre artístico -la Pintada la llaman- y hasta tiene representante, como si fuese la Pantoja. Si le interesa contratar a esta estrella en ciernes póngase al habla con José del Moral, el mánager que dirige su carrera hacia la gloria.


domingo, 14 de diciembre de 2008

Patía de la buena

José Joaquín Rodríguez Lara


CUENTAN que Shakespeare mató a Mercucho, el locuaz espadachín amigo de Romeo, para que no terminara seduciendo a Julieta y quedándose, además, con la taquilla. Algo parecido le hizo el ONLAE al Calvo de la Lotería. Se lo cargó para salvar al Gordo y para ahorrarse el pico que cobraba, que no era precisamente una terminación. Perdimos con el cambio. Hay gente a la que no le toca la lotería desde que se cargaron al Calvo; incluso la hay a la que no le toca desde antes de que se lo cargasen. Pero no por ello dejan de soñar. Badajoz más que Cáceres.

Ahora, en vez del Calvo que repartía suerte, sale una chica rubia que la comparte. Es guapa, pero hay gente a la que no le gusta y pide que se la carguen. Que desaparezca su anuncio y toda la publicidad sobre juegos de azar, reclama una organización de ludópatas suficientemente rehabilitados para saber que jugarse el puchero al azar es malísimo, pero no tan repuestos de su adicción que no corran el riesgo de volver a caer en la ruleta del desvarío.

Es comprensible que reclamen -el gato escaldado del agua fría huye-, pero el mayor ludópata de este país, el Gobierno, que juega a todo y siempre le toca, seguramente no esté por la labor. También se comprende. Hay que publicitar el chiringuito playero, aunque se ahoguen de fatiguitas quienes ya no saben nadar y tampoco hacen pie. El negocio es el negocio. 

Y no es que el Gobierno se desentienda de la ludopatía; le preocupa tanto o más que la cardiopatía, la antipatía y todas las patías juntas. Hasta le preocupa la simpatía, que, a pesar de tener patía, es como el colesterol bueno. No daña. Y le preocupa tanto que tiene como portavoz a María Teresa Fernández de la Vega. 

Después del Calvo, nadie mejor que ella para repartir..., sonrisas.

martes, 9 de diciembre de 2008

Sancocho

José Joaquín Rodríguez Lara


POLLO, gallina, res, cerdo, yuca, mazorca de maíz, cilantro, orégano o perejil -según se tercie-, papas, a veces ñame y casi siempre plátano macho. Estos son algunos de los ingredientes del sancocho, un plato muy popular en Colombia, Venezuela, en República Dominicana y otras américas.

El sancocho está en las páginas del diccionario, pero no figura en las cartas de los restaurantes españoles. Sancochar es dejar los alimentos a medio cocer y sin sazonar, según la Real Academia Española de la Lengua, lo que demuestra que los académicos aprueban las palabras sin llevárselas a la boca. En Canarias se cocina un sancocho de pescado, y en toda España muchos inmigrantes alimentan el recuerdo con su sancochito. Parece que para los demás el sancocho no existe.

La gastronomía es una trinchera, cuando no una muralla. En la calle se comparte la música y otros alicientes, pero la cocina está en territorio tabú. Entrar hasta la cocina equivale a invadir la intimidad, a desarmarla. A los restaurantes exóticos se va en pelotón turístico, como de incursión militar, con la firme intención de volver lo antes posible a los sabores propios, al refugio.

Desde luego que dos no se integran si uno no quiere, aunque lleven siglos comiendo juntos. Y es verdad que la convivencia tiene muchas veredas. Tan cierto como que aquí mismo hay personas que comparten vocabulario, trabajo, creencias, sueños, uniforme y hasta la mitad de los genes pero viven mirándose de reojo en vez de asumir lo mejor de la otra parte, sin renunciar a la esencia propia.

¿Será que la integración no vivifica ni aporta un vigor híbrido, que fortalece tanto a la raza como a la razón, o tendrá la culpa el sancocho?


martes, 2 de diciembre de 2008


Perejil


José Joaquín Rodríguez Lara


UNO creía que, tras el caso del islote Perejil, ya lo había visto todo en conflictos territoriales. Nada más lejos de la realidad. Badajoz vive una disputa rayana digna no ya de la sapiencia geoestratégica de Aznar, sino de la sabiduría del rey Salomón.

Resulta que para la asociación de vecinos del Casco Antiguo, el Palacio de Congresos está dentro de sus asfaltos jurisdiccionales. Por el contrario, la asociación vecinal de Pardaleras opina que, por el Noroeste, su barriada empieza en «la acera derecha de Ronda del Pilar, bajando hacia San Roque». Como si fuera un islote Perejil, el Palacio de la Discordia está en el filo de la disputa.

