lunes, 13 de diciembre de 2021

 - La verdad necesita unas gotas de ficción para resultar verdaderamente creíble y a la mentira le sientan muy bien unas pinceladas de realismo para no parecer completamente increíble.

sábado, 4 de septiembre de 2021

Maneras de reír


José Joaquín Rodríguez Lara


Diferencias entre el humor, la guasa, la chulería y la mala leche.


El humor: Consiste en reír con las demás personas.


La guasa: Consiste en reírse de las demás personas.


La chulería: Consiste en reírse de las demás personas encaramándose sobre ellas.


La mala leche: Consiste en pisotear a las demás personas para reírse.


¿Cuál es su forma preferida de reír?


viernes, 20 de agosto de 2021

 La decisión de Pedrerol


José Joaquín Rodríguez Lara


El periodista de deportes Josep Pedrerol se queda. Se queda con su empleo y con el público que se había propuesto echarle. Ha dejado al respetable que ya le veía en la calle con un par de narices.


Pedrerol, alma vida y corazón de El Chiringuito de Jugones y de Jugones de El Chiringuito, anunció, allá por noviembre del año 20, que si Sergio Ramos, capitán del Real Madrid, y Lionel Messi, capitán del Barcelona, dejaban el fútbol español él dimitiría. Ignoro si usted lo sabe pero los dos se han ido, a París. Hasta la audiencia le ha exigido a Pedrerol que cumpla su palabra y dimita -como refleja una encuesta del propio Chiringuito-, mas el periodista se queda.


Se queda, pero retratado. Pedrerol es un buen profesional del periodismo y un fenómeno de la televisión. La televisión, o es espectáculo o no es televisión. Y en su Chiringuito, que más parece una barraca de feria -dicho sea con todo el respeto para los fenómenos que la habitan-, Pedrerol cocina platos espectaculares combinando la información, la opinión, la especulación, la actuación, la religión, la conmoción, la divulgación, la irrisión... Hay quien a esta receta la llamaría Pedrerol con cosas. Para mí es mucho más; es televisión, es diversión, es pura evasión. Y, por supuesto, no carece de periodismo.


Hay que trabajar mucho y tener gran olfato profesional para ofrecer un producto que congregue a centenares de miles de personas en todo el mundo a unas horas tan intempestivas.


Pedrerol es un buen profesional, pero, claro, también se equivoca. Lo hizo al supeditar su carrera profesional a factores -la marcha de Ramos y de Messi- que no puede controlar. Un cosa es apostar para intentar ganar y otra muy distinta hacerlo para perder, pues no hay ganancia posible. Pedrerol no ganaba nada, nada, con la continuidad de ambos jugadores y lo perdía casi todo si terminaban marchándose y él cumplía su palabra. Y lo peor, perjudicaba muy seriamente al personal de su equipo.


Varios meses después, al anunciar que se queda con el argumento de que su afirmación fue una hipérbole, no un compromiso, ha vuelto  a equivocarse. A buenas horas mangas verdes, colega. Fíate de la hipérbole y no corras, Pedrerol.


El periodista se equivocó al apostar su porvenir al futuro de dos ases, y estoy convencido de que lo ha vuelto a hacer al tirar lo naipes sobre el tapete verde y salirse del juego. Desde luego, dimitir hubiese sido una locura y una descomunal metedura de pata. Tampoco está obligado a pedir perdón o disculpas. No ha hecho algo ilegal, inmoral o que engorde. Pero debería de reconocer su error. 


Le perdió la soberbia. Se endiosó. Se convirtió a sí mismo en noticia. En vez de informar con la asepsia y el distanciamiento que exige la buena praxis periodística se abrió sitio, a codazos, en el corazón del discurso informativo. Se puso al nivel inferior de otros grandes -José María García, José Ramón de la Morena...- que, en demasiadas ocasiones, actuaron convencidos de que la información eran ellos.


Sigo a Josep Pedrerol desde que le conocí en su estudio de Punto Radio, en Madrid. Me divierte y voy a continuar siguiéndole aunque él no reconozca lo que para mí es un grave error; cosa que sí hizo por algo muchísimo menos importante después de haber criticado a Zidane por no contar con Bale. "Me he equivocado. He hecho el panoli", dijo entonces. Dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, pero ya van dos sonados coscorrones, Pedrerol. Guárdate del tercero. Tus enemigos merecen un descanso.



viernes, 13 de agosto de 2021

Plaza de Rafa Nadal

José Joaquín Rodríguez Lara

En la gran mayoría de la localidades españolas hay un Plaza de España, como expreso reconocimiento urbano al nexo que une a todos esos municipios. Si yo tuviese capacidad política para ello, intentaría que en mi municipio, además de la Plaza de España, hubiese también una plaza de Rafa Nadal.

