miércoles, 17 de junio de 2009


Tan lejos de los que fuimos


José Joaquín Rodríguez Lara



ESTAMOS convencidos de que la demografía no tiene enmienda, pero no es verdad. Por primera vez en 13 años, Extremadura tuvo en el 2008 más nacimientos que defunciones. Y nacieron 862 criaturas más que en el año 2007. 862 bebés son muchos bebés para un bautizo, incluso para una boda de las de ahora, pero desde el punto de vista demográfico no son nada. Seguimos estancados, hundidos en la zanja del millón y algo de la que no salimos desde 1981, cuando éramos 1.050.000 almas y algún que otro desalmado.

Más allá de la obviedad de que han nacido más personas de las que han fallecido, la Junta no da razón cierta y precisa de a qué se debe esa pequeña victoria de las llegadas sobre las despedidas, en la que ni siquiera entran los portuguesitos que aterrizan en el Hospital Materno Infantil de Badajoz, que son hijos de España, pero cotizan en Portugal. Algo tendrá que ver la sanidad pública, que continúa sin satisfacernos -en parte porque creemos que casi todo tiene cura- pero está claro que tenemos mejores medios sanitarios. Hasta enfermedades terribles y aniquilantes como el sida, que antes causaba tanto pánico que se escribía con mayúsculas -como los partidos- se han convertido en padecimientos crónicos. Ya hasta nos reímos de la gripe A (mericana) y, a pesar de que la muerte no deja de... eso, nos morimos de menos cosas. También es evidente que han llegado a Extremadura unos miles de inmigrantes -muchísimos menos que en otras regiones- la mayoría de ellos procedentes de países con más alta tasa de natalidad que la nuestra y que, al menos durante la primera generación, mantendrán una alegría de vivir que ellos mismos y el censo agradecerán. Se han incrementado las adopciones y es igualmente verdad, que las técnicas de fertilidad han hecho madres a muchas mujeres que antes no podían concebir. Y ya puestos a engendrar in vitro, han traído a esta autonomía ristras de mellizos, trillizos y algún 'izo' más, algo que hace muy pocos años era rarísimo. Ahora no. Los cochecitos de bebé circulan despendolados, con el pasaje en batería, en fila de a uno camino del paro, las niñas con los niños, gemelos cara a cara, hermanos que se dan la espalda, como si se batieran en un duelo a chupete... Hay de todo. O pone orden Bibiana Aído en este desbarajuste o habrá una desgracia y se nos hundirá el chiringuito estadístico. Entre inmigrantes, partos y prórrogas somos ya 1.100.000 contribuyentes. Hemos estirado el censo en 2.256 potenciales votantes socialistas, pero aún arrastramos la sangría migratoria. En el año 1960 éramos 1.378.777 extremeños. Se fueron, como siempre, los mejores. No hemos vuelto a ser los que fuimos.

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