sábado, 29 de diciembre de 2018


Veinte arcos triunfales para la mirada de Sebastião Salgado

José Joaquín Rodríguez Lara


Quienes se encuentren durante estas fiestas navideñas en la ciudad de Badajoz pueden disfrutar, gratuitamente y mientras dan un agradable paseo, de una gran exposición.


Se trata de la muestra ‘Génesis’, del prestigioso fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. La exposición está instalada a lo largo del bulevar de la avenida de Huelva.


En el paseo central de esta gran vía pacense, entre palmeras, que intentan sobrevivir a los ataques del picudo rojo, y otras plantas ornamentales, flotan en el aire 36 imágenes de gran formato captadas por la mirada de Sebastião Salgado. Se trata sólo de una parte de la obra magna del fotógrafo brasileño, pero merece la pena contemplarla.


Son imágenes en las que conviven el fotoperiodismo, la fotografía documental, la fotografía artística y el activismo ecologista, pasado todo ello por el tamiz de la gran calidad técnica y de la enorme sensibilidad humana y artística que caracterizan la dilatada producción fotográfica de Salgado.


A través de su cámara, el gran ojo inquisitivo nacido en Aimorés, localidad brasileña perteneciente al estado de Minas Gerais, nos acerca en blanco y negro un mundo primitivo que es de ahora mismo, integrando en sus fotografías todos los estados de la naturaleza –el gaseoso, el mineral, el líquido…- y la vida –vegetal, animal y humana-, plasmando desde detalles minúsculos hasta los costurones del planeta Tierra.


La Caixa y el Ayuntamiento de Badajoz colaboran en el ofrecimiento a la ciudadanía de esta singular exposición al aire libre, pues no hay mejor sala para apreciar la naturaleza. Las obras están sostenidas por una veintena de robustos y sucesivos marcos de acero que, como arcos triunfales, se extienden a través del bulevar de la avenida de Huelva como un agujero de gusano que comunicara dos universos, el humano y el deshumanizado; como un túnel del tiempo inexplicablemente varado en una calle de Badajoz o, tal vez, como una representación minimalista del teleobjetivo fotográfico que va captando la realidad en recuadros de vida convertida en arte por el ojo y el corazón de Sebastião Salgado.



(Octogésimo séptimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 28 de diciembre del año 2018.)

miércoles, 26 de diciembre de 2018


Vara y los silencios de Extremadura


José Joaquín Rodríguez Lara


“La Navidad no son sólo panderetas . También tiene sus silencios. Escuchemos los silencios de la Navidad. Sí es verdad. Son ellos.”, afirma textualmente Guillermo Fernández Vara en su cuenta de Twitter.


Y tiene toda la razón don Guillermo Fernández Vara. La Navidad no son solo panderetas, instrumento musical alegre por antonomasia. En la Navidad también hay silencios. Sobre todo en la Navidad extremeña.


El silencio del desempleo, el silencio de los pueblos literalmente en venta, el silencio de las ausencias, el silencio de un futuro lleno de macroproyectos que huyen del presente como un horizonte de sueños inalcanzables. En realidad, en Extremadura hay muchísimos más silencios que panderetas. De aquí emigra hasta el futuro. Pero los silencios terminarán hablando alto y claro.


Y, cierto es, don Guillermo Fernández Vara, hay que prestarle mucha atención a los silencios, tan abundantes en la sociedad extremeña. Sobre todo cuando se es presidente de la Junta de Extremadura.


Ha llegado a 7Días el tuit de Fernández Vara cuando todavía estábamos tratando de interpretar la postal navideña oficial de Isabel Gil Rosiña, portavoz del Ejecutivo regional.


“Seamos capaces de mirar con la inocencia y sencillez de un niño”, dice Gil Rosiña. Mirar, ¿hacia dónde señora consejera portavoz? ¿Hacia dónde podemos mirar sin indignarnos y hacer un poco más amargas estas señaladas fechas? ¿Y por qué hay que mirar con inocencia y no con espíritu crítico, señora Rosiña? Y por encima de todo, ¿cómo se pueden mirar con sencillez mensajes tan ajenos al suelo como el de la pandereta de Vara?


¿No sería más inocente y sencillo desearnos a todos los extremeños mucha salud, felices fiestas y un próspero empleo nuevo allí donde lo encontremos?



(Octogésimo sexto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 24 de diciembre del año 2018.)




miércoles, 12 de diciembre de 2018


La caza merece más respeto de Iglesias, de Ribera, de Vara y de todos


José Joaquín Rodríguez Lara


Es difícil saber a qué atenerse cuando Pablo Iglesias, líder estatal de Podemos, llama criminal a un extremeño que intenta cazar y, poco después, su hombre en Extremadura, Álvaro Jaén, declara que la caza es importantísima para la región extremeña.


Adivina, adivinanza, ¿quién estaba bajo los efectos del alucinógeno electoral? ¿Pablo, en plena campaña de las autonómicas andaluzas, o Álvaro, en los umbrales de la campaña extremeña?


A Pablo Iglesias, por cuyas venas corre sangre de Extremadura, no le gusta la caza y está en su derecho de que no le guste. Hace muy requetebién. Lo que no hace tan bien es alardear de su ignorancia sobre la actividad venatoria, pues quien legisla y, además, aspira a gobernar debe saber de todo, aunque sólo sea una pizca, o informarse antes de meter la pata.


Iglesias ha retuiteado un vídeo que ha dado la vuelta al mundo, grabado en Extremadura, sobre un accidente de caza. “Los responsables de esta salvajada solo tienen un nombre: criminales”, afirma en su tuit Iglesias. “Acabemos con esto de una vez y castiguemos a los culpables. Ojo, las imágenes son durísimas”, concluye el líder de Podemos.


Lo verdaderamente duro es el salvaje tuit de Pablo Iglesias. Cualquiera que conozca algo de la actividad cinegética sabe que cazar no es asesinar; que cuando se mata a un animal no se comete un crimen; especialmente cuando se tienen todos los permisos oficiales y privados para cazarlo; que los cazadores no odian a las presas que cazan; y que muchísimo menos sienten odio por sus perros.


Así que si en un lance de caza mayor, huyendo de la recova, un venado se acerca a un precipicio y los perros van tras él y, desgraciadamente, algunos se despeñan, el cazador de La Roca de la Sierra (Badajoz), el perrero que sufre esa desgracia no es un criminal, querido Pablo Iglesias, es la víctima superviviente de algo que pudo terminar en una auténtica tragedia.


Criminal no es quien dispara contra las piezas cinegéticas, sino quien dispara a propósito contra las personas. Nada le hubiese gustado más al cazador de La Roca que evitar la caída de sus perros por el barranco. Entre otras cosas, porque lances venatorios hay todas las temporadas y un perro de caza tarda en hacerse tres años. Ni criar ni acollarar perros es hacer una reala. Se necesita mucho tiempo, muchos cuidados, mucha dedicación, muchas salidas al campo para que un perro con el que se sale de caza sea un perro con el que se puede salir a cazar, querido Pablo.


Álvaro Jaén, candidato de Podemos a la Presidencia de la Junta en las últimas elecciones autonómicas y cabeza del grupo parlamentario de su formación política durante lo que va de legislatura, ha realizado un discurso bien distinto al de su líder estatal. Podemos, ha dicho Álvaro Jaén, defiende la caza porque es “importantísima” para Extremadura. ¿Responde así a las palabras de Pablo? ¿O sólo a las de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que emulando a Iglesias, en otra demostración de ignorancia urbanita, se ha manifestado contra la caza y contra los toros? Una cosa es que a ella no le gusten y otra muy distinta es que, siendo ministra, abogue por su prohibición.


La ministra ha suscitado en Extremadura reacciones contundentes del PP, de Ciudadanos y de Podemos; también le han respondido con dureza los cazadores españoles, y hasta su colega y compañero de partido Emiliano García-Page, presidente de Castilla - La Mancha, región muy cinegética, ha enviado una carta durísima, por el fondo que no por el tono, a la ministra para ilustrarla un poco.


A Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, región en la que ya casi no queda caza, a pesar de que la Junta sigue cobrando licencias, impuestos y demás papeleos, el líder del PP, José Antonio Monago, le afea que se haya despachado tarde y mal con un tuit, que es el trino de un pajarino azul, en solidaridad con el casi extinto sector cinegético extremeño.


Los cazadores extremeños, que subsisten entre terremotos de leyes cinegéticas desde que, el 6 de diciembre de 1989, dos jóvenes de Palomas (Badajoz) sin permiso de caza se ahogaron en el río Matachel huyendo de la Guardia Civil, merecen muchísimo más respeto. Por parte de todos. Incluido Iglesias, la ministra Ribera y, por su(puesto), el presidente Vara.



(Octogésimo quinto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 12 de diciembre del año 2018.)




lunes, 10 de diciembre de 2018


La Constitución, contra el Gobierno de Pedro Sánchez


José Joaquín Rodríguez Lara


Cuando se habla de reformar la Constitución Española de 1978 casi nadie se refiere a la conveniencia de introducir cambios en el sistema electoral y, más concretamente, en la circunscripción electoral.