No por ser uno de los mejores deportistas de todos los tiempos; no por sus medallas ni por sus trofeos; no por su amabilidad y por su simpatía; no por mostrarse humano en la gloria y humilde en el triunfo. No. Le pondrá su nombre a una plaza por sentirse y hacernos sentir ciudadanos de España sin dejar por ello de ser hijos de nuestro pueblo, de nuestra ciudad o de nuestra región. Por habernos demostrado como se puede presumir de la bandera de España, sin renunciar a la bandera de su comunidad autónoma, como se puede ayudar a la gente más próxima sin despreciar ni preterir ni mucho menos excluir a quienes tienen otra lengua, otras costumbres y otras formas de vivir.

Crearía una plaza de Rafa Nadal en cada municipio porque Nadal es un nexo que nos une a todas las personas que nos sentimos españolas además de hijas de nuestro barrio. Cierto es que otros deportistas y otros profesionales mantienen una actitud idéntica o muy próxima a la de Nadal, pero nadie ha mostrado hasta ahora tanta capacidad para congregar a personas de todas las edades, de todos los sexos, de todas las regiones y de todos los niveles sociales en torno al esfuerzo de don Rafael Nadal, un corazón español que juega al tenis.


viernes, 6 de agosto de 2021

 El bombón y la bombona


Cuando mis hijos eran pequeños les contaba cuentos y les cantaba canciones. No eran cuentos conocidos ni canciones ya cantadas. Me inventaba los textos sobre la marcha; o, al menos, hacía versiones. Un verdadero problema, pues muchas veces me pedían cuentos y canciones concretas y, si se me había olvidado algún detalle o improvisaba, se enfadaban y me exigían la versión original, la que ellos recordaban perfectamente y yo ya a duras penas lograba poner en pie. Este sábado de verano mi hijo, que ya podría estar contándole cuentos a los suyos, me ha preguntado cómo era aquella pequeña canción sobre el bombón y la bombona. Sorprendentemente la he recordado y para que no vuelva a olvidárseme, la dejo escrita aquí.


José Joaquín Rodríguez Lara

El bombón y la bombona
se quieren casar.
El bombón es de chocolate
y la bombona es de gas.
El bombón es chiquinino
y la bombona es muy grande,
Al bombón lo quieren todos
y a la bombona no la quiere nadie.


miércoles, 4 de agosto de 2021

Las ruedas de los hámsteres

José Joaquín Rodríguez Lara


En la televisión española, no sólo en TVE, en todas, predomina la endogamia. Los nombres, los amoríos, las caras... se repiten hasta la saciedad. No es que tu cara me suene, es que me harta verla un día sí y otro también, una temporada tras otra y hasta una eternidad -han vuelto a desenterrar a Chanquete- antes de la siguiente.


Las televisiones no son cadenas, son jaulas. Dentro de cada una hay ruedas y hámsteres haciéndolas girar continuamente. Entrar en televisión -en cualquiera de ellas- es muy difícil, mucho. Hay que tener un nombre o un apellido o un escándalo en la calle; y amistades, amistades poderosas, dentro. Pero si entrar en la televisión es muy dificultoso, salir..., salir es imposible.


Salir de la tele, no salir por la tele. Eso, lo difícil que es salir de la tele una vez que has entrado en su rueda y te has convertido en hámster explica el hecho de que en la televisión se repitan continuamente las mismas caras: ¡no hay otras! Dentro. Las de la calle no interesan.


martes, 20 de julio de 2021

 Pequeña fábula


José Joaquín Rodríguez Lara


Envidioso de las mariposas, el gusano subió al avión y comenzó a volar.

- ¿Cuánto cuesta?, le preguntaron.

- No sabría decirlo, porque lo pagas tú, respondió.








miércoles, 23 de junio de 2021

El vacío

José Joaquín Rodríguez Lara

Envidio al viento, que se cuela por las rendijas
para calentarse en el nido de tu casa.


Envidio a la luz del sol, que se abre paso en los cristales
y besa el suelo de sus estancias.


Envidio a la lluvia, que con sus lágrimas
acaricia las mejillas de la fachada.


