El primer cocinero
José Joaquín Rodríguez Lara
'Cocinar hizo al hombre', tituló uno de sus libros (Barcelona, Editorial Tusquets, 1979), el farmacéutico, biólogo y antropólogo Faustino Cordón Bonet, que nació en Madrid, pero tuvo una interesante vinculación con Extremadura; su padre era de Fregenal de la Sierra y él mismo residió durante su infancia en el sur de la región.
Faustino Cordón Bonet. (Fotografía bajada de Internet) |
En esa obra, la más divulgativa de todas las que recogen su pensamiento, el notable científico expone el proceso evolutivo de los homínidos y el salto cualitativo, tanto nutricional como cultural, que supuso para la humanización el hecho de cocinar los alimentos.
La inmensa mayoría de los animales silvestres, desde los herbívoros hasta los carnívoros, pasando por los insectívoros, ictiófagos y nectaríferos, consumen sus alimentos tal y como los encuentran en la naturaleza, sin procesarlos previamente. El ser humano, no. Las personas cocinan la gran mayoría de la comida que ingieren. Podría decirse que el humano es el único ser del reino animal que lo hace, aunque no sé hasta qué punto resulta exacta esta afirmación.
Por ejemplo, las selváticas hormigas cortadoras de hojas no se alimentan de las hojas que acarrean, sino que sobre ellas, en el interior de sus hormigueros, cultivan un hongo que les sirve de alimento. Por lo tanto, realizan una manipulación de sus nutrientes, aunque sólo sea a nivel de cultivo. Hay otras especies de hormigas, mucho más cercanas, que en vez de ser agricultoras son ganaderas y pastorean a los pulgones, a los que ordeñan, como si fuesen ovejas, para extraerles un líquido azucarado que les encanta sorber. También hay hormigas que se convierten en odres vivos y almacenan en su abdomen ese licor, para poder facilitárselo a su compañeras cuando se lo demandan. ¿Se comportan estas hormigas expendedoras como simples vasijas o, además, procesan el caldo azucarado haciéndolo madurar en sus buches?
Más patente aún es el caso de las abejas que liban el néctar de las flores y lo transforman en miel tras pasarlo por sus estómagos y hacerlo fermentar. Y luego se alimentan, entre otras cosas, con una mezcla de miel y polen, el llamado pan de abeja. Las abejas melíferas tal vez no cocinen, pero lo que hacen con el néctar y el polen se le parece mucho.
Reproducción de un mural de Banksy. |
Pero tenía razón Faustino Cordón (22 de enero de 1909 / 22 de diciembre de 1999) cuando escribió que cocinar hizo al hombre; es decir, que dejamos de ser simples animales que se alimentaban de las hojas, granos, frutos, raíces, de los animalillos y de la carroña que nos caía a mano, para pasar a ser personas expertas en recolectar y producir los alimentos que nos apetecen y a manipularlos hasta convertirlos en un producto que nos resulte aún más apetitoso.
Un hombre compra pan en una máquina expendedora de barras. |
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