sábado, 29 de diciembre de 2018


Veinte arcos triunfales para la mirada de Sebastião Salgado

José Joaquín Rodríguez Lara


Quienes se encuentren durante estas fiestas navideñas en la ciudad de Badajoz pueden disfrutar, gratuitamente y mientras dan un agradable paseo, de una gran exposición.


Se trata de la muestra ‘Génesis’, del prestigioso fotógrafo brasileño Sebastião Salgado. La exposición está instalada a lo largo del bulevar de la avenida de Huelva.


En el paseo central de esta gran vía pacense, entre palmeras, que intentan sobrevivir a los ataques del picudo rojo, y otras plantas ornamentales, flotan en el aire 36 imágenes de gran formato captadas por la mirada de Sebastião Salgado. Se trata sólo de una parte de la obra magna del fotógrafo brasileño, pero merece la pena contemplarla.


Son imágenes en las que conviven el fotoperiodismo, la fotografía documental, la fotografía artística y el activismo ecologista, pasado todo ello por el tamiz de la gran calidad técnica y de la enorme sensibilidad humana y artística que caracterizan la dilatada producción fotográfica de Salgado.


A través de su cámara, el gran ojo inquisitivo nacido en Aimorés, localidad brasileña perteneciente al estado de Minas Gerais, nos acerca en blanco y negro un mundo primitivo que es de ahora mismo, integrando en sus fotografías todos los estados de la naturaleza –el gaseoso, el mineral, el líquido…- y la vida –vegetal, animal y humana-, plasmando desde detalles minúsculos hasta los costurones del planeta Tierra.


La Caixa y el Ayuntamiento de Badajoz colaboran en el ofrecimiento a la ciudadanía de esta singular exposición al aire libre, pues no hay mejor sala para apreciar la naturaleza. Las obras están sostenidas por una veintena de robustos y sucesivos marcos de acero que, como arcos triunfales, se extienden a través del bulevar de la avenida de Huelva como un agujero de gusano que comunicara dos universos, el humano y el deshumanizado; como un túnel del tiempo inexplicablemente varado en una calle de Badajoz o, tal vez, como una representación minimalista del teleobjetivo fotográfico que va captando la realidad en recuadros de vida convertida en arte por el ojo y el corazón de Sebastião Salgado.



(Octogésimo séptimo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 28 de diciembre del año 2018.)

miércoles, 26 de diciembre de 2018


Vara y los silencios de Extremadura


José Joaquín Rodríguez Lara


“La Navidad no son sólo panderetas . También tiene sus silencios. Escuchemos los silencios de la Navidad. Sí es verdad. Son ellos.”, afirma textualmente Guillermo Fernández Vara en su cuenta de Twitter.


Y tiene toda la razón don Guillermo Fernández Vara. La Navidad no son solo panderetas, instrumento musical alegre por antonomasia. En la Navidad también hay silencios. Sobre todo en la Navidad extremeña.


El silencio del desempleo, el silencio de los pueblos literalmente en venta, el silencio de las ausencias, el silencio de un futuro lleno de macroproyectos que huyen del presente como un horizonte de sueños inalcanzables. En realidad, en Extremadura hay muchísimos más silencios que panderetas. De aquí emigra hasta el futuro. Pero los silencios terminarán hablando alto y claro.


Y, cierto es, don Guillermo Fernández Vara, hay que prestarle mucha atención a los silencios, tan abundantes en la sociedad extremeña. Sobre todo cuando se es presidente de la Junta de Extremadura.


Ha llegado a 7Días el tuit de Fernández Vara cuando todavía estábamos tratando de interpretar la postal navideña oficial de Isabel Gil Rosiña, portavoz del Ejecutivo regional.


“Seamos capaces de mirar con la inocencia y sencillez de un niño”, dice Gil Rosiña. Mirar, ¿hacia dónde señora consejera portavoz? ¿Hacia dónde podemos mirar sin indignarnos y hacer un poco más amargas estas señaladas fechas? ¿Y por qué hay que mirar con inocencia y no con espíritu crítico, señora Rosiña? Y por encima de todo, ¿cómo se pueden mirar con sencillez mensajes tan ajenos al suelo como el de la pandereta de Vara?


¿No sería más inocente y sencillo desearnos a todos los extremeños mucha salud, felices fiestas y un próspero empleo nuevo allí donde lo encontremos?