Un examen anatómico de la cuestión permite sospechar que el Casco Antiguo debería abarcar toda el área incluida dentro de las murallas y baluartes pacenses, por lo que, si el Palacio Perejil se levanta en el baluarte de San Roque, está en zona intramuros. Un huevo es huevo desde la yema hasta el cascarón, y la muralla es el cascarón del Casco. Más hete aquí que una cosa es el huevo y otra el fuero; Pardaleras reclama un dictamen municipal.

El Ayuntamiento está obligado a pronunciarse antes de que la trifulca pase a mayores. Más vale prevenir. Las lindes, los tabiques medianeros y los amores al tercio causan muchas desgracias cada año. Monago lo sabe y, aunque se ha despedido de la Virgen de la Soledad, en cuanto pueda se presentará a la de Guadalupe. Es de ley.

Se empieza por no evitar un perejil y se termina llevando la estación Badajoz-Elvas al Pagapouco. Sería ridículo tener que venir a Badajoz para viajar en AVE desde Elvas a Lisboa. Pero más ridículo aún resultaría viajar a Portugal para ir de Badajoz a Madrid. Un lío de lindes que se pretende solucionar con una espada salomónica: el río Caya.




domingo, 30 de noviembre de 2008

La familia


José Joaquín Rodríguez Lara



Tal vez crean que han tenido mala suerte al ser sorprendidos en el dormidero, pero los dos agentes de la Policía Local de Villanueva de la Serena que han sido grabados mientras dormían en su coche patrulla, en pleno turno de vigilancia, son personas afortunadas.


Tienen la gran suerte de ejercer un empleo en el que se puede dormir, cosa que está documentada. La gran mayoría de los empleados, de los autónomos y de los pequeños empresarios le roban horas al sueño para que no se los lleve la corriente.

Ambos agentes gozan de la fortuna de trabajar en una ciudad tranquila, como es Villanueva de la Serena. De haberse dormido en otra localidad menos pacífica, a estas horas tal vez estaríamos hablando de un robo de armamento e, incluso, de alguna desgracia irreparable, que siempre afectaría más a los propios durmientes que a la población asignada a su custodia.

Les cabe también la dicha de tener un alcalde tanto o más preocupado por la atención mediática que concita el sueño de sus policías de guardia, que por la desatención social derivada de ese episodio de aparente narcolepsia. Miguel Ángel Gallardo abre un expediente para descubrir si los dos agentes cometieron una falta y de qué gravedad, pero además quiere intervenir para depurar judicialmente una presunta responsabilidad periodística, con el argumento de que los agentes tienen familia. ¿Y los periodistas, no?

Para el alcalde, lo grave no es que, por las razones que fuere, dos policías locales hayan incumplido sus obligaciones estando de servicio; lo verdaderamente pernicioso es que lo ocurrido salga en Internet gracias a un móvil de periodismo ciudadano. ¡Grabar para creer!

martes, 25 de noviembre de 2008


Mi calle

José Joaquín Rodríguez Lara


NECESITO verle la cara a mi calle. Hace mucho tiempo que vivo en ella, pero nunca le vi el semblante. Y tiene muchos años.

Antes vivía en otra calle de Badajoz, pero se me murió. Una noche, mientras cerraba la página de sucesos me encontré con su esquela. Sentí que perdía a alguien muy cercano. Hasta pensé en asistir al funeral, pero qué iba a hacer yo en aquel entierro dándole el pésame a una familia que no me conocía y a la que incluso podría importunarle mi presencia y la razón de mi pesar, por más sincera que fuese.
Sin necesidad de cambiar de piso, al poco tiempo empecé a vivir en otra calle. También en Badajoz. La mudanza me salió gratis. La pagó el Ayuntamiento. Escarmentado con lo que me había ocurrido antes del traslado, inmediatamente me interesé por la vida y milagros de mi calle nueva. Me dijeron que tenía acusada personalidad y gran prestigio profesional. Lo agradecí, pero no eran esos los detalles que a mí me preocupaban.

- ¿Vive? -Pregunté.
- Desde luego.
- Pero siendo una calle , será muy mayor.
- Bueno, tiene sus añitos, pero se conserva muy bien.

Aquello me inquietó. Prefería, y sigo prefiriendo, que mi calle llevase mucho tiempo en el otro barrio. No porque le desee mal, sino para no pasar el mal trago de encontrarme con su esquela. No es un plato de gusto que se te muera alguien tan cercano y, encima, sin haber llegado a conocerle.

