viernes, 18 de noviembre de 2011

Con la muleta al brazo

José Joaquín Rodríguez Lara


EL catalán Miguel Poveda ofreció el martes en Mérida un concierto, titulado ‘La bien amada’, que encantó al público. Los flamencos más exigentes hubiesen querido que el concierto fuese más ‘jondo’; algunas fans intentaron que fuese más ‘colorista’ y el cantaor, generoso pero en su sitio, se entregó en la copla, se asomó al hondón del cante y se dejó querer en los boleros. El público, puesto en pie, se lo agradeció con numerosos y largos aplausos.

Escuchar a Poveda en la noche emeritense fue una delicia y una demostración de que lo clásico, si es bueno, ni pasa de moda ni choca, aunque pregone valores superados por la historia. Cantó Poveda ‘Ojos verdes’, pieza con la que triunfó Miguel de Molina, así como la zambra ‘La niña de fuego’, tan ligada a Manolo Caracol, y otras piezas cuyas letras no por archisabidas ni políticamente incorrectas –la llamada canción española, en general, es notablemente machista y, de haber sido escritas hoy, sus letras generarían no poca polémica–, dejaron de interesar al público asistente. Un público que había ido a escuchar a Miguel Poveda cantar las canciones de siempre y al que no había que explicarle el porqué llega montado a caballo el protagonista de ‘Ojos verdes’, ni tampoco qué es el quicio de una mancebía. La gente quería escuchar al barcelonés cantando coplas clásicas y se habría reído y hasta habría echado los pies por alto si Poveda, para adaptar la copla a los tiempos actuales y para que el público comprenda lo que escribieron Quintero, León y Quiroga, al protagonista de ‘Ojos verdes’ en lugar de ‘cantarlo a caballo’ lo hubiese llevado en una motocicleta de gran cilindrada, y a la que estaba apoyada en el quicio de la mancebía, la hubiese ‘retratado’ sentada en la barra de un‘puticlub’. Para facilitarle al público la comprensión de los clásicos, Poveda cantó e interpretó la copla, que es un género de mucho teatro, pero no la desarmó. Tuvo un respeto hacia losautores quemuchas, pero muchas veces no tienen los directores de teatro que presentan montajes en el Festival de Teatro Clásico (pero en ocasiones muy revuelto) de Mérida.

El problema que tienen los clásicos es que han dejado de escribir. Ya. Y Quintero, León
y Quiroga hace tiempo quedejaron este mundo. Pero ahí está su obra, para que los artistas como Miguel Poveda la interpreten y el público la disfrute, sin necesidad de disfrazar a los generales griegos de ejecutivos agresivos ni de llenar la escena del Teatro Romano de artefactos. Los clásicos no son intocables, por supuesto, pero muchas cosas de las que dijeron hace milenios siguen valiendo. Sus obras perduran y algunas de las ‘deconstrucciones’ que se han hecho de ellas, y que se han puesto sobre la escena del Teatro Romano, duraron lo que dura una rueda de prensa.

Poveda triunfó el martes y loh izo sin artificios. Con una parquedad de medios que asusta. Cantó sobre una tarima, acompañado al piano por Juan A. Amargós, iluminado por una docena de focos y con la noche emeritense y la Luna como testigos. Y no cantó en el Teatro Romano, sino en un rincón de la Alcazaba, posiblemente en el más feo, ante las cupas y otras piedras que los árabes sacaron de las necrópolis de Augusta Emérita para hacer el murallón de la fortaleza musulmana, que tiene mucho más valor histórico que artístico. Era como verle cantar delante del clásico mix de clásicos: piedras romanas en una pared árabe. Cuando terminó de cantar, a modo de muleta se terció la americana sobre el antebrazo izquierdo y salió por la puerta de hierro, como un torero triunfador, entre los aplausos del respetable. Donde se pongan los clásicos y los artistas que los entiendan y la gente que se viste por los pies no cabe el fracaso.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El efecto colega


