martes, 13 de noviembre de 2018
sábado, 10 de noviembre de 2018
El grajo, composición termométrica interpretada a dos voces y cantada a capela en gregoriano, con partituras en las manos, frac alquilado y pajarita de mal agüero, es decir, negra.
José Joaquín Rodriguez Lara
(Voz primera.)
- Cuando el grajo vuela bajo...
(Voz segunda.)
- Hace un frío del carajo...
(Voz primera.)
- Y si el grajo ya no vuela...
(Voz segunda.)
- Hace un frío que pela...
(Voz primera.)
- Y por qué vuela con guantes...
Voz segunda.)
- Porque hace más frío que antes...
(Voz primera.)
- Pero si vuela en bañador...
(Voz segunda.)
- Es porque ya hace calor...
(Voz primera.)
- Y si vuela con toalla...
(Voz segunda.)
- Va camino de la playa...
(Voz primera.)
- Cuando vuela con tirantes...
(Voz segunda.)
- Es un grajo muy elegante...
(Voz primera.)
- Mas si vuela con pijama.
(Voz segunda.)
- Es porque se va a la cama.
(Voz primera.)
- Y si vuela con manguitos.
(Voz segunda.)
- Hace frío, pero poquito.
(Voz primera.)
- Y si vuela con calzones...
(Voz segunda.)
- Hace un frío de... de... ¡de copones...!
viernes, 9 de noviembre de 2018
Honrar a las víctimas no sirve de nada, hay que deshonrar a sus verdugos
José Joaquín Rodríguez Lara
“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. La frase se le atribuye frecuentemente a Albert Einstein, aunque no existe constancia documental de que la pronunciara el mayor genio del siglo XX. No obstante, la dijera Agamenón o su porquero, la afirmación refleja una verdad de la física que, hasta ahora, parece incontrovertible.
En la lucha contra la violencia machista, doméstica, de pareja o de género –póngale usted la etiqueta que más le horrorice- se lleva demasiado tiempo haciendo lo mismo con la vana pretensión de obtener resultados diferentes: un hombre asesina a una mujer y brotan por doquier los minutos oficiales de silencio. A veces, el minuto de silencio ni siquiera transcurre en silencio, y parece más un minuto de asueto, pero el resultado continúa siendo el mismo: después de cada minuto de silencio asesinan a otra mujer y luego a otra y a otra…
Los minutos de silencio son minutos perdidos. Como ya dije en este mismo periódico en otro artículo de opinión, (el 16 de mayo de este año) me avergüenzan y me asquean los minutos de silencio. ¿En qué mejora la situación de las víctimas cuando se les tributa un minuto de silencio?
Siempre se pone el foco sobre las víctimas, se habla demasiado de ellas y muy poco de sus verdugos. La delegada del Gobierno en Extremadura, María Yolanda García Seco, acaba de ponerlo de manifiesto en unas jornadas dedicadas a la formación de los agentes policiales en medidas contra la violencia sobre la mujer. “Es necesario que el conjunto de la sociedad rechace contundentemente el comportamiento del agresor, que sean señalados con el dedo por su entorno más cercano; ese que conoce o que intuye que se están produciendo agresiones y que mira hacia otro lado”, opina la delegada.
Comparto su opinión. Es más, creo que toda la sociedad debería enfocar al asesino, en vez de consumir esfuerzos en honrar a su víctima. En lugar de guardar un minuto de silencio por la mujer asesinada no habría que callar ni un minuto para deshonrar al uxoricida.
Como no se hace, ignoro qué efectos tendría esta actitud social y, sobre todo, política. De lo que estoy convencido es de que no produciría los mismos resultados que la reiteración, asesinato tras asesinato, de las mismas rutinas.
Creo que para cegar la profunda y hedionda gavia social existente entre hombres y mujeres hay que practicar la igualdad –con pregonarla no basta- desde la cuna. La igualdad pura y dura, sin bonificaciones ni pretendidos desvíos correctores. Si lo que se está haciendo hasta ahora no logra terminar con la violencia sobre la pareja -sea mujer o sea hombre-, las personas, la sociedad, la profesión política, las instituciones y el periodismo tenemos la obligación de hacer otra cosa, para intentar conseguir resultados diferentes. Utilizar los minutos de silencio como un burladero protector contra el incumplimiento de las obligaciones que conlleva el desempeño del cargo me parece, sencillamente, una locura.
