miércoles, 15 de julio de 2009



Terror en el supermercado

José Joaquín Rodríguez Lara


Lo mismo que los toros salen al ruedo ondeando los colores de su ganadería, esta semana irrumpió en nuestras vidas marcada con la divisa del terror. Un «terrorífico error profesional» apartó de la lucha por la existencia a un bebé sietemesino al que una enfermera creía estar dándole la vida y le aplicó una inyección letal. En la práctica sanitaria, como en cualquier actividad humana, al lado de millares de aciertos se registran cada día algunos errores. Los irreparables, los verdaderamente 'terroríficos', saltan a los medios de comunicación y acrecientan la desconfianza natural hacia el sistema sanitario. «No aviséis al médico, no, que quiero morir de muerte natural», clamaba el protagonista de un sainete. El gremio sanitario suele culpar, sin razón, a los periodistas de su deterioro corporativo. Nada más lejos de la realidad. El gremio de los periodistas -que se equivoca muchísimo, pero no suele amputar las piernas sanas- lleva décadas informando sobre el mal estado de algunas carreteras, por ejemplo, y sobre la peligrosidad de ciertas curvas inciertas, y ni las arreglan ni la gente deja de matarse en ellas, por lo que su prestigio fúnebre no sólo permanece, sino que se acrecienta. En el sistema sanitario sólo confían, en realidad, las personas que tienen buena salud. Las demás suelen remitirse a los santos de su devoción. ¿Por qué hay en los hospitales capillas y sacerdotes? Porque se necesitan.


El miura Ermitaño, en plena faena.
¿Y quien necesita un 'Ermitaño'? Los fieles seguidores de San Fermín, santo al que se le ofrenda vino, sudor y sangre, y en cuya protección se confía más que en la Cruz Roja. El miura 'Ermitaño' sembró el terror en las calles de Pamplona. Otro astado no sólo hizo también honor a la fiereza de los miura, sino que le ofreció al mundo entero una terrorífica recreación en vivo de 'El Guernica' de Picasso, con un corredor convertido en dolor de caballo atravesado por un cuerno de astifina furia. ¿Hay que prohibir los encierros por eso? Bueno, si se empeñan. Pero en muchas curvas y en todas las calles que suben al Everest hay más cadáveres y nadie prohíbe las motocicletas, por ejemplo, ni el alpinismo, por demás. Al contrario, se subvenciona su compra y se glorifica a quienes 'hacen' ochomiles.

Ahora, que para cumbre, la de hoy. El Consejo de Política Fiscal y Financiera repartiéndose los dineros del reino. Segundo asalto en el combate sobre la financiación autonómica. Casi nadie entiende los números, pero la sonrisa catalana da pánico. 'Terror en el supermercado, horror en el ultramarinos', que cantaba Alaska con los Pegamoides. ¡Qué panorama, Dinarama!


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