José Joaquín Rodríguez Lara


En una visita turística a la Plaza Mayor de Madrid entré en una sombrerería, por curiosidad, y me compré el sombrero de paja más barato que había. Una 'pasta', a pesar de todo. Como era verano, lo puse en la bandeja trasera del coche, y ahí sigue. Ahora me estoy dando cuenta de que cada día veo más coches que llevan un sombrero de paja en la bandeja. No sé si será una moda, si siempre ha sido así o si se trata de lo que yo llamo 'el efecto colega', pues desconozco si ya tiene nombre. Consiste tal 'efecto' en que, cuando hacemos algo desacostumbrado, aumenta la facilidad con la que percibimos que alguien hace lo mismo que nosotros. Por ejemplo, no nos damos cuenta de la cantidad de personas que andan con muletas por la calle hasta que tenemos que usarlas nosotros. Y lo mismo pasa con los sombreros, las gafas de espejo, las bufandas de raya o los perros de la misma raza que la de nuestra nueva mascota. Como nunca he estado embarazado, ignoro si 'el efecto colega' también vale para los embarazos. En cualquier caso, no es algo mimético ni contagioso. A lo sumo es una tontería. Lo asumo. Pero hay gente que se asoma continuamente a las redes sociales para contar donde está y qué hace o piensa hacer, y yo no se lo tomo a mal. Gran parte del contenido de las redes sociales consiste básicamente en un cotilleo banal urbi et orbi.

domingo, 4 de septiembre de 2011

- Quien no distingue el buen vino del vino malo 
o no probó alguno de ellos o abusó de cualquiera de los dos.

(Publicada en el extra de Hoy 24 horas de Extremadura, en septiembre del 2011)

jueves, 18 de agosto de 2011


Templar la codicia

José Joaquín Rodríguez Lara


ENTRE los ganaderos españoles de bravo existió la costumbre de matar a la madre del astado que hubiese cogido mortalmente a algún torero durante la lidia. Quizás aún perdure la tradición, pero no es noticia que salga ya en los telediarios, como ocurría hasta hace algunos años, mucho tiempo después de que Islera, la vaca más famosa que han dado las hierbas de Zahariche, del hierro de Miura, fuera abatida, al parecer a tiros, por el delito de haber parido a Islero –459 kilos, negro algo entrepelao, bragao, cornicorto y agalgao–, que hace 64 años, el 28 de agosto de 1947, le rompió la femoral a Manuel Rodríguez ‘Manolete’ en la plaza de Linares.

La decisión de matar a la madre del cornúpeta homicida tiene mucho de sinrazón. Se puede argüir que así se evita que nazcan más toros que busquen las ingles en lugar de los paños, pero nadie puede asegurar que la supuesta predisposición criminal del morlaco se la dejase en herencia la madre, y no el semental, que seguirá padreando a cuerpo de rey. En 1968 se indultó en Segovia a Navajito, un toro de la ganadería de Amelia Pérez Tabernero que, una vez indemnizado con el empleo de semental, engendró a Conocida, la vaquilla que en 1975 volteó en una tienta al maestro Antonio Bienvenida causándole la muerte. Además, si el homicida se lidia con cuatro años cumplidos, detrás de él puede haber dos o más hermanos con su misma dotación genética y, sin embargo, nadie los apartará de la lidia basándose en su teórica peligrosidad adicional. Matar a la vaca puede ser un gesto irracional de rabia, de venganza y hasta de desagravio a los toreros, deudos y seguidores del fallecido, pero sin duda es una brutalidad, afortunadamente en decadencia.

Claro, que hoy las hay peores. En estos días vuelve a estar de triste actualidad Ratón, un toro de 500 kilos, al que llaman ‘asesino’, que tiene diez años de oficio, página web y plaza reservada en el telediario. Es famoso por haber matado a dos, o a tres, hombres y empitonar a muchos más durante los numerosos festejos populares en los que actúa. Se lo rifan. Mientras que el alquiler de cualquier otro toro le reporta a su
propietario 2.000 o 3.000 euros por tarde, por el caché de Ratón se pagan hasta 15.000. Y llena las plazas, a pesar de que con él las entradas son mucho más caras. Ningún torero sensato se propondría lidiar al ‘toro asesino’. Y no por tener menos valor o facultades que los recortadores que se enfrentan a Ratón, sino porque torear no es arrimarsea los cuernos y salir raudo de la suerte, burlando la embestida, sino pararse delante de los pitones y hacer arte. Un ballet lleno de violencia y de sangre, pero un ballet en el que no caben las prisas. Y Ratón, que es berrendo en negro, pero sabe más que los ratones coloraos, seguramente despreciaría las telas para irse directo a por la carne.