(Septuagésimo quinto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 9 de noviembre del año 2018.)
miércoles, 7 de noviembre de 2018
La Justicia se pone en la picota por el caso de las hipotecas
José Joaquín Rodríguez Lara
Desde que Pedro Pacheco, abogado y alcalde andalucista de Jerez de la Frontera, dijo que la justicia española es un cachondeo, lo único que ha cambiado es el número de personas que piensan lo mismo. Y la cifra sigue creciendo.
"La gente dirá que la justicia es un cachondeo y yo tengo que darle(s) la razón", afirmó Pacheco, en 1985, tras conocer que los tribunales habían suspendido el derribo del chalé de Norberto Ortiz, nombre real de un cantante mucho más conocido por su marca artística: Bertín Osborne.
Aquella crítica, aparentemente denostada por más personas de las que la compartían, contra la administración de la justicia en España le costó un serio disgusto legal y profesional al alcalde jerezano. Pacheco, que finalmente entró en prisión por varias ilegalidades, fue condenado a seis años de inhabilitación, 50.000 pesetas de multa y dos meses de arresto, como autor de un delito de desacato por su famosa afirmación. Tres años después, el Tribunal Supremo le absolvió por tres votos a dos.
En 1989 estalló ‘la sentencia de la minifalda’ que causó bastantes reproches en el país. La Audiencia de Lérida sentenció que la joven de 17 años María José López "pudo provocar, si acaso inocentemente, al empresario Jaime Fontanet por su vestimenta". El empresario fue condenado a una multa de 40.000 pesetas por un delito de abusos deshonestos con su empleada y el Supremo confirmó la ‘sentencia de la minifalda’.
El 26 de abril de este 2018, cuando comenzó la lectura de la sentencia sobre ‘La Manada’, la indignación corrió como la pólvora por toda España y centenares de miles de mujeres se echaron a la calle para mostrar su repulsa contra un fallo judicial considerado injusto, por benévolo, así como una afrenta a la dignidad de todas las mujeres, por la gran mayoría de la población. La sentencia de 'La Manada' desprestigió bastante más a la Justicia que el fallo de ‘la minifalda’ y puso definitivamente a los tribunales en la picota.
Ahora llega la marcha atrás del Tribunal Supremo sobre el Impuesto por Actos Jurídicos Documentado y su aplicación a las hipotecas. El Supremo comenzó dándole la razón a la ciudadanía y ha terminado concediéndosela a los bancos.
La indignación no sólo es general, es supina. Podemos está llamando a manifestarse ante el más alto tribunal del país. El Supremo se ha convertido en el Jarramplas de la Justicia española y hasta hay banqueros deseosos de bombardearlo con nabos, aunque sólo sean dialécticos. Pacheco no negó la existencia de la Justicia, criticó su funcionamiento. Después de 'La Manada' y del 'impuesto de las hipotecas' hay quien se pregunta, abierta y públicamente, si hay Justicia en España y si hace justicia.
La Justicia no es un cachondeo, como afirmó el alcalde de Jerez de la Frontera, es una cosa muy seria. Sus decisiones tienen una enorme repercusión sobre las personas, sobre la convivencia, sobre la economía y sobre la imagen exterior del país y su incidencia en las inversiones, en el empleo y en otras cuestiones relevantes. Es posible que alguien sostenga que los magistrados del Supremo han cumplido la ley, pero lo cierto es que, si es así, con menor o mayor acierto, la habrán cumplido tanto quienes le dan la razón a los bancos como los que se las dan a quienes se hipotecan.
Los jueces no sólo deben analizar las conductas presuntamente ilegales, sino interpretar la ley y aplicar esa interpretación en cada una de sus resoluciones.
Es obvio que el ordenamiento jurídico tiene su origen en la ciudadanía, que elige a sus representantes políticos para que hagan leyes. Así que desde los tribunales se debería mirar más a la calle para conocer la sensibilidad del justiciable y por dónde camina la sociedad a la que juzga antes de sentenciar, pues lo que ayer pasaba desapercibido hoy puede ofender y hasta escandalizar.
(Septuagésimo cuarto artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 7 de noviembre del año 2018.)
martes, 6 de noviembre de 2018
La emigración acabará con el paro antes de que lo haga la Junta
José Joaquín Rodríguez Lara
El mes de octubre terminó en Extremadura con 105.244 personas en las listas del paro.
