miércoles, 9 de julio de 2014


Señales del quinto pino


José Joaquín Rodríguez Lara


Me encanta que en las carreteras se pongan letreros con el nombre de cada arroyo sobre el que se cruza.


Disfruto leyendo el nombre de los puertos de montaña y su altitud, aunque siempre me queda la duda sobre si esa altura es la que tiene el paso después de arreglar la carretera o la que tuvo cuando sólo lo cruzaba una vereda.

No me molesta ver un cartel diciéndome que acabo de salir de una localidad cuyo nombre ya vi escrito al entrar en ella.


Agradezco que se me indiquen con letreros, monumentos y tópicos simbolicos los límites interprovinciales.


Lo que no logro entender, lo que me fastidia enormemente y hace que me acuerde de la santa madre del ministro, del consejero o del presidente de la Diputación de turno es que no se me indique y se me vuelva a indicar en cada disyuntiva con un letrero, aunque sea un letrero pequeño, cómo se va a esa capital de provincia o a ese importante núcleo urbano al que debo llegar.


Puede estar cerca, pero si no sé por dónde se va es como si el sitio estuviese en el quinto pino.


Y no me valen esas señales tan madrileñas que indican: TODAS LAS DIRECCIONES. No sirven para nada.


Dado que La Tierra es esférica y circulamos por su superficie, tires para donde tires puedes ir a todas partes.


La solución del problema no está en saber que todas las direcciones llevan a Roma, sino en conocer qué dirección es la más corta o la más rápida o la más segura.


Señales bajadas de Internet, que no de la carretera.
 ¿Por dónde se va a Ávila y Segovia
 pasado el puerto de Béjar, por dónde?
 (Imagen publicada por wikipedia)

La carretera es una aventura, pero no debería ser un laberinto.


Poner antes de llegar a Béjar y después de Baños de Montemayor (Unión Europea), en la Autovía de la Plata, un letrero que diga Ávila, tampoco nos arruinaría. De nada me sirve que me digan por dónde se va a El Barco de Ávila o a Piedrahita o a Muñopepe, pues no sé si tengo que pasar por Muñico para ir a Segovia. Yo busco un letrero que diga Ávila y no lo encuentro. Uno se me puede haber pasado, pero si hubiese varios, alguno vería.


El nombre de un municipio escrito en una señal de tráfico en el lugar preciso no sólo reduce las dudas en las personas que hacen de copilo y ahorra titubeos al volante, eliminando motivos de riesgo, sino que hace más por el buen nombre de esa localidad que todas las vallas de bienvenida que tanto le gusta poner a algunos alcaldes cuando ya no necesitas que te digan que has llegado, pues lo sabes, puesto que estás allí.


En todo caso, en vez de ¡BIENVENIDO a...! deberían recibirte con un ¡¡ENHORABUENA, ha superado usted todas las trampas que le hemos puesto en la carretera y, por fin, ha llegado al lugar que quería. FRENE y RELÁJESE!!


¡Marditos roedores!


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