lunes, 21 de octubre de 2013

Bailes regionales


José Joaquín Rodríguez Lara


El folclore siempre es regionalista, pues en el caso contrario no existiría, sería música clásica, pero el regionalismo no debe caer en los comportamientos folclóricos, ya que se empieza enseñando los pololos y se termina con las posaderas al aire. Todos los intentos que ha habido hasta ahora en Extremadura para poner en marcha una fuerza política regionalista han fracasado por la misma razón: la endeblez argumental.

En Extremadura hay muchas personas que se sienten regionalistas y que apoyarían a un partido que centrase su acción política en la defensa de los intereses extremeños, sin que ello conllevase una lucha encarnizada contra España como realidad jurídica, histórica y de convivencia. Si el regionalismo no ha triunfado en esta región ha sido porque las personas que han impulsado las diferentes iniciativas no han querido o no han sabido mantener ese impulso. Desde Enrique Sánchez de León, que creo AREX para presentar sus credenciales en UCD y ser ministro, hasta Pedro Cañada, que desalentado por UCD, partido con el que había sido senador, creó Extremadura Unida sin conseguir jamás en las urnas el apoyo necesario para convertirse en fuerza política clave en un arco parlamentario, que es  desde donde se gobierna sin estar en el Gobierno. Actualmente, Extremadura Unida tiene un escaño en el grupo parlamentario del Gobierno extremeño que preside José Antonio Monago.

La coalición PREX-CREX (Partido Regionalista Extremeño - Convergencia Regional Extremeña) es la otra presencia expresamente regionalista que hay en el Parlamento de Extremadura. Tiene dos diputados, que concurrieron a las elecciones en coalición con el PSOE y han roto el acuerdo, para formar grupo parlamentario propio cuando ya solo queda cuarto y mitad de la legislatura.

Estanislao Martín, en el centro, secretario general
de PREX-CREX, flanqueado por Damián Ramón Beneyto Pita,
a la derecha, diputado de la coalición en el Parlamento extremeño,
y por otro dirigente de la coalición, anuncia el órdago parlamentario.
(Imagen publicada por  la información.com)
Tras abandonar el grupo del PSOE, quieren abrirse un hueco de cara a las próximas elecciones y han empezado por el a b c del catón político: conseguir protagonismo, ganar notoriedad. Es lo normal en estos casos. La notoriedad y el protagonismo son, sin embargo, armas de doble filo y en ocasiones se vuelven contra quien las emplea. La coalición PREX-CREX se ha lanzado a la pista de baile con un órdago al resto de la oposición: o presentan una moción de censura, encabezada por el socialista Guillermo Fernández Vara, contra el presidente José Antonio Monago o apoyan el proyecto de presupuestos que avala el grupo popular.

El órdago a grandes y a chicos ha sorprendido, pero la reacción de los retados no puede sorprender a nadie: ni el PSOE ni IU-Verdes-SIEX aceptan el ultimátum. No lo considerarán viable u oportuno o efectivo o  serio. O lo que sea, pero no lo consideran. Además, ¿quién va aceptar un ultimátum de alguien que, hoy por hoy, carece de fuerza para imponerlo? Nadie. Así que el órdago planteado como la gran ocasión de darle la vuelta a la tortilla política extremeña se ha quedado reducido a una mera pirueta de los danzantes.

Estas cosas se deben negociar antes de hacerlas públicas, para no sufrir el desaire de sacar a bailar a media verbena y que nadie acepte bailar contigo. Vamos, salvo que se busque precisamente eso, decirle a los extremeños que en el Parlamento de Extremadura nadie quiere bailar a tu ritmo. Pero así ni se gana credibilidad ni se hace región ni, por supuesto, se potencia el regionalismo. Al pasado me remito.

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