sábado, 9 de diciembre de 2017

Pájaros hueros navegan la noche

José Joaquín Rodríguez Lara


Se acerca la media noche y me siento como Cristóbal Colón y sus compañeros durante las horas inmediatamente anteriores a su descubrimiento del Nuevo Mundo.


De aquella espera infinita surgió una frase antológica que unas veces se atribuye al almirante de la Mar Oceana y otras a alguno de sus marineros. "Toda la noche oyeron pasar pájaros". Es una de esas frases redondas que dicen mucho más de lo que cabe en sus apretadas letras.


José Manuel Caballero Bonald la convirtió en una novela de éxito y yo aún la conservo en los anaqueles de mi memoria, cada vez más apolillados y polvorientos. Esta noche la he desempolvado.


Sobre las calles y los campos de Salvatierra de los Barros están pasando a gran velocidad las nubes. Muchas nubes. Vienen del Oeste, blancas, bajas y hechas jirones. Al contemplarlas me he acordado del descubridor de América y de sus compañeros de epopeya y de la angustia de estar días y semanas y meses rodeado de agua sin ver la costa.
Ellos estaban en el océano Atlántico y anhelaban llegar a tierra. Yo estoy en tierra y anhelo que me llegue el océano Atlántico.


Un océano cargado de olas de lluvia, de mareas de lluvia, de espumas de lluvia, de borrascas de lluvia deshechas en goterones, más intensos que la sed, más persistentes que el sudor.


Estoy viendo pasar nubes toda la noche, alcatraces de luz, gaviotas del silencio, golondrinas de la ausencia... Inasibles pájaros hueros.


El océano se acerca a tierra firme, empieza a volar bajo, sobre nuestras cabezas, en nieblas y jirones de nubes, pero no llueve.


Lloverá, ya sé que lloverá, confío en que algún día lloverá, pero aún no se ve la lluvia, esa anhelada isla de fecundidad recortada en el sediento horizonte, y la travesía por el secarral de la espera se hace un poco más insufrible.


Toda la noche viendo pasar nubes, toda la noche.


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