«Pues haberse mudado a la calle la Sal, que se conserva muy bien», dirá usted. Pero no se trata de a donde se mude uno, sino de que al Ayuntamiento no le dé por mudar la placa de la esquina para -en vez de darle a tu calle título de naturaleza muerta- ponerle nombre de mortal.


domingo, 23 de noviembre de 2008

La marca


José Joaquín Rodríguez Lara


CAMBIAN las tornas y, si el proceso se mantiene lo suficiente, la mudanza podría ser definitiva. Badajoz emite señales de estirón. Aún conserva a flor de piel las cicatrices de la riada, pero ya ha superado aquella etapa mohína del arranque autonómico, cuando Mérida sentó plaza como ombligo de la región y todos los bolindres y los funcionarios rodaban siempre para ese gua. Afortunadamente la topografía anatómica tiene otros enclaves tanto o más estratégicos y Badajoz atrae las miradas y, con ellas, las inversiones. Alguna culpa tendrán Ifeba, con sus ferias, y el plan urbanístico con sus solares.

Si los mensajes que anuncian la instalación de Ikea, Rodamco, Leroy Merlín, Media Markt y Dolce Vita se confirman y si llega la plataforma logística, esta ciudad que ha vivido siempre de la música administrativa -incluida la militar- y del comercio podría ser el gran escaparate del suroeste, un punto de cita obligada para consumidores extremeños y portugueses. Para lo malo y para lo bueno, las fronteras -incluso las difusas- aún pesan lo suyo.

Sin embargo, en la ristra de grandes proyectos que apuntan a Badajoz se echa en falta una iniciativa más contundente del empresariado autóctono. La situación tal vez sería distinta si Gallardo&Leal hubiesen comprado Galerías. No fue posible y Badajoz dedica mucho esfuerzo al pequeño comercio -que reaccionó con pánico a la llegada de El Corte Inglés y aprovecha el reguero de clientes que esa firma trae a la ciudad- pero más allá de centros comerciales abiertos, carece de una enseña propia e importante que traduzca esa vocación comercial de la ciudad y la proyecte hacia el mercado.

Las marcas piensan en Badajoz, pero Badajoz aún no piensa en su propia marca.

martes, 18 de noviembre de 2008


Ni el masajista

José Joaquín Rodríguez Lara


EL pueblo, el Rey, Suárez, Carrillo, González, Fraga y el tándem Tarradellas-Pujol llevaron a España desde la dictadura hasta la democracia. Seguro que usted podrá añadir algún nombre, pero sería injusto que borrase a cualquiera de estos. Son los siete magníficos de la transición.

Sólo dos continúan 'en activo'. El Monarca, que sigue en el trono, y el pueblo, para el que la dictadura franquista empieza a ser algo de los Alcántara y otros personajes de la serie 'Cuéntame'.

Tarradellas falleció hace años; Suárez vive atrapado por el alzhéimer; González y Pujol dejaron la vanguardia de la política y aunque Carrillo y Fraga son dos prodigios de la naturaleza, lúcidos y ocurrentes a pesar de sus muchos años, ya no están para realizar reformas.

Si hubiese que jugarse ahora una segunda transición, como plantea Ibarra, para formar el equipo habría que cubrir las bajas con los sustitutos naturales de los ausentes. El Rey sigue en buen uso y sería titular. El pueblo español está en mejor forma -mejor comido, mejor vestido, mejor informado, más ilustrado-- y con menos rencor que en 1975. El puesto de González lo ocupa Zapatero; Rajoy, el de Fraga; Llamazares -o quién sabe- sale por Carrillo y en la demarcación de Tarradellas-Pujol está Artur Mas. En estos momentos, lo más cercano a Suárez es Rosa Díez, que juega por el centro, aunque está a siglos luz del Duque.

Es lo que hay y con este equipo habría que jugar. Uno lee y relee la alineación y teme que la segunda transición ya esté perdida. ¿Cómo es posible que una dictadura de 40 años generase estadistas, y una democracia de 30 deje este panorama? ¡Si hasta el agua bendita estaba en manos de Tarancón y ahora la administra Rouco!



domingo, 16 de noviembre de 2008



Casi ecuestre

José Joaquín Rodíguez Lara


Parece la noche de los políticos vivientes, oí que pensaba una periodista apretujada junto a mí. Iba a responderle cuando ¿zas!, pasó rozando el ex Cosculluela. Traspuestos aún por la impresión nos empujaron hacia un lateral del pasillo y al girar la cabeza se nos apareció el mismísimo ex Corcuera.

Juan Carlos Rodríguez Ibara y Alfonso Guerra
durante la presentación en Madrid del libro 'Rompiendo cristales'.

También estaban el ex Felipe, el ex Guerra, el ex Vera, el ex Cascos, el ex Ramallo, el ex Oliart, la ex Matilde Fernández, el ex Txiki Benegas y el ex Jiménez de Parga, además del ex Fernando Martín, fugaz presidente del Republicano Madrid, club de fútbol que, de tanto despreciar la Copa del Rey, ha dejado de ser Real y creíble. Y había más ex, muchísimos más. Definitivamente, no era la noche de los políticos vivientes, sino mucho peor: se nos había desencuadernado El Libro Gordo de la Transición y los santos y las santas y la pasta y los notas a pie de página revoloteaban por las butacas tal que hojas de otoño en un remolino.