“La circunscripción electoral es la provincia”, establece el artículo 68.2 de la Carta Magna refiriéndose a las elecciones generales. Y de ese artículo provienen buena parte de los males que afectan a España.


Si en vez de la provincia, la circunscripción electoral fuese el país entero, como ocurre en las elecciones para el Parlamento Europeo, resultaría muy difícil, por no decir imposible, que los partidos minoritarios regionalistas (Coalición Canaria), nacionalistas comedidos (PNV) e independentistas radicales (catalanes varios) pudiesen chantajear a quienes se obstinan en gobernar sin haber obtenido la mayoría absoluta, como es el caso de Pedro Sánchez.


Con circunscripción única, para conseguir diputados, esos partidos regionalistas, nacionalistas e independentistas estarían obligados a reunir tal número de votos en el conjunto de España que difícilmente lograrían, por sí mismos, sin coaligarse con otras fuerzas políticas, tener representación en el Congreso de los Diputados, que es donde se reparte el bacalao político en este país. Y desde luego, en modo alguno conseguirían tener tantos escaños como los que ocupan desde las primeras elecciones generales.


La circunscripción electoral única obligaría a los partidos socialmente ‘periféricos’ a interesarse por las aspiraciones del conjunto de España, no sólo por las de su autonomía; pero sobre todo, evitaría tener que comprarles y a precios desorbitados, una legislatura tras otra, el derecho a gobernar, a aprobar los presupuestos y a sacar adelante cualquier otra iniciativa parlamentaria que, incluso estando de acuerdo con ella o interesándoles, les parezca susceptible de ser ordeñada hasta dejar completamente seca la ubre del Estado.


Puede parecer que con una circunscripción única, no habría quien defendiese en el Congreso los intereses del electorado de cada provincia. Pero, ¿acaso los defienden ahora los diputados provincianos? Sus señorías piden el voto a cada elector de su circunscripción y, una vez que salen elegidas, si te he visto no me acuerdo. Con el sistema electoral actual, cada provincia elige a sus representantes pero ninguna o muy pocas llegan a estar verdaderamente representadas. Como no hay circunscripción unipersonal y no se elige a una sola persona en cada circunscripción, los parlamentarios actúan a las órdenes del partido que les puso en la papeleta y le dan la espalda a los votantes que, poniendo la papeleta en la urna,  pusieron a su señorías en los escaños, así que, con una circunscripción única, las provincias no perderían nada en casa y podrían dejar de perder mucho en Madrid.


En estos días se está viendo un ejemplo más del enorme daño que le causa la circunscripción electoral provincial al conjunto del país. Entre las últimas atrocidades que se le achacan a Pedro Sánchez, increíble presidente del Gobierno, está su disposición a reconocer a Cataluña como nación, siempre que los diputados independentistas catalanes, que con ese y otros fines inconfesables le llevaron en andas a La Moncloa, le faciliten ahora la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.


Es este un negocio, un trueque entre trileros, de difícil cumplimiento. Y Pedro Sánchez lo sabe. Así que no se explica muy bien cómo pretende el político que nos preside, y que sigue aspirando a poder gobernarnos, soslayar las dificultades constitucionales existentes para convertir a Cataluña en nación y salirse con la suya aprobando unos Presupuestos que le darían oxígeno para llegar hasta el final del túnel de la legislatura.


A no ser que Pedro Sánchez haya aprendido tanto, pero tanto tanto tanto, durante la jugarreta que parecen habernos hecho -a él y a todos los españoles- en la trama/trampa Brexit/Gibraltar que se haya convencido de que una cosa es la que se dice y hasta la que se firma, y otra muy distinta la que se hace.


Y si hay que hacer nación a Cataluña, pues se la hace y aquí Presupuestos y después gloria. O elecciones, si no hay más remedio.



(Octogésimo cuarto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 10 de diciembre del año 2018.)

sábado, 8 de diciembre de 2018


La marca que saltó la empalizada del poblado para vender pizzas fuera de su tribu


José Joaquín Rodríguez Lara



Cada día disfruto más con sus productos, a pesar de que estoy convencido de que jamás me he llevado a la boca algo elaborado por esta firma. Y si probé alguno fue sin darme cuenta, pues no reparé en la marca. Ni pizzas, ni hojaldres, ni patés a las finas hierbas, ni salchichón, ni pastelitos de clase alguna. Nada fabricado por esta firma ha nutrido mis días hasta hoy. Que yo sepa.


Y no porque no me guste lo que vende. Carece de sentido suponer que no te gusta lo que no has probado. Tampoco porque rechace ese tipo de comida tan industrializada, pues consumo otros alimentos que tampoco son precisamente muy caseros. Simplemente, no se me ha presentado la oportunidad, ese revuelto de necesidad, posibilidad y antojo, de darle un bocado al catálogo de esta empresa familiar, asentada en la localidad de Gurb, y disfrutar, si merece la pena, con los sabores y texturas de su producción.


Sin embargo, cada día me convenzo más de que Casa Tarradellas, y sus productos, están menos lejos de mi casa, aunque se elaboren en Barcelona y yo viva en Extremadura. Y la causa es muy simple: la publicidad.


Las campañas publicitarias de esta marca han pasado de aquellos anuncios, tan catalanes, de la abuela horneando pizzas en una masía, enormemente alejados de la realidad de la gran mayoría de los consumidores españoles, tanto por la escenografá como por la mecánica, a unos señuelos comerciales que me parecen tan madrileños, tan canarios, tan gallegos, manchegos, vascos y extremeños como catalanes.


Se mantiene la estrategia de hacer marca contando pequeñas historias, pero ha cambiado el escenario: La empresa está empezando a salir de la masía y a entrar en la casa de la gente que no es catalana. Y lo ha hecho contando historias que no sólo pueden considerase propias de cualquier región española, sino que rezuman tanta o más autenticidad que la del grupo familiar que, en la masía, en mitad del campo, rodeado de gallinas, cerdos, corderos, frutas, legumbres y hortalizas se alimenta de pizzas. Creo que lo primero que se le debe exigir a la fición publicitaria es que sea creíble, y la gran mayoría de estos nuevos anuncios lo son. Los anteriores no me lo parecían tanto.


Este cambio de la estrategia publicitaria se ha producido en una época, la actual, en la que el mercado español está ahíto de mensajes y consignas del catalanismo identitario; cuando existe en la sociedad tal hartazgo de todo lo catalán que hay personas que cambian de canal de televisión tan pronto como el programa empieza a hablar de Cataluña. Ignoro cómo son los anuncios con los que esta firma se dirige al mercado catalán, si son multiregionales, catalanistas, nacionalistas o independetistas, pero lo cierto es que los que se emiten por los televisores sin banderas independentistas no suscitan rechazo general simplemente por mostrar a una empresa de Cataluña. Y que esto ocurra mientras otras empresas catalanas se enrocan en el independentismo xenófobo y en el desprecio a todo lo español es digno de tener en cuenta.


Pero es que, además, muchos de los anuncios que está ofreciendo últimamente esta marca tienen, en mi modesta opinión, una calidad dramática incuestionable. Son pequeñas películas, con planteamiento, nudo y desenlace, que permanecen en la memoria de quienes las vemos. Desde la familia, un poco estirada, que espera la llegada de Pedro, el noviete de la hija mayor, mientras el padre se recrea en la preparación de un pastel, hasta la que cambia de vivienda en contra del criterio de las hijas –estoy muy ‘i love’, mucho, de este anuncio- pasando por el padre separado, viudo o lo que sea que descubre que a su hija adolescente le ha dejado el gran amor de su vida, con el que mantenía una relación desde hacía nada menos que tres semanas y él no se había enterado, porque nunca se entera de nada, o la madre que intenta conseguir la aprobación de su crío para llevar a casa a un amigo, bueno, a un compañero de trabajo, y el niño la sorprende con un “¡brutal!” que nada tiene que ver con las necesidades sentimentales de su progenitora y sí con el aspecto de los pastelillos que acaban de hornear mientras hablan cada uno perdido en su propio planeta.


Son historias comprensibles para casi todo el mundo, que no suscitan un rechazo tribal generalizado.


Me llama mucho la atención la gran verosimilitud del trabajo que realizan las personas que ponen en escena estos anuncios, que no me parecen, aunque seguramente me equivoco, experimentados profesionales de la interpretación, pues no los he visto en otros mensajes comerciales o películas. Y me asombra el acierto de quienes las han seleccionado para que representasen las historias que cuenta cada anuncio.


Pero por encima de todo me gusta que, en un tiempo de tanta animadversión hacia el vecino, una empresa tan identificada con Cataluña como esta haya decidido saltar la empalizada del poblado y hablarle con un lenguaje perfectamente asumible a quienes no forman parte de su tribu.


