miércoles, 21 de noviembre de 2018

La Biblia explicada a los españoles


José Joaquín Rodríguez Lara


Al principio no había nada y el creador emigró a Cataluña. Se instaló en el Maresme y la cabeza empezó a refulgírle como el fuego, pues ya se la cubría con una barretina roja. Aquello era el Paraíso y no el Ampurdán.


En un irrefrenable impulso de artista, al creador le dio por crear y modeló una figurilla humana. Pero no lo hizo con arcilla húmeda: la creó con miga de pan y zumo de tomate. Así que el padre de la Humanidad eran catalán y lo cocieron en un horno de hacer pizzas, en la cocina de una masía. Su autor pensó llamarle 'Pan i (de apellido) Tumaca', pero le pareció demasiado vegano para un ser de carne y hueso y le llamó Llordan, con jota.  Llordi para los íntimos. Llordi tenía un talento extraordinario para los negocios y, poco después, le alquiló su nombre al río Jordán.


El Paraíso era un buen sitio para vivir, fresco y tranquilo, pero con poco ambiente. Llordan no se lo había pasado bien hasta que probó el cava de Almendralejo, un bosque de almendros poblado de vides que estaba tan lejos y a trasmano que ni siquiera tenía tren. Tanto le gustó a Llordan el cava de aquel lugar remoto que, buscando por todo el Paraíso a alguien con quien brindar, se bebió tres botellas de cava Vía de la Plata y otras tantas de Bonaval y se durmió.


El creador aprovechó la ocasión y le presentó a Montse que era la pera limonera y vivía en Lérida. Cuando Llordan espantó la mona -el pobre animal sufrió mucho con la inesperada ruptura sentimental- y vio a Montse dijo: "Esta sí es catalana, como yo". Y allí empezó el comercio carnal y la poligamia, que sucedió a la monogamia anterior.

 

Montse le ofreció una pera a la serpiente, amante de la mona, cuya moral estaba por los suelos, y el reptil se convirtió en un frutero descomunal. Todos los animales del Paraíso probaron las peras de Lérida; Llordi incluido.



Aquello era la repera. Comía peras hasta el creador. Gracias a las peras, el Producto Interior Bruto del Paraíso (PIBP) se puso por las nubes y como no había inspectores de Hacienda ni nada que lo pareciese, aquello era un Paraíso fiscal.


Lo fue hasta que apareció Ángel, un tipo procedente de Madrid, armado con una espada constitucional y se empeñó en desahuciar del Paraíso a Llordi y a Montse. Fue entonces cuando nuestros primeros padres se dieron cuenta de que estaban desnudos y Montse fundó un telar de paños en Tarrasa. Lo llamó 'La Botiga de Eva'. Llordan, a su vez, tuvo que trabajar en el campo, en la recogida de la fruta, y mientras llenaba la cesta con peras inventó el baloncesto.

 

Años después, Llordi cambió de oficio. Se hizo diseñador de zapatillas deportivas y empezó a facturar en negro. Se forró. Era tan rico que parecía blanco. Bueno, blanquear, lo que se dice blanquear, blanqueaba muchísimo.

 

Lo pillaron, pero nunca fue a la cárcel. Decía que si le encarcelaban hablaría y, con lo que sabía, iba a terminar en la cárcel todo dios. Para entonces, el Paraíso había dejado de ser lo que era y más que un paraíso parecía España, un infierno.


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