Felipe González presentó el libro de Ibarra e Ibarra se presentó dispuesto no sólo a recoser las relaciones entre Alfonso y Felipe -la mejor pareja de baile que han visto los siglos (XX y XXI)-, sino que propuso otra transición, con Felipe de Borbón como baúl de los compromisos. Hizo un discurso sin matices. Animó a deshacerse de los nacionalistas y a bendecir la rendición de ETA. Si cuaja, veremos a 'Dienteputo' negociando los presupuestos y a Ibarretxe en el monte, cocinando en olla exprés.


Además de soluciones políticas, Ibarra las ofrece logísticas: Extremadura tiene agua para España y un líder para la Moncloa. Vara se revolvió en la butaca, para desmoldar las carnes. Desde la portada del libro le escrutaba el autor de 'Rompiendo cristales', en un retrato casi ecuestre. Ibarra a caballo entre «las memorias y el pensamiento político».


martes, 11 de noviembre de 2008

Ocupas

José Joaquín Rodríguez Lara


NUNCA el mundo tuvo tanta libertad y jamás hubo tanta gente empeñada en robárnosla. El cambio climático trae una plaga de sectas y otros comecocos.

Las hay de todo tipo, se multiplican a la velocidad de Internet y renacen de sus cenizas como bichos indestructibles. Los sectarios que acaban de arrastrar al mundo hasta el abismo de sus avaricias dirigen el comité de salvación y exigen, además, ser los primeros en salir del hoyo si queremos recuperar lo perdido.

Los salvadores están de plena actualidad, pero las sectas tienen hondo arraigo en la salud, el arte, la educación, la diversión, el trabajo, la religión, el deporte, la empresa, la familia, el sexo y en la información. No se puede dar un paso sin que un santón, una oenegé, un panfleto con megáfono, una cambiahistorias, un grupo de presión o una iluminada y sus filamentos te prohíban opinar, te impidan actuar y, en definitiva, te nieguen ser.

Se lo toman tan a pecho que hallan lo contrario de lo que buscan. Nada había despertado tantas ganas de hamburguesas gigantes como aquella ministra hética que riñó a los españoles por comerlas. Los antitaurinos fortalecen la fiesta de los toros. ¿Cuántos ateos irrecuperables han fabricado los seminarios? ¿La Reina es menos popular tras las criticas de los homosexuales? Las 'mujeres jirafa' de Tailandia rechazan a las oenegés que se empeñan en despojarlas de su tradición y de su modo de vida. Hasta el perro de Bush ha mordido a un periodista que pretendía acariciarlo, demostrando -el animal- que los dueños se parecen a sus chuchos.

En el catálogo de las groserías no hay grosería mayor que colarse de 'okupa' en la vida de alguien para hacérsela vivir a nuestro modo.


domingo, 9 de noviembre de 2008

Barack Monago


José Joaquín Rodríguez Lara


EL mundo ya tiene al presidente Obama, la esperanza negra de la humanidad, y Extremadura, a Monago, la esperanza blanca de la derecha extremeña. Bueno, de gran parte del PP.

Ambos son senadores y han sido llamados a más altos designios en la misma semana, del mismo mes del mismo año, bisiesto. Pura coincidencia, pues Obama es negro, aunque alguno le vea como un blanco, y Monago es blanco y ya se verá. Seguramente tienen más puntos en común, pero ello no añade ni resta méritos a sus respectivos currículos. Con su elección, Barack Obama entra en la historia como el primer presidente negro de Estados Unidos y José Antonio Monago pasará a la historia -lo mismo que un tal Floriano y todos sus antecesores- si no desbanca de la Presidencia de la Junta a los socialistas. El PP y la política son así, señora.

La elección de Monago es buena. Buena para los ejecutivos del PP de Madrid que quieren tenerle como manijero de los populares extremeños; buena para José Antonio Monago, que como si fuera canterano del Liverpool o de un equipo de la NBA, empezó limpiándole los zapatos a las figuras y ahora sienta plaza como superior del convento; es una elección muy buena para el Ayuntamiento de Badajoz que, con un poco de suerte, renovará el armario, pero sobre todo será extraordinariamente beneficiosa para los electores pacenses a quienes Celdrán ya les había elegido tres cuarto de alcalde y ahora ellos mismos podrán elegir cuarto y mitad.