Son catalanes, saben vender y, para ellos, la pela es la pela, se dirá. Pero este análisis se queda, a mi parecer, muy cojo al ver que otras empresas, instituciones y personas igualmente catalanas, para las que la pela también es la pela y que por ser de Cataluña llevan el gen del comercio en las venas, espantan a la mayor parte de su clientela potencial cada vez que abren la boca o aprietan el puño.


Ignoro si Casa Tarradellas vende más desde que salió de su masía, pero bienvenida sea la publicidad que tiende puentes y abre puertas en vez de cerrar caminos y mercados.


Y cualquier otro día hablamos del cava que nos separa.



jueves, 6 de diciembre de 2018


Las candelitas, una tradición auténtica, sin subvenciones ni cámaras


José Joaquín Rodríguez Lara


Tan pronto como el otoño enseña las orejas por encima del horizonte de los días, la chiquillería de Salvatierra de los Barros, en el suroeste de la provincia de Badajoz, comienza a acarrear. Acarrea y amontona leña, madera en general, matorrales y cualquier cosa de origen vegetal que se pueda entregar al fuego. Aprovecha los restos de las podas, las maderas abandonadas, los palos y tablas retirados de los techos, así como puertas rotas, ventanas inservibles y muebles viejos… En Salvatierra, casi todo vale para hacer una candelita.


Poco a poco, un día tras otro, con la dedicación y el esfuerzo de la gente menuda -de Manuel, de Lidia, de Rocío, de Juan, de María y de casi toda la infantería local…- se va formando la pira festiva de la candelita.


El montón es obra de chicos y chicas que suelen tener entre 8 y 13 años y exalta el valor y la importancia de lo genuino, de lo que no necesita reinventarse para subsistir. Es una tradición tan arraigada en Salvatierra de los Barros que puede pervivir por sí misma, sin subvenciones ni cámaras de televisión. Las candelitas de Salvatierra no pasan de padres a hijos; pasan de niños y niñas a niñas y niños. Porque es este segmento de la población local el auténtico protagonista de una práctica a la que se le pueden atribuir todos los simbolismos que se quiera, pero no es un rito iniciático, ni una ceremonia asociada a la pubertad, ni tampoco una operación de limpieza de callejas, caminos y corrales.


Con las candelitas, la chiquillería salvaterreña se siente protagonista sin necesidad de ser tutelada por las personas mayores. Las chicas y chicos buscan la leña, la amontonan y la queman. Le prenden fuego el día 7 de diciembre, por la noche, víspera de la festividad de la Inmaculada, así que o bien surgió como práctica cristiana, para honrar con fuego -en otros lugares corre la pólvora- a la madre de Cristo, o la jerarquía católica cristianizó un antiguo rito pagano que, por su cercanía al solsticio de invierno -entre el 20 y el 23 de diciembre- bien pudiera tener como finalidad darle la bienvenida al sol y al crecimiento de los días.


Por Santa Lucía (13 de diciembre) mengua la noche y crece el día, asegura el refrán. Es lo mismo que hizo la Iglesia al vincular la fecha del nacimiento de Jesucristo con el solsticio de invierno, el momento en el que los días, la luz, la esperanza, empiezan a crecer y las noches, la sombra, el desaliento, el miedo, a menguar.


Pero nada de esto parece estar presente en las candelitas de Salvatierra de los Barros. La chiquillería disfruta tanto acarreando el combustible con sus propias manos, como contemplando las llamas que trepan por la boca de lobo de la noche. Ese es el momento en el que se acercan las personas adultas para acompañar a los verdaderos protagonistas y rememorar su propia infancia, si la tuvieron, y su pasado candelitero. Junto a las llamas, mientras arde lo malo de un año que ya enfila la recta final de sus días, se consumen golosinas y algunos alimentos apetecibles, hasta que el esfuerzo y la ilusión de la chiquillería quedan reducidos a un círculo de ceniza escrito en el suelo.


Hasta hace no muchos años, se hacían candelitas en cualquier plaza o ensanche de las calles de Salvatierra. Ya no queda suficiente gente menuda para tantas candelas, pero al menos hay una, la de La Fontanilla, cerca de la fuente de La Romana, que junto a alguna más sigue alumbrando a las generaciones de una Salvatierra de los Barros que tiene al fuego, de sus antorchas procesionales en torno al Cristo, de sus hornos alfareros, de sus matanzas domésticas y de sus candelitas, como referencia. Aunque, curiosamente, el 2 de febrero, día de la Candelaria, una fiesta con tanto peso religioso en el mundo cristiano, pasa desapercibido, sin procesiones ni candelas, como si la población estuviese contando las horas que faltan para festejar al día siguiente -el 3 de febrero- a San Blas, titular de la parroquia, para comer sus ingenuas roscas de pan y conseguir algún cordón bendecido, con el deseo, con la esperanza y hasta con la certeza de que le espantará los males de garganta. Así es todavía Salvatierra de los Barros.



(Octogésimo tercer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 6 de diciembre del año 2018.)




martes, 4 de diciembre de 2018


Si no queréis casas de apuestas, tomad casinos


José Joaquín Rodríguez Lara


La FEMP (Federación de Municipios y Provincias) es posiblemente el órgano político del Estado más pegado al terreno. El que mejor conoce la realidad. No en vano está integrado por alcaldes que, en la mayoría de los casos, suelen lidiar hasta personalmente con los problemas que sufren sus vecinos.


La FEMPEX, su rama extremeña, no es una excepción. A la FEMPEX le preocupa Extremadura. Por tal motivo, en la primera quincena de noviembre, su presidente, el socialista Francisco Buenavista García, alcalde de Hornachos (Badajoz), visitó a Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta, en Mérida, capital de la región, y le manifestó lo mucho que le preocupa el negocio de moda en la comunidad autónoma: las casas de apuestas. Tanta es la preocupación que, en Mérida, el asunto hasta ha sido debatido por el Pleno municipal.


Como publicó 7Días el 13 de ese mes, la FEMPEX mostró la “preocupación de los alcaldes y alcaldesas por la proliferación del juego y las apuestas en la región”. Buenavista salió de la sede de la Presidencia de la Junta con la “satisfacción” de comprobar que las apuestas, los juegos de azar, es un asunto “que está dentro de las preocupaciones de la Junta de Extremadura”.


Sí sí, que te vi. En lo que incuba sus huevos una gallina, 21 -impar y rojo- días después, el 3 de diciembre, Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, ponía su altavoz personal al macroproyecto californiano Elysium City, con el que se pretende convertir la localidad de Castilblanco (La Siberia extremeña) en una miniréplica de la ciudad de Las Vegas, desierto de Mojave (EE UU).


El macropoyecto Elysium City habla de construir en Castilblanco (Extremadura) un parque temático acuático, un campo de golf de 18 hoyos, tiendas de ropa y entretenimiento gastronómico, un estadio de 40.000 localidades para deportes y espectáculos musicales, un puerto, un carril bici, senderos naturales, helipuerto, un centro de datos y no uno ni dos ni tampoco tres, sino cuatro: cuatro casinos de juego, de apuestas, con sus correspondientes hoteles que sumarán 3.000 habitaciones. Lo más parecido a Las Vegas que se ha visto en Europa, vamos.


Habrá un icónico casino hotel de 5 estrellas; un parque temático con su casino de 4 estrellas; un parque acuático y el correspondiente casino de 4 estrellas; y un casino hotel para conferencias de 3 estrellas.


Y todo ello, como ya dijo 7Días y se obstina en recordar Podemos, gracias a la Ley de los Casinos, menos conocida como Ley Extremeña de Grandes Instalaciones de Ocio, la LEGIO.


Se trata sin duda de una jugada maestra de la Junta, de una solución a lo grande. ¿Habrá mejor forma de terminar con las pequeñas y molestas casas de apuestas que abriendo cuatro grandes casinos, cuatro casones, cuatro supercasoplones para que la población extremeña, y quienes vengan de fuera, puedan jugarse hasta las pestañas. Si es que aún les quedan pestañas en el 2023 o en el 2028, fechas entre las que se mueve el macroproyecto.


Como publica 7Días, este 4 de diciembre, la diputada de Podemos Irene de Miguel, que en las elecciones se peleará con Vara por la Presidencia de la Junta, antes de terminar pactando lo que sea con él, acusa al PSOE “de jugar con el pan de la gente (extremeña), creando falsas ilusiones y esperanzas, en pleno año electoral, con proyectos multimillonarios que son difíciles de creer”.


Irere, Irene, ¡pero qué iconoclasta y qué mal pensada es usted, señoría! No se trata de jugar con el pan de nadie; se trata de solucionar los importantes problemas de ludopatías y otros males que originan las casas de apuestas y los juegos de azar. Y contra ese problema no hay nada más eficaz que aplastar las casas con casinos.


¡Hagan juego, señorías, hagan juego!



(Octogésimo segundo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 4 de diciembre del año 2018.)




lunes, 3 de diciembre de 2018


¿Hay que temer a Vox?


