lunes, 9 de diciembre de 2019


'El irlandés', Scorsese y las armas que mataron a Kennedy

José Joaquín Rodríguez Lara


No me parece que el cine sea un arte. Ni el séptimo ni el decimonoveno ni ninguno. De hecho, mucha de la gente que vive del cine no se refiere a él como 'el séptimo arte', sino como 'la industria del cine'.


En mi opinión, el cine es efectivamente una industria, una gran industria, un poderoso negocio. Pero en la cinematografía hay mucho arte. El cine es deudor de la literatura, un arte; de la fotografía, un arte; de la música, un arte; del teatro, un arte; de la caracterización, de la decoración, de la iluminación, de la..., todas ellas expresiones artísticas capaces de crear obras maestras por sí mismas, algo que el cine jamás podrá conseguir sin sus 'muletas'.


Si hay un arte pura y exclusivamente cinematográfica esa es el saber combinar todas las artes mencionadas y otras habilidades más o menos respetables para cocinar la mayor ilusión -primera acepción de la RAE- que jamás se haya fabricado: el cine.


Que el cine sea, en mi opinión, una industria que fabrica películas y no un desasosiego que produce obras de arte, no significa que yo le reste valor a la cinematografía. De hecho, creo que hay películas dignas de ocupar un sitial de honor en los museos, en los palacios de la ópera, en los grandes escenarios y en cualquier lugar en los que se exhiba arte.


Acabo de ver una de ellas; 'El irlandés', de Martin Scorsese. La película retrata la vida -poca-, muerte -rápida-, y desaparición -misteriosa-, del sindicalista y promafioso Jimmy Hoffa. Aunque su nombre no le diga mucho a la inmensa mayoría de los potenciales consumidores de 'El irlandés', Hoffa (nacido en Indiana, en 1913, y visto por última vez en Michigan, en 1975) fue considerado en su momento tan popular como Elvis Presley y el segundo hombre más poderoso de USA, tras el presidente John Fitzgerald Kennedy, así que su sorprendente desaparición, a los 62 años, sigue intrigando a mucha gente.


En su película, Scorsese explica de forma realista y muy verosímil la vida y muerte del gran jefe de los camioneros norteamericanos, y ahonda en su relación con la Mafia. 'El irlandés' se basa en el libro 'Jimmy Hoffa. Caso cerrado. El poder de la Mafia norteamericana', escrito por Charles Brandt y prácticamente dictado, a través de numerosas entrevistas, y supervisado, capítulo a capítulo, por el irlandés -de ahí el título de la película- Frank Sheeran, autor material confeso de la muerte del jefe de los camioneros, con el que mantenía una relación de afectuosa amistad.


Sheeran se ganó la confianza de los jefes mafiosos por numerosos motivos. No fue el menor de ellos su habilidad para 'pintar casas', su destreza haciendo 'trabajos de carpintería', su permanente disposición a 'hacer lo que hay que hacer' sin abrir la boca ni antes ni, por supuesto, después de haber mandado a Australia a quien le marcasen, por muy amigo que fuera. Además, durante la Segunda Guerra Mundial, el irlandés estuvo en Sicilia y aprendió italiano. Tenía Frank Sheeran demasiadas ganzúas en la mano como para no poder abrir el postigo de la Mafia norteamericana a nada que le interesase hacerlo.


El libro -446 páginas-, es mucho más que la confesión del 'ejecutor' de Jimmy Hoffa; es el retrato de unos años cruciales en la historia de los Estados Unidos. Más que en la época, la película -tres horas y media, 210 minutos- se centra en los tres personajes principales: Frank Sheeran, el irlandés (Robert De Niro); Jimmy Hoffa (Al Pacino); y Russell Bufalino (Joe Pesci). Pesci, que nació para hacer cine y encarnar a cualquier personaje mafioso, hace un trabajo excepcional en 'El irlandés'. ¿Cómo se puede decir tanto con tan pocas palabras, mister Pesci?


'El irlandés' no es una adaptación del libro; parece más un resumen del texto firmado por Charles Brandt. Pero es un resumen muy bien hecho, incluyendo trazos, pinceladas, 'pequeños' crímenes que, aun a riesgo de dificultar el seguimiento del hilo principal del argumento, contribuyen a completar el contexto en el que se desarrolla la trama. Puede decirse que Frank Sheeran, el irlandés, que increíblemente murió de puro viejo, dictó sus memorias haciendo referencia expresa, y exigiendo que se respetasen sus deseos, a personas y hechos más importantes para él que para la comprensión de la historia. Todos están en el libro y muchos de ellos, también en la película.


Incomprensiblemente, salvo que yo me haya despistado en algún momento de las tres horas y media que dura la obra, Scorsese pasa por alto la participación directa de la Mafia, y del irlandés, que transportó las armas, en el asesinato de John F. Kennedy. Tal vez porque,  sin duda, esa parte del libro da para otro extenso largometraje.


La película se comprende mucho mejor si, previamente, se conocen las peripecias de Hoffa o se ha leído el libro en el que se basa. Supongo que lo mismo le ocurrirá a los norteamericanos con las películas sobre el 23-F, en el caso de que alguno las vea. Pero el hecho de que el desconocimiento impida disfrutar en toda su profundidad de algunas escenas, no menoscaba la fuerza expresiva de 'El irlandés' ni le quita méritos al guionista, Steven Zaillian, que ha logrado meter en cintura a 'Jimmy Hoffa. Caso cerrado. El poder de la Mafia norteamericana', dictado de viva voz por Frank Sheeran, el irlandés, y redactado por Charles Brandt.


Martin Scorsese ha hecho una gran película, pero antes de bañarme en las aguas de un río tan caudaloso, yo prefiero acudir a la fuente de la que manan y me sigo quedando con el libro de Brandt. Una de las ventajas que tiene esta manía mía de dar preferencia a lo primigenio es que, si te interesa la película, no hay que esperar a que salga el libro, porque generalmente ya está publicado. Bueno, el libro y la música y el maquillaje y... todas las artes que hay antes de llegar a la séptima. O a la decimonovena con Hollywood.




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