Para Javier Luna Martín, director general de Empleo de la Junta de Extremadura, 105.244 personas en paro es poca cosa. “La cifra de personas inscritas en el SEXPE es de 105.244 personas, cifra baja”, afirma nuestro ínclito director general de Empleo y funcionario de la Diputación de Badajoz. Se ve que el director general ni está en paro ni lo ha estado ni tampoco lo estará. Vamos, que del paro y sus tragedias, Javier Luna Martín sabe más bien poco.
Y no creo que considere “baja” la cifra de 105.244 personas apuntadas en las listas de empleo de Extremadura, debido a su falta de experiencia sobre lo que es padecer el desempleo. Tampoco imagino que al considerar “baja” la cifra de 105.244 personas sin trabajo esté haciendo un alarde de cinismo; ni mucho menos, que prepare oposiciones a que le den el cese por menosprecio a la población extremeña demandante de empleo.
Su problema, seguramente, es otro. Javier Luna Martín, natural de Bienvenida (Badajoz) y funcionario de la Administración Local con puesto en la Diputación Provincial de Badajoz, es de letras; es licenciado en Filosofía y Letras, especialidad de Geografía, por la Universidad de Extremadura, y se ve que las matemáticas le caen algo a trasmano.
Casi la totalidad de los altos cargos de la Consejería de Educación y Paro (llamarla de Empleo constituye una maldad) son de letras. Han estudiado Filosofía y Letras (dos), Psicología (dos), Derecho (dos), Sociología… Hay un licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y una diplomada en Ciencias Empresariales. Menos mal que la consejera, María Esther Gutiérrez Morán, es maestra de Educación Primaria, en la especialidad de Educación Física (y uno y dos), así que las matemáticas no deben de serle ajenas.
Y las matemáticas son muy importantes cuando se trata de contar parados, aunque ‘sólo’ sean 105.244 personas, una “cifra baja”, en opinión del licenciado en Filosofía y Letras y director general.
Además, las matemáticas ayudan mucho a comprender que las cifras absolutas del paro -105.244 personas demandantes de empleo en Extremadura-, muestran la dimensión de la tragedia, pero es el dato relativo, el porcentaje, la tasa de desempleo, el que indica su verdadera importancia, su repercusión en la economía, en la sociedad y en las familias. Porque 105.244 personas en paro sería una “cifra baja” en China, en Estados Unidos, en Alemania e, incluso, en Cataluña y en Andalucía. Pero en Extremadura, en Extremadura 105.244 personas en paro, son 105.244 dramas personales, y una tasa de desempleo del 21,68%, la segunda mayor de España, tras la de Andalucía, según la tercera EPA (Encuesta de Población Activa) del año 2018, y una de las altas de la Unión Europea, es una tragedia colectiva que compromete el presente y el futuro de esta tierra.
Durante los doce últimos meses, desde el 1 de noviembre del año 2017 hasta el 31 de octubre del año 2018, la demanda de empleo en Extremadura se ha reducido en 9.726 personas. Suponiendo que las subidas del paro registradas durante agosto, septiembre y octubre frenasen en seco y que el año terminase con una reducción interanual de 10.000 -en números redondos-, demandantes de empleo menos, Extremadura tardaría diez años y medio en acabar con el paro. (A ver: 10.000 menos 9.726 es igual a 274; 105.244 menos 274, es igual a 104.970 parados que divididos en bloques de 10.000 por año es igual a 10, 497 años).
Diez años y medio más luchando contra el paro, sin contar los de la era de Ibarra y los casi ocho de las legislaturas de Guillermo Fernández Vara, tal vez sean demasiados para la Junta que actualmente encabeza Vara, pero no hay que preocuparse, ya que tanto la consejera como el director general tendrán la eficaz ayuda de la emigración (auténtica consejera de Empleo) que reduce el desempleo muchísimo más rápidamente que la contemplación de las estrellas y millones de veces más que la siembra de casinos en La Siberia Extremeña.
Con las ocurrencias de la Junta, a lo peor no, pero con la sangría emigratoria que sufre Extremadura, es imposible que el paro se eternice. Puras matemáticas.
(Septuagésimo tercer artículo publicado en extremadura7dias.com,
el 6 de noviembre del año 2018.)
lunes, 5 de noviembre de 2018
Pánico vuelve a presidir la corrida
José Joaquín Rodríguez Lara
Se dice que la cara es el espejo del alma, si es que hay alma detrás de algunas caras, pero desconozco si con la mueca de su rostro pretende causar terror en la ciudad de Badajoz, o su expresión sólo manifiesta el terror que la capital pacense causa en su ánimo.