José Joaquín Rodríguez Lara


Vox ha obtenido doce escaños en el Parlamento andaluz y tal parece que se hubiesen abierto las entrañas de la tierra de María Santísima y un volcán hubiera vomitado su lava calcinante en mitad del antiguo hospital de Las Cinco Llagas, sede de la Cámara legislativa andaluza, en Sevilla.


Mientras le hacen la autopsia a las elecciones, en las tertulias forenses se habla de la irrupción de la ultraderecha, como si los resultados fuesen producto de un accidente y no del descontento generalizado que hay en buena parte de España en contra de los políticos gobernantes que parten, reparten y se llevan la mejor parte, y hasta contra los que no consiguen gobernar. Por ejemplo, el PP andaluz. Lo de Vox se veía venir y puede que el estallido de su traca sociopolítica no haya hecho nada más que empezar.


¿Los doce escaños de Vox son producto de la corriente ultraderechista que recorre Europa?


Puede ser, pero no exclusivamente. Es posible que lo que ocurre en otros países le haya dado un impulso, pero no creo que se haya producido una explosión por simpatía. La ultraderecha lleva mucho tiempo prosperando en Europa y Vox acaba de germinar.


A Vox le ha puesto en pie la indignación del electorado contra los gobernantes y cogobernantes del PSOE, del PP, de Podemos... Vox se ha amamantado con las decisiones de Susana Díaz, con su modo de vivir soldada al cargo y tan alejada de las necesidades de su ciudadanía, que hasta buena parte de su incondicional electorado la ha abandonado. Tan quintaesencia del poder parece sentirse la gobernante andaluza que propicia la mayor derrota electoral del PSOE en Andalucía y, en vez de hacer autocrítica o, incluso, dimitir, se sube a la tarima para encabezar el parapeto contra “la ultraderecha”. Antes muerta que sin silla. Cualquier cosa antes que reconocer que la llegada de Vox al hospital de las ya ‘Doce + Cinco Llagas’ es, en buena parte, demérito suyo y de su secretario general, Pedro Sánchez, al que no le molesta, sino todo lo contrario, gobernar gracias a los independentistas presos en las cárceles y que, en un alarde de brillantez estratégica, se empeña en enterrar definitivamente al franquismo desenterrando a Franco. Esa y otras actuaciones igualmente brillantes de Sánchez, de Antes y de Durantes han encendido la mecha de “la ultraderecha” que estaba sepultada y bien sepultada en la historia sin memoria.


¿Y, a todo esto, hay que tenerle miedo a Vox?


Por ahora no. ‘La ultraderecha’ es, o al menos era, otra cosa y quien sintió el asesinato de los abogados laboralistas de la calle Atocha, quien pasó por las cárceles franquistas, quien sufrió interrogatorios en la Dirección General de Seguridad o a quien, simplemente, se le aporreó con saña en plena calle mientras trataba de huir de ‘los grises’ montados en caballos o se sintió perseguido, con el mismo fin, por los Guerrilleros de Cristo Rey, lo sabe. Lo sabe muy bien.


Lo que más miedo debe dar de la ultraderecha actual es que los gobernantes ‘constitucionalistas’, que dice Susana Díaz, sigan cometiendo los mismos errores que han sacado de la zanja a Vox y han llevado su voz al Parlamento andaluz. Eso sí que debe dar miedo.



(Octogésimo primer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 3 de diciembre del año 2018.)




lunes, 26 de noviembre de 2018


Muere el asombro atado al final de un hilo


José Joaquín Rodríguez Lara



Quizá ahora mismo, o hace unos minutos, o tal vez dentro de un rato, en algún lugar del mundo, tome su primer sorbo de aire una persona que asombrará a la Humanidad entera por su genialidad. Alguien verdaderamente deslumbrante.


Pero es imposible darse cuenta de ese genial alumbramiento. No sabemos ni dónde ni cuándo ni con qué nos asombrará. Y es imposible saberlo porque las personas geniales no nacen. Sólo viven y se mueren.


En el universo de la genialidad, las estrellas necesitan apagarse para que reparemos en lo brillantes que eran, para que reunamos todos y cada uno de sus destellos en la antorcha que encenderá su pira funeraria.


Acaba de fallecer Bernardo Bertolucci, en Roma, a 473 kilómetros, cien horas andando y 77 años viviendo, de Parma, su ciudad natal.


Ha muerto el hombre al que inspiraban las miradas de los niños; el que se conmovía con el asombro causado por la aparición, una y otra vez, de un mismo juguete atado al final de un hilo.


Se ha apagado la luz del genio que nos deslumbró con ‘El último emperador’ (nueve Oscar de Hollywood), con ‘La estrategia de la araña’, con ‘Novecento’ y con tantas otras obras maestras de la cinematografía; aunque lo más socorrido sea acordarse de él porque mostró una utilidad de la mantequilla que muy pocas personas habían sospechado.



(Octogésimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 26 de noviembre del año 2018.)





Vara promete el futuro sin remediar el presente


José Joaquín Rodríguez Lara



¿El futuro es una substancia adictiva? No está descrito como tal, pero leyendo y escuchando a Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, no sería raro que lo fuese.


A Vara sólo le falta su Moisés. Sí, porque la vara propiamente dicha es él y como ocurrió con Moisés, según las sagradas escrituras, esa vara, ese cayado mesiánico, nos guía hasta ‘la tierra prometida’, que es el futuro.


Extremadura pelegrina hacia los arroyos de leche y de miel del futuro, según se colige siguiendo la prédica de Vara, “porque tenemos mucha agua y mucho sol que serán fuentes de energía que no contaminen, ese es nuestro reto”.


Agua y sol, aunque falte la paella, parece la ‘fabrica’ de una región con playa. Pero no, vaya, vaya, porque aquí no hay playa, mecachis en la mar salada, y que Orellana la Vieja me perdone. El sol y el agua son nuestro futuro; el futuro que Guillermo Fernández Vara vislumbra para Extremadura.


Aunque cualquier tiempo pasado fue anterior, sol, lo que se dice sol, tenemos el mismo del año pasado y el de hace cuatro años. Y agua, lo que se dice agua, hectómetros más o hectómetros menos, tenemos la misma cantidad que con Juan Carlos Rodríguez Ibarra, pues no se ha construido ningún gran embalse desde que él se bajó del cargo, ya que el de Alqueva lo construyó Portugal.


Entonces, ¿en que se basa el optimismo de Vara? ¿En que el sol y el agua llevan dentro un microchip que terminará con el paro? ¿Está en nuestras manos ese microchip? ¿La riqueza que genere enriquecerá a Extremadura o a otras regiones? ¿Se basa el optimismo del presidente en que viviendo al lado de Portugal y con un presente tan negro como el que tiene Extremadura -sólo hay que mirar la tasa de desempleo y combinarla con la emigratoria- el futuro ya no puede ir a peor? O en que, dado que al presente le falta pan, es conveniente profetizar un futuro lleno de banquetes.


Sinceramente no lo sé, pero no me tranquiliza la adicción al futuro que observo en el presidente Guillermo Fernández Vara. Todo lo contrario, me preocupa.


Me preocupa porque prometer el futuro no compromete. Prometer el futuro es torear de salón, luciéndose. Prometer el futuro es pelear contra tu propia sombra, frente al espejo, con la seguridad de que ni vas a ser corneado ni recibirás golpes. Se puede prometer y profetizar el oro y el moro para el futuro sin que luego, cuando el futuro sea presente y no haya ocurrido nada de lo pronosticado, se le puedan exigir responsabilidades al gobernante que ejerció de profeta.


En una situación tan negativa para Extremadura como la presente, preferiría que al frente del Gobierno extremeño hubiese un gobernante que dijera qué va a hacer hoy, lunes, 26 de noviembre del año 2018, por los extremeños, que no a un presidente que anuncia lo que el propio futuro va a hacer por la población, por quienes aún no hemos emigrado, gracias a que tenemos sol y agua. Que es básicamente y a grandes rasgos, lo que el franquismo dejó en Extremadura: sol y agua. Y ya se ve como nos ha ido a pesar de ser la primera potencia mundial en la producción de tomate.


(Septuagésimo noveno artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 26 de noviembre del año 2018.)

domingo, 25 de noviembre de 2018

- Las preposiciones son las agujas de la lengua.

 Cuando quien las controla, haciendo la función de guardagujas, no emplea la preposición correcta,

 envía la frase por raíles sin sentido, en una dirección equivocada y hasta la lleva a una vía muerta.


jueves, 22 de noviembre de 2018


¿Puede salir a flote Extremadura agarrándose a Portugal?


José Joaquín Rodríguez Lara


En Extremadura se siente una devoción especial hacia Portugal. Y no es solamente por el bacalao dorado. No hay actividad de enjundia en tierras extremeñas a la que no se invite a Portugal. Desde Fehispor (Feria Hispano Portuguesa), hasta el FFFB (Festival de Flamenco y Fado de Badajoz) pasando por el Congreso de la Dehesa (española) y del Montado (portugués) y la media maratón Badajoz – Elvas – Elvas - Badajoz.