Naturalmente, nadie piensa en matar a la madre de Ratón, si es que aún vive, por haber parido a un ‘asesino’ en serie. En todo caso, en hacerle un monumento. El dueño del animal hasta habla de clonarlo.También dijo que lo jubilaba, pero rectificó cuando empezaron a enseñarle cheques en blanco. Como bien saben los petardistas que han hundido a este país en la miseria, cuando el corazón huele el dinero no hay capote ni ley que pare y temple las embestidas de la codicia. Sea ladrillera, bancaria o táurica.




sábado, 16 de julio de 2011

No nos comprenden

José Joaquín Rodíguez Lara


Los Mercados' le llaman, como si no tuviese identidad o fuera esa su gracia. Pero no lo es; tiene nombre y apellido: se llama La Bruja y se apellida Lola. Y si haces el 'mamarracho', gastándote lo que no tienes, La Bruja Lola, alias 'La Mercados', te pone una vela negra y puedes darte por 'jundido'. El mundo está en sus manos y, como esto siga así, bien pronto estará dentro de sus bolsillos. ¿Qué se puede hacer para defenderse de alguien que alberga el convencimiento de que puede arruinarte y enriquecerse a tu costa?

Las valoraciones que hacen las agencias de rating, también llamadas de calificación de riesgo, sobre la solvencia económica de los estados y de las entidades -sean bancos de fuste o sillitas plegables incapaces de resistir una jornada de playa-, se parecen mucho a los horóscopos que publican los periódicos y circulan por las redes sociales. «Sagitario.- Amor: (AAA+) Todo está de su parte para que disfrute de un apasionante romance. Trabajo: (ABC) Perspectivas de cambio. Si tiene empleo, aplíquese; si lo busca, aplíquese más. Salud: (DCC) Hoy no coma sandía. Riesgo de indigestión».

Si Sagitario lee hoy su horóscopo, como por curiosidad, se sonríe y continúa con su tarea, no pasará nada; ni disfrutará de un romance apasionante, ni cambiará su situación laboral ni, mucho menos, se le indigestará la sandía, aunque se coma una pequeña, de siete kilos o así. Pero si Sagitario cree con firmeza en la inevitabilidad de lo que predice su horóscopo de este sábado, mejor será que no se acerque a la frutería, que el roce hace el cariño y lo mismo se descuida y termina despachando kiwis y con empacho de cucurbitácea.

Y lo peor no es que se lo crea Sagitario, sino que Aries, Tauro, Géminis, Alemania, Francia, Suiza, Libra, Escorpio, etcétera también se lo crean y el destino de Sagitario para este sábado se pregone en la cola del paro, en la frutería de Wall Street y el centro internacional de ricos con más dinero que salud.

¡Qué difícil es librarse de la mala suerte -a pesar de que no existe-, cuando medio mundo empieza a mirarte con malos ojos!
En lo de mirar torticeramente, La Bruja Lola y quienes mangonean a los crédulos a través de sus horóscopos son unos benditos al lado de los sacamantecas que, desde el ombligo de tu país o desde la otra barriga del mundo, ven en tu debilidad una forma rápida, sencilla, eficaz y sustanciosa de enriquecerse. Si estás fuerte, te califican AAA+ y se enriquecen invirtiendo en ti; y si flojeas, te califican CCC- y se forran arruinándote. ¿Cómo? Negándote con cuentagotas y a precio de oro el dinero que necesitas y que antes te traían a espuertas.

Usted dirá, pues si es así, que la detengan, que la calificación es una mentirosa, malvada y peligrosa y nos piensa arruinar, ar, ar. Y es verdad, pero la existencia del mundo occidental, y hasta la del mundo chino, se basa en comprar y vender. El mundo entero es un mercado en el que alguien tiene que perder para que otro gane. Hasta los gobiernos se creen los horóscopos de las agencias de calificación. Incluso los usan en sus fábulas macroeconómicas. Y, encima, el dinero es miedoso. El valor del dinero es proporcional a su tamaño. A más capital, más miedo.