(Octogésimo sexto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 24 de diciembre del año 2018.)




miércoles, 12 de diciembre de 2018


La caza merece más respeto de Iglesias, de Ribera, de Vara y de todos


José Joaquín Rodríguez Lara


Es difícil saber a qué atenerse cuando Pablo Iglesias, líder estatal de Podemos, llama criminal a un extremeño que intenta cazar y, poco después, su hombre en Extremadura, Álvaro Jaén, declara que la caza es importantísima para la región extremeña.


Adivina, adivinanza, ¿quién estaba bajo los efectos del alucinógeno electoral? ¿Pablo, en plena campaña de las autonómicas andaluzas, o Álvaro, en los umbrales de la campaña extremeña?


A Pablo Iglesias, por cuyas venas corre sangre de Extremadura, no le gusta la caza y está en su derecho de que no le guste. Hace muy requetebién. Lo que no hace tan bien es alardear de su ignorancia sobre la actividad venatoria, pues quien legisla y, además, aspira a gobernar debe saber de todo, aunque sólo sea una pizca, o informarse antes de meter la pata.


Iglesias ha retuiteado un vídeo que ha dado la vuelta al mundo, grabado en Extremadura, sobre un accidente de caza. “Los responsables de esta salvajada solo tienen un nombre: criminales”, afirma en su tuit Iglesias. “Acabemos con esto de una vez y castiguemos a los culpables. Ojo, las imágenes son durísimas”, concluye el líder de Podemos.


Lo verdaderamente duro es el salvaje tuit de Pablo Iglesias. Cualquiera que conozca algo de la actividad cinegética sabe que cazar no es asesinar; que cuando se mata a un animal no se comete un crimen; especialmente cuando se tienen todos los permisos oficiales y privados para cazarlo; que los cazadores no odian a las presas que cazan; y que muchísimo menos sienten odio por sus perros.


Así que si en un lance de caza mayor, huyendo de la recova, un venado se acerca a un precipicio y los perros van tras él y, desgraciadamente, algunos se despeñan, el cazador de La Roca de la Sierra (Badajoz), el perrero que sufre esa desgracia no es un criminal, querido Pablo Iglesias, es la víctima superviviente de algo que pudo terminar en una auténtica tragedia.


Criminal no es quien dispara contra las piezas cinegéticas, sino quien dispara a propósito contra las personas. Nada le hubiese gustado más al cazador de La Roca que evitar la caída de sus perros por el barranco. Entre otras cosas, porque lances venatorios hay todas las temporadas y un perro de caza tarda en hacerse tres años. Ni criar ni acollarar perros es hacer una reala. Se necesita mucho tiempo, muchos cuidados, mucha dedicación, muchas salidas al campo para que un perro con el que se sale de caza sea un perro con el que se puede salir a cazar, querido Pablo.


Álvaro Jaén, candidato de Podemos a la Presidencia de la Junta en las últimas elecciones autonómicas y cabeza del grupo parlamentario de su formación política durante lo que va de legislatura, ha realizado un discurso bien distinto al de su líder estatal. Podemos, ha dicho Álvaro Jaén, defiende la caza porque es “importantísima” para Extremadura. ¿Responde así a las palabras de Pablo? ¿O sólo a las de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que emulando a Iglesias, en otra demostración de ignorancia urbanita, se ha manifestado contra la caza y contra los toros? Una cosa es que a ella no le gusten y otra muy distinta es que, siendo ministra, abogue por su prohibición.


La ministra ha suscitado en Extremadura reacciones contundentes del PP, de Ciudadanos y de Podemos; también le han respondido con dureza los cazadores españoles, y hasta su colega y compañero de partido Emiliano García-Page, presidente de Castilla - La Mancha, región muy cinegética, ha enviado una carta durísima, por el fondo que no por el tono, a la ministra para ilustrarla un poco.


A Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, región en la que ya casi no queda caza, a pesar de que la Junta sigue cobrando licencias, impuestos y demás papeleos, el líder del PP, José Antonio Monago, le afea que se haya despachado tarde y mal con un tuit, que es el trino de un pajarino azul, en solidaridad con el casi extinto sector cinegético extremeño.


Los cazadores extremeños, que subsisten entre terremotos de leyes cinegéticas desde que, el 6 de diciembre de 1989, dos jóvenes de Palomas (Badajoz) sin permiso de caza se ahogaron en el río Matachel huyendo de la Guardia Civil, merecen muchísimo más respeto. Por parte de todos. Incluido Iglesias, la ministra Ribera y, por su(puesto), el presidente Vara.