Supongo que además de una denominación comercial y hasta de una identidad de ficción, este personaje, al que me resisto a llamar espantapájaros, tiene un nombre propio, por el que lo conocerán en su casa. Como no sé cuál es, lo llamaré Pánico, aunque me suene a pan con miedo.
Pánico ha reaparecido. Ocupa un sitial de preferencia en el chaflán de una esquina en el pacense paseo de San Francisco, lugar en que ya ‘se apareció’ hace unos meses. Estuvo unas semanas y desapareció reemplazado por un personaje de corte militar.
Desde el balcón acristalado de un segundo piso, Pánico muestra su rostro descompuesto y su atuendo negro. En su aparición, alzaba una mano, la derecha, como si saludase a la romana, pero en realidad empuñaba un puñal o, al menos, así lo parecía a ras de suelo, desde las baldosas de la calle. Ahora, parece que agarra un hierro del balcón. Tal vez trate de escapar de su cárcel.
Encerrado en su urna de cristal, Pánico pudiera ser un cadáver expuesto a la adoración pública, o una diva -no se adivina el sexo- conservada en el formol de su soberbia o, incluso, una máscara del Carnaval levantada en armas contra la Cuaresma.
Pero para mí que es una autoridad presidiendo una corrida de toros. Encastillado en su balcón, contempla el discurrir de la lidia, de gente que va y viene, que entra y sale de Hacienda, que hace un alto en uno u otro kiosko del paseo de San Francisco, santo y seña de Badajoz, para tomarse una cerveza y ver pasar el tiempo, que barre cagadas de palomas, que pasea al perro, que empuja el carrito de un bebé y arrastra a otro niño que camina a regañadientes, que protesta y se manifiesta por mil y una razones, que cruza entre arriates embebida en el confesionario de su teléfono móvil, que pasa junto al templete de la música sin reparar ni en su existencia ni, por supuesto, en la importancia de su arquitectura forjada en hierro, que...
Sí, definitivamente, Pánico preside la corrida pacense. Ha reaparecido, como los toreros, y desde sus órbitas vacías contempla a la ciudadanía con espanto. Lo suyo debe de ser una vocación muy firme. Sin embargo, a pesar de las faenas que continuamente se ven en la ciudad, no hay constancia de que Pánico alguna vez haya concedido un trofeo. Ni oreja, ni rabo, ni nada. Ni siquiera uno. Ni una miserable vuelta al rectángulo del paseo para los integrantes de una terna con años de escalafón, varios toricantanos y algún que otro sobresaliente.
(Septuagésimo segundo artículo, estampa en este caso, publicado en extremadura7dias.com,
el 2 de noviembre del año 2018.)
viernes, 2 de noviembre de 2018
Origen, finalidad y futuro de las religiones
José Joaquín Rodríguez Lara
La fortaleza de la religiones, en su conjunto, la grandiosidad de los templos y la complejidad de los ritos sacros constituyen, en mi opinión, una muestra evidente de la fragilidad, de la pequeñez y de la simplicidad del ser humano. Para hacer frente a esa fragilidad, a esa pequeñez y a esa simplicidad surgen la religiones, como un paliativo contra la debilidad humana.
Todas las religiones merecen respeto y todas son verdaderas pues, con cada una de ellas, los seres humanos han intentado y continúan intentando responder a tres cuestiones importantes que les preocupan y hasta les angustian: el origen de la vida, su destino tras la muerte y el modo en el que deben comportarse mientras tengan resuello.
Cada religión tiene su propia explicación sobre la aparición del Universo, en general, y respeto a la procedencia del ser humano en particular. Para las personas cristianas es archiconocido el relato de que Dios creo el mundo en seis días, modeló al primer hombre, Adán, con barro y, una vez terminado, le extrajo una costilla para hacer a Eva, su compañera y madre de sus hijos.
Se trata de una explicación muy simple destinada a confortar las incertidumbres de personas igualmente sencillas. Pero la ciencia no sólo echa por tierra la 'poética' explicación sobre la creación de Adán 'a imagen y semejanza de Dios' -que en ese caso, a la luz de los conocimientos científicos, sería una figura simiesca, peluda y encaramada en los árboles- y de cualquier otro origen totémico, sino que demuestra con cada descubrimiento que el 'modelado' de la estirpe humana ha sido, sobre todo, muy complejo.
