viernes, 19 de febrero de 2016


Paisaje español con familia


José Joaquín Rodríguez Lara


España es un documental. De la 2. Naturaleza en estado puro. Salvaje. Así que si usted ve una aleta triangular, con pinta de velero, navegando el suelo patrio y dejando tras de sí una estela de caca y na, no lo dude, debajo de España hay un tiburón. Negro. Un depredador despiadado. Experto en la mordida. Ducho en quedarse con la parte del león. Un águila en los negocios con marchamo oficial. Un lince al acecho de todas las oportunidades para-particulares. Un bicho tan maestro del camuflaje que lo mismo disimula un maletín, de cuero, cerrado, con dos candados, sumergiéndolo entre 604 billetes de cien euros, 233 billetes de 200 euros y 1.630 billetes de 500 euros (eche usted la cuenta que a mí me da asco), que asa una vaca con billetes de curso legal para parecer un piel roja haciendo señales de humo desde el Monte Robado de la corrupción. Porque la corrupción española no es cosa de riscos. Es una verdadera cordillera. Suiza. Sobre la niebla que oculta las vértebras del latrocinio hispano, asoman, con nombres, apellidos y hasta siglas, los picos de la desvergüenza. Y entre desvergüenza y sinvergüenza, conectando las cumbres, desde la Penibética hasta la Selva Negra, están  los collados, también llamados cuñados, parientes políticos y familiares en general. A la hora de la comida, llegado el momento de saquear las arcas públicas, la familia es imprescindible. Sin saqueo no hay familia. Ni aquí ni en Sicilia. La familia que roba unida permanece unida. O sea, en familia. En Sicilia y aquí. Salvo que la Justicia y las autoridades penitenciarias la dispersen.


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