(Octogésimo quinto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 12 de diciembre del año 2018.)




lunes, 10 de diciembre de 2018


La Constitución, contra el Gobierno de Pedro Sánchez


José Joaquín Rodríguez Lara


Cuando se habla de reformar la Constitución Española de 1978 casi nadie se refiere a la conveniencia de introducir cambios en el sistema electoral y, más concretamente, en la circunscripción electoral.


“La circunscripción electoral es la provincia”, establece el artículo 68.2 de la Carta Magna refiriéndose a las elecciones generales. Y de ese artículo provienen buena parte de los males que afectan a España.


Si en vez de la provincia, la circunscripción electoral fuese el país entero, como ocurre en las elecciones para el Parlamento Europeo, resultaría muy difícil, por no decir imposible, que los partidos minoritarios regionalistas (Coalición Canaria), nacionalistas comedidos (PNV) e independentistas radicales (catalanes varios) pudiesen chantajear a quienes se obstinan en gobernar sin haber obtenido la mayoría absoluta, como es el caso de Pedro Sánchez.


Con circunscripción única, para conseguir diputados, esos partidos regionalistas, nacionalistas e independentistas estarían obligados a reunir tal número de votos en el conjunto de España que difícilmente lograrían, por sí mismos, sin coaligarse con otras fuerzas políticas, tener representación en el Congreso de los Diputados, que es donde se reparte el bacalao político en este país. Y desde luego, en modo alguno conseguirían tener tantos escaños como los que ocupan desde las primeras elecciones generales.


La circunscripción electoral única obligaría a los partidos socialmente ‘periféricos’ a interesarse por las aspiraciones del conjunto de España, no sólo por las de su autonomía; pero sobre todo, evitaría tener que comprarles y a precios desorbitados, una legislatura tras otra, el derecho a gobernar, a aprobar los presupuestos y a sacar adelante cualquier otra iniciativa parlamentaria que, incluso estando de acuerdo con ella o interesándoles, les parezca susceptible de ser ordeñada hasta dejar completamente seca la ubre del Estado.


Puede parecer que con una circunscripción única, no habría quien defendiese en el Congreso los intereses del electorado de cada provincia. Pero, ¿acaso los defienden ahora los diputados provincianos? Sus señorías piden el voto a cada elector de su circunscripción y, una vez que salen elegidas, si te he visto no me acuerdo. Con el sistema electoral actual, cada provincia elige a sus representantes pero ninguna o muy pocas llegan a estar verdaderamente representadas. Como no hay circunscripción unipersonal y no se elige a una sola persona en cada circunscripción, los parlamentarios actúan a las órdenes del partido que les puso en la papeleta y le dan la espalda a los votantes que, poniendo la papeleta en la urna,  pusieron a su señorías en los escaños, así que, con una circunscripción única, las provincias no perderían nada en casa y podrían dejar de perder mucho en Madrid.


En estos días se está viendo un ejemplo más del enorme daño que le causa la circunscripción electoral provincial al conjunto del país. Entre las últimas atrocidades que se le achacan a Pedro Sánchez, increíble presidente del Gobierno, está su disposición a reconocer a Cataluña como nación, siempre que los diputados independentistas catalanes, que con ese y otros fines inconfesables le llevaron en andas a La Moncloa, le faciliten ahora la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado.


Es este un negocio, un trueque entre trileros, de difícil cumplimiento. Y Pedro Sánchez lo sabe. Así que no se explica muy bien cómo pretende el político que nos preside, y que sigue aspirando a poder gobernarnos, soslayar las dificultades constitucionales existentes para convertir a Cataluña en nación y salirse con la suya aprobando unos Presupuestos que le darían oxígeno para llegar hasta el final del túnel de la legislatura.


A no ser que Pedro Sánchez haya aprendido tanto, pero tanto tanto tanto, durante la jugarreta que parecen habernos hecho -a él y a todos los españoles- en la trama/trampa Brexit/Gibraltar que se haya convencido de que una cosa es la que se dice y hasta la que se firma, y otra muy distinta la que se hace.


Y si hay que hacer nación a Cataluña, pues se la hace y aquí Presupuestos y después gloria. O elecciones, si no hay más remedio.