Y cuando Portugal no viaja a Extremadura, Extremadura va a Portugal; a presentar el Festival de Teatro Clásico de Mérida o el Carnaval de Badajoz o cualquier otro acontecimiento de interés.


Extremadura comparte con Portugal intereses como la eurociudad Badajoz - Elvas – Campo Maior o el parque natural Tajo (Tejo en portugués) Internacional, una joya de la naturaleza que se extiende por los términos municipales de Castelo Branco, Alcántara, Brozas, Carbajo, Cedillo, Herrera de Alcántara, Membrío, Salorino, Herreruela, Santiago de Alcántara, Valencia de Alcántara y Zarza la Mayor. Por no citar la presa lusa de Alqueva, un cometa de agua, el mayor lago artificial de Europa, cuya cola inunda de vida los términos municipales extremeños de Badajoz, Cheles, Villanueva del Fresno, Olivenza, Táliga y Alconchel.


Sin olvidar, por supuesto, a tantas mujeres portuguesas que han roto o rompen aguas en los hospitales extremeños.


Son sólo algunos ejemplos que demuestran que, para la población extremeña, los portugueses no son vecinos, son hermanos: nuestros hermanos portugueses. Especialmente los habitantes de Barranco, distinguidos con la medalla de Extremadura, el más alto galardón extremeño, por su impagable apoyo a las gentes de Extremadura que escapaban de la represión franquista originada por la Guerra Civil. Un abrazo de agradecimiento para los hijos, los nietos, los biznietos y los tataranietos de aquella gente de bien que abrieron su corazón y sus casas a quienes huían de la locura. La suya sí fue una palpable demostración de hermandad ibérica.


Por eso choca tanto el desapego que Portugal muestra una y otra vez hacia un asunto tan importante para Extremadura, para España y para Europa como es la conexión ferroviaria Madrid – Lisboa por Badajoz. Ese ancestral desinterés oficial luso, que raya en el desprecio, lo ha vuelto a poner de manifiesto el primer ministro portugués, el socialista António Luís Santos da Costa, quien acaba de declarar que la conexión ferroviaria de alta velocidad entre Lisboa y Madrid, además de no ser prioritaria para Portugal ni estar en la agenda de su Gobierno, carece de razones para que tenga que pasar por Badajoz.


El señor Santos da Costa tiene todo el derecho del mundo a defender los intereses de su ciudadanía como considere más acertado. Lo que no me parece un acierto es que Extremadura le siga enviando flores a una señora (Portugal, no se me malinterprete) a la que no le gustan ni las flores ni el remitente. Extremadura y España no pueden supeditar su futuro a lo que decida o le interese a Portugal.


Extremadura, desde Badajoz hasta Navalmoral de la Mata, necesita un tren al que se le pueda llamar tren sin que se nos caiga la cara de vergüenza. Y no hablo del tren bala japonés, ni del AVE a la Meca, ni siquiera de los trenes Alvia. Me refiero a un tren que no deje tirado al pasaje en mitad del campo, a un tren en el que apetezca viajar, a un tren de verdad, no a una tartana.


Lo necesita y es de justicia que lo tenga, aunque con vecinos como el señor António Luís Santos da Costa, primer ministro y socialista de Portugal, sería menos perjudicial para la población extremeña que ‘la raya’ estuviese en mitad de África, dicho sea con todo respeto para la población africana.


Extremadura está pidiendo a gritos un tren y lo tendrá aunque tenga que desalojar del poder a quienes les preocupa más su sueldo que las necesidades de la población. Si Portugal acepta subirse a ese tren en marcha, Extremadura le dará la mano con mucho gusto, y si quiere quedarse en tierra de nadie, pues adiós y hasta más ver, porque abrazarse a algunas autoridades portuguesas es como suicidarse tirándose por un precipicio. Tratar de salir a flote agarrándose a Portugal resulta más difícil que nadar con una piedra colgada del cuello al final de una soga con nudo corredizo.



(Septuagésimo octavo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 22 de noviembre del año 2018.)

miércoles, 21 de noviembre de 2018

La Biblia explicada a los españoles


José Joaquín Rodríguez Lara


Al principio no había nada y el creador emigró a Cataluña. Se instaló en el Maresme y la cabeza empezó a refulgírle como el fuego, pues ya se la cubría con una barretina roja. Aquello era el Paraíso y no el Ampurdán.


En un irrefrenable impulso de artista, al creador le dio por crear y modeló una figurilla humana. Pero no lo hizo con arcilla húmeda: la creó con miga de pan y zumo de tomate. Así que el padre de la Humanidad eran catalán y lo cocieron en un horno de hacer pizzas, en la cocina de una masía. Su autor pensó llamarle 'Pan i (de apellido) Tumaca', pero le pareció demasiado vegano para un ser de carne y hueso y le llamó Llordan, con jota.  Llordi para los íntimos. Llordi tenía un talento extraordinario para los negocios y, poco después, le alquiló su nombre al río Jordán.


El Paraíso era un buen sitio para vivir, fresco y tranquilo, pero con poco ambiente. Llordan no se lo había pasado bien hasta que probó el cava de Almendralejo, un bosque de almendros poblado de vides que estaba tan lejos y a trasmano que ni siquiera tenía tren. Tanto le gustó a Llordan el cava de aquel lugar remoto que, buscando por todo el Paraíso a alguien con quien brindar, se bebió tres botellas de cava Vía de la Plata y otras tantas de Bonaval y se durmió.


El creador aprovechó la ocasión y le presentó a Montse que era la pera limonera y vivía en Lérida. Cuando Llordan espantó la mona -el pobre animal sufrió mucho con la inesperada ruptura sentimental- y vio a Montse dijo: "Esta sí es catalana, como yo". Y allí empezó el comercio carnal y la poligamia, que sucedió a la monogamia anterior.

 

Montse le ofreció una pera a la serpiente, amante de la mona, cuya moral estaba por los suelos, y el reptil se convirtió en un frutero descomunal. Todos los animales del Paraíso probaron las peras de Lérida; Llordi incluido.



Aquello era la repera. Comía peras hasta el creador. Gracias a las peras, el Producto Interior Bruto del Paraíso (PIBP) se puso por las nubes y como no había inspectores de Hacienda ni nada que lo pareciese, aquello era un Paraíso fiscal.


Lo fue hasta que apareció Ángel, un tipo procedente de Madrid, armado con una espada constitucional y se empeñó en desahuciar del Paraíso a Llordi y a Montse. Fue entonces cuando nuestros primeros padres se dieron cuenta de que estaban desnudos y Montse fundó un telar de paños en Tarrasa. Lo llamó 'La Botiga de Eva'. Llordan, a su vez, tuvo que trabajar en el campo, en la recogida de la fruta, y mientras llenaba la cesta con peras inventó el baloncesto.

 

Años después, Llordi cambió de oficio. Se hizo diseñador de zapatillas deportivas y empezó a facturar en negro. Se forró. Era tan rico que parecía blanco. Bueno, blanquear, lo que se dice blanquear, blanqueaba muchísimo.

 

Lo pillaron, pero nunca fue a la cárcel. Decía que si le encarcelaban hablaría y, con lo que sabía, iba a terminar en la cárcel todo dios. Para entonces, el Paraíso había dejado de ser lo que era y más que un paraíso parecía España, un infierno.


viernes, 16 de noviembre de 2018


La ciudadanía y el poder manifestándose por un tren digno


José Joaquín Rodríguez Lara


Con los años suele flojear la memoria, pero no recuerdo al presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra (PSOE), que estuvo al frente de Extremadura durante 24 años, cinco meses y 20 días, manifestándose en la calle, detrás de una pancarta, en contra de su partido.

Y mire usted que había que reivindicar cosas, de primerísima necesidad, en aquella Extremadura sin dientes que había empezado a hablar el día 1 de septiembre de 1979, en Villanueva de la Serena, con la magna manifestación contra la terminación de la inconclusa central nuclear de Valdecaballeros.

Tengo la impresión de que Ibarra era más aficionado al cara a cara y a dar titulares –a los periodistas madrileños, pues a los extremeños siempre nos ninguneó- antes de entrar en las reuniones de su partido. Ignoro si Ibarra va a manifestarse en la calle, con pancarta y megáfono, para reivindicar un tren digno, ahora que no gobierna. Tiene todo el derecho a hacerlo, como ciudadano y porque, siendo presidente, negoció con el popular Álvarez-Cascos el recorrido del AVE por Extremadura y, luego, con la llegada de Zapatero (PSOE) al poder, comenzó el principio del fin del AVE extremeño.

De la gestión ruin del socialista Zapatero y de sus ministros con la Extremadura sin tren, ni AVE, ni digno, ni nada, vienen estas manifestaciones en las que, como ya estamos curados de espanto, no nos asombra que el PSOE que gobierna Extremadura se manifieste contra el PSOE que gobierna España; no nos extraña ver al manijero manifestándose contra el aperador cuyas instrucciones sigue: Vara en manifestación contra Sánchez. Pero no en Madrid, sino en Cáceres, bien lejos de La Moncloa.