Siempre y cuando Miguel Celdrán no siga estirando la goma y se preste a la reelección. Dicen -incluso lo dicen en el PP-, que Celdrán no está ni se le espera, pero de él puede esperarse cualquier cosa. Todavía.

domingo, 2 de noviembre de 2008


Periodistas

José Joaquín Rodríguez Lara


JUSTO al cumplirse 500 años desde que la imprenta alumbró la primera edición de 'Amadís de Gaula', ese monumento al que el mismísimo Cervantes indultó salvándolo de las llamas en el expolio de la biblioteca de Don Quijote; el día que se festejaba el 70 aniversario de 'La guerra de los mundos', la maravilla radiofónica con la que Orson Wells aterrorizó a la audiencia, asombró a la Humanidad y se ganó para siempre su peana y su hornacina en la galería universal de los genios; precisamente ese jueves arrancaba en Cáceres el III Congreso de Nuevo Periodismo, presidido por los Príncipes de Asturias.

Había en la sala periodistas de fuste y blogueros con carácter y muchos otros sobrados de energía, augurando que habrá periodismo mientras haya personas que se sientan periodistas, independientemente del medio que utilicen para comunicar.

En la inauguración, el presidente Vara estuvo taxonómico y habló de periodismo nuevo y de viejo periodismo; el ex presidente Ibarra pregonó la necesidad de que los medios convencionales se reinventen y el Príncipe invitó a conservar la esencia del periodismo, con virtudes como la libertad y la veracidad; unos valores de los que son principales depositarios y custodios los periodistas.

Más allá de la tecnología y de las empresas hubo siempre, y siempre habrá, muchos periodistas que se esfuercen en contar bien lo que pasa.

Pero, desgraciadamente, tampoco faltarán nunca algunos periodistas cerrilmente empeñados en que pase lo que ellos cuentan.

Y aunque a nadie le guste, mientras la precariedad laboral secunde al desánimo, cada vez habrá más periodistas que no sólo pasen de lo que pasa, sino que pasen hasta de lo que cuentan.


viernes, 24 de octubre de 2008


Todo es verdad, se lo juro


José Joaquín Rodríguez Lara


LA impostura tiene un buen mercado en España. Aquí el engaño vende. Seguramente nunca ocurrirá lo mismo en la sociedad estadounidense, que no sólo tiene arrestos para echar a la calle a todo un presidente por haber engañado a los ciudadanos -si no se lo cree, pregunte usted por una tal Richard Nixon-, sino que hasta le molesta el uso de visillos en las ventanas, en el convencimiento de que quien se oculta tras un celaje, aunque sea en la intimidad de su casa, alguna celada trama.

Pero España es muy diferentes. Nos hemos criado entre visillos, descargamos la conciencia al amparo de la celosía de los confesionarios, desfilamos ocultos bajo caperuzas de nazareno, llamamos picaresca a lo que es pura estafa y seguimos picando como cogutos hambrientos en el tocomocho, la estampita y otros timos más viejos que el regato la Roma.

Aquí compramos en la calle falsos perfumes caros, ropa de marca falsificada, bolsos y gafas y relojes con credenciales más falsas que Judas y no sólo no denunciamos a los falsificadores, sino que presumimos de lo barata que nos ha salido la compra y nos vestimos con falsedades sin el mínimo rubor.

Vivimos rebozados en el engaño, así que a nadie en su sano juicio puede extrañarle no ya que haya personas que ejercen como médicos, arquitectos o psicólogos sin serlo, sino que alguno de esos mismos impostores se declare víctima inocente de una red delictiva que, a cambio de unos miles de euros, le ha convencido de que efectivamente era médico-cirujano por Perú, aunque fuera en clase turista. Si uno se convence a sí mismo, y a nadie más, de que puede adivinar el número del gordo de la lotería, ya puede creerse capaz de parar el reloj de la Puerta del Sol y hasta de que es mentalista. El público lo aguanta todo.

Aquí lo peligroso no es mentir en casa, en el trabajo o en el Parlamento; lo verdaderamente arriesgado es decir la verdad. Por eso, al acerado filo de la sinceridad sólo suelen enfrentarse los niños, que aún no han alcanzado la edad penal, y los borrachos, a los que les da igual casi todo. Nadie afea la conducta de quien agria el tono y emponzoña el discurso tan pronto como su interlocutor no le oye. Al contrario, se critica la impertinencia del sincero. Así nos va.

A los sinceros.



jueves, 17 de julio de 2008


Extremadura necesita un casco, con mantra

José Joaquín Rodríguez Lara


Con la publicación de las balanzas fiscales -la diésel, la de gasolina, la de gasógeno y la heliocéntrica- el Gobierno acaba de dar el golpe. El golpe de reafirmación que exigían recibir los nacionalistas. Por lo demás, las balanzas, en su media docena de versiones, vienen a desvelar algo que nadie había sospechado hasta ahora: Extremadura es la hermana pobre de la familia autonómica. ¿Quién lo iba a suponer en una tierra en la que hemos pasado de limpiar garbanzos en la era con el bielgo a medir los euros con el caneco, pero no hemos sabido eliminar el PER, ese AEPSA que no crea empleo pero quita las ganas de trabajar?