Contra el rating no valen pataletas ni acusaciones, ZP. Solo resulta eficaz el trabajo. Trabajar no hace rico a nadie, pero mejora mucho las estadísticas; lo saben hasta los millonarios de cuna. Hay que esforzarse, administrar las cuentas del Estado como si fueran las de una familia modesta, producir bienes y servicios reales y vendibles, no gastar más de lo que se puede ganar, endeudarse solo lo imprescindible, señor Zapatero, y pensar siempre que el primer objetivo debe ser librarse de la deuda.

En definitiva, la solución es trabajar como chinos, esa gente que, para no tener que descansar, ni siquiera se muere. Y ahí están ellos, prestándole dinero a EE UU y quedándose con España jangá a jangá y bar a bar. «Mi bruja no me comprende, Pepín». «Piyín sí complendel a ti. ¿Tú quelel otlo leflesco con lon, no?».


sábado, 9 de julio de 2011


A pie o en bici

José Joaquín Rodríguez Lara

Veintiocho años corriendo detrás del niño de la bicicleta sin conseguir que le dejase dar ni siquiera una pedalada ni, menos aún, tocar el manillar, permitiéndole solo que le empujase en alguna cuesta arriba o que corriese a su lado en el llano, le han dado al PP la resistencia física y mental de un corredor de fondo. Eso sí, como ciclistas, los populares están desentrenados. Aunque montar en bici es una de las pocas cosas que, una vez aprendidas, no se olvidan jamás, es normal que les resulte difícil arrancar y tengan que mover el manillar para no caerse.


Veintiocho años de monopolio le han permitido al PSOE desarrollar la musculatura y las habilidades necesarias para manejar la bicicleta extremeña con los ojos cerrados. Los socialistas tienen personas y recursos para gobernar la región. Su problema es que, después de tantos años encaramados en el sillín, las carnes no están acostumbradas a caminar y, mucho menos, a correr detrás de una bici que ahora guía otro y que, para mayor escarnio, empuja y sostiene un tercero.


Entre las consecuencias indeseables de enquistarse en el poder (28 años es una eternidad, aunque sea una eternidad legítima), están la profesionalización de quienes gobiernan -la política debiera ser siempre un servicio y nunca un oficio-, y el amateurismo sin currículum de quienes nunca han podido gobernar.


El centro derecha que lideró la transición española hacia la democracia, en una etapa política, social y económicamente muchísimo más difícil que la actual, tenía en sus filas a toda una generación de profesionales, demócratas, muy preparados que se habían forjado en la administración franquista. En la Extremadura de hoy no los hay. Después de 28 años sin bicicleta, ni en la administración autonómica ni en las empresas públicas extremeñas, salvo alguna honrosa excepción, hay expertos afines al PP listos para ayudar al presidente José Antonio Monago. Hasta el portavoz de los populares en la Asamblea se comporta como si estuviese todavía en la oposición, como un peatón asombrado de tener timbre.


Para Guillermo Fernández Vara tampoco será fácil adaptarse al nuevo reparto de papeles. Cuando se acaba de perder el poder, hacer oposición no es declararle la guerra al partido minoritario, ni tampoco exigirle al que gobierna los resultados que uno mismo fue incapaz conseguir. Hacer oposición es ganarse al electorado. Y para eso, dispondrá de uno, cuatro o más años.


Muchísimo menos tiempo tendrá el nuevo presidente de la Junta para demostrar su valía. A Monago se le exige que le dé la vuelta a Extremadura incluso antes de que aprenda a correr en bici. Que una cosa es montar y otra muy distinta ganar carreras. Aunque lo peor sería que prescindiese de los patines, todavía necesarios para mantener el equilibrio, y empezara a soltarse de manos, a hacer caballitos e intentar derrapes. Si, por imprudencia, el presidente deja sus dientes en el suelo, debería procurar que los extremeños puedan seguir masticando.