La culpa de que Extremadura carezca de un servicio ferroviario digno está, fundamentalmente, en las vías no en el material rodante. Y las vías dependen del Gobierno, a través de la empresa pública Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias). Renfe también es una empresa pública, y lo mismo que Adif depende del Gobierno, pero cuando se pide un tren digno para Extremadura, se le está pidiendo muchísimo más a Adif que a Renfe, pues la compañía no puede poner trenes veloces si las vías no los soportan. Sería como pretender conducir un fórmula 1 por un camino de tierra. Pero las dos empresas públicas llevan al Gobierno de España y al PSOE que se encarga de gobernarnos.

Tiene toda la razón Podemos cuando afirma que la reivindicación de un tren digno para Extremadura debe protagonizarla la ciudadanía, no las instituciones políticas. De hecho la mejor manifestación fue la realizada por el grupo 'dramático' de Milana Bonita, cuya puesta en escena en Madrid llegó a los telediarios y a las columnas de opinión de la villa y corte.

Lo que ocurre es que Podemos aún tiene poca trayectoria política y debe ignorar que el PSOE no acostumbra a estimular los movimientos sociales, sino que tiende a controlarlos, a capitalizarlos, sea la Semana de Extremadura en la Escuela o la reivindicación de un tren que no se averíe.


(Septuagésimo séptimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 16 de noviembre del año 2018.)



martes, 13 de noviembre de 2018

¿Por qué los ayuntamientos no barren los cuarteles militares?

José Joaquín Rodríguez Lara


Los ayuntamientos, esos Frankenstein administrativos, que ejercen a la vez funciones gubernamentales, a través de sus comisiones de gobierno; normativas, con las decisiones de sus plenos; y de policía y justicia, con denuncias y sanciones, tienen y siempre han tenido una innegable vocación para ocuparse de lo que no les compete, ya sean asuntos de jolgorio o de primera necesidad.


Así que no puede extrañar que, en una parcela tan importantísima como es la educativa, los ayuntamientos sean los aguadores de la cuadrilla y, en los colegios, se encarguen de poner los conserjes, que de este modo se suele llamar por aquí a los bedeles, una figura aprovechable, cuando existe, reivindicada, cuando no está, e inexplicable casi siempre, y todo ello sin entrar a valorar si son imprescindibles, necesarios o convenientes para asegurar la eficacia de la enseñanza.


En un sistema educativo en el que las leyes las elabora el Parlamento; el Gobierno se encarga de su cumplimiento –cuando lo hace-; sobre el terreno las aplican las administraciones de las comunidades autónomas, que contratan al profesorado y construyen los colegios en solares cedidos por los municipios; es muy lógico que los ayuntamientos sean los encargados del mantenimiento de los centros educativos. Es lo más razonable. No podía ser de otro modo.


Lo absurdo es lo que ocurre en la parcela militar. Si en defensa, el Parlamento aprobase las leyes, que las aprueba; el Gobierno nombrase a los generales, que los nombra; los ejecutivos autonómicos contratasen a los militares y comprasen los fusiles y los aviones y los carros de combate, que, visto lo visto, ¿por qué no?; ¿el por qué los ayuntamientos no se encargan ya de limpiar las armas y de vigilar los cuarteles poniendo conserjes, vulgo bedeles, en las garitas? ¿Acaso la defensa tiene menos importancia, para el futuro de España, que la enseñanza?


En buena lógica, los partidos políticos que nos maltratan, tan aficionados ellos a destruir los sucesivos marcos legislativos de la enseñanza, deberían dedicarle al menos un minuto a racionalizar, homogeneizar y cohesionar una legislación educativa absurda que está llena de contradicciones, desde la tutela efectiva de los derechos, a estudiar en la lengua preferida, a elegir centros públicos o privados, a…, hasta la contratación y retribución de los bedeles de los colegios.


Lamentablemente, España y sus políticos son así, señora, y llevamos décadas aguantando que en la descentralización administrativa plasmada en la Constitución mantuviesen un reservorio de cargos públicos como es el de las diputaciones; años y años soportando que exista un Ministerio de Agricultura y una Consejería de la cosa, y servicios de agricultura en las diputaciones y hasta en algunos ayuntamientos; toda la vida preguntándonos qué hacen el Ministerio de Cultura y la Consejería de Cultura y el área de Cultura de las diputaciones y las concejalías de Cultura de los ayuntamientos. ¿Qué hacen para que la cultura, perrito faldero de las instituciones, fiera domesticada por las subvenciones, aporte tan poco a la evolución intelectual de la sociedad? ¿Dónde están las nuevas ideas, dónde la rebeldía, dónde ‘la intelectualidad’?


Se puede comprender que, para apagar los incendios, haya bomberos que dependen del Gobierno central y bomberos que dependen de la Junta de Extremadura y bomberos que dependen de las diputaciones y bomberos que dependen de ayuntamientos como el de Badajoz pues, a fin de cuentas, el fuego es muy respetuoso con las jurisdicciones y cuando va a ministerios va a ministerios y si va a diputaciones, a diputaciones va; el fuego es muy detallista y no le chamusca las competencias al vecino, pero los conserjes municipales hacen de todo y valen tanto para un roto como para un descosido.


En los museos etnográficos hay piezas obsoletas, en desuso, mucho más modernas que la asignación de competencias sobre la educación y sus conserjerías.


(Septuagésimo sexto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 13 de noviembre del año 2018.)


sábado, 10 de noviembre de 2018

El grajo, composición termométrica interpretada a dos voces y cantada a capela en gregoriano, con partituras en las manos, frac alquilado y pajarita de mal agüero, es decir, negra.


José Joaquín Rodriguez Lara


(Voz primera.)
- Cuando el grajo vuela bajo...


(Voz segunda.)
- Hace un frío del carajo...


(Voz primera.)
- Y si el grajo ya no vuela...


(Voz segunda.)
- Hace un frío que pela...


(Voz primera.)
- Y por qué vuela con guantes...


Voz segunda.)
- Porque hace más frío que antes...


(Voz primera.)
- Pero si vuela en bañador...


(Voz segunda.)
- Es porque ya hace calor...


(Voz primera.)
- Y si vuela con toalla...


(Voz segunda.)
- Va camino de la playa...


(Voz primera.)
- Cuando vuela con tirantes...


(Voz segunda.)
- Es un grajo muy elegante...


(Voz primera.)
- Mas si vuela con pijama.


(Voz segunda.)
- Es porque se va a la cama.


(Voz primera.)
- Y si vuela con manguitos.


(Voz segunda.)
- Hace frío, pero poquito.


(Voz primera.)
- Y si vuela con calzones...


(Voz segunda.)
- Hace un frío de... de... ¡de copones...!














viernes, 9 de noviembre de 2018


Honrar a las víctimas no sirve de nada, hay que deshonrar a sus verdugos


José Joaquín Rodríguez Lara


“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. La frase se le atribuye frecuentemente a Albert Einstein, aunque no existe constancia documental de que la pronunciara el mayor genio del siglo XX. No obstante, la dijera Agamenón o su porquero, la afirmación refleja una verdad de la física que, hasta ahora, parece incontrovertible.


En la lucha contra la violencia machista, doméstica, de pareja o de género –póngale usted la etiqueta que más le horrorice- se lleva demasiado tiempo haciendo lo mismo con la vana pretensión de obtener resultados diferentes: un hombre asesina a una mujer y brotan por doquier los minutos oficiales de silencio. A veces, el minuto de silencio ni siquiera transcurre en silencio, y parece más un minuto de asueto, pero el resultado continúa siendo el mismo: después de cada minuto de silencio asesinan a otra mujer y luego a otra y a otra…


Los minutos de silencio son minutos perdidos. Como ya dije en este mismo periódico en otro artículo de opinión, (el 16 de mayo de este año) me avergüenzan y me asquean los minutos de silencio. ¿En qué mejora la situación de las víctimas cuando se les tributa un minuto de silencio?


Siempre se pone el foco sobre las víctimas, se habla demasiado de ellas y muy poco de sus verdugos. La delegada del Gobierno en Extremadura, María Yolanda García Seco, acaba de ponerlo de manifiesto en unas jornadas dedicadas a la formación de los agentes policiales en medidas contra la violencia sobre la mujer. “Es necesario que el conjunto de la sociedad rechace contundentemente el comportamiento del agresor, que sean señalados con el dedo por su entorno más cercano; ese que conoce o que intuye que se están produciendo agresiones y que mira hacia otro lado”, opina la delegada.


Comparto su opinión. Es más, creo que toda la sociedad debería enfocar al asesino, en vez de consumir esfuerzos en honrar a su víctima. En lugar de guardar un minuto de silencio por la mujer asesinada no habría que callar ni un minuto para deshonrar al uxoricida.


Como no se hace, ignoro qué efectos tendría esta actitud social y, sobre todo, política. De lo que estoy convencido es de que no produciría los mismos resultados que la reiteración, asesinato tras asesinato, de las mismas rutinas.