Además de confirmarla en su pobreza, las balanzas fiscales ponen en el centro de la diana de las reivindicaciones nacionalistas a la pobre Extremadura. El Gobierno dice que no, que no pesará el negocio de la financiación regional en la balanza trucada de las fiscalidades, pero a la fuerza se aprueban los Presupuestos y hasta san Pedro, con tener tanta o más pinta de apóstol que el mismísimo Solbes, no pudo resistir la presión y cantó la gallina.

Mister Guille, el álter ego de Fernández Vara,
en campaña electoral con casco sin mantra.
Guillermo Fernández Vara, uno de los pocos dirigentes socialistas que está a bien con la Iglesia, también niega; pero no al Maestro, niega la validez de las balanzas fiscales. El presidente de la Junta está dispuesto a blandir la Constitución contra todo acto administrativo que, columpiándose en los platillos de las balanzas nacionalistas, le niegue el pan y la sal a los extremeños.

Vara cae tan bien en Madrid que hasta presidió el último congreso federal de los socialistas, pero necesitará algo más que cordialidad y un garrote para que no le aplaste el rodillo de los balanceos. Salvo que a última hora no se presente, Guillermo Fernández Vara será elegido secretario general de los socialistas extremeños en el congreso regional que empezará mañana en el Palacio de Congresos de Badajoz. Todos los augures esperan que, a falta de Ibarra, Vara barra. No obstante, sería muy conveniente que, además de sustituir a Juan Carlos Rodríguez Ibarra en el organigrama del PSOE, Fernández Vara heredase algo del peso político que tuvo su antecesor en el Estado de las baronías.

La publicación de las balanzas fiscales es un acto de fuerza de las regiones ricas contra las pobres, de las que más administran contra las que menos tienen y no bastará el coraje para evitar que las reivindicaciones de algunos nos pasen por encima. A partir de ahora, Extremadura tendrá que acudir a las sesiones del Consejo de Política Fiscal y Financiera con casco. Pero no con un casco de Martinsa ni de bombero apagacrisis. Vara tendrá que proteger sus razones con uno de esos cascos budistas que todo un director general de Tráfico, como Pere Navarro, acaba de presentar como 'lo último' para evitar que lo motoristas se rompan la cabeza. Un casco diseñado en Cataluña -como las balanzas fiscales- que protege al usuario no por la robustez de los materiales empleados en su fabricación ni por la calidad de su diseño, sino por llevar la palabra paz y el mantra de la concentración bordado en la coronilla.

Salvo a los jerarcas chinos, los budistas -incluidos los catalanes- caen bien, en general, pero con todos los respetos a su cultura y a sus creencias, el casco milagroso debería haberlo presentado el director general de Asuntos Tantricos. Bajo la presidencia de un católico confeso, el congreso federal del PSOE ha dado tres pasos más hacia la aconfesionalidad del Estado y el lama director general de Tráfico, para reducir el luto del motociclismo, ayuda a vender un casco inspirado en la religión de un país en el que el jefe del Estado es un monje y los directores generales parecen monaguillos.



lunes, 7 de julio de 2008

238 bolsas

José Joaquín Rodríguez Lara


SE llama Heidemarie y aunque use manoplas debe de ser una manitas, pues es astronauta y repara averías en pleno paseo orbital. Hace unos días estaba arreglando un desperfecto cuando se le escapó la bolsa con las herramientas, que decidió independizarse y vivir su propia órbita como basura estelar.

Dicen que la bolsa puede verse desde la tierra y parece que hay mucha gente que no le quita ojo. No le extrañe. Esa bolsa vale 100.000 dólares, unos 78.000 euros. Con semejante pico compra usted cuadros para el consejero de Agricultura y hasta le sobra dinero para regalarle un Lexus de luxus a la vicepresidenta de la Junta. Si se topa con ella -con la herramienta- no la desprecie.

Claro, que si desde Badajoz se empeña en mirar al cielo buscando la bolsa espacial, tropezará usted con alguna de las muchas bolsas de plástico que vagan por el suelo. En algunos barrios hay tantas que resulta asqueroso. Cuando sopla el viento se inflan y avanzan como un rebaño de medusas. ¿Por qué siguen regalándolas? Compres lo que compres, siempre te dan una bolsa, o tres o 33. Cada español desecha 238 bolsas al año. Para contaminar el mundo no hay límite. Ni sensibilidad para evitarlo. La sinrazón es tanta que al pagar un producto que ya viene estuchado en plástico te dan una bolsa de plástico para guardarlo. Y si no te la dan, te extrañas y la pides. Entras en la farmacia a por aspirinas y, a pesar de que están estuchadas y dentro de su cajita de cartón, te las entregan envueltas en papel.

