martes, 26 de marzo de 2013

- Lo mismo que la composición química y el grado de humedad que hay en el suelo se refleja en lo que crece sobre él,
los peinados anuncian las ideas

que bullen bajo los cabellos.


Nunca hubo tanta cabeza despeinada 

como ahora;
sobre todo si se las compara con los peinados imperantes
en España a mediados del siglo XX.  


Aquellos marciales cortes de cabello,
aquella gomina imperecedera y aquellos peinados
hacia atrás 
que convertían la frente

en paredones
confirman, sin la menor duda, que al peine
se le encarga la alta misión
de hacerle renglones a la cabeza
para que no podamos escribir fuera del sistema.


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