Hay avances científicos, por ejemplo en arqueología, que ratifican el relato bíblico al hallar vestigios que prueban la veracidad del texto sagrado cristiano, pero otros descubrimientos rectifican ese mismo relato. Y no es que la ciencia tenga como finalidad desmontar las creencias religiosas. Lo que ocurre es que la ciencia y la religión difieren en su esencia. Mientras la religión es rígida, dogmática y persigue la herejía y hasta cualquier interpretación 'excesivamente novedosa' de los preceptos sagrados, la ciencia es flexible, se muestra dispuesta en todo momento a la revisión de sus hallazgos, está abierta a la reinterpretación de sus datos y es herética por naturaleza.
La religión se basa en la credulidad y en la verdad revelada y la ciencia, en la búsqueda de la verdad oculta y en su verificación sistemática.
A pesar de ello, pueden coexistir y de hecho lo hacen. Es más, hay científicos profundamente creyentes y, en el pasado, hubo muchos que fueron religiosos.
Bastante más importante que su papel apaciguador de los desasosiegos sobre el origen de mundo y de los seres humanos me parece su función normativa. Todas las religiones establecen como deben comportarse las personas; desde el no robarás y no matarás, hasta la alimentación y las relaciones familiares y sociales.
Muchos de esos mandamientos han inspirado las leyes civiles y están recogidos en los ordenamientos jurídicos por los que se rigen las diferentes comunidades. Incluso se aplican en la vida diaria como si fuesen derecho positivo. Pero, en general, las leyes 'humanas' son muchísimo más minuciosas, coercitivas y eficaces que las 'divinas' y, al menos en el mundo occidental, los códigos legislativos de origen civil se han impuesto a los de raíz religiosa. Así que en este importantísimo apartado, la necesidad de la existencia de la religión también está en franco retroceso.
Queda el apartado que más angustia a los seres humanos, incluidos los que son ateos: ¿que hay más allá de la muerte? Cada conjunto de creencias religiosas y antirreligiosas tiene su explicación, pero ninguna de ellas, ni siquiera las que no creen en 'el más allá', aportan pruebas irrefutables sobre si la muerte es un punto y seguido, un punto y aparte o un punto y final. Por ahora no pasa de ser una sucesión de puntos suspensivos, pues tampoco la ciencia ha podido desvelar el enigma.
En este tercer apartado, las religiones mantienen la posición más fuerte, pues aunque no den explicaciones incontestables, al menos ofrecen unas esperanzas que ni la ciencia ni el agnosticismo ni tampoco el ateísmo aportan. La cercanía de la muerte, una de las etapas de la vida en la que más débil se muestra el ser humano, hace que muchas personas 'descreídas' se reconcilien con la religión. Se suelen interpretar estas conversiones postreras como gestos de cordura, cuando en realidad son muestras de una debilidad extrema y del exacerbado temor a la muerte que esa misma debilidad genera, mientras que los gestos de cordura se asientan generalmente en la fortaleza del ánimo.
Si el impacto social de las creencias religiosas está retrocediendo en dos de las tres funciones primordiales que se les atribuyen en este texto, ¿debe inferirse de ello que la religión no sólo esta en retroceso, sino que terminará por desaparecer?
No.
Mientras quede algún vestigio de la sociedad que la puso en pie, es muy difícil que una religión desaparezca. En la Península Ibérica desaparecieron las religiones prerromanas y Endovélico, Ataecina y otros dioses muy poderosos en su momento, por el respeto que se les tenía, pasaron de los altares a los museos; desapareció el Imperio Romano y la Hélade y sus portentosas divinidades pasaron de ser espíritus temidos a convertirse en mármoles admirados.
Las grandes religiones, por el extraordinario número de sus fieles, están tan extendidas actualmente que resulta absurdo vaticinar su desaparición. Además, ni los avances científicos ni la maquinaria legislativa hacen menos frágiles, ni menos pequeños ni, por supuesto, tampoco menos simples a los seres humanos. Más bien ocurre lo contrario. Así que en vez de reducirse el número de las religiones existentes en la actualidad, lo más probable es que aumente, aunque la cantidad de fieles practicantes sea menor, tanto desde el punto de vista individual, en cada religión, como globalmente, en el conjunto de ellas.
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