¿Esto es más luxuria que tunear un Lexus con cuadros de Cañamero! Como la vida siga así, el día que las herramientas de Heidemarie caigan al suelo, ni el mundo tendrá arreglo ni quedará nadie para repararlo.



martes, 17 de junio de 2008


Los cimientos de la educación

José Joaquín Rodríguez Lara


NO es el primero ni el segundo ni tampoco el tercero de los problemas que más preocupan a los españoles, aunque seguramente está en la raíz de todos y de cada uno de ellos. Si el Centro de Investigaciones Sociológicas, el nunca bien ponderado CIS, ofreciese información regular sobre los asuntos que más polémica causan en España es probable que la educación, el sistema educativo en general y la Educación Primaria y la Secundaria en particular, figurasen en los titulares de sus barómetros. Y no por el desinterés generalizado que suscita la asignatura Educación para Formación del Espíritu de la Ciudadanía, sino por el mareo vomitivo que origina el vaivén de las reformas educativas, más apegadas a los intereses partidistas que a la cordura. Unas reformas que -década tras década de replanteos- han socavado los cimientos de las aulas y han convertido el pedregoso solar sobre el que se asentaba la escuela en terreno de arenas movedizas.

Con cada reforma de la enseñanza se cambian los programas o los horarios o los sistemas de examen o los criterios de promoción o los ordenadores y, por supuesto, los libros, que cada vez cuestan más y sirven para menos. Tiempo. La Administración se obstina en construir una escuela nueva sin cambiar los cimientos. Unos cimientos que no están en los programas ni en los libros ni en los sistemas informáticos. La cimentación y la pared maestra de todo el edificio escolar es el profesorado.

Maestras y maestros que han pasado de ser héroes, en el sentido clásico del término -el receptáculo de todas las virtudes, el espejo en el que se miraba la sociedad que ansiaba aprender- a supervivientes, a héroe sin gloria de una mediocre película de acción. El maestro fue una autoridad en la calle y ahora, cada día tienen menos autoridad en el aula. Debe de ser difícil ganar prestigio a la sombra de un ordenador cuando cualquier adolescente sabe cien veces más informática que tú. Las nuevas tecnologías devoran el ascendiente de los mayores, reducido ya a las comunidades que para sobrevivir necesitan imperiosamente la experiencia vital acumulada.

Cualquier reforma educativa que no arranque de los cimientos está condenada al fracaso, a corto, medio o largo plazo. Muchos docentes llegaron a las aulas impulsados por la vocación y otros tantos criaron vocación por el camino, pero no faltan también quienes desembocaron en el encerado arrastrados por las circunstancias: ausencia de posibilidades económicas o sociales para cursar otra carrera más larga, más costosa o más alejada del lugar de residencia, imposibilidad de acceder a otras titulaciones por falta de ganas, de carácter o de capacidad intelectual, etcétera. Sin contar los que estudiaron para técnicos de empresa y terminaron siendo profesores de instituto.

El sistema actual no garantiza la calidad del profesorado. A la enseñanza deben ir los mejores -que deben ser reconocidos y retribuidos en consonancia- y no quienes no han obtenido suficiente nota de corte para realizar otra carrera. La formación del profesorado debe ser intensa, profunda y estricta. No se manda al espacio a cosmonautas de cinco 'raspao', no operan a corazón abierto los últimos de la clase -aunque haya jardineros más hábiles con la sutura que el mismísimo doctor Barnard-, ni tampoco suelen levantar puentes atirantados quienes a duras penas aprendieron a calcular estructuras. Las personas que se ganen el título de docente deben salir mejor preparadas que las que les enseñaron, puesto que los medios que la sociedad pone a su disposición son más y mejores que aquellos de los que disfrutaron sus maestros. 

La educación no necesita supervivientes. Requiere profesionales capaces y respetados, personas que sean maestras y maestros porque les gusta a rabiar, a pesar de que podrían haber sido lo que hubiesen querido.




sábado, 17 de mayo de 2008

La carta perfecta


José Joaquín Rodríguez Lara


Muy alto es el predicamento que tienen las cartas. Como mensaje apostólico para los cristianos; como género literario en sí mismo y como herramienta de altísima utilidad para hacer novelas, en libros de memoria y otras especies de escritura artística.

Las cartas fueron durante miles de años una suerte de tam-tam o un hilo de lenguaje morse entre corazones enhebrados por el correo. Con cartas se ha hecho el amor y la guerra, se han levantado grandes obras literarias y también se ha sumido a mucha gente en el mayor de los desconsuelos y en la más infame de las miserias. La carta que llegó tarde, la carta que nunca se debió escribir, la que estuvo perdida durante decenios en la cartera del cartero son cartas de vida memorable.

