sábado, 22 de enero de 2011

A la cárcel

José Joaquín Rodríguez Lara

Ignoro con qué se están envenenando algunos fumadores recalcitrantes de este país, pero para mí que no es tabaco. Tiene que ser algo más nocivo. Ni puede ser tabaco ni tampoco debe de ser ese tabaco que las trasnacionales tabaqueras adobaron con aditivos para incrementar la adicción y, por arrastre, el consumo. No es posible que se estén fumando las colillas que otros 'sabios' arrojaron, con su carga adicional de babas y de nicotina; ni que fumen hojas secas de higuera, como yo he visto fumar durante mi infancia; ni hojas de zarza cuidadosamente desecadas al calorcillo del brasero, como sé que ha fumado más de un virtuoso del sahumerio; ni siquiera un pitillo de bayón, por otros nombre enea y anea, espadaña vecina de la juncia y hábilmente agujereada con un alambre para que tire al chupar. «¿Tira?». «No mucho, pero se agarra al gaznate que es un primor». No puedo creer que los artistas de la carraspera estén fumando mierda, marihuana, maría, chocolate, costo o hachís. Ni siquiera que fumen crack, que es tan droga como el mismo tabaco, pero no la venden en los estancos. Para mí que es algo mucho más fuerte. Los fumadores montaraces se están fumando el papel y la tinta de la Constitución Española. Arrancan las hojas (Título I: De los derechos y deberes fundamentales...), las lían, les dan lumbre y a chupar. (Artículo 43: 1. Se reconoce el derecho a la protección de la salud. 2. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas...) Lo dicho, hay fumadores que se la fuman. De otra forma no se entiende que tantas personas tenidas por demócratas -y que, tal vez, hasta lo sean- consideren dictatorial una ley aprobada por la mayoría de las Cortes democráticas del reino, ni que, algunos, la deslegitimen equiparándola a las peores leyes de la dictadura franquista. No es posible que la nicotina y el humo les ciegue de ese modo. Hasta los porreros más 'fumaos' saben dónde y cuándo se puede fumar y pocos osan hacerlo delante de alérgicos al canuto y mucho menos en sus narices.

Asegurar que el Gobierno ha sacado la ley antitabaco para que no se hable de la mueca que Zapatero y sus ministros originan en el electorado no es una bajeza, no, es disparar por elevación, atribuyéndole al Gabinete una estrategia que, visto lo visto, difícilmente se le iba a ocurrir a él solo. Y en todo caso, si así fuere, sería una de las pocas triquiñuelas gubernamentales que mejoraría la salud de la población; incluida la de los fumadores más obstinados. Antes de la aprobación de la ley, las personas corteses pedían permiso para fumar. «¿Te molesta que fume?». Ahora que está prohibido, hay quien llega hasta el insulto y la agresión, anteponiendo su necesidad de envenenarse al derecho de los demás a no ser envenenados.

Siempre será preferible no poder fumar en los bares, restaurantes y oficinas que hacerlo por obligación debido a que está o ha estado allí alguien fumando. Aunque fuera a escondidas en el aseo. Como también sería preferible no poder mantener relaciones sexuales ni siquiera 'en el reservado' a que, por el mero hecho de entrar en una cantina, en una confitería o en un colegio, hubiera que despelotarse para que los violadores y violadoras pudieran satisfacer libremente sus ansias... de fumar.

No soy fumador ni creo que llegue a serlo, pero me he fumado bares, aulas y hasta autobuses enteros. Sin querer y, encima, pagando. Jamás protesté, porque la legislación permitía fumar en esos lugares. Pero creo que nadie está por encima de la ley, ni debería dar a entender que 'se la suda'. La Constitución no es un librillo concebido para fumarse un cuarterón de picadura.

Afortunadamente, la mayoría de los fumadores -incluidos los desahuciados- respetan la nueva normativa. Para quienes no aceptan convivir o se saltan a la torera las leyes se inventaron la cárcel y los centros de salud mental. Cuentan que en prisión, además, hasta 'dan de fumar' gratis.

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