Creo que para cegar la profunda y hedionda gavia social existente entre hombres y mujeres hay que practicar la igualdad –con pregonarla no basta- desde la cuna. La igualdad pura y dura, sin bonificaciones ni pretendidos desvíos correctores. Si lo que se está haciendo hasta ahora no logra terminar con la violencia sobre la pareja -sea mujer o sea hombre-, las personas, la sociedad, la profesión política, las instituciones y el periodismo tenemos la obligación de hacer otra cosa, para intentar conseguir resultados diferentes. Utilizar los minutos de silencio como un burladero protector contra el incumplimiento de las obligaciones que conlleva el desempeño del cargo me parece, sencillamente, una locura.



(Septuagésimo quinto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 9 de noviembre del año 2018.)




miércoles, 7 de noviembre de 2018


La Justicia se pone en la picota por el caso de las hipotecas


José Joaquín Rodríguez Lara


Desde que Pedro Pacheco, abogado y alcalde andalucista de Jerez de la Frontera, dijo que la justicia española es un cachondeo, lo único que ha cambiado es el número de personas que piensan lo mismo. Y la cifra sigue creciendo.


"La gente dirá que la justicia es un cachondeo y yo tengo que darle(s) la razón", afirmó Pacheco, en 1985, tras conocer que los tribunales habían suspendido el derribo del chalé de Norberto Ortiz, nombre real de un cantante mucho más conocido por su marca artística: Bertín Osborne.


Aquella crítica, aparentemente denostada por más personas de las que la compartían, contra la administración de la justicia en España le costó un serio disgusto legal y profesional al alcalde jerezano. Pacheco, que finalmente entró en prisión por varias ilegalidades, fue condenado a seis años de inhabilitación, 50.000 pesetas de multa y dos meses de arresto, como autor de un delito de desacato por su famosa afirmación. Tres años después, el Tribunal Supremo le absolvió por tres votos a dos.


En 1989 estalló ‘la sentencia de la minifalda’ que causó bastantes reproches en el país. La Audiencia de Lérida sentenció que la joven de 17 años María José López "pudo provocar, si acaso inocentemente, al empresario Jaime Fontanet por su vestimenta". El empresario fue condenado a una multa de 40.000 pesetas por un delito de abusos deshonestos con su empleada y el Supremo confirmó la ‘sentencia de la minifalda’.


El 26 de abril de este 2018, cuando comenzó la lectura de la sentencia sobre ‘La Manada’, la indignación corrió como la pólvora por toda España y centenares de miles de mujeres se echaron a la calle para mostrar su repulsa contra un fallo judicial considerado injusto, por benévolo, así como una afrenta a la dignidad de todas las mujeres, por la gran mayoría de la población. La sentencia de 'La Manada' desprestigió bastante más a la Justicia que el fallo de ‘la minifalda’ y puso definitivamente a los tribunales en la picota.


Ahora llega la marcha atrás del Tribunal Supremo sobre el Impuesto por Actos Jurídicos Documentado y su aplicación a las hipotecas. El Supremo comenzó dándole la razón a la ciudadanía y ha terminado concediéndosela a los bancos.


La indignación no sólo es general, es supina. Podemos está llamando a manifestarse ante el más alto tribunal del país. El Supremo se ha convertido en el Jarramplas de la Justicia española y hasta hay banqueros deseosos de bombardearlo con nabos, aunque sólo sean dialécticos. Pacheco no negó la existencia de la Justicia, criticó su funcionamiento. Después de 'La Manada' y del 'impuesto de las hipotecas' hay quien se pregunta, abierta y públicamente, si hay Justicia en España y si hace justicia.


La Justicia no es un cachondeo, como afirmó el alcalde de Jerez de la Frontera, es una cosa muy seria. Sus decisiones tienen una enorme repercusión sobre las personas, sobre la convivencia, sobre la economía y sobre la imagen exterior del país y su incidencia en las inversiones, en el empleo y en otras cuestiones relevantes. Es posible que alguien sostenga que los magistrados del Supremo han cumplido la ley, pero lo cierto es que, si es así, con menor o mayor acierto, la habrán cumplido tanto quienes le dan la razón a los bancos como los que se las dan a quienes se hipotecan.


Los jueces no sólo deben analizar las conductas presuntamente ilegales, sino interpretar la ley y aplicar esa interpretación en cada una de sus resoluciones.


Es obvio que el ordenamiento jurídico tiene su origen en la ciudadanía, que elige a sus representantes políticos para que hagan leyes. Así que desde los tribunales se debería mirar más a la calle para conocer la sensibilidad del justiciable y por dónde camina la sociedad a la que juzga antes de sentenciar, pues lo que ayer pasaba desapercibido hoy puede ofender y hasta escandalizar.



(Septuagésimo cuarto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 7 de noviembre del año 2018.)




martes, 6 de noviembre de 2018


La emigración acabará con el paro antes de que lo haga la Junta


José Joaquín Rodríguez Lara


El mes de octubre terminó en Extremadura con 105.244 personas en las listas del paro.


Para Javier Luna Martín, director general de Empleo de la Junta de Extremadura, 105.244 personas en paro es poca cosa. “La cifra de personas inscritas en el SEXPE es de 105.244 personas, cifra baja”, afirma nuestro ínclito director general de Empleo y funcionario de la Diputación de Badajoz. Se ve que el director general ni está en paro ni lo ha estado ni tampoco lo estará. Vamos, que del paro y sus tragedias, Javier Luna Martín sabe más bien poco.


Y no creo que considere “baja” la cifra de 105.244 personas apuntadas en las listas de empleo de Extremadura, debido a su falta de experiencia sobre lo que es padecer el desempleo. Tampoco imagino que al considerar “baja” la cifra de 105.244 personas sin trabajo esté haciendo un alarde de cinismo; ni mucho menos, que prepare oposiciones a que le den el cese por menosprecio a la población extremeña demandante de empleo.


Su problema, seguramente, es otro. Javier Luna Martín, natural de Bienvenida (Badajoz) y funcionario de la Administración Local con puesto en la Diputación Provincial de Badajoz, es de letras; es licenciado en Filosofía y Letras, especialidad de Geografía, por la Universidad de Extremadura, y se ve que las matemáticas le caen algo a trasmano.


Casi la totalidad de los altos cargos de la Consejería de Educación y Paro (llamarla de Empleo constituye una maldad) son de letras. Han estudiado Filosofía y Letras (dos), Psicología (dos), Derecho (dos), Sociología… Hay un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y una diplomada en Ciencias Empresariales. Menos mal que la consejera, María Esther Gutiérrez Morán, es maestra de Educación Primaria, en la especialidad de Educación Física (y uno y dos), así que las matemáticas no deben de serle ajenas.


Y las matemáticas son muy importantes cuando se trata de contar parados, aunque ‘sólo’ sean 105.244 personas, una “cifra baja”, en opinión del licenciado en Filosofía y Letras y director general.


Además, las matemáticas ayudan mucho a comprender que las cifras absolutas del paro -105.244 personas demandantes de empleo en Extremadura-, muestran la dimensión de la tragedia, pero es el dato relativo, el porcentaje, la tasa de desempleo, el que indica su verdadera importancia, su repercusión en la economía, en la sociedad y en las familias. Porque 105.244 personas en paro sería una “cifra baja” en China, en Estados Unidos, en Alemania e, incluso, en Cataluña y en Andalucía. Pero en Extremadura, en Extremadura 105.244 personas en paro, son 105.244 dramas personales, y una tasa de desempleo del 21,68%, la segunda mayor de España, tras la de Andalucía, según la tercera EPA (Encuesta de Población Activa) del año 2018, y una de las altas de la Unión Europea, es una tragedia colectiva que compromete el presente y el futuro de esta tierra.


Durante los doce últimos meses, desde el 1 de noviembre del año 2017 hasta el 31 de octubre del año 2018, la demanda de empleo en Extremadura se ha reducido en 9.726 personas. Suponiendo que las subidas del paro registradas durante agosto, septiembre y octubre frenasen en seco y que el año terminase con una reducción interanual de 10.000 -en números redondos-, demandantes de empleo menos, Extremadura tardaría diez años y medio en acabar con el paro. (A ver: 10.000 menos 9.726 es igual a 274; 105.244 menos 274, es igual a 104.970 parados que divididos en bloques de 10.000 por año es igual a 10, 497 años).


Diez años y medio más luchando contra el paro, sin contar los de la era de Ibarra y los casi ocho de las legislaturas de Guillermo Fernández Vara, tal vez sean demasiados para la Junta que actualmente encabeza Vara, pero no hay que preocuparse, ya que tanto la consejera como el director general tendrán la eficaz ayuda de la emigración (auténtica consejera de Empleo) que reduce el desempleo muchísimo más rápidamente que la contemplación de las estrellas y millones de veces más que la siembra de casinos en La Siberia Extremeña.


Con las ocurrencias de la Junta, a lo peor no, pero con la sangría emigratoria que sufre Extremadura, es imposible que el paro se eternice. Puras matemáticas.


