martes, 20 de abril de 2004


Prohibido poner anuncios 

José Joaquín Rodríguez Lara


LAS tormentas de ideas tienen estas cosas: lo mismo se descubre la pólvora que se acuerda colocarle la mecha y el cebo para probarla en carnes propias.

Acaba de ocurrirle al PP extremeño, dispuesto a conseguir que sus afiliados no se anuncien en aquellos medios informativos que tratan de forma «denigrante» a los populares. Como ocurrencia no está mal en un partido de honda vocación liberal y somera predisposición a la disciplina interna, pero como declaración pública de intenciones hay que mejorarla, pues se queda corta. 

¿Qué tal si, además de no sembrar publicidad entre las espinas, los del PP se tapasen los oídos y los ojos cuando pasan cerca de una televisión hostil o de una radio enemiga, por no hablar de un diario desafecto? Es más, y si los militantes del PP se negaran a comprar en establecimientos que pongan publicidad a las huestes informativas del contrario. 

Llegado el momento, el PP podría solicitarle a sus militantes hasta que se resistan a leer las pintadas que la mala gente de IU abandona por esos muros de Dios, pues la abundancia de lectores propicia la llegada de publicidad a los medios, incluidos a los paredones medianeros. Sobre todo de aquellos lectores a los que se les supone capacidad adquisitiva, como suele ocurrir con los del PP. 

Estas medidas, y otras que por falta de espacio no se exponen aquí, harían mucho daño a los medios denigradores del PP, pero lo definitivo sería huir, abandonar inmediatamente aquellas localidades en las que florezcan informadores hostigantes. Ahí es nada, todos los militantes del PP con la maleta en la mano y los directores de los medios y los alcaldes y los encargados de los censos municipales llorando por las esquinas y suplicándole a los populares que no les abandonen. Usted ríase, pero el asunto no tiene la menor gracia. Un reventón en el padrón son palabras mayores. En Extremadura hay alcaldes capaces de dar un mitin y hasta dos con tal de que no se les vaya un vecino. Aunque sea un vecino del PP, que lo mismo puede ser reciclado y se le aprovecha para algo.

A los populares no les gusta el reparto que hace la Junta con la publicidad institucional y no les faltan motivos. Pero Ibarra no gobierna a su antojo por el reparto que hace de la publicidad, sino que distribuye los dineros como se le antoja debido a que gobierna. Parece que los populares extremeños harían lo mismo.
El PP tiene derecho a defenderse de quienes le denigren, pero debería elegir con muchísimo cuidado sus armas para no cargarse de un aletazo de gaviota la saludable iniciativa privada. Además, si las inmobiliarias y los vendedores de automóviles y los ultramarinos dirigidos por militantes populares dejaran de anunciarse en los empresas informativas que el PP considera hostiles, cualquier otra que tuviese la desgracia de recibir esa publicidad podría pasar a ser considerada un medio complaciente con el Partido Popular. Menudo favor.
¿No le bastará al PP con las llagas de San Urdaci mártir? 

(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)




jueves, 1 de abril de 2004


Ibarra se queda solo 

José Joaquín Rodríguez Lara 


LA inminente llegada de José Bono al primer gabinete de Zapatero hará que Juan Carlos Rodríguez Ibarra se quede solo al frente de los presidentes autonómicos más veteranos. Ibarra, que lleva años en el liderazgo, desde ahora será aún más líder.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra salió reelegido presidente para una sexta legislatura de las urnas que se abrieron en mayo del año 2003. En esa misma jornada electoral, Bono también se ganó la continuidad por sexto mandato consecutivo en Castilla-La Mancha. Las últimas elecciones generales y la renuncia de Ibarra a ser ministro de Rodríguez Zapatero ha roto la pareja de baile de los barones autonómicos y el extremeño se queda solo en la pista. Incluso Fraga, que viaja en coche oficial desde que gastaba chupete, lleva menos legislaturas regionales que el presidente de la Junta de Extremadura.

Si Rodríguez Ibarra es como le retrata su imagen pública, llegará hasta el final de su mandato actual y su longevidad presidencial superará a la de Pujol, que estuvo en el cargo durante 23 años. ¿Dejará paso a otra persona algún día? Dios no le ha llamado por el camino de la renuncia y de la mortificación, pero o se va al final de esta legislatura -con un compañero en Moncloa, una ministra en Vivienda y un Fernández Vara en casa- o no se irá nunca.

Alguien podría interpretar esta afirmación como un deseo expreso de que Ibarra se vaya de una vez. Craso error. Ibarra suele hacer casi siempre todo lo contrario a lo que se opina en los periódicos, así que si el presentido sucesor se impacienta, que le pida consejo a príncipe.

Al de Gales, naturalmente.

(Publicado en mi columna de opinión El Rincón)