Y envidio a quien camina por tu calle y te oye; y a quien te ve;
a quien te saluda y le respondes sin que se trastoquen su pasos.


A quien pasa ante tu casa y no se le van los ojos a tu puerta y a tus ventanas,
le envidio.


A quien te tiene cerca y no te siente y a quien no te extraña aunque lejos te tenga,
también les envidio.


Hasta a la envidia, dueña del vacío que me distancia de ti,
la envidio; con toda mi ausencia, la envidio.


(De mi poemario 'Poemas sin libreto')






viernes, 23 de abril de 2021

La voz del olvido

José Joaquín Rodríguez Lara

¿En qué instante se hizo infinito tu nombre?
¿Quién le puso corazón y labios y ojos al silencio?
¿Cómo olvidarte si hasta el olvido me habla de ti?


(De mi poemario 'Poemas sin libreto')









domingo, 28 de marzo de 2021

Respetar la fe

José Joaquín Rodríguez Lara


Millones de personas está convencidas de que dios -su dios- creó a los seres humanos. Es una cuestión de fe. Ninguna prueba irrefutable avala esa suposición. La ciencia, es decir, el pensamiento racional, no ha podido demostrarlo hasta ahora -tampoco lo contrario- y estoy convencido de que nunca podrá demostrar ni una cosa ni la otra.


Por el contrario, hay más que sospechas de que fueron los seres humanos quienes crearon a dios -a cada uno de los dioses respectivos- colocándole en el punto central de un sistema de creencias al que llamamos religión.


La religión, todas y cualquiera de ellas, es una estrategia de los seres humanos para paliar su fragilidad, para diluir sus miedos, para pautar su comportamiento y, en definitiva, para encontrarle un sentido a sus vidas. La religión, la fe, es una de las ruedas que mueven el mundo. Y no es ni la más egoísta, ni la menos útil, ni tampoco la más perniciosa.


Así que la religión, todas, y sus oficiantes y fieles, mientras no infrinjan las leyes civiles, que deben estar siempre por encima de las religiosas, merecen el mayor de los respetos en cualquier situación.


Quienes se enfrentan a las creencias y a los actos religiosos de forma obscena, ofensiva, violenta o irracional, no son personas ateas, agnósticas, descreídas o demoniacas; son seres fanáticos que luchan contra una religión que abominan para imponer la suya que, aunque carezca de templos, de estatuas y de ropajes es otro proyecto de religión. La mayoría de las veces más perniciosa y abominable que la que pretenden abolir.



martes, 23 de marzo de 2021

Barrotes en la piel

José Joaquín Rodríguez Lara


Es nuestra primera patria. Y también la última. La frontera. Todo lo demás son ropajes, disfraces, camuflajes ridículos. Como este cartón. Fue pliego de papel, tuvo cuerpo, nombre y sombra antes de que mis uñas lo convirtieran en un erial para que yo mismo lo siembre de palabras con la lengua humedecida del carboncillo.


Escribir es arar, es sepultar el pensamiento, cuando no la vida entera, con la esperanza de que fructifique y con la certeza de que el fruto jamás alcanzará el volumen deseado. Son tantas las ocasiones en las que la cosecha palidece ante la semilla.  Pero, a pesar de todo, aquí sigo, escribiendo, cual lombriz que horada el fango; como hormiguilla que ilumina la ceguera del barro; todo lo más, lo mismo que un viejo minero demente empeñado en esconder piedras preciosas en las venas vacías del filón. A la luz del pitillo, a golpes del lapicero, mientras el postrero aliento de la última mariposa de humo alza el vuelo y se disuelve en el sopicaldo de mis cuatro paredes.


Todo me huele a tabaco. Todo. Hasta la luz. No sólo el folio que una vez fue cajetilla y ahora sólo es pergamino, vitela, piel estirada para regar con sangre los surcos de la vida. De mi vida. Una vida que no es gran cosa, ya lo sé. Pero es la que tengo; lo que me queda. Casi menos que a la cajetilla despanzurrada que, desde hace ya no sé cuanto tiempo, uso como cuaderno, hoja a hoja, pitillo a pitillo, calada a calada.


