jueves, 13 de noviembre de 2014

Al rebusco y a la peva


José Joaquín Rodríguez Lara


Fui niño y fui a la peva. También fui al rebusco, pero nunca he ido a respigar. A la peva fuimos casi todos los muchachos de mi pueblo, Barcarrota, hasta  la década de los años 70 del siglo pasado. Era una práctica iniciática.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua no incluye la palabra peva; tampoco la admite con b, peba. Pero la peva existe, aunque los académicos no la reconozcan. Existe la peva del melón y la de la sandía, la peva de manzana y la de naranja. A las pevas del melón, de la sandía y demás frutas, la Real Academia las llama pepitas. Queda muy fino, pero también muy ridículo.

Ni mis compañeros de correrías ni yo hubiésemos ido jamás 'a la pepita'. Ni habríamos ido 'a la pepita' ni hubiésemos jugado a la roli (vulgo rayuela) ni a la comba ni tampoco con muñecas. Nosotros íbamos a la peva, aunque el diccionario no se lo crea.

El asunto consistía, básicamente, en saltar la pared, meterse en el huerto de alguien, apañar unas manzanas, unas peras, higos, nueces o cualquier otro fruto apetecible y comérselo sin dejar de correr para que no te alcanzase el dueño. Con la peva, uno merendillaba (pretérito imperfecto del verbo tomarse la merendilla) y hacía ejercicio, cosas ambas muy recomendables cuando se tienen entre 8 y 15 años.

La mayoría de las veces es una necesidad, incluso vital,
 pero el rebusco también puede ser un entretenimiento.
 (Imagen publicada por bagosdeuva.blogspot.com)
Al rebusco fui con mi abuelo José, un hombre alto, flaco, serio y bueno. Salimos al campo con una cesta hecha con potroneras (vulgo verdascas) de olivo y entramos en un olivar que estaba casi limpio. No recogimos ni dos puñados de aceitunas, arrancadas con dificultad al barro a base de hurgarle con los dedos, por lo que saltamos a un olivar aledaño. Todavía no habíamos visto ni una aceituna cuando se presentó un hombre. Llevaba una cesta en el brazo. Pensábamos que sería otro rebuscador, pero no, era el dueño del olivar. Nos arrebató nuestra cesta de las manos, la vacío en la suya y nos echó a la carretera.

Mi abuelo José, que ya era un anciano, se quedó atónito y yo, que tendría 10 o 12 años, no supe qué decir. Siempre me he reprochado aquel silencio mío y no puedo olvidar lo impotente que se sintió mi abuelo ante el ladrón que nos robaba las aceitunas. Si pudiese rebobinar el carrete de la vida, no dudaría en regresar a aquel momento, a aquel olivar, en la carretera de Barcarrota a Salvaleón, pasado el cabezo Terrazo, a la izquierda, para cantarle las cuarenta y algo más al tipejo que no respetó a un viejo ni tuvo consideración con un niño y les quitó un puñado de aceitunas que no habían criado sus olivos. Espero que le aprovechasen.

La Real Academia de la Lengua sí reconoce la palabra rebusco y los verbos espigar y respigar, que no es sino un rebusco de espigas. Respigar y espigar consiste en recoger las espigas que se quedan en el suelo, sueltas, fuera de los jaces (vulgo haces) por haber escapado a las manos de los segadores. El poeta Luis Chamizo (Guareña, 1894- Madrid, 1945) habla de ello en su poema 'El porqué de la cosa'. "Miá, Celipe, ¡qué gusto!, tres manojos / d'espigas rapañás en un instante".

La docta casa es un caso. Se pega el gustazo de dedicarle dos verbos, espigar y respigar, a la misma cosa, se permite el lujo de distinguir entre rebuscar uvas o aceitunas y rebuscar espigas y no reconoce lo que es ir a la peva. ¿Nunca fueron niños los académicos? ¿Ninguno de ellos ha vivido en un pueblo? Pues no saben lo que se pierden.

Aquí, en Extremadura, el Parlamento acaba de aprobar, con los votos a favor de la oposición y la abstención del PP/EU, una propuesta de impulso presentada por Izquierda Unida que, durante un año, ampara el rebusco de uvas, aceitunas y demás frutos campestres, según la tradición de cada localidad. No es mucho, pero menos es na (vulgo nada). Como Pedro Escobar, portavoz de IU, se empeñe, cualquier día de estos nos aprueban una ley para regular el modo y manera de meterse a la peva. ¿Qué no? Escobar es de pueblo.

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