Eso sí, Monago tiene la suerte de llevar en el portamaleta de su presidencia a Pedro Escobar, uno de los políticos que, sin haber podido tocar aún el manillar del poder, más saben de bicis. Y, encima, tiene la generosidad democrática de dar pedales, aunque le abra expediente Cayo Lara, ese pobre sonámbulo que se morirá del susto el día que despierte y descubra que no vive en la URSS.




sábado, 2 de julio de 2011

El arte de Monago


José Joaquín Rodríguez Lara



CON el permiso de Escobar, Casco y Nogales, que forman 'la terna del arte', y si Cayo Lara, el sobresaliente, no lo impide, el líder de los populares extremeños será investido presidente de la Junta de Extremadura dentro de cinco días, el 7 de julio, festividad de san Monago. Para tan fausto acontecimiento e histórica ocasión, los tres espadas de Izquierda Unida guardarán sus pañuelos rojos-sanfermineros y las huestes peperas sacarán del baúl la más española de las prendas, la mantilla azul imperial o de Rajoy, que lucirán con peinetas mal disimuladas.

Será un día memorable, sobre todo para el PSOE; un verdadero acontecimiento. Aunque en realidad, Monago quedó oficiosamente investido con la dignidad presidencial el día que la dirección socialista, por boca de Guillermo Fernández Vara, poco menos que mandó a hacer puñetas a los de Izquierda Unida: «Que se lo guisen y se lo coman», dijo Vara en plan 'azote implacable de los que mandan'.

Desde ese preciso instante, no es que José Antonio Monago se sienta presidente, es que empezó a comportarse como si lo fuera. Así que, en contra de lo que pregonan los agoreros, en Extremadura no solo no estamos desgobernados, sino que tenemos dos presidentes, dos, uno en funciones y otro que funciona como si ya lo fuese; y dos gabinetes, dos, uno que aún no se fue, aunque esté como ido, y otro que ya está aquí, aunque aún no haya llegado.

Han vuelto los 'ministrables' -bueno, los 'consejerables'-, como con la UCD. Dicen que Teresa Angulo, en Sanidad; Diego Sánchez Duque o José Antonio Echávarri, en Agricultura; Cristina Teniente, en algo; Adolfo Díaz-Ambrona, el sobrino, ni con todos ni en nada; Pedro Nevado-Batalla, en Administraciones Públicas; César Díez Solís, de maestro en Educación, de peón en Cultura y de aprendiz en Deportes; Antonio Fernández, exdecano de Económicas, o Manuel Medrano, economista municipal pacense, controlando el gasto y Monago presidiendo el gabinete de las siete sillas. Siete consejerías, solo siete. «Mi cartera, mi tesoro», dirán, babeando más que Gollum con el anillo del poder. Habrá quien se labre un escudo de armas con la gloria de haber sido 'consejerable' en el primer Gobierno de Monago.

A pesar de los 28 años de espera, alguien debería recordarle a los populares, en general, y a su presidente, en particular, que hasta el rabo, todo es toro. O diablo, otro bicho que bufa y también tiene cuernos. Si las prisas no son buenas consejeras, ¿el porqué habrían de ser buenas para la Presidencia? «Que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar», cantaba Jorge Cafrune cuando los veranos todavía eran en blanco y negro. Para quien ha sido bombero, ¡y a mucha honra!, la celeridad no es precisamente un desdoro, pero haber hecho la primera 'crisis de gobierno' (con Adolfo Díaz-Ambrona, sobrino) incluso antes de que se haya formado el Gabinete, ¿no serán demasiadas prisas?

Y eso que Monago suele tener buen tino con los nombramientos. Aparca al personal con una maestría que para sí quisieran muchos: Laureano León, presidente de la Diputación de Cáceres; Fernando Manzano, de la Asamblea; Consuelo Rodríguez Píriz, vicepresidenta de la Cámara y Luis Alfonso Hernández Carrón, el de los altos designios, portavoz en el hemiciclo.

Ni los expertos en protocolo sientan al personal con más arte y menos ruido que lo hace José Antonio Monago, 'el presi'.