Me queda la piel, llena de borrones, es verdad, pero cerrada aún; una talega con su moño y su galón de cierre. Es mi patria. Vivo dentro de sus fronteras. Preso en ella y condenado a muerte desde que nací, me asomo a la reja del folio, con las manos aferradas a los barrotes del renglón, para imaginar el vuelo sonámbulo de las mariposas.



martes, 16 de febrero de 2021

En la muerte de un poeta

José Joaquín Rodríguez Lara

Ha fallecido Alberto Oliart Saussol. Emeritense, político de inspiración democristiana, durante la Transición ocupó varias carteras ministeriales en los gobiernos de Adolfo Suárez. Por aquel tiempo, le hice una amplia entrevista. Años después, le rescataron -sin gran fortuna- para que resucitara la Radio y Televisión Española. Las pertinentes notas necrológicas darán cuenta con detenimiento de su trayectoria política al servicio de España. Como aportación traigo a este escenario algo de lo que creo que no se hablará en esos obituarios: del Alberto Oliart poeta. Hace años, rebuscando en una librería de viejo, el purgatorio de los libros, encontré un ejemplar de 'Olalla', Revista de Poesía. La publicación, dirigida por el poeta Félix Valverde Grimaldi, está fechada en mayo del año 1957, cuando yo todavía gastaba picos (vulgo, pañales), editada en Mérida e impresa con una tipografía tan nítida que sus textos casi pueden leerse con los ojos cerrados, al tacto. Entre esas páginas encontré algo que no esperaba: un soneto firmado por Alberto Oliart Saussol. Este es el poema:

ERA EL AMOR...

Era el amor batalla luminosa
que llevaba a la cumbre de la vida.
¡Cumbre de vientos! ¡Libertad subida!
Pura ascensión del trigo y de la rosa.

Nada digais. (sic) Dejad que cada cosa
tenga la gloria de su luz cumplida.
¿Que (sic) palabra de amor yace dormida
si, fuente el alba, canta rumorosa?

Nada digáis. Dejad que los amantes
se alejen por los campos olvidados.
Callad. ¡Cantan encima de sus muertos!

Ojos abiertos, bocas anhelantes...
¡Amad! ¡Amad!. (sic) que pronto derribados
no seréis más que muertos entre muertos.

Los versos de aquel poeta, luego ministro, compartían revista con poemas de autores tan reconocidos como Jesús Delgado Valhondo y Manuel Pacheco. Como bien dejó escrito Alberto Oliart, no seremos "más que muertos entre muertos", aunque las librerías de viejo nos arropen con su polvo.


domingo, 31 de enero de 2021

 Confesiones


José Joaquín Rodríguez Lara


Me equivoqué muchas veces
y alguna vez me engañaron.


Siempre lo hice sin maldad,
sin deseo de hacer daño.


Pero no me lo perdono
aunque me hayan perdonado.


(De mi poemario 'Poemas sin libreto')

viernes, 22 de enero de 2021

Alas para la esperanza


José Joaquín Rodríguez Lara


Y si mi voz no le llega,
cabalgaré sobre el viento,
relincho de la tormenta,
sin temer rayo ni trueno.


Hay un corazón ausente,
un desierto de miradas, 
un pozo que mana besos
y una cometa sin alas.


El horizonte se yergue
por la cimbra de una caña,
abanicado de sombras,
para alcanzar su ventana.


Palabras de alto vuelo, 
¡alzadme de suelo ahora,
sacadme del barro yerto,
y dadme trino de alondra!


Que si mi voz sí le llega
la sembrará de esperanza.

(De mi poemario 'Poemas sin libreto')


.





".



sábado, 16 de enero de 2021

La sopa de ajo y otros desamparos


José Joaquín Rodríguez Lara


Ignoro qué delitos han cometido el gazpacho, la ensalada de limones, el almorraque, la siesta, las cuestas abajo en bicicleta y, sobre todo y por encima de cualquier otro manjar, la tortilla de papas, española por todo su lomo y extremeña por su raíz, pues en Extremadura nació.


En cualquier caso deben de haber sido delitos gravísimos, abominables, de lesa humanidad, pues pasan lo siglos y ni prescriben ni se les perdonan.


Los ayuntamientos tienen propensión a ponerles nombres llamativos a las calles: calle de fulanito (ex concejal), de menganito (ex ATS), del capitán citranito (ex teniente coronel), de la remolacha (hortaliza es), del somormujo (¿lavanco, quizá?), del maracuyá (ex flor de la pasión hecha fruta), de la...

 
No dudo de los méritos que atesoran tales próceres para merecer que rotulen con su nombre, y con su afán, una y mil calles, pero ¿acaso han hecho menos por la Humanidad el gazpacho (incluido el de poleo), la ensalada de limones (o de naranjas), el almorraque (de carne o de pescado), la siesta (como Dios manda), las cuestas abajo en bicicleta (en verano), la tortilla de patatas (con cebolla, lógicamente) o la humilde sopa de ajos? ¿Por qué no le ponen una calle entonces?