(Octogésimo cuarto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 10 de diciembre del año 2018.)

sábado, 8 de diciembre de 2018


La marca que saltó la empalizada del poblado para vender pizzas fuera de su tribu


José Joaquín Rodríguez Lara



Cada día disfruto más con sus productos, a pesar de que estoy convencido de que jamás me he llevado a la boca algo elaborado por esta firma. Y si probé alguno fue sin darme cuenta, pues no reparé en la marca. Ni pizzas, ni hojaldres, ni patés a las finas hierbas, ni salchichón, ni pastelitos de clase alguna. Nada fabricado por esta firma ha nutrido mis días hasta hoy. Que yo sepa.


Y no porque no me guste lo que vende. Carece de sentido suponer que no te gusta lo que no has probado. Tampoco porque rechace ese tipo de comida tan industrializada, pues consumo otros alimentos que tampoco son precisamente muy caseros. Simplemente, no se me ha presentado la oportunidad, ese revuelto de necesidad, posibilidad y antojo, de darle un bocado al catálogo de esta empresa familiar, asentada en la localidad de Gurb, y disfrutar, si merece la pena, con los sabores y texturas de su producción.


Sin embargo, cada día me convenzo más de que Casa Tarradellas, y sus productos, están menos lejos de mi casa, aunque se elaboren en Barcelona y yo viva en Extremadura. Y la causa es muy simple: la publicidad.


Las campañas publicitarias de esta marca han pasado de aquellos anuncios, tan catalanes, de la abuela horneando pizzas en una masía, enormemente alejados de la realidad de la gran mayoría de los consumidores españoles, tanto por la escenografá como por la mecánica, a unos señuelos comerciales que me parecen tan madrileños, tan canarios, tan gallegos, manchegos, vascos y extremeños como catalanes.


Se mantiene la estrategia de hacer marca contando pequeñas historias, pero ha cambiado el escenario: La empresa está empezando a salir de la masía y a entrar en la casa de la gente que no es catalana. Y lo ha hecho contando historias que no sólo pueden considerase propias de cualquier región española, sino que rezuman tanta o más autenticidad que la del grupo familiar que, en la masía, en mitad del campo, rodeado de gallinas, cerdos, corderos, frutas, legumbres y hortalizas se alimenta de pizzas. Creo que lo primero que se le debe exigir a la fición publicitaria es que sea creíble, y la gran mayoría de estos nuevos anuncios lo son. Los anteriores no me lo parecían tanto.


Este cambio de la estrategia publicitaria se ha producido en una época, la actual, en la que el mercado español está ahíto de mensajes y consignas del catalanismo identitario; cuando existe en la sociedad tal hartazgo de todo lo catalán que hay personas que cambian de canal de televisión tan pronto como el programa empieza a hablar de Cataluña. Ignoro cómo son los anuncios con los que esta firma se dirige al mercado catalán, si son multiregionales, catalanistas, nacionalistas o independetistas, pero lo cierto es que los que se emiten por los televisores sin banderas independentistas no suscitan rechazo general simplemente por mostrar a una empresa de Cataluña. Y que esto ocurra mientras otras empresas catalanas se enrocan en el independentismo xenófobo y en el desprecio a todo lo español es digno de tener en cuenta.


Pero es que, además, muchos de los anuncios que está ofreciendo últimamente esta marca tienen, en mi modesta opinión, una calidad dramática incuestionable. Son pequeñas películas, con planteamiento, nudo y desenlace, que permanecen en la memoria de quienes las vemos. Desde la familia, un poco estirada, que espera la llegada de Pedro, el noviete de la hija mayor, mientras el padre se recrea en la preparación de un pastel, hasta la que cambia de vivienda en contra del criterio de las hijas –estoy muy ‘i love’, mucho, de este anuncio- pasando por el padre separado, viudo o lo que sea que descubre que a su hija adolescente le ha dejado el gran amor de su vida, con el que mantenía una relación desde hacía nada menos que tres semanas y él no se había enterado, porque nunca se entera de nada, o la madre que intenta conseguir la aprobación de su crío para llevar a casa a un amigo, bueno, a un compañero de trabajo, y el niño la sorprende con un “¡brutal!” que nada tiene que ver con las necesidades sentimentales de su progenitora y sí con el aspecto de los pastelillos que acaban de hornear mientras hablan cada uno perdido en su propio planeta.


Son historias comprensibles para casi todo el mundo, que no suscitan un rechazo tribal generalizado.


