lunes, 17 de junio de 2013

Por el recambio


José Joaquín Rodríguez Lara


Manuel Fraga Iribarne paseando por Londres,
cuando era embajador. (Imagen de Internet extraída
como recorte de una publicación impresa)

Manuel Fraga (Villalba, 1922-Madrid, 2012) ha sido el líder de mayor calado que ha tenido la derecha española durante medio siglo. Todavía vivía Franco y ya se tenía a Fraga, embajador en Londres, como la esperanza blanca del postfranquismo. Como ministro de la dictadura, Manuel Fraga sacó adelante una ley de prensa, la llamada 'Ley Fraga', que suavizaba las ataduras de la censura franquista, sin que por ello dejase de ser censura. Al sacerdote, catedrático y político, Diego Muñoz-Torrero (Cabeza del Buey, 1761 - Portugal, 1829), el gran pensador extremeño, promotor y defensor de las libertades en las Cortes de Cádiz, esa ley le habría parecido insuficiente, pero a Fraga se le considera, si no el padre, al menos sí el abuelo de la libertad de expresión en España, lo que constituye un claro síndrome de Estocolmo periodístico.


De Fraga dijo Felipe González que le cabía todo el Estado en la cabeza, elogiando así su capacidad intelectual y de estadista, pero a pesar de haber sido uno de los políticos españoles mejor preparados, si no fue el que más, durante las últimas décadas, Fraga nunca ganó unas elecciones generales ni tampoco presidió jamás el Gobierno de España. Es más, la derecha no llegó a La Moncloa hasta que Fraga no se retiró a su feudo gallego, cuando todavía era un político en aceptable estado de uso, aunque fuese ya un líder en franco retroceso. Para favorecer a su partido, Fraga supo retirarse a tiempo de la carrera monclovita. Y acertó.

Si no el que más, Alfredo Pérez Rubalcaba (Solares, 1951) es uno de los políticos españoles en activo con un historial más dilatado. El vigente líder de los socialistas españoles ingresó en el PSOE en el año 1974 y ocupa cargos oficiales, electivos o de libre designación, desde la transición. Varias veces ministro, con González y con Zapatero, vicepresidente y cardenal camarlengo en el último Ejecutivo socialista, Rubalcaba nunca ha ganado unas elecciones generales ni tampoco ha presidido jamás el Gobierno de España. Su mayor logro personal en este campo ha sido pactar con Mariano Rajoy, el actual inquilino de La Moncloa. Como a Fraga, también se le vincula con el mundo periodístico. A Rubalcaba se le considera un político muy bien afincado en alguna prensa, en particular, y con extraordinario dominio de la información, en general.

Alfredo Pérez Rubalcaba. (Fotografía bajada de Internet)
Una vez fue la esperanza blanca de los socialistas, pero poco a poco se ha ido convirtiendo en la desesperación de muchos compañeros de partido. Rubalcaba está más que amortizado y hace tiempo que dejó de ser el inquilino incuestionado del cartel electoral socialista. Y no por la edad, pues Rubalcaba aún es joven para la política, pero sí por el desgaste. Muchos militantes socialistas pensarán lo contrario y defenderán la idoneidad del actual secretario general del PSOE para que su partido vuelva a gobernar España. Están en su derecho de opinar así, pero las elecciones no se ganan con el voto de los militantes convencidos, sino con el apoyo de los indecisos, militen o no militen. Y ahí, Rubalcaba no termina de ganar terreno. Sólo hay que repasar las encuestas: el líder de la oposición que se postula para solucionar los problemas del país genera menos confianza en la opinión pública que el presidente del Gobierno que supuestamente los causa.

Cartel electoral de Felipe González
Márquez en las generales de 1982.
(Imagen tomada de Internet)
A Felipe González le pintaron canas en su primer cartel electoral para que no pareciese tan joven como era. Alfredo Pérez Rubalcaba tendrá que ser maquillado en el siguiente para que no parezca que es él. 

Con un mensaje muy sencillo, 'Por el cambio', González no solo ganó con amplísima mayoría absoluta -202 diputados- las elecciones generales de 1982 (cuando ya andaba por allí Rubalcaba), sino que borró del mapa a la Unión de Centro Democrático (UCD). A Pérez Rubalcaba no le bastaría con el cambio, necesita un recambio. Un recambio para él. Y más pronto que tarde. El socialismo y España se lo agradecerán.

P. D.

En general, para opinar no se exige carné; ni carné de militante, ni carné de experto, ni tampoco carné de medio pensionista.

En particular, opinar sobre lo que ocurre en los partidos políticos, en todos, no sólo es un derecho, es una obligación. Los partidos reciben mucho dinero público, muchísimo, y es natural que a los ciudadanos les preocupe qué hace cada partido con el dinero de la ciudadanía, cómo lo hace y quién lo hace.

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