El maracuyá tiene mucha más presencia en los callejeros de España que en los hogares españoles. ¿Por qué? No sé, pero algo tendrá el fruto de la flor de la pasión cuando seduce a los alcaldes. En cambio, la tortilla de papas está desamparada; ningún ayuntamiento le hace justicia. Por más que busco y rebusco en el gran mapamundi de Internet no encuentro una Calle de la Tortilla Española, de la Tortilla de Patatas, de Papas o simplemente de la Tortilla.


Ni siquiera su pueblo, Villanueva de la Serena (Unión Europea) le dedica una calle, no digamos ya una avenida, a su hija más universal. En Villanueva, que tiene un alcalde muy preocupado por la ideología de las calles, no se le ha dedicado hasta ahora (Google dixit) una vía al "as de oro de la cocina española", que dijo Néstor Luján, aquel hombre sabio.

 

Villanueva sí le dedica calles al clavel, a la hierbabuena y hasta a Estonia, pero la tortilla tiene que conformarse con los homenajes oficiosos que le tributan bares, mesones, restaurantes y otras capillas gastronómicas que, además de honrar a la tortilla en sus fogones, la han elegido como santo y seña: Mesón de La Tortilla (de papas, claro). Pero los alcaldes, no; ni siquiera el de Villanueva.


¡Que ingrato es el mundo! ¿Verdad, sopita de ajo? A la nieve la fotografían y la televisan. Llenan con nieve las noticias, aunque se mueran de frío. En cambio a ti, que eres lo mejor que puede entrar entre pecho y espalda cuando nieva y cuando arrecia el frío, nadie te homenajea, nadie te honra, nadie te declara patrimonio vivificador de la Humanidad, lo que es muy injusto. Te marginan como a tus parientes el gazpacho, el almorraque, la tortilla y a todos los manjares que, como tú, sopita de mi vida, fuisteis engendrados por la escasez y por la humildad. Así lo proclama tu ADN: cuatro o más dientes de ajo (para honrar tu nombre), dos cucharadas de aceite (para freírlos), agua o caldo (para que seas sopa) y pan (para darte consistencia). Y, a partir de aquí, todo lo que quepa en el perol: pimentón (de la Vera), sal (si procede), guindilla (si gusta), jamón u otra chacina (si la hubiera o hubiese), huevos (de pava, si no hay de gallina), apetito (para disfrutar) ...


Los ajos los cultivó Manolo, el vecino; el aceite es de oliva virgen extra; el caldo, de cocido; el pimentón es dulce (no había picante); la sal, gorda; la guindilla, del huerto; el jamón, de casa (cerdo ibérico y mucha bellota); los huevos, recién sacados del gallinero; y el apetito, de un mostrenco.

 

A estos ingredientes se añaden los otros tres aliños fundamentales que nunca deben faltar en una cocina: afición, atención e imaginación.

 
¡Buenísima! La sopa de ajo me ha salido genial. No pongo foto porque ya me he comido hasta las guindillas. Otra vez será.


jueves, 14 de enero de 2021

Las uves de la victoria

José Joaquín Rodríguez Lara


Extremadura, su población, está en manos de dos médicos: Guillermo Fernández Vara, que preside el Gobierno regional, y José María Vergeles, titular de la consejería de Sanidad.

No me consta que haya en España otro gobierno presidido por un médico y con otro médico al frente de la cartera de sanidad.

El Gobierno de España, sin ir más lejos, lo preside un enfermo, un mitómano, aquejado de un mal -la mentira patológica- cuyas consecuencias sufrimos quienes estamos al alcance de sus uñas. Por si esto fuera poco, el ministro de Sanidad es un filósofo. ¿Qué podría salir mal?

En cambio, Extremadura es una región privilegiada; tiene un médico en la Presidencia y otro en la Consejería. Estamos en buenas manos.

¿Estamos? Desde luego que sí: con la uve de Vara y la uve de Vergeles, dos signos inequívocos de victoria, lideramos el pelotón de la pandemia hacia el precipicio.

Como siempre, Extremadura está a la cabeza de las desgracias. Y no será por falta de médicos. Lo mismo es que Vara y Vergeles necesitan más tiempo para terminar su misión; no mucho, sólo unas cuantas legislaturas más.