Me llama mucho la atención la gran verosimilitud del trabajo que realizan las personas que ponen en escena estos anuncios, que no me parecen, aunque seguramente me equivoco, experimentados profesionales de la interpretación, pues no los he visto en otros mensajes comerciales o películas. Y me asombra el acierto de quienes las han seleccionado para que representasen las historias que cuenta cada anuncio.


Pero por encima de todo me gusta que, en un tiempo de tanta animadversión hacia el vecino, una empresa tan identificada con Cataluña como esta haya decidido saltar la empalizada del poblado y hablarle con un lenguaje perfectamente asumible a quienes no forman parte de su tribu.


Son catalanes, saben vender y, para ellos, la pela es la pela, se dirá. Pero este análisis se queda, a mi parecer, muy cojo al ver que otras empresas, instituciones y personas igualmente catalanas, para las que la pela también es la pela y que por ser de Cataluña llevan el gen del comercio en las venas, espantan a la mayor parte de su clientela potencial cada vez que abren la boca o aprietan el puño.


Ignoro si Casa Tarradellas vende más desde que salió de su masía, pero bienvenida sea la publicidad que tiende puentes y abre puertas en vez de cerrar caminos y mercados.


Y cualquier otro día hablamos del cava que nos separa.



jueves, 6 de diciembre de 2018


Las candelitas, una tradición auténtica, sin subvenciones ni cámaras


José Joaquín Rodríguez Lara


Tan pronto como el otoño enseña las orejas por encima del horizonte de los días, la chiquillería de Salvatierra de los Barros, en el suroeste de la provincia de Badajoz, comienza a acarrear. Acarrea y amontona leña, madera en general, matorrales y cualquier cosa de origen vegetal que se pueda entregar al fuego. Aprovecha los restos de las podas, las maderas abandonadas, los palos y tablas retirados de los techos, así como puertas rotas, ventanas inservibles y muebles viejos… En Salvatierra, casi todo vale para hacer una candelita.


Poco a poco, un día tras otro, con la dedicación y el esfuerzo de la gente menuda -de Manuel, de Lidia, de Rocío, de Juan, de María y de casi toda la infantería local…- se va formando la pira festiva de la candelita.


El montón es obra de chicos y chicas que suelen tener entre 8 y 13 años y exalta el valor y la importancia de lo genuino, de lo que no necesita reinventarse para subsistir. Es una tradición tan arraigada en Salvatierra de los Barros que puede pervivir por sí misma, sin subvenciones ni cámaras de televisión. Las candelitas de Salvatierra no pasan de padres a hijos; pasan de niños y niñas a niñas y niños. Porque es este segmento de la población local el auténtico protagonista de una práctica a la que se le pueden atribuir todos los simbolismos que se quiera, pero no es un rito iniciático, ni una ceremonia asociada a la pubertad, ni tampoco una operación de limpieza de callejas, caminos y corrales.


Con las candelitas, la chiquillería salvaterreña se siente protagonista sin necesidad de ser tutelada por las personas mayores. Las chicas y chicos buscan la leña, la amontonan y la queman. Le prenden fuego el día 7 de diciembre, por la noche, víspera de la festividad de la Inmaculada, así que o bien surgió como práctica cristiana, para honrar con fuego -en otros lugares corre la pólvora- a la madre de Cristo, o la jerarquía católica cristianizó un antiguo rito pagano que, por su cercanía al solsticio de invierno -entre el 20 y el 23 de diciembre- bien pudiera tener como finalidad darle la bienvenida al sol y al crecimiento de los días.


Por Santa Lucía (13 de diciembre) mengua la noche y crece el día, asegura el refrán. Es lo mismo que hizo la Iglesia al vincular la fecha del nacimiento de Jesucristo con el solsticio de invierno, el momento en el que los días, la luz, la esperanza, empiezan a crecer y las noches, la sombra, el desaliento, el miedo, a menguar.


Pero nada de esto parece estar presente en las candelitas de Salvatierra de los Barros. La chiquillería disfruta tanto acarreando el combustible con sus propias manos, como contemplando las llamas que trepan por la boca de lobo de la noche. Ese es el momento en el que se acercan las personas adultas para acompañar a los verdaderos protagonistas y rememorar su propia infancia, si la tuvieron, y su pasado candelitero. Junto a las llamas, mientras arde lo malo de un año que ya enfila la recta final de sus días, se consumen golosinas y algunos alimentos apetecibles, hasta que el esfuerzo y la ilusión de la chiquillería quedan reducidos a un círculo de ceniza escrito en el suelo.