(Septuagésimo tercer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 6 de noviembre del año 2018.)



lunes, 5 de noviembre de 2018


Pánico vuelve a presidir la corrida


José Joaquín Rodríguez Lara



Se dice que la cara es el espejo del alma, si es que hay alma detrás de algunas caras, pero desconozco si con la mueca de su rostro pretende causar terror en la ciudad de Badajoz, o su expresión sólo manifiesta el terror que la capital pacense causa en su ánimo.

Supongo que además de una denominación comercial y hasta de una identidad de ficción, este personaje, al que me resisto a llamar espantapájaros, tiene un nombre propio, por el que lo conocerán en su casa. Como no sé cuál es, lo llamaré Pánico, aunque me suene a pan con miedo.

Pánico ha reaparecido. Ocupa un sitial de preferencia en el chaflán de una esquina en el pacense paseo de San Francisco, lugar en que ya ‘se apareció’ hace unos meses. Estuvo unas semanas y desapareció reemplazado por un personaje de corte militar.

Desde el balcón acristalado de un segundo piso, Pánico muestra su rostro descompuesto y su atuendo negro. En su aparición, alzaba una mano, la derecha, como si saludase a la romana, pero en realidad empuñaba un puñal o, al menos, así lo parecía a ras de suelo, desde las baldosas de la calle. Ahora, parece que agarra un hierro del balcón. Tal vez trate de escapar de su cárcel.

Encerrado en su urna de cristal, Pánico pudiera ser un cadáver expuesto a la adoración pública, o una diva -no se adivina el sexo- conservada en el formol de su soberbia o, incluso, una máscara del Carnaval levantada en armas contra la Cuaresma.

Pero para mí que es una autoridad presidiendo una corrida de toros. Encastillado en su balcón, contempla el discurrir de la lidia, de gente que va y viene, que entra y sale de Hacienda, que hace un alto en uno u otro kiosko del paseo de San Francisco, santo y seña de Badajoz, para tomarse una cerveza y ver pasar el tiempo, que barre cagadas de palomas, que pasea al perro, que empuja el carrito de un bebé y arrastra a otro niño que camina a regañadientes, que protesta y se manifiesta por mil y una razones, que cruza entre arriates embebida en el confesionario de su teléfono móvil, que pasa junto al templete de la música sin reparar ni en su existencia ni, por supuesto, en la importancia de su arquitectura forjada en hierro, que...

Sí, definitivamente, Pánico preside la corrida pacense. Ha reaparecido, como los toreros, y desde sus órbitas vacías contempla a la ciudadanía con espanto. Lo suyo debe de ser una vocación muy firme. Sin embargo, a pesar de las faenas que continuamente se ven en la ciudad, no hay constancia de que Pánico alguna vez haya concedido un trofeo. Ni oreja, ni rabo, ni nada. Ni siquiera uno. Ni una miserable vuelta al rectángulo del paseo para los integrantes de una terna con años de escalafón, varios toricantanos y algún que otro sobresaliente.


(Septuagésimo segundo artículo, estampa en este caso, publicado en extremadura7dias.com,
el 2 de noviembre del año 2018.)


viernes, 2 de noviembre de 2018

Origen, finalidad y futuro de las religiones


José Joaquín Rodríguez Lara


La fortaleza de la religiones, en su conjunto, la grandiosidad de los templos y la complejidad de los ritos sacros constituyen, en mi opinión, una muestra evidente de la fragilidad, de la pequeñez y de la simplicidad del ser humano. Para hacer frente a esa fragilidad, a esa pequeñez y a esa simplicidad surgen la religiones, como un paliativo contra la debilidad humana.


Todas las religiones merecen respeto y todas son verdaderas pues, con cada una de ellas, los seres humanos han intentado y continúan intentando responder a tres cuestiones importantes que les preocupan y hasta les angustian: el origen de la vida, su destino tras la muerte y el modo en el que deben comportarse mientras tengan resuello.


Cada religión tiene su propia explicación sobre la aparición del Universo, en general, y respeto a la procedencia del ser humano en particular. Para las personas cristianas es archiconocido el relato de que Dios creo el mundo en seis días, modeló al primer hombre, Adán, con barro y, una vez terminado, le extrajo una costilla para hacer a Eva, su compañera y madre de sus hijos.


Se trata de una explicación muy simple destinada a confortar las incertidumbres de personas igualmente sencillas. Pero la ciencia no sólo echa por tierra la 'poética' explicación sobre la creación de Adán 'a imagen y semejanza de Dios' -que en ese caso, a la luz de los conocimientos científicos, sería una figura simiesca, peluda y encaramada en los árboles- y de cualquier otro origen totémico, sino que demuestra con cada descubrimiento que el 'modelado' de la estirpe humana ha sido, sobre todo, muy complejo.


Hay avances científicos, por ejemplo en arqueología, que ratifican el relato bíblico al hallar vestigios que prueban la veracidad del texto sagrado cristiano, pero otros descubrimientos rectifican ese mismo relato. Y no es que la ciencia tenga como finalidad desmontar las creencias religiosas. Lo que ocurre es que la ciencia y la religión difieren en su esencia. Mientras la religión es rígida, dogmática y persigue la herejía y hasta cualquier interpretación 'excesivamente novedosa' de los preceptos sagrados, la ciencia es flexible, se muestra dispuesta en todo momento a la revisión de sus hallazgos, está abierta a  la reinterpretación de sus datos y es herética por naturaleza.


La religión se basa en la credulidad y en la verdad revelada y la ciencia, en la búsqueda de la verdad oculta y en su verificación sistemática.


A pesar de ello, pueden coexistir y de hecho lo hacen. Es más, hay científicos profundamente creyentes y, en el pasado, hubo muchos que  fueron religiosos.


Bastante más importante que su papel apaciguador de los desasosiegos sobre el origen de mundo y de los seres humanos me parece su función normativa. Todas las religiones establecen como deben comportarse las personas; desde el no robarás y no matarás, hasta la alimentación y las relaciones familiares y sociales.

 

Muchos de esos mandamientos han inspirado las leyes civiles y están recogidos en los ordenamientos jurídicos por los que se rigen las diferentes comunidades. Incluso se aplican en la vida diaria como si fuesen derecho positivo. Pero, en general, las leyes 'humanas' son muchísimo más minuciosas, coercitivas y eficaces que las 'divinas' y, al menos en el mundo occidental, los códigos legislativos de origen civil se han impuesto a los de raíz religiosa. Así que en este importantísimo apartado, la necesidad de la existencia de la religión también está en franco retroceso.


Queda el apartado que más angustia a los seres humanos, incluidos los que son ateos: ¿que hay más allá de la muerte? Cada conjunto de creencias religiosas y antirreligiosas tiene su explicación, pero ninguna de ellas, ni siquiera las que no creen en 'el más allá', aportan pruebas irrefutables sobre si la muerte es un punto y seguido, un punto y aparte o un punto y final. Por ahora no pasa de ser una sucesión de puntos suspensivos, pues tampoco la ciencia ha podido desvelar el enigma.


En este tercer apartado, las religiones mantienen la posición más fuerte, pues aunque no den explicaciones incontestables, al menos ofrecen unas esperanzas que ni la ciencia ni el agnosticismo ni tampoco el ateísmo aportan. La cercanía de la muerte, una de las etapas de la vida en la que más débil se muestra el ser humano, hace que muchas personas 'descreídas' se reconcilien con la religión. Se suelen interpretar estas conversiones postreras como gestos de cordura, cuando en realidad son muestras de una debilidad extrema y del exacerbado temor a la muerte que esa misma debilidad genera, mientras que los gestos de cordura se asientan generalmente en la fortaleza del ánimo.


Si el impacto social de las creencias religiosas está retrocediendo en dos de las tres funciones primordiales que se les atribuyen en este texto, ¿debe inferirse de ello que la religión no sólo esta en retroceso, sino que terminará por desaparecer?


No.

 

Mientras quede algún vestigio de la sociedad que la puso en pie, es muy difícil que una religión desaparezca. En la Península Ibérica desaparecieron las religiones prerromanas y Endovélico, Ataecina y otros dioses muy poderosos en su momento, por el respeto que se les tenía, pasaron de los altares a los museos; desapareció el Imperio Romano y la Hélade y sus portentosas divinidades pasaron de ser espíritus temidos a convertirse en mármoles admirados.


Las grandes religiones, por el extraordinario número de sus fieles, están tan extendidas actualmente que resulta absurdo vaticinar su desaparición. Además, ni los avances científicos ni la maquinaria legislativa hacen menos frágiles, ni menos pequeños ni, por supuesto, tampoco menos simples a los seres humanos. Más bien ocurre lo contrario. Así que en vez de reducirse el número de las religiones existentes en la actualidad, lo más probable es que aumente, aunque la cantidad de fieles practicantes sea menor, tanto desde el punto de vista individual, en cada religión, como globalmente, en el conjunto de ellas.