miércoles, 5 de octubre de 2016


La salida de doña Mar Flores

José Joaquín Rodríguez Lara



Hay dos formas de referirse al noviazgo, en cualquiera de sus formas, que siempre me han llamado la atención. Una es decir que alguien 'está hablando' con otra persona.


Cuando se lo oía decir a mi madre siempre le preguntaba: ¿Y qué se dicen? Ella me solía responder que los novios 'hablan' de sus cosas.

Con el tiempo descubrí que no 'hablan' de nada en especial. Sobre todo porque prefieren tener la boca ocupada en otros menesteres.


Otra referencia al noviazgo que siempre me asombró es decir que alguien 'está saliendo' con alguien.


Nunca lo entendí, pues en muchos casos esas dos personas ya 'salían' juntas antes de 'empezar a salir' juntas. Salían con la pandilla y después, en muchas ocasiones, 'salían' juntas, pero con los mismos amigos de toda la vida.


¿Dónde estaba la diferencia? La única que yo percibía, en lo que respecta a salir, es que, desde que 'salían', cada vez salían menos y lo que más hacían era buscar un lugar apartado, a ser posible oscuro, y no salir de él salvo en caso de necesidad.


Supongo que tanto el 'hablar' como el 'salir' de las parejas de novios son expresiones trasnochadas que nos retrotraen a épocas en las que las mujeres tenían prohibido hablar con los hombres, salvo autorización paterna o de otro familiar, y en las que salir con el pretendiente era algo impensable.


La realidad social ha cambiado mucho, pero por más trasnochadas, absurdas e imprecisas que resulten -por ejemplo, una vez casados, ¿los novios ya no hablan ni salen?- esas dos expresiones de 'hablar' y 'salir' siguen utilizándose.


Y no solo entre las capas populares de la población. Acabo de leer en la edición informática de un periódico de Madrid este titular: "Mar Flores sale con el empresario mexicano Elías Sacal".


No puedo dar crédito a que una mujer tan recatada como doña Mar Flores, madre de varios vástagos y recién divorciada, haya empezado a salir con un hombre, como si hasta ahora hubiese sido una monja de clausura y, por fin, hubiese escapado del cenobio.

Visto lo visto y sabiendo que ninguno de los dos es neófito en el bello arte del noviazgo, me atrevo a suponer que, además de salir, doña Mar y don Elías también hablarán. Aunque sea por señas.



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