jueves, 11 de octubre de 2012


Publicidad engañosa

José Joaquín Rodríguez Lara

"¡¡¡Niñaaaa, las bragas. Las bragaaasss, niñaaaaa, las braaaaagas!!!". Ante semejante aviso, uno se siente en la obligación de aguzar la vista y buscar entre la multitud. Pero nada, no hay rastro ni de la niña que camina en ropa interior ni de alguna muchacha a la que le haya estallado el elástico y arrastre por el suelo tan delicada prenda. Ni siquiera se ve a alguna moza que exhiba más telilla del tanga de la que la extinción del pudor aconseja. "¡¡¡Niñaaaaa!!!" Vuelve a gritar el centinela de la lencería, pero por más que mira uno sólo ve señoras de cierta edad, orondas en su mayoría, que arrastran el carrito de la compra como si estuviesen uncidas a él por las correas del destino. "¡¡¡Las bragas, niiiñaaa!!!". 

Definitivamente, como alguien publique un diccionario 'Del Mercadillo al Lenguaje Normal y del Lenguaje Normal al Mercadillo', se forra.

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