Hasta hace no muchos años, se hacían candelitas en cualquier plaza o ensanche de las calles de Salvatierra. Ya no queda suficiente gente menuda para tantas candelas, pero al menos hay una, la de La Fontanilla, cerca de la fuente de La Romana, que junto a alguna más sigue alumbrando a las generaciones de una Salvatierra de los Barros que tiene al fuego, de sus antorchas procesionales en torno al Cristo, de sus hornos alfareros, de sus matanzas domésticas y de sus candelitas, como referencia. Aunque, curiosamente, el 2 de febrero, día de la Candelaria, una fiesta con tanto peso religioso en el mundo cristiano, pasa desapercibido, sin procesiones ni candelas, como si la población estuviese contando las horas que faltan para festejar al día siguiente -el 3 de febrero- a San Blas, titular de la parroquia, para comer sus ingenuas roscas de pan y conseguir algún cordón bendecido, con el deseo, con la esperanza y hasta con la certeza de que le espantará los males de garganta. Así es todavía Salvatierra de los Barros.



(Octogésimo tercer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 6 de diciembre del año 2018.)




martes, 4 de diciembre de 2018


Si no queréis casas de apuestas, tomad casinos


José Joaquín Rodríguez Lara


La FEMP (Federación de Municipios y Provincias) es posiblemente el órgano político del Estado más pegado al terreno. El que mejor conoce la realidad. No en vano está integrado por alcaldes que, en la mayoría de los casos, suelen lidiar hasta personalmente con los problemas que sufren sus vecinos.


La FEMPEX, su rama extremeña, no es una excepción. A la FEMPEX le preocupa Extremadura. Por tal motivo, en la primera quincena de noviembre, su presidente, el socialista Francisco Buenavista García, alcalde de Hornachos (Badajoz), visitó a Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta, en Mérida, capital de la región, y le manifestó lo mucho que le preocupa el negocio de moda en la comunidad autónoma: las casas de apuestas. Tanta es la preocupación que, en Mérida, el asunto hasta ha sido debatido por el Pleno municipal.


Como publicó 7Días el 13 de ese mes, la FEMPEX mostró la “preocupación de los alcaldes y alcaldesas por la proliferación del juego y las apuestas en la región”. Buenavista salió de la sede de la Presidencia de la Junta con la “satisfacción” de comprobar que las apuestas, los juegos de azar, es un asunto “que está dentro de las preocupaciones de la Junta de Extremadura”.


Sí sí, que te vi. En lo que incuba sus huevos una gallina, 21 -impar y rojo- días después, el 3 de diciembre, Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, ponía su altavoz personal al macroproyecto californiano Elysium City, con el que se pretende convertir la localidad de Castilblanco (La Siberia extremeña) en una miniréplica de la ciudad de Las Vegas, desierto de Mojave (EE UU).


El macropoyecto Elysium City habla de construir en Castilblanco (Extremadura) un parque temático acuático, un campo de golf de 18 hoyos, tiendas de ropa y entretenimiento gastronómico, un estadio de 40.000 localidades para deportes y espectáculos musicales, un puerto, un carril bici, senderos naturales, helipuerto, un centro de datos y no uno ni dos ni tampoco tres, sino cuatro: cuatro casinos de juego, de apuestas, con sus correspondientes hoteles que sumarán 3.000 habitaciones. Lo más parecido a Las Vegas que se ha visto en Europa, vamos.


Habrá un icónico casino hotel de 5 estrellas; un parque temático con su casino de 4 estrellas; un parque acuático y el correspondiente casino de 4 estrellas; y un casino hotel para conferencias de 3 estrellas.


Y todo ello, como ya dijo 7Días y se obstina en recordar Podemos, gracias a la Ley de los Casinos, menos conocida como Ley Extremeña de Grandes Instalaciones de Ocio, la LEGIO.


Se trata sin duda de una jugada maestra de la Junta, de una solución a lo grande. ¿Habrá mejor forma de terminar con las pequeñas y molestas casas de apuestas que abriendo cuatro grandes casinos, cuatro casones, cuatro supercasoplones para que la población extremeña, y quienes vengan de fuera, puedan jugarse hasta las pestañas. Si es que aún les quedan pestañas en el 2023 o en el 2028, fechas entre las que se mueve el macroproyecto.


