viernes, 17 de julio de 2015

Carmen Machi, una Merkel con más corazón y con mucho arte


José Joaquín Rodríguez Lara


El Teatro Romano de Mérida acercándose al lleno. Unas 2.400 personas en pie. Aplaudiendo durante varios minutos. Carmen Machi, Manuela Paso, José Luis Martínez y el resto del reparto volviendo una y otra vez a la escena, a través de la valva regia, para responder con saludos a la ovación del público. Los vomitorios del Teatro Romano emeritense, y los accesos a los vomitorios, llenos de personas dedicándole elogios al espectáculo que acababan de presenciar...


Un éxito, una noche triunfal, un día grande. El cielo amenazaba lluvia, pero la tormenta no estaba en las nubes, sino en el escenario. 'Antígona' ha vuelto a poner sobre el tapete la vieja lucha entre la ley y la tradición, entre la razón de estado y el estado sin razón, entre lo legal y lo lícito, entre la autoridad y la piedad, entre el deber público y el interés particular.


Las personas que han presenciado la representación de esta tragedia, el quinto montaje del 61 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, han asistido con enorme atención al desarrollo del espectáculo, seguramente convencidas de que el conflicto entre la ley y la conciencia reflejado en la 'Antígona' que Sófocles escribió unos 450 años antes de que naciese Cristo, continúa vivo en la sociedad actual.


Forma parte de la vida. Porque el teatro es vida y mientras refleje la vida y lo haga con arte, con inteligencia y con respeto al espectador, seguirá vivo.


En la 'Antígona' que protagoniza Carmen Machi, sobre un texto de Miguel del Arco, que versiona la obra de Sófocles, hay vida, hay arte, hay inteligencia y hay respeto al respetable. Y por eso interesa al público y 2.400 personas, aunque a simple vista parecían más, se han puesto en pie en el Teatro Romano de Mérida para subrayar con sus aplausos el agradecimiento por lo que acababa de contemplar.


Carmen Machi.

Una tragedia representada 'a pelo', sin aditivos, sin decorado, sin otros ingredientes que la palabra, el gesto, el movimiento, la coreografía de cuatro actrices y de otros tanto actores. Con una mujer, Carmen Machi, convertida en gobernante de Tebas, en un Creonte encarnado en mujer, en una suerte de Angela Merkel, rubia como la canciller alemana, tan estricta y exigente como la emperadora -lo de emperatriz le viene estrecho- de la Unión Europea, pero con más corazón que la todopoderosa gobernante germana y, sobre todo, con muchísimo más arte que ella.


Poco importa en este caso que una actriz haga de mujer para encarnar a un hombre y que demuestre tantos o más redaños que podría haber mostrado un Creonte masculino. En 'Antígona' el conflicto no tiene sexo, porque ni el estado ni la ley ni tampoco el poder son masculinos ni femeninos.


Lo mismo sucede con el argumento. Eteocles y Polinices, hijos de Edipo, habían acordado turnarse en el gobierno de Tebas. Llegado el final de su mandato, Eteocles se niega a cederle el poder a su hermano Polinices, por lo que este ataca la ciudad con un ejército. Ambos hermanos mueren en la batalla, ganada por los partidarios del aprovechado Eteocles. Creonte, tío de ambos contendientes, ensalza a Eteocles como héroe, pero prohíbe, bajo pena de muerte, tributar honores fúnebres y darle sepultura a Polinices, que a pesar de que había combatido por lo que legítimamente le correspondía, es declarado traidor por haber atacado a su ciudad. Antígona, hermana de ambos fallecidos, se decide a sepultar a Polinices. Su hermana Ismene intenta disuadirla, pues la matarán si es descubierta. A pesar de ello, Antígona cubre con una capa de polvo el cadáver de su hermano Polinices, y es detenida y condenada a muerte por Carmen Machi, que empieza defendiendo la aplicación de la ley hasta sus últimas consecuencias, continúa intentando salvar su imagen como gobernante de Tebas y termina sufriendo las consecuencias de la aplicación estricta de su propia norma.


A pesar de su antigüedad, el argumento llega al público, confirmando que cuando el teatro se hace bien, con autenticidad y con arte, siempre interesa, como demuestran los aplausos. Desgraciadamente no todos los espectáculos alcanzan ese nivel, y no pocas veces se comprueba que hay más teatro en la vida que vida en el teatro.


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