En torno al pretexto de una carta que nunca fue escrita organizó Gabriel García Márquez la que el genio colombiano considera la mejor de sus novelas, 'El coronel no tiene quien le escriba', una especie de anticipo de 'Cien años de soledad'.

Hay cartas que valen menos que el papel en el que están escritas y muchas otras cuyo valor económico se dispara a medida que se apolillan. Cartas que descubren la personalidad secreta de grandes personajes públicos de los que parecía que todo estaba dicho y otras que cubren con palabras la verdad hasta hacerla desaparecer.

Y además de todas esas cartas, hay cartas al director. Al director de cada periódico. Son las más difíciles de escribir, las de vuelo más arriesgado. Cartas que se envían como se compra un décimo de lotería, con la esperanza de que precisamente sea esa la que salga. Escribirle cartas al director de un periódico es todo un oficio que exige concreción en la forma, desenvoltura en el lenguaje y suficiente originalidad para encandilar al destinatario con la revolera de alguna frase. Si usted escribe cartas al director y no se publican todas, no desespere, la carta perfecta existe. Es corta, aguda, correcta y oportuna.

martes, 15 de abril de 2008


Desrabar borregas


José Joaquín Rodríguez Lara


CUANDO el uso de las calculadoras a pilas se generalizó en Japón, los súbditos del emperador realizaban sus cálculos matemáticos con la nueva maquinita, pero inmediatamente, para convencerse de que el resultado era correcto y, sobre todo, bueno para el negocio, recurrían al ábaco, ese antiquísimo invento egipcio con el que se suma, se resta, se divide y multiplica moviendo bolitas insertadas en unas varillas.
Extremadura y toda España y hasta es posible que la Unión Europea en pleno están atravesando una fase similar, en la transición del papeleo a la cibernética. La Junta, sin ir más lejos, se ha empeñado en informatizar la región y se esfuerza en poner a disposición de los ciudadanos las nuevas tecnologías. ¿Significa eso que ha terminado la era del papeleo? ¿Por Dios!, ni mucho menos.
Para solicitar las subvenciones agrarias hay que pedir, papel en mano, una clave y una contraseña informáticas, además de enviarle al Gobierno regional un impreso dando de alta a terceros una cuenta bancaria. Pertrechado de estas gestiones y salvoconductos se entra en Juntaex.es, Consejería de Agricultura, Iniciativa Arado, y después de navegar por aguas revueltas se llega hasta los impresos. Con semejante trajín, la Junta ya sabe quién es usted, donde vive y a qué dedica el tiempo libre, pero como si la Consejería fuera japonesa le exige además poder comprobarlo moviendo las bolitas del ábaco. Así que después de haberse confesado al ordenador tiene usted que imprimir la confesión, por triplicado, llevar los papeles al banco, para que se los sellen, meterlos en un sobre identificado con sus datos personales y, junto a otros impresos y certificados varios, entregarlos en el registro de la Administración regional, para que se los vuelvan a sellar, con una selladora eléctrica, eso sí, y se los escaneen con una fotocopiadora para ordenador.
No exigen póliza porque las pólizas desaparecieron con el franquismo.

Y ya está. Ahora sólo le queda esperar que pasen los meses y su petición sea atendida.

Hasta hace muy poco, los campesinos palpaban la tierra, se incorporaban en la silla para escuchar al hombre del tiempo y amoldaban a sus intereses las prácticas agrarias que cuando mozos aprendieron de sus padres y abuelos.

Ya no. Antes que de tierras y de cielos, el moderno agricultor/ganadero debe saber de directivas comunitarias, de subvenciones, de cupos, de primas y de plazos. Y si no sabe, tendrá que buscarse a quien sepa y le pueda ayudar, que para el caso no es lo mismo, sino peor. No quieres burocracia, pues ración doble: en papel y por ordenador.

La densa y más que creciente eurocracia debe de ser una de la razones por las que en el sector agrario español anda suelto tanto pájaro de jaula. Médicos, fotógrafos, informáticas, maestros de escuela, funcionarios de lo Silvestre, sacerdotes, biólogos, sindicalistas de butaca, abogadas, policías, constructores, arquitectos, magistrados de la Audiencia, banqueros, bancarios, decoradoras y hasta periodistas se calzan los botos y lo mismo echan besanas y limpian olivos que organizan desviejes y ordenan aclareos. No son del campo, no, pero tienen lo principal para serlo: conocen a la 'señá' Burocracia y a su hija doña Informática.

En sabiendo, de ordenadores y demás impresos por triplicado, ¿a quién le espanta desrabar borregas?