Como publica 7Días, este 4 de diciembre, la diputada de Podemos Irene de Miguel, que en las elecciones se peleará con Vara por la Presidencia de la Junta, antes de terminar pactando lo que sea con él, acusa al PSOE “de jugar con el pan de la gente (extremeña), creando falsas ilusiones y esperanzas, en pleno año electoral, con proyectos multimillonarios que son difíciles de creer”.


Irere, Irene, ¡pero qué iconoclasta y qué mal pensada es usted, señoría! No se trata de jugar con el pan de nadie; se trata de solucionar los importantes problemas de ludopatías y otros males que originan las casas de apuestas y los juegos de azar. Y contra ese problema no hay nada más eficaz que aplastar las casas con casinos.


¡Hagan juego, señorías, hagan juego!



(Octogésimo segundo artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 4 de diciembre del año 2018.)




lunes, 3 de diciembre de 2018


¿Hay que temer a Vox?


José Joaquín Rodríguez Lara


Vox ha obtenido doce escaños en el Parlamento andaluz y tal parece que se hubiesen abierto las entrañas de la tierra de María Santísima y un volcán hubiera vomitado su lava calcinante en mitad del antiguo hospital de Las Cinco Llagas, sede de la Cámara legislativa andaluza, en Sevilla.


Mientras le hacen la autopsia a las elecciones, en las tertulias forenses se habla de la irrupción de la ultraderecha, como si los resultados fuesen producto de un accidente y no del descontento generalizado que hay en buena parte de España en contra de los políticos gobernantes que parten, reparten y se llevan la mejor parte, y hasta contra los que no consiguen gobernar. Por ejemplo, el PP andaluz. Lo de Vox se veía venir y puede que el estallido de su traca sociopolítica no haya hecho nada más que empezar.


¿Los doce escaños de Vox son producto de la corriente ultraderechista que recorre Europa?


Puede ser, pero no exclusivamente. Es posible que lo que ocurre en otros países le haya dado un impulso, pero no creo que se haya producido una explosión por simpatía. La ultraderecha lleva mucho tiempo prosperando en Europa y Vox acaba de germinar.


A Vox le ha puesto en pie la indignación del electorado contra los gobernantes y cogobernantes del PSOE, del PP, de Podemos... Vox se ha amamantado con las decisiones de Susana Díaz, con su modo de vivir soldada al cargo y tan alejada de las necesidades de su ciudadanía, que hasta buena parte de su incondicional electorado la ha abandonado. Tan quintaesencia del poder parece sentirse la gobernante andaluza que propicia la mayor derrota electoral del PSOE en Andalucía y, en vez de hacer autocrítica o, incluso, dimitir, se sube a la tarima para encabezar el parapeto contra “la ultraderecha”. Antes muerta que sin silla. Cualquier cosa antes que reconocer que la llegada de Vox al hospital de las ya ‘Doce + Cinco Llagas’ es, en buena parte, demérito suyo y de su secretario general, Pedro Sánchez, al que no le molesta, sino todo lo contrario, gobernar gracias a los independentistas presos en las cárceles y que, en un alarde de brillantez estratégica, se empeña en enterrar definitivamente al franquismo desenterrando a Franco. Esa y otras actuaciones igualmente brillantes de Sánchez, de Antes y de Durantes han encendido la mecha de “la ultraderecha” que estaba sepultada y bien sepultada en la historia sin memoria.


¿Y, a todo esto, hay que tenerle miedo a Vox?


Por ahora no. ‘La ultraderecha’ es, o al menos era, otra cosa y quien sintió el asesinato de los abogados laboralistas de la calle Atocha, quien pasó por las cárceles franquistas, quien sufrió interrogatorios en la Dirección General de Seguridad o a quien, simplemente, se le aporreó con saña en plena calle mientras trataba de huir de ‘los grises’ montados en caballos o se sintió perseguido, con el mismo fin, por los Guerrilleros de Cristo Rey, lo sabe. Lo sabe muy bien.


Lo que más miedo debe dar de la ultraderecha actual es que los gobernantes ‘constitucionalistas’, que dice Susana Díaz, sigan cometiendo los mismos errores que han sacado de la zanja a Vox y han llevado su voz al Parlamento andaluz. Eso sí que debe dar miedo.



(Octogésimo primer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 3 de diciembre del año 2018.)