miércoles, 12 de diciembre de 2018


La caza merece más respeto de Iglesias, de Ribera, de Vara y de todos


José Joaquín Rodríguez Lara


Es difícil saber a qué atenerse cuando Pablo Iglesias, líder estatal de Podemos, llama criminal a un extremeño que intenta cazar y, poco después, su hombre en Extremadura, Álvaro Jaén, declara que la caza es importantísima para la región extremeña.


Adivina, adivinanza, ¿quién estaba bajo los efectos del alucinógeno electoral? ¿Pablo, en plena campaña de las autonómicas andaluzas, o Álvaro, en los umbrales de la campaña extremeña?


A Pablo Iglesias, por cuyas venas corre sangre de Extremadura, no le gusta la caza y está en su derecho de que no le guste. Hace muy requetebién. Lo que no hace tan bien es alardear de su ignorancia sobre la actividad venatoria, pues quien legisla y, además, aspira a gobernar debe saber de todo, aunque sólo sea una pizca, o informarse antes de meter la pata.


Iglesias ha retuiteado un vídeo que ha dado la vuelta al mundo, grabado en Extremadura, sobre un accidente de caza. “Los responsables de esta salvajada solo tienen un nombre: criminales”, afirma en su tuit Iglesias. “Acabemos con esto de una vez y castiguemos a los culpables. Ojo, las imágenes son durísimas”, concluye el líder de Podemos.


Lo verdaderamente duro es el salvaje tuit de Pablo Iglesias. Cualquiera que conozca algo de la actividad cinegética sabe que cazar no es asesinar; que cuando se mata a un animal no se comete un crimen; especialmente cuando se tienen todos los permisos oficiales y privados para cazarlo; que los cazadores no odian a las presas que cazan; y que muchísimo menos sienten odio por sus perros.


Así que si en un lance de caza mayor, huyendo de la recova, un venado se acerca a un precipicio y los perros van tras él y, desgraciadamente, algunos se despeñan, el cazador de La Roca de la Sierra (Badajoz), el perrero que sufre esa desgracia no es un criminal, querido Pablo Iglesias, es la víctima superviviente de algo que pudo terminar en una auténtica tragedia.


Criminal no es quien dispara contra las piezas cinegéticas, sino quien dispara a propósito contra las personas. Nada le hubiese gustado más al cazador de La Roca que evitar la caída de sus perros por el barranco. Entre otras cosas, porque lances venatorios hay todas las temporadas y un perro de caza tarda en hacerse tres años. Ni criar ni acollarar perros es hacer una reala. Se necesita mucho tiempo, muchos cuidados, mucha dedicación, muchas salidas al campo para que un perro con el que se sale de caza sea un perro con el que se puede salir a cazar, querido Pablo.


Álvaro Jaén, candidato de Podemos a la Presidencia de la Junta en las últimas elecciones autonómicas y cabeza del grupo parlamentario de su formación política durante lo que va de legislatura, ha realizado un discurso bien distinto al de su líder estatal. Podemos, ha dicho Álvaro Jaén, defiende la caza porque es “importantísima” para Extremadura. ¿Responde así a las palabras de Pablo? ¿O sólo a las de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que emulando a Iglesias, en otra demostración de ignorancia urbanita, se ha manifestado contra la caza y contra los toros? Una cosa es que a ella no le gusten y otra muy distinta es que, siendo ministra, abogue por su prohibición.


La ministra ha suscitado en Extremadura reacciones contundentes del PP, de Ciudadanos y de Podemos; también le han respondido con dureza los cazadores españoles, y hasta su colega y compañero de partido Emiliano García-Page, presidente de Castilla - La Mancha, región muy cinegética, ha enviado una carta durísima, por el fondo que no por el tono, a la ministra para ilustrarla un poco.


A Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, región en la que ya casi no queda caza, a pesar de que la Junta sigue cobrando licencias, impuestos y demás papeleos, el líder del PP, José Antonio Monago, le afea que se haya despachado tarde y mal con un tuit, que es el trino de un pajarino azul, en solidaridad con el casi extinto sector cinegético extremeño.


Los cazadores extremeños, que subsisten entre terremotos de leyes cinegéticas desde que, el 6 de diciembre de 1989, dos jóvenes de Palomas (Badajoz) sin permiso de caza se ahogaron en el río Matachel huyendo de la Guardia Civil, merecen muchísimo más respeto. Por parte de todos. Incluido Iglesias, la ministra Ribera y, por su(puesto), el presidente Vara.



(Octogésimo quinto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 12 de diciembre del año 2018.)




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